domingo, 12 de febrero de 2017

Antropología filosófica y Cine - Philosophical Anthropology & Film - El ser humano visto por la filosofía - Human Being as the Philosophy views it - Francisco Huertas Hernández - Filosofía 4º ESO


Antropología filosófica y Cine - Philosophical Anthropology & Film
El ser humano visto por la filosofía - Human Being as the Philosophy views it 
Francisco Huertas Hernández 
Apuntes Filosofía 4º ESO




"Frankenstein" (1931). James Whale
Boris Karloff (Monstruo) y Marilyn Harris (Little Maria)
En esta película clásica basada en la novela de Mary Shelley "Frankenstein; or, The Modern Prometheus" (1818) se trata de "la moral científica, la creación y destrucción de vida y la audacia de la humanidad en su relación con Dios. De ahí, el subtítulo de la obra: el protagonista intenta rivalizar en poder con Dios, como una suerte de Prometeo moderno que arrebata el fuego sagrado de la vida a la divinidad. Es considerado como el primer texto del género ciencia ficción" (Wikipedia)


 Bienvenidos a la Antropología Filosófica. Este tema nos explica qué es el ser humano, el estudio filosófico del ser humano elaborado a lo largo de los siglos.
 Etimología: la palabra "antropología" también es griega. Viene de ἄνθρωπος, ánthrōpos, «hombre (humano)», y λόγος, logos, «conocimiento». Significa, por tanto, conocimiento del ser humano.
 La antropología es la ciencia que estudia al ser humano de una forma integral. Para abarcar la materia de su estudio, la antropología recurre a herramientas y conocimientos producidos por las ciencias sociales y las ciencias naturales. Intenta abarcar tanto las estructuras sociales de la actualidad, la evolución biológica de nuestra especie, el desarrollo y los modos de vida de pueblos que han desaparecido y la diversidad de expresiones culturales y lingüísticas que caracterizan a la humanidad.

Esquema de la Antropología: 2 grandes ramas: Biológica (estudia el origen y evolución de la especie humana) y Cultural (estudia las estructuras sociales, evolución de la lengua y cultura humana)


 En otro momento estudiaremos la Antropología Cultural, ahora nos centraremos en cómo la Filosofía ha entendido al ser humano a lo largo de la historia, lo que podemos llamar Antropología Filosófica

Cabeza de Aristóteles. Copia de original de Lisipo
Musée du Louvre. Paris

 Empezamos con este famoso texto de Aristóteles donde explica que el ser humano es un ser social:

"La razón por la cual el hombre es, más que la abeja o cualquier animal gregario, un animal social es evidente: la naturaleza, como solemos decir, no hace nada en vano, y el hombre es el único animal que tiene palabra. La voz es el signo del dolor y del placer, y por eso la tienen también los demás animales, pues su naturaleza llega hasta tener sensación de dolor y de placer y significársela unos a otros; pero la palabra es para manifestar lo conveniente y lo dañoso, lo justo y lo injusto, y es exclusivo del hombre, frente a los demás animales, el tener, él solo, el sentido del bien y del mal, de lo justo y de lo injusto, etc, y la comunidad de estas cosas es lo que constituye la casa y la ciudad.  

 (...) Es evidente, pues, que la ciudad es por naturaleza y es anterior al individuo, porque si el individuo separado no se basta a sí mismo será semejante a las demás partes en relación del todo, y el que no puede vivir en sociedad, o no necesita nada por su propia suficiencia, no es miembro de la ciudad, sino una bestia o un dios. Es natural en todos la tendencia a una comunidad tal, pero el primero que la estableció fue causa de los mayores bienes; porque así como el hombre perfecto es el mejor de los animales, apartado de la ley y de la justicia es el peor de todos (...)"

Aristóteles: "Πολιτικά" ("Política"). Libro I. Capítulo I. 1253a 

A- La visión del ser humano en la antigua Grecia: el Mito. La visión trágica: el destino

 Los mitos en todas las culturas nos ofrecen una visión del ser humano. En la antigua Grecia destacan las obras de Homero ("Iliada", "Odisea") y Hesíodo ("Los trabajos y los días") en las que se entremezclan dioses inmortales y héroes mortales. La idealización de la época heroica de la guerra de Troya ("Iliada"), en la que la nobleza y valor de Aquiles (griego) y Héctor (troyano), la astucia de Ulises/Odiseo ("Odisea") en su regreso a su patria (Ítaca), contrastan con la decadencia de la generación a la que se narran estos mitos. Homero era un educador antes de que la escuela, la filosofía o la ciencia -es decir: el pensamiento racional- surgieran. Los mitos eran transmitidos oralmente y los niños se formaban con esa imagen del mundo y el ser humano.
 Esta concepción de la humanidad se encuentra también en poetas como Píndaro, y en los autores de la tragedia ática (Ática es la región de Atenas) en el siglo V a. C: Esquilo ("La Orestiada", "Prometeo encadenado") y Sófocles ("Edipo Rey", "Antígona", "Electra"). Un tercer autor de tragedias es Eurípides ("Las Bacantes", "Medea"), pero en él ya abundan elementos racionales. En estas tragedias se expresa el concepto de "destino"

