viernes, 25 de octubre de 2019

Underwater Movies (Deep Sea). Peces abisales. Deep Sea (Abyssal) Creatures. Francisco Huertas Hernández


Peces abisales
Underwater (Deep Sea) Movies
Deep Sea (Abyssal) Creatures
Francisco Huertas Hernández




"DeepStar Six" (1989). Sean S. Cunningham
Película de ciencia-ficción submarina estadounidense con criaturas abisales monstruosas

"The Abyss" (1989). James Cameron
Un submarino hundido en las profundidades marinas de la fosa de las Caimán y su rescate. Historia de ciencia ficción con seres de otros mundos 

"20,000 Leagues Under the Sea" (1954). Richard Fleischer
"20.000 leguas de viaje submarino"
"A ship sent to investigate a wave of mysterious sinkings encounters the advanced submarine, the Nautilus, commanded by Captain Nemo" 
A partir de la novela de Jules Verne

"Leviathan" (1989). George P. Cosmatos
Una de las 3 películas que se rodaron en 1989 con tema submarino y abisal


 El Eurypharynx Pelecanoides, el Himantolophus Groenlandicus, el Edriolychnus Schmidti, el Lasiognathus Saccostoma, el Saccopharynx. Nombres imposibles para seres casi imposibles. 

Eurypharynx Pelecanoides

Himantolophus Groenlandicus

Edriolychnus Schmidti

Lasiognathus Saccostoma

Saccopharynx ampullaceus

Coffin Fish
Australia
Coffin Fish from 1000m. Image: Asher Flatt

The Faceless Fish. Image: Rob Zugaro
Australia
"With no eyes and a Mona Lisa smile, the “faceless” fish had the crew baffled when it was brought up from 4km below the surface"

Blob Fish. Image: Rob Zugaro
Australia
"This fish collected from a depth of 2.5km off New South Wales, has soft watery flesh and is an ambush predator that lies very still on the bottom waiting for unsuspecting prey to pass by"

Habitantes de las regiones donde siempre reina la oscuridad y el silencio: la zona batial profunda, por debajo de los 300 metros. Allí los peces son negros o plateados. Tienen formas extrañas. Muchos tienen órganos luminosos en su cuerpo. Son carnívoros, porque no hay vida vegetal: las plantas son escasas por debajo de los 600 metros, que es el límite inferior para los rayos luminosos rojo, anaranjado y amarillo. Algunos poseen largas colas, como de serpiente, como el Euriapharynx, que tiene una longitud de entre 20 y 25 cm. Esta fauna vive en las profundidades submarinas, donde la temperatura está siempre próxima al punto de congelación. La zona abisal alcanza profundidades de casi 11000 metros. Estos seres pelágicos que nadan en aguas tan abismales son extraños. Parecen provenir de otro mundo, aunque, bien mirado, el océano siempre fue un mundo lejano para los humanos: sólo conocemos su epidermis, y, a eso, le llamamos mar, cuando del mar lo ignoramos casi todo. Si hay algún rincón del planeta que aún no ha sido hollado por el ser humano, ése es este lugar desasosegante, en el que no podemos ni observar estas formas de la vida, inquietantes, ignotas. Allí la oscuridad, la presión, la temperatura, son insoportables para el hombre. Por eso, estos animales proclaman la grandeza de la naturaleza y el fracaso de la conquista humana, su ciencia, su tecnología, su voracidad. Nos desafían y nos ignoran, escapan a nuestra mano y a nuestros artilugios. Pero, al mismo tiempo, estos habitantes del planeta, recónditos y silentes, nos interpelan sobre el misterio de la existencia, de la vida, del ser.


Texto literario de Francisco Huertas Hernández
Sábado, 11 de agosto de 2001




2 comentarios:

Unknown dijo...

El misterio de la naturaleza reside en lo que el humano no conoce. Las zonas abisales a más de mil metros de profundidad presentan formas de vida animal. Pero no vegetal. Es curioso. Estos seres dan miedo, pero la intranquilidad que nos producen se debe a su aspecto extraño para nosotros. Se han adaptado a esa falta de luz, a esa presión, a ese frío. Nuestra extrañeza a otros medios se convierte en terror a lo desconocido.

ACORAZADO CINÉFILO dijo...

Los peces abisales son un límite del ser. Por decirlo en términos filosóficos: es un límite óntico (de lo real), no solo de lo vivo. Ya que lo real queda determinado como lo conocido por la mente humana. Esas formas blandas, lumniscentes, y, por qué no decirlo, horribles.
Este artículo pertenece a una serie en la que he recuperado antiguos textos que estaban preparados para ser editados, pero, o bien las editoriales los rechazaron, o yo mismo desistí de intentarlo. Entre mis numerosos escritos ya apenas guardo nada para la publicación en libro, simplemente porque es muy improbable que nadie quiera sacarlo en papel.
Lo que he hecho ha sido una combinación de listas de películas alusivas al tema de cada uno de mis viejos escritos acompañando a éstos. El resultado no carece de interés, o, incluso, diría, que es muy interesante, pero, lamentablemente, la humana especie que consume imágenes e inanidad fugaz en las redes sociales, apenas lee mis posts.
Con la rabia y la impotencia de saber que mi trabajo, notable, creo, no tiene recompensa en el público dejo este nuevo artículo a quien lo encuentre al azar en Google una noche de invierno...