A veces olvido alguna palabra raramente usada pero de extraordinario poder descriptivo en un momento determinado. No suelo llevar diccionarios en la maleta, así que rastreo en vano en mi memoria. La mayor parte de las veces acabo perdiendo toda huella del término. Y me pregunto: ¿adónde van las palabras perdidas? No, no me refiero a qué lugar, quiero decir: ¿qué transformaciones experimenta el mundo?, ¿qué transformaciones experimentamos nosotros cuando se nos va una palabra?
Algunos recelan de las palabras porque sirven para mentir; otros aman las doradas palabras policromas de la alta cultura, pero todos viven pendientes de una palabra -hiriente o engalanada de fiesta, omitida o con abrigo de doble forro-
Las transformaciones del mundo son cataclismos inapreciables en los que en un periodo imposible de determinar los seres humanos han dejado de describir, denotar o percibir un aspecto de éste, porque se les ha ido una palabra.
Podréis decir que las palabras no mueren: continúan en el diccionario, pero las palabras tristes desusadas permanecen en los diccionarios como en un cementerio. A veces uno experimenta esa sensación.
Hace tiempo que se me quedó perdida una palabra en el armario del olvido y siento que con ella se fue una luz del mundo que no veré más con ese brillo, con ese fulgor.
Como es en medio de las palabras donde hacemos nuestra vida, no debemos extrañarnos de esa sensación de luto cuando las olas del lenguaje nos llevan un vocablo como si llevaran nuestro aliento.
Si sólo existen dos cosas: materia y lenguaje, éste moldea aquélla como Demiurgo, e, insuflando de vida y dinamismo a la materia, nos la hace visible e inteligible.
En el
tráfago de la existencia sólo hallamos reposo en las palabras que nombran
siempre lo idéntico, lo que es y no deja de ser, y, a veces, esa vocación de
eternidad del lenguaje nos hace sufrir cuando comprendemos que nosotros no
podemos estar a la altura de las circunstancias, que nombramos lo que nunca
podrá ser idéntico ni eterno.
Hay un océano que siempre es el mismo y nunca tiene las mismas aguas.
5 comentarios:
Otra joya. Bravo
Ay cuanta razón. Pero como decía aquella otra canción : "malos tiempos para la lírica"
¡El poder de las palabras! La importancia de definir, conceptualizar, representar... ¡Del discurso, la retórica y la oratoria!
Gracias a los amantes de las palabras podemos entender mejor las cosas y las almas
Como persona obsesionada con “dar con la palabra exacta” entiendo perfectamente la frustración que uno siente cuando olvida una palabra, cuando, como se suele decir coloquialmente, la tiene “en la punta de la lengua”. No hay cosa que más odie que no hacer justicia a la realidad usando una palabra que no la defina adecuadamente... Ya puestos a encapsular la vida en conceptos, al menos hagámoslo bien, ¿no?
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