Oráculo de Delfos (Grecia). En el santuario de Apolo se consultaba a las Pitias o Pitonisas el destino. Los sacerdotes interpretaban éste

 El destino (μοῖρα, moira) o hado, fatum, sino, es un poder sobrenatural inevitable e ineludible que, según se cree, guía la vida humana y la de cualquier ser a un fin no escogido, de forma necesaria y fatal, en forma opuesta a la del libre albedrío o libertad. Es una ley que marca la vida humana. Es inexplicable, incomprensible y no puede cambiarse (recordemos "Edipo, rey"). En la mitología griega, las Moiras (Μοῖραι, ‘repartidoras’) eran las personificaciones del destino. Sus equivalentes en la mitología romana eran las Parcas o Fata, de donde viene la palabra "fatum" para referirse al destino.  En la "Ilíada" de Homero se habla generalmente de "la Moira", que hila la hebra de la vida para los hombres en su nacimiento. 

Las Moiras o Parcas hilando la vida de los mortales


B- El dualismo antropológico de Platón: alma racional, Ideas, conocimiento 

 Platón (427-347 a. C.) fue discípulo de Sócrates y desarrolló una visión del ser humano dualista: dos elementos: cuerpo mortal y alma, una de cuyas partes (la racional) es inmortal.

 El alma está formada por tres partes: concupiscible o apetitiva (deseos), irascible (voluntad), racional (razón). Sólo ésta última es inmortal. Alma y cuerpo están unidos accidentalmente, pero es el alma racional la que debe guíar las otras dos partes y al cuerpo, como un cochero un carruaje (mito del carro alado"Fedro")

Alma (racional, irascible, concupiscible) en Platón. El alma debe dirigir el cuerpo. Sólo gracias a la existencia de un alma inmortal podemos tener conocimiento. El cuerpo sólo es una "cárcel" para el alma

Mito del "carro alado": el cochero (alma racional) dirige a los dos caballos: blanco (alma irascible: emoción, voluntad, pasiones) y negro (alma concupiscible: deseos)
Platón: "Fedro"


 Desde el punto de vista filosófico la inmortalidad del alma es necesaria ya que si no no habría conocimiento. Platón considera que hay dos tipos de conocimiento: el del cuerpo, donde están los sentidos (vista, oído...). Este conocimiento se llama sensible, y es aparente porque no conoce la esencia de las cosas. El único conocimiento verdadero es el conocimiento racional (del alma) que nos permite contemplar las Ideas (Formas originales, modelos, esencias de las cosas). Mientras en el Mundo Sensible (físico, material) todo cambia sin cesar y es imposible conocer nada, en el Mundo Inteligible (inmaterial) nuestras almas pueden contemplar las esencias (Ideas) de las cosas. Como el alma es inmortal posee todo el conocimiento, pero al nacer (unión accidental de un cuerpo y un alma) este conocimiento se olvida por influencia del cuerpo y sus necesidades, y lo que llamamos aprender es recordar las Ideas innatas (de nacimiento), que ya poseíamos al nacer.

Carne congelada. La congelación de objetos es una forma de conservación que se basa en la solidificación del agua contenida en estos. Por ello uno de los factores a tener en cuenta en el proceso de congelación es el contenido de agua del producto. En función de la cantidad de agua se tiene el calor latente de congelación. Dice nuestro alumno Álex Serrano Egea que la congelación es un estado físico en el que se paraliza el cambio propio de los entes físicos. Su observación nos dejó algo perplejos porque la filosofía busca el conocimiento en una realidad que esté a salvo del cambio, el devenir, y según Álex una realidad física congelada podría estar libre de cambios. Pero, en todo caso, seguirá en el espacio y en el tiempo, ¿no? Además lo vivo congelado muere. No conserva la vida, sólo las moléculas

