lunes, 31 de agosto de 2020

Schnitzler y Kubrick ("Eyes Wide Shut"). Marcelo Óscar López Díez. Sobre Arthur Schnitzler y el “Relato soñado” en la mente de Kubrick: "Eyes Wide Shut"


Sobre Arthur Schnitzler y el “Relato soñado” en la mente de Kubrick: "Eyes Wide Shut"

Marcelo Óscar López Díez


 Arthur Schnitzler nació en 1862 en Viena y murió en 1931, la novela "Traumnovelle" (Relato soñado) apareció en 1926. Fue alabado por Sigmund Freud y denostado por Adolfo Hitler, su obra está cargada de un erotismo psicológico que atrapa al lector de ambiciones profundas.

Arthur Schnitzler (1862-1931). Narrador y dramaturgo de Viena
Fotografía de 1912

I – El libro

 Me gustaría ser otra persona, para poder soñar de otra manera, en otros colores y con personajes de mi niñez completamente planos para así no sentir ningún escalofrío ni remordimiento


Arthur Schnitzler: "Traumnovelle". S. Fischer Verlag. Berlin. 1926 (abajo)
Arthur Schnitzler: "Relato soñado". Traducción de Miguel Sáenz. Editorial Acantilado. Barcelona. 1999 (arriba)

 Soñar con los labios entreabiertos de mi mujer y saberla poseedora de vestigios de otros cuerpos en su corazón mojado por noches de aburrimiento escolar. Con ardores de fiestas de disfraces y vestidos hechos con tinta de vino de carnaval, trastornando callejones con sudores de parejas próximas que a través de entresueños acumulan látigos oníricos y besos en lugares prohibidos. Perteneciente a sociedades secretas donde una conversación es más novelada que un día de campo en la segunda guerra mundial. 
 Dos personas, un hombre de mente risueña, pero de cuerpo oceánico se enciende con una mujer que le traduce una fantasía indecible, una tienda de disfraces para ocultar el verdadero rostro, un salón cerrado, como debía tener el sexo imaginado de una señora de la Viena de principios de siglo. 
 Toda una mención iluminada por cuerpos de odaliscas lujuriosas, porcelanas tristes brillantes besos de faunos y azafatas de un viaje desnudo bebiendo de manantiales inflamados y senos de matronas enmascaradas.

Máscara veneciana

 Un amigo que le da una contraseña para pasar desapercibido por todos los cuartos de la casa. El joven húngaro semidesnudo que frota su sexo contra la mujer de sonrisa feliz y pómulos apretados como una cintura del siglo XIX. Sin haberla El hombre que ha abierto la puerta se arrepiente de haberla escuchado y no cree que ella haya hecho solo bailar.
 Los sueños
 pueden ser el reflejo de la verdad en el inconsciente, cada máscara veneciana es como la concha de un pez fantasma con dos sexos y un cuerno en la frente. Cada quien es solo un ejercicio de lo que quiere ser, sin estar enamorados el uno del otro ya, solo queda la articulada elocuencia de lo compartido a través de un deseo inoportuno que lo traspasa todo hasta volverlo intragable, hasta volverlo frágil como la exhalación final luego de haber terminado de fornicar.
 Seguir la vida sin pensar en oscuridades, solo manteniendo las cortinas abiertas, por las mañanas para que los rayos de luz disipen la duda que ha dejado la noche. Así y sin tartamudeos, solo seguir como olas el calor de la piel transitada una y otra vez.

II – La película

 Miedos de un hombre de pensamientos postrados en un deseo por traspasar la oscuridad, de quitar la barrera que emerge en sueños de amantes que rozan una pradera nupcial de ríos volcánicos, que como un acné delictivo crece, se sonroja y acaba esgrimiendo todo un elixir de fórmulas, formuladas por un animal platónico

 Stanley Kubrick (1828-1999) leyó, asimiló y soñó con una película que estuviera a la altura de una novela de un tiempo pasado, con personajes actuales en medio de una psique que va de la caverna del hombre primitivo al que camina erguido.

"Eyes Wide Shut" (1999) Stanley Kubrick
En 1999 se estrena la película británica “Eyes Wide Shut” (en la traducción al castellano sería “Ojos bien cerrados”), testamento fílmico de un hombre de cine amante del arte y, en este caso, poeta de la hoja impresa

 Con un barroquismo que roza lo más oculto del interior humano, los personajes se despellejan como perros salvajes, en conversaciones oníricas sobre máscaras que les ocultan el rostro social, para darle cabida al otro yo que está más enterrado.

 La música que persigue cada movimiento es una pulsación divina, con fragancias de invierno y conversaciones filosóficas que te llevan a no querer seguir entrando al final previsible. 
 Los personajes se adentran en el interior de la mansión, sin conocer las motivaciones, para olvidar la rutina de ayer y acercarse al placer oculto por años de olvido.



 Cada fotograma de la orgiástica fantasía, que parece sueño, es de una calidad digna de un demonio transformado en director de cine. 


 Como un rojo emblema del conocedor de lo vivo, a través de la sangre, una virgen, el director de la ceremonia es un fáustico relevo de lo que todos quieren liberar y no se atreven a desembarcar en la sociedad que nos rodea.





