Muerte en el cine: "La muerte de Ivan Ilich" de Tolstoi.
"Простая смерть…" (Una simple muerte) (1985). Aleksandr Kaidanovsky
Agudos compases de agonía (Poema. 1979)
Francisco Huertas Hernández
"Простая смерть…" (1985). Александр Кайдановский
"Prostaya Smert" (1985). Aleksandr Kaidanovsky
"A Simple Death" (Una simple muerte)
Иван Ильич (Валерий Приемыхов) - Ivan Ilich (Valery Pryemijov)
Basada en la inmortal novela corta de Lev Tolstoi, "La muerte de Ivan Ilich" (Смерть Ивана Ильича) (1886), esta película soviética presenta una historia que ridiculiza la vida primitiva y material de los funcionarios de la época. Viven, pero están esencialmente muertos por dentro. El héroe (Ivan Ilich) es uno de ellos, pero al borde de la muerte por una enfermedad desconocida, su alma se libera los grilletes de la vida cotidiana y se transforma por completo. "Нельзя так жить!" (¡No puedes vivir así!) se dice el protagonista en el trance de la muerte
En la nota 2 a pie de página del parágrafo 51 de "Sein und Zeit" (Ser y Tiempo), de título «El estar vuelto hacia la muerte y la cotidianidad del Dasein», Martin Heidegger (1889-1976) afirma: «En su relato La muerte de Iván Ilich L.N. Tolstói ha presentado el fenómeno de la conmoción y el derrumbe de este ‘uno se muere’». Por este «uno» –que se conmociona y derrumba– Heidegger entiende el hombre medio, inmerso en la inmediatez de su cotidianidad, que vive siempre en el sobrentendido de que no es él quien morirá sino el Sócrates del silogismo –ya saben: «todos los hombres son mortales, Sócrates es hombre, luego…» (DEL SENTIDO RELIGIOSO DE LA VIDA EN TOLSTÓI, A LA MELANCOLÍA DE CHÉJOV. Nicolás Sánchez Durá)
"Простая смерть…" (1985). Александр Кайдановский
"Prostaya Smert" (1985). Aleksandr Kaidanovsky
"A Simple Death" (Una simple muerte)
Basada en la novela de Lev Tolstoi, "La muerte de Ivan Ilich" (Смерть Ивана Ильича) (1886)
Títulos de crédito
"Простая смерть…" (1985). Александр Кайдановский
"Prostaya Smert" (1985). Aleksandr Kaidanovsky
"A Simple Death" (Una simple muerte)
Иван Ильич (Валерий Приемыхов) - Ivan Ilich (Valery Pryemijov)
La agonía de un hombre superficial que vive una revelación espiritual en el proceso de su enfermedad
"Простая смерть…" (1985). Александр Кайдановский
"Prostaya Smert" (1985). Aleksandr Kaidanovsky
"A Simple Death" (Una simple muerte)
Иван Ильич (Валерий Приемыхов) - Ivan Ilich (Valery Pryemijov)
Ante el espejo. Una "existencia inauténtica" es interpelada desde la conciencia de la muerte, desde el "Sein zum Tode" (ser-para-la-muerte) heideggeriano
"Простая смерть…" (1985). Александр Кайдановский
"Prostaya Smert" (1985). Aleksandr Kaidanovsky
"A Simple Death" (Una simple muerte)
Portada de DVD
Лев Толстой: "Смерть Ивана Ильича". 1884-1886 - Lev Tolstoi: "Smert Ivana Ilichá" (La muerte de Ivan Ilich)
Petra Barskavo, Kretshatik. Kiev. 1891
Portada de una de las primeras ediciones de la novela
Diré que la lectura de esta obra me impactó a tal punto que nunca he podido releerla. Jamás había encontrado tanta humanidad, y, al mismo tiempo, tanta elevación, en el retrato externo e interno -sobre todo, interno- de los hombres y mujeres que consumimos nuestra vida en la rutina, la costumbre, la inanidad
Лев Николаевич Толстой (1828-1910)
Lev Nikolaievich Tolstoi. El más grande de los narradores, a la altura de Cervantes. El escritor que me conmocionó con "Resurrección" y que fue capaz de describir con fuerza arrebatadora el universo en su conjunto: desde el ulular del viento en la estepa a los árboles, los animales y los humanos en la guerra, en la paz, en el amor, en la búsqueda del sentido de la vida
Francisco Huertas Hernández: "Agudos compases de agonía"
La Unión. Septiembre de 1979
Este poema escrito a mano en un bloc, antes de empezar el curso en el instituto, pertenece al comienzo de mi carrera grafómana. Tenía 15 años. Escribí mucho en 1979 y 1980. Luego menos. En 1983 o 1984 empecé un Diario llamado "Memorias de un hombre de acción", parodia y homenaje a la obra de Pío Baroja. En 1996 publiqué el libro "Entre la filatelia y la halterofilia. Diario de Oviedo. M.H.A.". Ahora escribo solo para este blog: una mezcla de apuntes para clase, comentarios de películas y saco del baúl de los recuerdos textos como éste. Mi prehistoria literaria
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Comentarios de nuestros lectores:
- Marcelo Óscar López Díez: "La muerte de Iván Ilich.
