domingo, 17 de noviembre de 2019

Querer, poder y deber. Voluntarism & Intellectualism Movies. Francisco Huertas Hernández. Texto filosófico


Querer, poder y deber (Texto filosófico)
Voluntarism & Intellectualism Movies
Francisco Huertas Hernández





"Million Dollar Baby" (2004). Clint Eastwood
"La película cuenta la historia de Maggie Fitzgerald (Hilary Swank), una camarera de 31 años y cuyo sueño es ser boxeadora profesional. Diariamente va a Los Ángeles para poder entrenar en el gimnasio de Frankie Dunn (Clint Eastwood), un entrenador personal cuyo deseo es que su protegido, Willie (Mike Colter), sea campeón. En el mismo gimnasio también trabaja Eddie "Scrap-Iron" Dupris (Morgan Freeman), un antiguo boxeador ciego de un ojo y viejo amigo de Frankie" (Wikipedia)
Una historia de superación personal, de fuerza de voluntad y sacrificio, con final trágico, en donde el intelecto triunfa sobre la voluntad de vivir. 
El intelectualismo moral de Sócrates coloca la razón como principio de la ética: solo será bueno (práctica) quien conozca racionalmente el bien (teoría). El voluntarismo está representado por autores como Schopenhauer o Nietzsche, para quienes la voluntad (will) es la fuerza vital que todo lo mueve, ante la que la razón solo es un derivado 

 ¿Quién no recuerda el proverbio “Querer es poder”? Esos dos verbos condensan conceptos largamente discutidos en la filosofía clásica. 

 El querer es la voluntad, contraria a la nolición, a la abulia y al automatismo. Los misterios de la voluntad (por no emplear el retórico término “volición”) son muchos. El primero es si es libre. Lo contrario sería la necesidad o las condiciones y limitaciones que la circunstancia impone. La libertad de la voluntad conforma la independencia y fundamenta la intención, el propósito.

 Si aceptamos la libertad del querer (voluntad) y su fuerza (no todos los quereres o voluntades tienen la misma intensidad) nos preguntamos si el viejo proverbio es una descripción de la realidad o más bien una prescripción moral, es decir, una palmadita de ánimo para creer en nuestro triunfo. Sabemos que este proverbio es la expresión popular del denominado voluntarismo, que, en filosofía, afirma la prioridad de la voluntad sobre el conocimiento.

 La voluntad puede dirigirse a empresas excesivas, que sobrepasan la fuerza del sujeto (y, evidentemente, su conocimiento). Pero como la fe mueve montañas, suponemos que el deseo, la convicción, la decisión, llegarán a acumular un haz de energía que trastoque el orden natural (la montaña). El querer se vuelve poder, potencia, mientras que la ausencia de voluntad acrecienta la impotencia propia y la resistencia ajenas.

 Un tercer término establece la mediación entre la voluntad y la realidad: es el deber.

"To Kill a Mockingbird" (1962). Robert Mulligan
"Matar un ruiseñor" / "¿Cómo matar a un ruiseñor?"
"Atticus Finch es un abogado de una pequeña ciudad del estado sureño de Alabama racialmente dividida durante los años de la Gran Depresión. Viudo y con dos hijos a su cargo, acepta ocuparse de la defensa jurídica de un campesino negro acusado de violar a una joven blanca. Muchos de los habitantes de la ciudad tratan de disuadirle para que se retire del caso, pero él está decidido a seguir adelante, a pesar de las consecuencias que su empeño en defender a un negro pueda acarrear para él y su familia" (Wikipedia)
Un abogado defiende la "ley" -suponemos que ésta es la encarnación externa de la justicia- por encima de las presiones que pueda recibir, arriesgando su vida y hacienda si es necesario. El deber de defender al inocente se impone sobre otros valores acomodaticios.
Es el intelecto (razón) el que nos enseña lo que es el deber, y su prioridad sobre el querer. El deber, desde Kant, se presenta con rasgos de universalidad y necesidad. Mi deber tiene que ser también el deber de mis semejantes, ya que todos compartimos el mismo intelecto. Mi deber me obliga a hacer lo que he pensado. No es cuestión de inclinación, gusto o beneficio. El deber -siempre en el sentido kantiano- es la ley moral en la que mi libertad se expresa interiormente. Solo soy (somos) libre si cumplo mi deber. Y eso es así porque soy racional, de donde deriva mi dignidad como persona

 El deber es un concepto ético y se traduce a un lenguaje popular como: “Ni todo lo que queremos ni todo lo que podemos debemos hacerlo”, “Quiero, pero no debo”, “Puedo, pero no debo”. En una larga tradición negativa, el deber se ha entendido como la renuncia a parte del querer, y del poder. Una tradición en la que el deber era alejamiento del pecado. El pecado es concepto religioso, pero pronto halló lugar en la ética. El deber restringe el ámbito de la voluntad y el poder humanos, pero lo limita para humanizar y engrandecer al ser humano. Éste tiene deberes porque sabe que el conocimiento es superior a la voluntad. La fundamentación ética del hombre es consecuencia del intelectualismo, la postura contraria al voluntarismo: el conocimiento tiene prioridad sobre la voluntad. Tanto en las éticas religiosas como inmanentes, tipo kantiano o aristotélico, el perfeccionamiento humano es un camino de deberes y tiene como meta la felicidad o la salvación. La voluntad bien informada escoge el deseo de lo bueno.

 Así, el deber está en la cima, más abajo la voluntad, y en la base el poder, el orden natural. Esta pirámide ética es de naturaleza intelectualista, pese a lo que algunos están dispuestos a admitir.


Autor del texto filosófico: Francisco Huertas Hernández
Agosto de 2002


2 comentarios:

  1. El deber es una pesada carga de nuestra conciencia. ¿Seríamos más felices si no experimentásemos ese peso? Pero, entonces, no seríamos libres, porque no podríamos elegir, y la elección solo es posible si tenemos conciencia de las posibilidades. La posibilidad humana es su racionalidad. Y de ahí derivará la ética, o el deber. Un deber que surja del sentimiento de empatía, de la búsqueda de la felicidad o la recompensa no puede ser un deber sino una inclinación subjetiva. Todo esto nos enseñó Kant, aunque el "imperativo categórico" es casi irrealizable en un mundo empírico de cuerpos, deseos, anhelos, miedos y esperanzas. Pero, ¿podemos ser humanos, es decir, racionales, sin encontrar en nuestro interior la voz de la conciencia moral, es decir, del deber hacia los otros y hacia nosotros mismos como sujetos que merecen respeto y tienen dignidad?

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  2. Fenomenal todo el texto. Material superior para profundizar. Creo que el último parágrafo es sublime; además un fantástico, digamos, resumen de todo. En pie, aplausos.

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