Hilo Rojo (Texto Literario)
"Le fil rouge" (1968). Robert Crible
Sigmund Freud y el "hilo rojo" del inconsciente
PDF Tema Psicoanálisis
Francisco Huertas Hernández
"Le fil rouge" (1968). Robert Crible
Elisabeth von Ritter (Monique Lejeune) & Sigmund Freud (Curd Jürgens)
Película francesa para la televisión. El doctor Sigmund Freud -célebre psiquiatra austriaco fundador del psicoanálisis- interpretado por el actor alemán Curd Jürgens, intenta curar de su parálisis histérica a Elisabeth von Ritter (Monique Lejeune). Basada en una obra de Henry Denker, "Le fil rouge", adaptada por Pol Quentin, y dirigida por Robert Crible. Elisabeth von Ritter -podría ser Anna O., la paciente de Josef Breuer que también analizó Freud- fue uno de los cinco primeros casos del psicoanálisis entendido como acceso al inconsciente a través del método o técnica de la "libre asociación", que sustituyó a la hipnosis, que Freud había aprendido en París con el Dr. Charcot
"Le fil rouge" (1968). Robert Crible
Freud en los inicios del psicoanálisis
Siguiendo la bella metáfora de Johann Wolfgang von Goethe del "roter Faden" (hilo rojo) -ese hilo invisible que recorre todos los cordajes de la Marina inglesa-, Sigmund Freud intenta desentrañar el embrollado "hilo" oculto del inconsciente reprimido replegado simbólicamente en los sueños. La interpretación de los sueños es la "vía regia" (camino real) al contenido del inconsciente, es decir, a los deseos y recuerdos reprimidos de origen infantil. La curación de los síntomas es posible cuando el paciente -Elisabeth von Ritter, en este caso- asume conscientemente lo reprimido. En ese momento podrá hacer tres cosas: a) rechazarlo; b) aceptarlo y satisfacer los deseos; c) sublimarlo (desviando los deseos hacia actividades aceptables para la conciencia y la sociedad, pero manteniendo la libido y descargándola)
"Le fil rouge" (1968). Robert Crible
Freud en los inicios del psicoanálisis
“En la Marina inglesa existe una disposición especial. Todo el cordaje de la Flota real, desde el calabrote más grueso a la driza más fina, se halla tejido de tal modo, que queda atravesado en el sentido de su longitud por un hilo rojo, imposible de hacer desaparecer sin destejer toda la pieza. De este modo, hasta en el más pequeño trozo de cordaje se reconoce en el acto su pertenencia a la Corona. Igualmente se extiende por todo el "Diario de Otilia" un hilo de ternura y fidelidad que todo lo une y caracteriza la totalidad”
(Wir hören von einer besonderen Einrichtung bei der englischen Marine. Sämtliche Tauwerke der königlichen Flotte, vom stärksten bis zum schwächsten, sind dergestalt gesponnen, dass ein roter Faden durch das Ganze durchgeht, den man nicht herauswirken kann, ohne alles aufzulösen, und woran auch die kleinsten Stücke kenntlich sind, dass sie der Krone gehören.
Ebenso zieht sich durch Ottiliens Tagebuch ein Faden der Neigung und Anhänglichkeit, der alles verbindet und das Ganze bezeichnet)
En “Las afinidades electivas”, Goethe habla de un “hilo rojo” que une a las personas, un hilo de fidelidad y ternura, como el hilo que recorre el interior de todos los cordajes de la Marina británica. Nunca he leído esa obra, pero siempre me ha obsesionado esa imagen.
Y esa metáfora del amor nos lleva a pensar en la predeterminación de dos desconocidos que se encuentran y se sienten atraídos como si un hilo rojo que atravesara sus corazones les uniera contra todo obstáculo.
Y ese hilo nunca puede romperse porque es profundo y misterioso. Cuando, por las contrariedades de la vida, esas dos personas se separan, quizá para no verse nunca jamás, ese hilo sigue uniéndoles en la memoria, en el recuerdo, en el sueño, en la tristeza, quizá en una telepatía inexplicable que transmite el dolor de un corazón a otro a través de ese invisible y eterno hilo rojo.