Son las nueve y media de la mañana y me ha despertado de mi descanso un muerto, se presentó entre pensamientos de algodón y días en la casa de mis padres. Caminando con una sonrisa tenue en mis días de escuela. Se hacía presente el muerto, pero no podía prestarle atención entonces. Como adolescente, atendía los golpes de la puerta principal de mi mente entre humo y sorbos de confusión, para qué parar, corría entre espinas y botellas de vino. Durante años, unas tibias palabras alimentaron una relación de perfil amistoso, han pasado treinta años, hoy, ese muerto es un fantasma que me llama como un anuncio de crédito a pagar en la futura eternidad.
¿Pero por qué hoy? ¿y en este día? Hace un frio invernal, no hiela los huesos, pero hace descargar un velo de tristeza sobre el mar que ayer vislumbré desde un querido horizonte de adolescente. Aquí he visto el rostro de Iván Ilich que me llevó hasta Rusia y, en aquel lugar, hasta varios libros arrugados como un recuerdo pasado por agua caliente.
Антон Павлович Чехов & Лев Николаевич Толстой
Anton Pavlovich Chejov & Lev Nikolaevich Tolstoi. Crimea. Rusia. 1901
Anton Chejov, gran admirador de la obra de Tolstoi, después de leer "La muerte de Iván Ilich", se preguntó por qué escribir algo tan maravilloso para volcarlo al final en los evangelios. Chejov fue un hombre sincero que se manejó con la cautela del siglo XIX, pero en materia literaria le pedía consejos a Tolstoi, aunque al final todos lo alabasen, siempre admiró al gran patriarca. Tolstoi fue un dios entre los humanos, un ancla a los pies de la razón que enderezó la curva literaria hasta transformarla en palabra divina, en evangelio para todo el público.
Лев Николаевич Толстой
Lev Nikolaevich Tolstoi en su estudio
Desde sus libros uno podía creer que los personajes se elevaban sobre nuestros hombros hasta hacernos pensar en un lugar mejor, un lugar capaz de cambiarnos. Un final como el que tuvo Chejov en su lecho de muerte le describe muy bien, posiblemente, al final uno reza o pide perdón por la vida transitada. Chejov pidió una copa de champán para despedirse del mundo con el sabor del alcohol mientras las burbujas sucumbían en la lengua y se mezclaban con la sangre seca pegada a la comisura de los hirvientes labios. Claro, esta actitud es poco neutral como para creer en el mal, en una vida que necesita un perdón y del perdón está plagado el caminar del hombre. La divinidad te perdona al final, pero cuando se cree en el más allá funciona, de lo contrario la naturaleza sigue el curso de un hecho intrascendente para ella, que, por suerte, no es humana. Imagino una naturaleza de pelo suelto, corriendo por el mundo con una desnudez rosada y una piel brillante con besos que saben a jarabe.
No puedo encontrar el significado de las travesías que desnudan la muerte y hoy, con un poco de sueño y los brazos obsoletos, mi espalda reacciona con la firmeza de un mazo de cartas. No las cartas que te adivinan la suerte, estas son cartas de juego habitual, cartas al fin, que son solo un pastiche de lo que la vida puede hacerte si no juegas las ideas adecuadas. El amor a la vida ¿acaso no deja una cáscara de la muerte que la vigila en todo momento?
El personaje del libro de Tolstoi era un hombre que caminaba sin sentido ni vitalidad. No fue más que una marioneta de un tiempo que vive tras los pasos del final, el empleado público que sin vida propia se apoya en las sagradas escrituras como forma de perdón. La actualidad de un mundo viciado por los objetos materiales y la obscena postura del empleado que bajo el ala estatal resume sus días cumpliendo con un cometido superfluo.