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Crionización. Cryonic Neurosuspension. The Kriosgrad Project.
Hay 3 tipos de congelación: a) Por aire: una corriente de aire frío extrae el calor del producto hasta que se consigue la temperatura final; b) Por contacto: una superficie fría en contacto con el producto que extrae el calor; c) Criogénico: se utilizan fluidos criogénicos, nitrógeno o dióxido de carbono, que sustituyen al aire frío para conseguir el efecto congelador.
Parece ciencia-ficción el proyecto de "resucitar" a personas crionizadas en el futuro. Como aquel anuncio de mi infancia: "El calor destruye. El frío conserva".
Platón no admitiría un proceso físico como garantía de permanencia de lo real. La congelación o crionización es un proceso finito, dentro del tiempo, y dentro del espacio, por lo que está condenado a ser también pasajero. El supuesto sigue en pie: nada existe en el mundo físico que escape al cambio, el devenir y la finitud, por lo que es necesario admitir que existe otra realidad permanente, eterna e infinita que haga posible el conocimiento, o no existe el conocimiento

 Platón mezcla la creencia en la reencarnación o transmigración de las almas a través de distintos cuerpos, pero no por motivos míticos o religiosos, sino filosóficos: si no existiera un alma inmortal no podría conocerse nada, pues conocer es comprender la esencia permanente y eterna de las cosas, y en este mundo sensible donde está nuestro cuerpo todo pasa, todo cambia, nada puede conocerse. 

Epistemología (Teoría del conocimiento) de Platón: conocer es recordar a partir de las copias sensibles sus originales (Ideas). La percepción es el punto de partida del recuerdo, pero ver no es conocer. Conocer sólo es una actividad de la razón (re-conocer), no de los sentidos. El olvido de las Ideas, cuando nacemos, se debe a las necesidades y deseos del cuerpo que apartan al alma de la contemplación de lo eterno y lo dirigen hacia lo sensible

 Para que el alma "recuerde" (anámnesis, reminiscencia) o recupere esos conocimientos es necesario un proceso educativo (mito de la caverna: "República") que nos permita pasar de lo sensible (gimnasia, arte) a lo inteligible/racional (matemáticas, filosofía). Así nuestra alma va liberándose de las "cadenas" del cuerpo, de la apariencia y el cambio y elevándose a las esencias (Ideas), que son la verdadera realidad y el verdadero conocimiento.
 Este mundo sensible que vemos y tocamos está compuesto por copias materiales en el espacio y el tiempo de las Ideas (modelos originales). Conocer es comprender (re-conocer) esas Ideas universales, eternas y perfectas, cuyas copias en este mundo sensible son particulares, temporales e imperfectas.
 El conocimiento verdadero sólo será posible si desprendemos nuestra alma de nuestro cuerpo. Y así Platón entiende la filosofía como una preparación para la muerte (separación del alma y el cuerpo)

 Lee ahora este texto de Platón donde lo explica de forma muy clara. Platón escribe "Diálogos" donde varios personajes -uno de ellos siempre Sócrates- discuten sobre varios problemas filosóficos. Este texto es de su diálogo "Fedón" (participan Simmias y Sócrates) en el que cuenta los últimos momentos de la vida de su maestro Sócrates:

