viernes, 19 de octubre de 2018

Admirando el cielo: Diario de una clase de filosofía. 2º Bachillerato A. 19-10-2018. IES Dr. Balmis. Alicante. Francisco Huertas Hernández

Admirando el cielo: Diario de una clase de filosofía
2º Bachillerato A. 19-10-2018. IES Dr. Balmis. Alicante
Francisco Huertas Hernández




Cielo en tonalidad rosa tras la lluvia
La filosofía empezó admirando los cielos. Desde el aula de 2º Bachillerato A. Clase: Historia de la Filosofía. IES Dr. Balmis. Alicante. 19-10-2018
Foto: Carla Espada Alcaraz

 No es mi propósito comenzar un diario de las clases de Historia de la Filosofía. Pero hoy ha ocurrido algo especial. En mitad de una lectura del mito de la caverna platónico se ha extendido un murmullo y las cabezas de los alumnos han girado hacia una ventana del aula. Pronto he comprendido que admiraban un extraño fenómeno meteorológico: el cielo se había vuelto rosa. Las irisaciones celestes rosáceas estaban reflejando más luz roja y naranja en la atmósfera baja. Lo que vemos con nuestros ojos humanos es solo una pequeña parte de la radiación electromagnética que procede del sol. Esa radiación contiene un amplio espectro de longitud de onda, pero nuestro ojo solo es sensible a ciertas frecuencias: las llamadas longitudes de onda visibles. 




Cielo en tonalidad rosa tras la lluvia
La filosofía empezó admirando los cielos. Desde el aula de 2º Bachillerato A. Clase: Historia de la Filosofía. IES Dr. Balmis. Alicante. 19-10-2018
Fotos: Aitana Rodríguez Pastor

 Todo esto nos explica la Óptica física, pero la filosofía surgió mucho antes. Y comenzó con la admiración de la naturaleza: sus cambios (devenir), su regularidad (orden), su grandeza. 

 Platón, precisamente, en su diálogo "Teeteto" cuenta la historia de la caída de Thales de Mileto en un pozo por ir contemplando el cielo:

"Sócrates: -Se cuenta de Tales que, absorto en la astronomía y mientras contemplaba el cielo, cayó en un pozo y que una esclava tracia muy graciosa se burló de él, diciéndole que quería saber lo que pasaba en el cielo y no veía lo que estaba delante de sus pies. Esta burla puede aplicarse a todos los que emplean su vida en filosofar. En efecto, un filósofo no sólo no sabe lo que hace su vecino, sino que además ignora casi si es un hombre u otro tipo de animal. En cambio, investiga y se esfuerza en descubrir qué es el hombre, y qué caracteres distinguen su naturaleza de las demás por la acción y la pasión. ¿Me comprendes o no, Teodoro?

Teodoro: --Sí, Sócrates, y dices la verdad"


 El mundo sensible (Ο ορατός κόσμος) es un reflejo de la perfección del mundo inteligible (κόσμος νοητός). La belleza rosácea del cielo sensible que estábamos viendo nos recordaba lejanamente la Belleza-en-sí (Idea de Belleza) (τὸ καλόν), que podemos entender/concebir pero no ver.

 De la admiración del cielo con la que nació la filosofía pasamos luego, por alguna feliz casualidad, a admirarnos de las distintas maneras en que las lenguas naturales designan los números. Yo dije: "fünf und neunzig", "quatre-vingt-quinze", "noventa y cinco". Carla se extrañó grandemente: ¿por qué en alemán se dice "cinco y noventa", o en francés "cuatro veintes y quince"? Leslie respondió que este orden en la cuantificación lingüística no afecta a los números en sí del mundo inteligible. ¡Qué bien explicado! La lengua natural no puede ser sino imagen de lo inteligible. Pero yo insistí en la presencia del orden matemático en la forma de enunciar los números. Quizás distintas imágenes fonéticas y gráficas, pero la misma necesidad de orden (κόσμος) en lo sensible, pues es reflejo/imitación/participación de la perfección inteligible.

 Hablamos de otras cosas: que si el francés de Bélgica y Suiza usa "septante", "huitante" y "nonante" en lugar de "soixante-dix", "quatre-vingt" y "quatre-vingt-dix". Marcos dijo preferir la modalidad de Francia. Más elegante, más matemática, aunque más difícil, y, sin embargo, más precisa...

 Cuando tocó el timbre marché con este montón de fotos del cielo rosa de una mañana de otoño cuando la filosofía volvió a ser un "mirar/admirar los cielos" en busca de belleza, bondad, verdad y perfección.

 Gracias a todos/as los alumnos de 2º de Bachillerato A que han fotografiado este cielo fugaz sometido al devenir implacable. Quizás fuimos felices mientras lo contemplamos.

Cielo en tonalidad rosa tras la lluvia
La filosofía empezó admirando los cielos. Desde el aula de 2º Bachillerato A. Clase: Historia de la Filosofía. IES Dr. Balmis. Alicante. 19-10-2018
Foto: Alejandra de Frutos Fernández-Cañadas



Cielo en tonalidad rosa tras la lluvia
La filosofía empezó admirando los cielos. Desde el aula de 2º Bachillerato A. Clase: Historia de la Filosofía. IES Dr. Balmis. Alicante. 19-10-2018
Fotos: Carla Espada Alcaraz

Cielo en tonalidad rosa tras la lluvia
La filosofía empezó admirando los cielos. Desde el aula de 2º Bachillerato A. Clase: Historia de la Filosofía. IES Dr. Balmis. Alicante. 19-10-2018
Foto: Dyanne Verdesoto Romero


Cielo en tonalidad rosa tras la lluvia
La filosofía empezó admirando los cielos. Desde el aula de 2º Bachillerato A. Clase: Historia de la Filosofía. IES Dr. Balmis. Alicante. 19-10-2018
Fotos: Irene Collados Rubio




Cielo en tonalidad rosa tras la lluvia
La filosofía empezó admirando los cielos. Desde el aula de 2º Bachillerato A. Clase: Historia de la Filosofía. IES Dr. Balmis. Alicante. 19-10-2018
Fotos: Lucía Barrera Arias

Cielo en tonalidad rosa tras la lluvia
La filosofía empezó admirando los cielos. Desde el aula de 2º Bachillerato A. Clase: Historia de la Filosofía. IES Dr. Balmis. Alicante. 19-10-2018
Fotos: Marcos Zárate Chaves


1 comentario:

ACORAZADO CINÉFILO dijo...

Tempus fugit. Los que hicieron estas fotos ya no están en el instituto. Otros han ocupado su lugar: sus sillas, sus mesas, copian los mismos apuntes. Pero ese cielo rosa ya no volverá. Hoy ha venido Marcos (una de cuyas fotos podemos ver aquí), pero ya no era el alumno de 2º Bachillerato A. Era un universitario. Platón fue el filósofo que anheló la permanencia de la justicia, el conocimiento y la realidad. Pero él también murió. Su pensamiento permanece, pero siempre exige la perfección. No se conforma con los cielos cambiantes, pasajeros; exige el cielo ideal, que podemos pensar siempre igual. Y a ese "cielo" (que no está en ningún ligar físico, porque no es material) debemos "alzar" la "mirada" de nuestro pensamiento para conocer el modelo perfecto de las cosas que pasan: LAS IDEAS