Franz Kafka
Kafka lo sabía y su tumba estaba marcada por la locura del hombre-máquina del siglo XX. En este siglo XXI el hombre-máquina se ha mejorado, es un resumen de noticias falsas y aparatos que no pueden corregir la estadía en el mundo. Iván Ilich no es fácil de transitar, hay algo que molesta, que da el puntapié inicial a la revuelta de decir, basta.
Kafka en su fiebre literaria, dibujado por Robert Crumb
La transfusión de sangre por letras, tal vez haya funcionado para los escritores más que para los lectores que con asiduidad buscan en el universo personal de otros un paréntesis a la propia existencia. Adentrarse en los capítulos de este maldito libro de Tolstoi es como mojarse con petróleo para después prender un cigarrillo"
- Estrella Millán Sanjuán: "Pensar y, sobre todo, escribir sobre la muerte con 15 años no es común, ni fácil. Y publicar algo tan íntimo tampoco debe serlo, es una forma de desnudarse, lo considero valiente. Yo no sería capaz. Pero sabes que puedes publicarlo porque es bueno, tiene calidad y mérito por la edad que tenías. Y eso me recuerda, aunque me vengan pensamientos negativos y poco esperanzadores, a nuestro alumnado. Necesitamos más "rara avis". La cultura y el afán de aprender está devaluado. Me gustaría equivocarme"
- Francisco Huertas Hernández: "Lev Nikolaievich Tolstoi. El más grande de los narradores, a la altura de Cervantes. El escritor que me conmocionó con "Resurrección" y que fue capaz de describir con fuerza arrebatadora el universo en su conjunto: desde el ulular del viento en la estepa a los árboles, los animales y los humanos en la guerra, en la paz, en el amor, en la búsqueda del sentido de la vida. Aprovecho para agradecer infinitamente el texto bellísimo escrito por Marcelo"
13 comentarios:
Otro gran aporte
Genial
Pensar y sobretodo escribir sobre la muerte con 15 años no es común, ni fácil.
Y publicar algo tan íntimo tampoco debe serlo, es una forma de desnudarse, lo considero valiente. Yo no sería capaz.
Pero sabes que puedes publicarlo porque es bueno, tiene calidad y mérito por la edad que tenías.
Y eso me recuerda, aunque me vengan pensamientos negativos y poco esperanzadores, a nuestro alumnado. Necesitamos más "rara avis". La cultura y el afán de aprender está devaluado.
Me gustaría equivocarme.
Lev Nikolaievich Tolstoi. El más grande de los narradores, a la altura de Cervantes. El escritor que me conmocionó con "Resurrección" y que fue capaz de describir con fuerza arrebatadora el universo en su conjunto: desde el ulular del viento en la estepa a los árboles, los animales y los humanos en la guerra, en la paz, en el amor, en la búsqueda del sentido de la vida
"Простая смерть…" (1985). Александр Кайдановский
"Prostaya Smert" (1985). Aleksandr Kaidanovsky
"A Simple Death" (Una simple muerte)
Иван Ильич (Валерий Приемыхов) - Ivan Ilich (Valery Pryemijov)
Basada en la inmortal novela corta de Lev Tolstoi, "La muerte de Ivan Ilich" (Смерть Ивана Ильича) (1886), esta película soviética presenta una historia que ridiculiza la vida primitiva y material de los funcionarios de la época. Viven, pero están esencialmente muertos por dentro. El héroe (Ivan Ilich) es uno de ellos, pero al borde de la muerte por una enfermedad desconocida, su alma se libera los grilletes de la vida cotidiana y se transforma por completo. "Нельзя так жить!" (¡No puedes vivir así!) se dice el protagonista en el trance de la muerte
Leí hace un par de años, como bien describes, me sentí muy identicada con Ivan Illich.Es una reflexión, la de Tolstoi muy real, conmovedora y de rabiosa actualidad.La peli no la he visto.La buscaré.Siempre temo el resultado de los films basados en grandes obras de la literatura, aunque hay excepciones.
La muerte de Iván Ilich
Son las nueve y media de la mañana y me ha despertado de mi descanso un muerto, se presentó entre pensamientos de algodón y días en la casa de mis padres. Caminando con una sonrisa tenue en mis días de escuela. Se hacía presente el muerto, pero no podía prestarle atención entonces. Como adolescente, atendía los golpes de la puerta principal de mi mente entre humo y sorbos de confusión, para qué parar, corría entre espinas y botellas de vino. Durante años, unas tibias palabras alimentaron una relación de perfil amistoso, han pasado treinta años, hoy, ese muerto es un fantasma que me llama como un anuncio de crédito a pagar en la futura eternidad.