"- ¿Y en primer lugar, no está claro en tal conducta que el filósofo desliga el alma de su comercio con el cuerpo lo más posible y con gran diferencia sobre los demás hombres?
- Resulta evidente.
- Y, sin duda, Simmias, parécele al vulgo que la vida de aquél que no considera agradable ninguna de dichas cosas, ni toma parte en ellas, no merece la pena, y que es algo cercano a la muerte a lo que tiende quien no se cuida en nada de los placeres corporales.
- Es enteramente cierto lo que dices.
- ¿Y qué decir sobre la adquisición misma de la sabiduría? ¿Es o no un obstáculo el cuerpo, si se le toma como compañero en la investigación? Y te pongo por ejemplo lo siguiente: ¿ofrecen, acaso, a los hombres alguna garantía de verdad la vista y el oído o viene a suceder lo que los poetas nos están repitiendo siempre, que no oímos ni vemos nada con exactitud? Y si entre los sentidos corporales éstos no son exactos, ni dignos de crédito, difícilmente lo serán los demás, puesto que son inferiores a ellos. ¿No te parece así?
- Así, por completo –dijo.
- Entonces  -replicó Sócrates- ¿cuándo alcanza el alma la verdad?  Pues siempre que intenta examinar algo juntamente con el cuerpo, está claro que es engañada por él.
- Dices verdad.
- ¿Y no es al reflexionar cuando, más que en ninguna otra ocasión, se le muestra con evidencia alguna realidad?
- Sí.
- E indudablemente la ocasión en que reflexiona mejor es cuando no la perturba ninguna de esas cosas, ni el oído, ni la vista, ni dolor, ni placer alguno, sino que, mandando a paseo el cuerpo, se queda en lo posible sola consigo misma y, sin tener en lo que puede comercio alguno ni contacto con él, aspira a alcanzar la realidad.
- Así es.
- ¿Y no siente en este momento el alma del filósofo un supremo desdén por el cuerpo, y se escapa de él, y busca quedarse a solas consigo misma?
- Tal parece.
- ¿Y qué ha de decirse de lo siguiente, Simmias: afirmamos que es algo lo justo en sí, o lo negamos?
- Lo afirmamos, sin duda, ¡por Zeus!
- ¿Y qué, asimismo, lo bello es algo y lo bueno también?
- ¡Cómo no!
- Pues bien, ¿has visto con tus ojos en alguna ocasión alguna de tales cosas?
- Nunca  -respondió Simmias.
- ¿Las percibiste, acaso, con algún otro de los sentidos del cuerpo? Y estoy hablando de todo; por ejemplo, del tamaño, la salud, la fuerza; en una palabra, de la realidad de todas las demás cosas, es decir, de lo que cada una de ellas es. ¿Es, acaso, por medio del cuerpo como se contempla lo más verdadero de ellas, u ocurre, por el contrario, que aquel de nosotros que se prepara con el mayor rigor a reflexionar sobre la cosa en sí misma, que es objeto de su consideración, es el que puede llegar más cerca del conocer cada cosa?
- Así es, en efecto.
- ¿Y no haría esto de la manera más pura aquel que fuera a cada cosa tan sólo con el mero pensamiento, sin servirse de la vista en el reflexionar y sin arrastrar ningún otro sentido en su meditación, sino que, empleando el mero pensamiento en sí mismo, en toda su pureza, intentara dar caza a cada una de las realidades, sola, en sí misma y en toda su pureza, tras haberse liberado en todo lo posible de los ojos, de los oídos y, por decirlo así, de todo el cuerpo, convencido de que éste perturba el alma y no la permite entrar en posesión de la verdad y de la sabiduría, cuando tiene comercio con ella? ¿Acaso no es éste, oh Simmias, quien alcanzará la realidad, si es que la ha alcanzado alguno?
- Es una verdad grandísima lo que dices, Sócrates  -replicó Simmias.
- Pues bien  -continuó Sócrates-, después de todas estas consideraciones, por necesidad se forma en los que son genuinamente filósofos una creencia tal que les hace decirse mutuamente algo así como esto: “Tal vez haya una especie de sendero que nos lleve a término (juntamente con el razonamiento en la investigación), porque mientras tengamos el cuerpo y esté nuestra alma mezclada con semejante mal, jamás alcanzaremos de manera suficiente lo que deseamos. Y decimos que lo que deseamos es la verdad. En efecto, son un sin fin las preocupaciones que nos procura el cuerpo por culpa de su necesaria alimentación; y encima, si nos ataca alguna enfermedad, nos impide la caza de la verdad. Nos llena de amores, de deseos, de temores, de imágenes de todas clases, de un montón de naderías, de tal manera que, como se dice, por culpa suya no nos es posible tener nunca un pensamiento sensato. Guerras, revoluciones y luchas nadie las causa, sino el cuerpo y sus deseos, pues es por la adquisición de riquezas por lo que se originan todas las guerras, y a adquirir riquezas nos vemos obligados por el cuerpo, porque somos esclavos de sus cuidados; y de ahí, que por todas estas causas no tengamos tiempo para dedicarlo a la filosofía. Y lo peor de todo es que, si nos queda algún tiempo libre de su cuidado