Estabas atrapada por los vientos y el sonido tonante de
la tierra, y, como el mar cuando se retira de la playa de cantos rodados con un
ruido de carraca, volvías una y otra vez, sin tregua. Resides en la tierra,
resides en el humo de la fragua y en el vapor de la tahona. Y llegas de
cuando en cuando hasta mi teléfono con una estela de tardes que vivimos juntos,
ahora hechas camino ya transitado, y dejas un signo sin abrir como una mano
entornada para que yo sepa que eres marea que siempre vuelve. No sé comprender
tus razones porque creo que eres simple sentimiento enajenado, cruz de amor y
penar, ni lógica ni límite te cercan. Y yo, que siempre estoy en ti, como
la tierra que recibe la marea, te recibo cada vez con esperanza y urgencia.
Resides en la tierra, pero yo sólo busco tu baile de olas en mi ser, tu espuma
de días en mis oídos. Quizás sólo hay una tierra, pero quién sabe si hemos residido en ella alguna vez.
viernes, 29 de enero de 2021
Residencia en la tierra. Francisco Huertas Hernández. 2002. Autobiografía
Residencia en la tierra
Francisco Huertas Hernández. 2002
Autobiografía
Residencia en la tierra
Francisco Huertas Hernández. 2002
Autobiografía
Francisco Huertas Hernández
9 de diciembre de 2002
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2 comentarios:
Vaya final tan desolador
Parece un amor lejano
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