¿Pero por qué hoy? ¿y en este día? Hace un frio invernal, no hiela los huesos, pero hace descargar un velo de tristeza sobre el mar que ayer vislumbré desde un querido horizonte de adolescente. Aquí he visto el rostro de Iván Ilich que me llevó hasta Rusia y, en aquel lugar, hasta varios libros arrugados como un recuerdo pasado por agua caliente.
Antón Chejov, gran admirador de la obra de Tolstoi, después de leer la muerte de Iván Ilich, se preguntó por qué escribir algo tan maravillosos para volcarlo al final en los evangelios. Chejov fue un hombre sincero que se manejó con la cautela del siglo XIX, pero en materia literaria le pedía consejos a Tolstoi, aunque al final todos lo alabasen, siempre admiró al gran patriarca. Tolstoi fue un dios entre los humanos, un ancla a los pies de la razón que enderezó la curva literaria hasta transformarla en palabra divina, en evangelio para para todo el público. Desde sus libros uno podía creer que los personajes se elevaban sobre nuestros hombros hasta hacernos pensar en un lugar mejor, un lugar capaz de cambiarnos. Un final como el que tuvo Chéjov en su lecho de muerte le describe muy bien, posiblemente, al final uno reza o pide perdón por la vida transitada. Chéjov pidió una copa de champán para despedirse del mundo con el sabor del alcohol mientras las burbujas sucumbían en la lengua y se mezclaban con la sangre seca pegada a la comisura de los hirvientes labios. Claro, esta actitud es poco neutral como para creer en el mal, en una vida que necesita un perdón y del perdón es que está plagado el caminar del hombre. La divinidad te perdona al final, pero cuando se cree en el más allá funciona, de lo contrario la naturaleza sigue el curso de un hecho intrascendente para ella que por suerte no es humana. Imagino una naturaleza de pelo suelto, corriendo por el mundo con una desnudez rosada y una piel brillante con besos que saben a jarabe.
No puedo encontrar el significado de las travesías que desnudan la muerte y hoy, con un poco de sueño y los brazos obsoletos, mi espalda reacciona con la firmeza de un mazo de cartas. No las cartas que te adivinan la suerte, estas son cartas de juego habitual, cartas al fin, que son solo un pastiche de lo que la vida puede hacerte si no juegas las ideas adecuadas. El amor a la vida ¿acaso no deja una cáscara de la muerte que la vigila en todo momento?
El personaje del libro de Tolstoi era un hombre que caminaba sin sentido ni vitalidad. No fue más que una marioneta de un tiempo que vive tras los pasos del final, el empleado público que sin vida propia se apoya en las sagradas escrituras como forma de perdón. La actualidad de un mundo viciado por los objetos materiales y la obscena postura del empleado que bajo el ala estatal resume sus días cumpliendo con un cometido superfluo.
Kafka lo sabía y su tumba estaba marcada por la locura del hombre-máquina del siglo XX. En este siglo XXI el hombre-máquina se ha mejorado, es un resumen de noticias falsas y aparatos que no pueden corregir la estadía en el mundo. Iván Ilich no es fácil de transitar, hay algo que molesta, que da el puntapié inicial a la revuelta de decir, basta.
La transfusión de sangre por letras, tal vez haya funcionado para los escritores más que para los lectores que con asiduidad buscan en el universo personal de otros un paréntesis a la propia existencia. Adentrarse en los capítulos de este maldito libro de Tolstoi es como mojarse con petróleo para después prender un cigarrillo.
Marcelo López
(Envío el texto por fragmentos porque no me permite enviarlo entero)
Infinitamente agradecido amigo Marcelo. Ya he publicado dentro del artículo tu bello texto con las imágenes que añadiste en Facebook
Bellos y trágicos coqueteos. Ni perdón ni olvido para tantas andanzas, errores, amores. Sólo la vida misma. Ante la muerte lloro por mí, por el sufrimiento de no ver más, nunca más al que se fue. No lloro por mi propia muerte aunque le tema, simplemente dejaré que otros, si acaso existen, se tomen ese trabajo.. gracias amigo por acercarme recuerdos de Tolstoi, Chejov y lo escrito por Marcelo. Siempre gracias
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