y nos dedicamos a reflexionar sobre algo, inesperadamente se presenta en todas partes en nuestras investigaciones y nos alborota, nos perturba y nos deja perplejos, de tal manera que por su culpa no podemos contemplar la verdad. Por el contrario, nos queda verdaderamente demostrado que, si alguna vez hemos de saber algo en puridad, tenemos que desembarazarnos de él y contemplar tan sólo con el alma las cosas en sí mismas. Entonces, según parece, tendremos aquello que deseamos y de lo que nos declaramos enamorados, la sabiduría; tan sólo entonces, una vez muertos, según indica el razonamiento, y no en vida. En efecto, si no es posible conocer nada de una manera pura juntamente con el cuerpo, una de dos: o es de todo punto imposible adquirir el saber, o sólo es posible cuando hayamos muerto, pues es entonces cuando el alma queda sola en sí misma, separada del cuerpo, y no antes. Y mientras estemos con vida, más cerca estaremos del conocer, según parece, si en todo lo posible no tenemos ningún trato ni comercio con el cuerpo, salvo en lo que sea de toda necesidad, ni nos contaminamos de su naturaleza, manteniéndonos puros de su contacto, hasta que la divinidad nos libre de él. De esta manera, purificados y desembarazados de la insensatez del cuerpo, estaremos, como es natural, entre gentes semejantes a nosotros y conoceremos por nosotros mismos todo lo que es puro; y esto tal vez sea lo verdadero. Pues al que no es puro es de temer que le esté vedado el alcanzar lo puro”.   He aquí, oh Simmias, lo que necesariamente pensarán y se dirán unos a otros todos los que son amantes del aprender en el recto sentido de la palabra. ¿No te parece a ti así?
- Enteramente, Sócrates.
- Así, pues, compañero  -dijo Sócrates-, si esto es verdad, hay una gran esperanza de que, una vez llegado adonde me encamino, se adquirirá plenamente allí, más que en ninguna otra parte, aquello por lo que tanto nos hemos afanado en nuestra vida pasada; de suerte que el viaje que ahora se me ha ordenado se presenta unido a una buena esperanza, tanto para mí como para cualquier otro hombre que estime que tiene su pensamiento preparado y, por decirlo así, purificado.
- Exacto  -respondió Simmias.
- ¿Y la purificación no es, por ventura, lo que en la tradición se viene diciendo desde antiguo, el separar el alma lo más posible del cuerpo y el acostumbrarla a concentrarse y a recogerse en sí misma, retirándose de todas las partes del cuerpo, y viviendo en lo posible tanto en el presente como en el después sola en sí misma, desligada del cuerpo como de una atadura?
- Así es en efecto –dijo.
- ¿Y no se da el nombre de muerte a eso precisamente, al desligamiento y separación del alma con el cuerpo?
- Sin duda alguna –respondió Simmias.
- Pero el desligar el alma, según afirmamos, es la aspiración suma, constante y propia tan sólo de los que filosofan en el recto sentido de la palabra; y la ocupación de los filósofos estriba precisamente en eso mismo, en el desligamiento y separación del alma y del cuerpo. ¿Si o no?
- Así parece.
- ¿Y no sería ridículo, como dije al principio, que un hombre que se ha preparado durante su vida a vivir en un estado lo más cercano posible al de la muerte, se irrite luego cuando le llega ésta?
- Sería ridículo. ¡Cómo no!
- Luego, en realidad, oh Simmias -replicó Sócrates-, los que filosofan en el recto sentido de la palabra se ejercitan en morir, y son los hombres a quienes resulta menos temeroso el estar muertos. Y puedes colegirlo de lo siguiente: si están enemistados en todos los respectos con el cuerpo y desean tener el alma sola en sí misma, ¿no sería un gran absurdo que, al producirse esto, sintieran temor y se irritasen y no marcharan gustosos allá, donde tienen esperanza de alcanzar a su llegada aquello de estuvieron enamorados a lo largo de su vida -que no es otra cosa que la sabiduría- y de librarse de la compañía de aquello con lo que estaban enemistados? ¿No es cierto que al morir amores humanos, mancebos amados, esposas e hijos, fueron muchos los que se prestaron de buen grado a ir en pos de ellos al Hades, impulsados por la esperanza de que allí verían y se reunirían con los seres que añoraban? Y en cambio, si alguien ama de verdad la sabiduría, y tiene con vehemencia esa misma esperanza, la de que no se encontrará con ella de una manera que valga la pena en otro lugar que en el Hades, ¿se va a irritar por morir y marchará allá a disgusto? Preciso es creer que no, compañero, si se trata de un verdadero filósofo, pues tendrá la firme opinión de que en ninguna otra parte, salvo allí, se encontrará con la sabiduría en estado de pureza. Y si esto es así, como decía hace un momento, ¿no sería un gran absurdo que un hombre semejante tuviera miedo a la muerte?
- Sí, por Zeus -dijo Simmias-, un gran absurdo"