Ese hilo rojo determina la voluntad de quienes así están unidos. En el fondo, ese hilo teje nuestra vida sin que quepa elección de nuestra parte. No tomamos la decisión de amar, es el hilo, el que, en momentos cruciales, tira de nosotros hacia la otra persona.
Johann Wolfgang von Goethe: “Die Wahlverwandtschaften" (Las afinidades electivas) (1809)
Y esa metáfora del amor nos lleva a pensar en la predeterminación de dos desconocidos que se encuentran y se sienten atraídos como si un hilo rojo que atravesara sus corazones les uniera contra todo obstáculo.
Y ese hilo nunca puede romperse porque es profundo y misterioso. Cuando, por las contrariedades de la vida, esas dos personas se separan, quizá para no verse nunca jamás, ese hilo sigue uniéndoles en la memoria, en el recuerdo, en el sueño, en la tristeza, quizá en una telepatía inexplicable que transmite el dolor de un corazón a otro a través de ese invisible y eterno hilo rojo.
Ese hilo rojo determina la voluntad de quienes así están unidos. En el fondo, ese hilo teje nuestra vida sin que quepa elección de nuestra parte. No tomamos la decisión de amar, es el hilo, el que, en momentos cruciales, tira de nosotros hacia la otra persona.
No consigo imaginarme ese hilo, pero, desde luego, no es como el de las marionetas, algo mecánico y desalmado. ¡La imagen de los cordajes de los buques de la Armada inglesa es tan hermosa! Nuestras vidas navegando como barcos, en mitad del tempestuoso mar, rumbo a guerras desconocidas, en el aburrimiento de días y noches de calma chicha, sin ver nunca puerto ni faro que alumbre nuestra travesía, pero, de pronto, y sin saber cómo, reconocemos un semejante que lleva nuestro cordaje, nuestros cabos, jarcias, por más que no lo parezca, sentimos ese hilo rojo, que, como sangre vivificante, nos une en el mismo latir.
Ese hilo rojo es un puente misterioso para que los corazones crucen sin ahogarse en el océano. De corazón a corazón, en un hilo rojo de fidelidad y ternura.
Pero es precisamente fidelidad y ternura lo que circula a través de ese hilo que nunca vemos.
Ese hilo que ata y ahoga a quien ha quedado separado de quien ama. Ese hilo que vibra en nuestro interior, que nos agita, que nos sacude. Ese hilo que nos mece y que nos hace temblar. Llamar a eso ansiedad me parece inútil e incierto.
La fidelidad es, pues, la continuidad de las almas y los cuerpos a través de ese hilo. Unidos por el hilo rojo somos partes incompletas y anhelantes, sólo apaciguados en la unión con esas otras partes atadas o impulsadas por el mismo hilo.
La fidelidad es, pues, la continuidad de las almas y los cuerpos a través de ese hilo. Unidos por el hilo rojo somos partes incompletas y anhelantes, sólo apaciguados en la unión con esas otras partes atadas o impulsadas por el mismo hilo.
La ternura es la confluencia del desvalimiento de dos seres incompletos que descubren el hilo que les une y les completa, les salva.
El amor es la salvación de la muerte. Y ese hilo es lo que se rompe al morir. Pero hay muertes en vida, en las que andrajosos deshilados se arrastran por los días sin fidelidad ni ternura, sin guía ni camino ni puente. Su cordaje se ha roto, y navegan a la deriva rumbo al ocaso, en el que un abismo negro les anegará. No poder amar ni ser amado es haber perdido el hilo que nos une a los demás. El hilo, ahora, es una cuerda con la que colgarse. El hilo, ahora, es una cadena de la que no puede escaparse. Un nudo en la garganta, un nudo en el hilo rojo, que nos estrangula.
El hilo rojo es un vínculo inextinguible
Francisco Huertas Hernández
Martes 7 de noviembre de 2000
PDF: TEMA PSICOANÁLISIS
Pero no tiene relación el texto y la película de Freud. Esa película es rarísima. En mi vida había oído hablar de ella
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