 Con un final capaz de redondear la idea de paz después de una guerra, la vida nunca será lo que fue, habrá más sociedades secretas en cada cabeza. Después de que comienza a dormirse la máscara que todos llevamos, aparecen entonces profundos animales que se liberan de una caverna próxima al corazón, como sombras, dibujan pesadillas que se esfuman antes de la primera mirada al cielo que protege solo a los creyentes.

Sueños de teatro
Desolador azul en alfombra persa
y ojos ajustados
a los pliegues caen de las almohadas
rellenas con plumas ásperas,
máscaras de resina fresca
y tablas de teatro
el martillo clava los felices señuelos
de empedrados sueños con olor
a cactus, de espinas redondas
y arlequines con espuma
de mar muerto, de mar
espurio,
sometido al declive, que solo los que creen
en el amor sueñan
con ver

Marcelo López


*****
Comentarios de nuestros lectores:

- Francisco Huertas Hernández: "La literatura y el cine son hermanas mal avenidas, porque quien escribe usa palabras y quien hace cine emplea imágenes y sonidos. Que nuestra mente tienda a convertir la palabra en imagen no impide que las palabras tengan un imperio propio y soberbio, el de la poesía. La poesía no es imagen ni concepto ni vivencia ni sonido, sino algo más que todo ello. Trasvasar el imperio de lo poético al reino de las imágenes es una maniobra metafórica que toma una cosa por otra, y quiere mantener al menos la vivencia y el concepto. Yo no he leído a Schnitzler pero me gusta la tan criticada última película de Kubrick, que es inglesa, y trata de una secta de Nueva York. El mundo de los enmascarados que en ritos masónicos metaforizan el deseo sexual en la aniquilación transitoria de las clases sociales. Otra buena metáfora"

- Isabel González Oliveros: "Un escrito profundo y evocador que vuelve a despertar la inquietud y la intriga en torno al legado más críptico del genio apóstata, cuyo verdadero significado se llevó consigo"

- José J. Pulido Ramírez: "En el fondo Freud tenía envidia de Schnitzler. El escritor supo describir mejor el subconsciente, con ficciones que eran más reales que los ensayos del padre del psicoanálisis, que también admiraba a otro escritor excelente, otro explorador de las profundidades de la psique, de la condición humana y de la psicología de la mujer, como fue Stefan Zweig. Y también Kubrick se enfadó mucho cuando un crítico descubrió antes del estreno que esta película se basaba en esta novela breve de Schnitzler. Las máscaras del ego. O la elegancia es un disfraz que se lleva por dentro..."

- María Verchili Martí: "¡Qué texto más sugerente e inquietante! Yo vi la peli en su estreno, con apenas 20 años y me sentí decepcionada y confundida. Tenía la sensación de estar frente a una obra de arte cifrada, cuyas claves no me iban a ser reveladas. Pero conforme pasa el tiempo, más ganas tengo de verla una segunda vez, con los años que me contemplan. Aunque creo que sus esencias nunca acabarán de descubrirse. En todo caso, la lectura de Schnitzler puede resultar provechosa"

6 comentarios:

Unknown dijo...

Genial

Estrella dijo...

Buenísimo. Me ha gustado mucho. Dan ganas de ver otra vez la película. Enhorabuena, Marcelo.

ACORAZADO CINÉFILO dijo...

La literatura y el cine son hermanas mal avenidas, porque quien escribe usa palabras y quien hace cine emplea imágenes y sonidos. Que nuestra mente tienda a convertir la palabra en imagen no impide que las palabras tengan un imperio propio y soberbio, el de la poesía. La poesía no es imagen ni concepto ni vivencia ni sonido, sino algo más que todo ello. Trasvasar el imperio de lo poético al reino de las imágenes es una maniobra metafórica que toma una cosa por otra, y quiere mantener al menos la vivencia y el concepto. Yo no he leído a Schnitzler pero me gusta la tan criticada última película de Kubrick, que es inglesa, y trata de una secta de Nueva York. El mundo de los enmascarados que en ritos masónicos metaforizan el deseo sexual en la aniquilación transitoria de las clases sociales. Otra buena metáfora

Wildberry continua dijo...

Un escrito profundo y evocador que vuelve a despertar la inquietud y la intriga en torno al legado más críptico del genio apóstata, cuyo verdadero significado se llevó consigo.

MaryHall dijo...

Qué texto más sugerente e inquietante! Yo vi la peli en su estreno, con apenas 20 años y me sentí decepcionada y confundida. Tenía la sensación de estar frente a una obra de arte cifrada, cuyas claves no me iban a ser reveladas. Pero conforme pasa el tiempo, más ganas tengo de verla una segunda vez, con los años que me contemplan. Aunque creo que sus esencias nunca acabarán de descubrirse. En todo caso, la lectura de Schnitzler puede resultar provechosa.

jdavdlopezsalas dijo...

Buen texto para describir una película que gana con el tiempo. Incluso para los incondicionales de Kubrick, que en su estreno nos pareció "poca cosa", para ser la última obra del genio, con el tiempo y más visionados hemos descubierto a un Kubrick más maduro, intuyendo quizás su pronta marcha y eso se nota en el pesimismo que flota en toda la película.