Platón: "Φαίδων" (“Fedón”). 65 a- 68 b

Jacques-Louis David (1748-1825): "La mort de Socrate" (1787)
Famosa pintura francesa que representa lo narrado por Platón en "Fedón": Sócrates toma la cicuta con la que cumple su condena a muerte por un tribunal ateniense. Se despide de la vida dialogando con sus discípulos sobre la inmortalidad del alma y la filosofía como una liberación del alma que permite alcanzar el conocimiento y la sabiduría que en esta vida sensible el cuerpo impide


"The Death of Socrates" (2010). Natasa Prosenc Stearns 
Película norteamericana que muestra la muerte de Sócrates, tal como es contada por Platón. Filmada en 10 países por 23 directores y en 7 lenguas (inglés, esloveno, italiano, español y japonés)


C- El ser humano según Aristóteles

 Aristóteles (384-322 a. C.) desarrolló una teoría del alma basada en sus observaciones naturales. El alma (ψυχή, psyjé o psique) es el principio vital compartido por todos los seres vivos. El alma, pues, da vida y movimiento. Se aparta de su maestro Platón porque la unión de cuerpo y alma no es accidental sino esencial. El alma es la forma (esencia) del cuerpo (materia), y cuerpo y alma forman una sustancia única: el individuo.
 Aristóteles distingue tres dimensiones del alma: vegetativa (plantas), cuya función es la nutrición y la reproducción; sensitiva (animales) cuya función es la sensibilidad (sentidos), el placer, el movimiento; racional o intelectiva (personas) cuya función es el pensamiento y la voluntad libre.

EL ALMA Y SUS FUNCIONES

CLASES
PROPIAS DE:
FUNCIONES
VEGETATIVA
PLANTAS
Sólo tienen la vegetativa
  • Nutrición
  • Crecimiento
  • Reproducción
SENSITIVA
ANIMALES
Tienen además la vegetativa
  • Sentidos externos e internos
  • Apetito
  • Locomoción
RACIONAL
SERES HUMANOS
Tienen además , la vegetativa y la sensitiva
  • Entendimiento
  • Voluntad
Aristóteles: las funciones del alma: vegetativa, sensitiva y racional

 En el caso humano el alma racional le permite elegir libremente sus actos (voluntad) y pensar. El ser humano queda definido por el filósofo como "animal racional", dotado de razón (su esencia) y lenguaje. Por lo que también puede desarrollar una vida social diferente de los animales gregarios (ver el texto de arriba: "Política")

D- René Descartes: el dualismo antropológico moderno: mente (pensamiento) y materia (extensión). Certeza racionalista

 René Descartes (1596-1650) fue el fundador de la filosofía moderna (s. XVII). Luchó contra el escepticismo (posición filosófica que niega que se pueda alcanzar la verdad) y tras poner en duda todos sus conocimientos encontró uno del que no podía dudar: "Je pense, donc je suis" ("Cogito ergo sum") ("Pienso, por tanto existo"). Por más que dude de este principio no haré sino afirmarlo. Si dudo que pienso, estoy pensando, pues dudar es pensar. Y si pienso tengo que existir. Descartes descubre así el principio cierto de la filosofía moderna: el "cogito" ("cogito" significa en latín "pienso"). Sólo tengo certeza de mi pensamiento, pero no de mi cuerpo ni del mundo. Mis sentidos pueden engañarme: ilusiones, alucinaciones, datos erróneos; puedo estar soñando y tomar como verdadero algo que no es real; incluso un "genio maligno" podría engañarme en mis pensamientos. Pero hay un pensamiento del que no puedo dudar: de que dudo, o sea, pienso.
 Así se descubre el "yo" mental o conciencia. El alma es la sustancia (cosa) que piensa (sustancia pensante). Sólo el ser humano piensa. Los animales son sólo cuerpos. Y el cuerpo obedece a leyes físicas (los animales actúan por movimientos reflejos, mecánicos, como máquinas). La esencia de los cuerpos es la extensión (ocupar un lugar en el espacio) y la de las mentes es el pensamiento. El cuerpo forma parte de la realidad física del universo (sustancia extensa). Aparte de estas dos sustancias existe otra sustancia infinita (Dios) que es la idea del ser más perfecto que puede pensarse y, por tanto, existe, porque si no no sería la idea del ser más perfecto. Además, yo que dudo, me descubro como imperfecto, porque si no no dudaría, ¿y cómo yo que soy imperfecto tengo en mi mente la idea de ser perfecto? Como lo perfecto ha de tener una causa igual, la idea de ser perfecto que tengo en mi mente tiene como causa Dios mismo que es el ser perfecto. Y Dios como ser perfecto no puede mentir por lo que el mundo material que percibo ha de ser verdadero. Así tengo certeza de la sustancia extensa. Dios es la garantía de que no me equivoco al conocer la realidad material de la que no tengo certeza inmediata.

 El cuerpo y la mente son independientes uno de la otra. Sólo están conectados en una zona del cerebro: la glándula pineal.


"Cartesius" (1974). Roberto Rossellini
Ugo Cardea (René Descartes)
Película italiana para televisión sobre la vida del gran filósofo francés René Descartes


Mapa conceptual de la filosofía y la concepción del ser humano según René Descartes
El ser humano es una sustancia que piensa (res cogitans, sustancia pensante) que se descubre cuando piensa (duda) llegando al primer principio cierto (cogito ergo sum). Entre las ideas que encuentra en su pensamiento está la de ser perfecto. De esta idea innata deducimos su causa: Dios como ser perfecto (sustancia infinita). Y Dios como ser perfecto es veraz y no puede engañarnos: así que el mundo que percibimos es real (sustancia extensa). Somos mente o alma, y nuestro cuerpo no es más que algo accesorio



E- David Hume critica el yo: sólo es un "haz de percepciones". Escepticismo empirista


 David Hume (1711-1776) criticó el dualismo antropológico cartesiano, según el cual el alma (mente) es una sustancia, y rechazó la noción de "sustancia"

 Consideró que la idea de "sustancia" no tiene sentido: cuando examinamos nuestro pensamiento, emociones, nuestra mente, no encontramos ningún pensamiento, emoción, que permanezca toda nuestra vida, van cambiando. Lo que llamamos "mente" o "yo" como una sustancia permanente no es más que una sucesión pasajera de impresiones, sin nada que sirva de base aparte de esos pensamientos fluctuantes.

 Hume da más importancia a los sentimientos que a la razón. "La razón es esclava de las pasiones"

David Hume (1711-1776)
Cuadro de Allan Ramsay (1766)
El filósofo empirista escocés puso los sentimientos por delante de la razón en la ética. Criticó las ideas dogmáticas de los racionalistas (Dios, sustancia, alma) porque no se basaban en ninguna impresión sensible (observación). Todas las ideas humanas deben proceder de impresiones. Si no no tienen valor


F- Immanuel Kant: libertad, dignidad y racionalidad

 Immanuel Kant (1724-1804) fue uno de los mayores filósofos de la historia. Escribió "Antropología en sentido pragmático" (1798). Mantiene que se puede delimitar el campo de la filosofía en sentido universal mediante cuatro preguntas:
1. ¿Qué puedo saber? Metafísica
2. ¿Qué debo hacer? Moral - Ética
3. ¿Qué me cabe esperar? Religión
4. ¿Qué es el hombre? Antropología

 Añade Kant: “En el fondo, todas estas disciplinas se podrían refundir en la antropología, porque las tres primeras cuestiones revierten en la última”. De modo que podemos expresar esta cuestión de la siguiente manera:
¿Qué tipo de criatura será ésta que puede saber, debe hacer y le cabe esperar?
 El que solamente pueda saber algo, supone el reconocimiento de la finitud del hombre y al mismo tiempo, el conocimiento de su participación en lo infinito. El hombre participa en lo finito (naturaleza) y en lo infinito (libertad)
 La antropología pretende conocer al ser humano.


Immanuel Kant (1724-1804). Retrato joven
Kant desarrolló un sistema filosófico llamado Idealismo Trascendental en el que distinguió las condiciones de posibilidad del conocimiento y la moral (forma) de las impresiones (materia)
Se le considera el creador de la antropología filosófica

 Kant responde a la pregunta "¿Qué debo hacer?" y desarrolla en su ética la idea de que la libertad es la característica fundamental del ser humano, a diferencia de la naturaleza sometida a leyes necesarias de la ciencia. Debemos suponer que somos libres para que la moral tenga sentido. Si no fuéramos libres no podríamos ser dueños de nuestras decisiones y actos. Sólo si nuestra voluntad es libre podemos elogiar o censurar nuestras acciones.

 La voluntad sólo es libre si es autónoma (αὐτο, auto (sí mismo) y νόμος, nomos (ley, norma)), es decir, si puede darse a sí misma leyes, normas. Lo contrario es la heteronomía que se daría si la voluntad estuviese sometida a factores externos a la voluntad: influencias de otros, nuestros deseos o inclinaciones irracionales. Por tanto, la voluntad humana sólo es libre si es racional, es decir, si domina las inclinaciones, deseos, pasiones irracionales. La libertad humana consiste en obedecernos a nosotros mismos, es decir, a nuestra voluntad racional (lo contrario de los deseos e inclinaciones irracionales), y esto es posible porque encontramos dentro de nosotros la ley moral (imperativo categórico). Nuestra voluntad racional es la misma para todos (universal) mientras nuestros deseos son diferentes en cada uno y van cambiando (particulares)

Monumento cerca de la tumba de Kant. Kaliningrado (Калининград). Rusia (anteriormente: Königsberg. Prusia)
En alemán (lengua de Kant y de la antigua Prusia) y en ruso pueden leerse estas palabras de la "Crítica de la Razón Práctica" ("Kritik der praktischen Vernunft") (1788):
"Zwei Dinge erfüllen das Gemüt mit immer neuer und zunehmender Bewunderung und Ehrfurcht, je öfter und anhaltender sich das Nachdenken damit beschäftigt: Der bestirnte Himmel über mir, und das moralische Gesetz in mir" ("Dos cosas llenan el ánimo de admiración y respeto, siempre nuevos y crecientes cuanto más reiterada y persistentemente se ocupa de ellas la reflexión: el cielo estrellado que está sobre mí y la ley moral que hay en mí")
Kant en estas sublimes palabras expresa la infinitud del ser humano en la libertad que encuentra en su interior y se manifiesta en la ley moral que surge de su voluntad racional autónoma, y también la infinitud exterior manifestada en la magnitud del cielo

Tumba de Immanuel Kant. Kaliningrado (Rusia)

 La voluntad humana es libre y racional, y como es capaz de darse normas (autonomía) se rige por una norma moral absolutamente universal y necesaria: el imperativo categórico, que procede de nuestra propia voluntad racional. Este imperativo (orden, deber) categórico (obligatorio, sin excepciones)  es formal, o sea, está vacío de contenido: no nos dice qué tenemos que hacer. sino cómo debemos hacerlo.
 Tiene dos formas: "actúa de tal manera que la máxima de tu voluntad puedas querer que se convierta en ley moral universal" y "actúa de tal modo que trates a la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre como un fin y nunca solamente como un medio"
 La primera fórmula del Imperativo Categórico se expresa popularmente en el dicho: "Trata a los demás como querrías que te trataran a ti" o "No hagas a los demás lo que no quieras que te hagan a ti". Es la "regla de oro" popular de la moral y tiene que ver con principios innatos y universales de la naturaleza humana presentes en todas las culturas.
 La máxima es el principio individual de comportamiento cuya forma es "Yo debo..." y la ley moral universal tiene la forma "Todos deben...". Pues bien cuando yo puedo querer racionalmente que mi máxima se universalice y sea válida para la voluntad de todo ser racional es cuando se convierte en moral. Entonces es una acción por puro respeto al deber.

 Kant distingue tres tipos de acciones: a) por puro respeto al deber; b) conformes al deber; c) contrarias al deber. Sólo el primer grupo son acciones morales.
 (Ejemplo: si una madre se pregunta si es su deber cuidar a su hijo pequeño, tiene que aplicar el imperativo categórico. Piensa: ¿"yo debo cuidar a mi hijo" puede convertirse en ley moral universal? "¿todas las madres deben cuidar a sus hijos"? ¿es racional? Sí. Por tanto es moral. Una madre que cumpla su deber de cuidar a su hijo sólo por amor es inmoral (acción conforme al deber, pero no por puro respeto al deber. Estaría actuando según un imperativo hipotético: "Si quieres a tu hijo tienes el deber de cuidarlo", pero ¿qué pasa si desaparece la condición (hipótesis) y dejo de amar a mi hijo? ¿entonces desaparece mi obligación de cuidar a mi hijo?. Como veremos abajo tampoco cumple la segunda fórmula porque uso a mi hijo como un medio para obtener yo una gratificación afectiva. Es inmoral que nuestros deberes dependan de nuestros caprichos sentimentales que son particulares y egoístas, no universales como exige la ley moral.
 Pero, además: "¿trato a mi hijo como un fin, y no como un medio, si cumplo con mi deber moral de cuidarlo? Sí. Por tanto es moral. No lo sería si yo esperase que mi hijo me devolviera en forma de amor, gratitud o atención el día de mañana mi acción por deber")

 La dignidad es un valor intrínseco (propio) de los seres humanos, y los hace valiosos, fines, por sí mismos. La dignidad no puede convertirse en un medio para perseguiinclinaciones individuales egoístas. Las personas merecen respeto y tienen dignidad por lo que estamos obligados por nuestra voluntad racional a tratarlos como fines, valiosos por sí mismos.

"Les derniers jours d'Emmanuel Kant" (1996). Philippe Collin
David Warrilow (Immanuel Kant)
Una de las pocas películas sobre la vida del gran filósofo alemán basada en el libro "The Last Days of Immanuel Kant" (1827) de Thomas de Quincey. "Los últimos días de Immanuel Kant" es una producción francesa muy poco conocida


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