"Lo impreciso". Relato de Luisa Grajalva
Reflexión sobre el "ser" "desvelado" en las "cosas"
Francisco Huertas Hernández
Calle Real. 30360 La Unión
Casa abandonada, mitad en sombra, mitad iluminada. Un cartel de circo, de imposible datación sobre una pared desvencijada. El paso del tiempo. Y la "sensación" de "extrañeza" de un "tiempo detenido" en "medio" del "fluir incontrolado de los instantes". Esta casa "vive" en el "pasado", pero el que la "mira" no
29 de diciembre de 2022
Foto de Francisco Huertas Hernández
La escritora Luisa Grajalva empieza su inquietante relato titulado "Lo impreciso" ("El otro lado de la realidad". Atlantis Ediciones. Gong. 2020) así:
"Lo que más le afectaba del transcurso del tiempo era la sensación de pérdida. Cada comienzo no significaba para él más que la proximidad de un final y procuraba no recordar cuántas cosas que consideraba suyas había perdido en el ayer de cada momento que pasa"
El "ser" está "escondido" en las "cosas", en los "entes". Martin Heidegger (1889-1976) reflexionó sobre el "ser" como "constituyente" de toda "cosa existente". Pero hay un "ente" que puede "reflexionar" sobre el "ser": el "ser-ahí" (Da-sein), el "ser humano". El "ser" no es algo "temporal", pero tampoco el "tiempo" es un "ente".
Más allá de lo que Heidegger dijese sobre la "temporalidad" como dimensión de lo humano, donde se entrelazan pasado, presente y futuro, siendo el "futuro" el momento privilegiado, pues el hombre se "descubre" como un "ser-para-la-muerte". Su "finitud" es su "modo de estar en el mundo", apuntando a su final. Lo que somos o hacemos está determinado por la conciencia de que nos vamos a morir.
"La sensación de pérdida" que Luisa Grajalva "muestra" es una "experiencia" de "abandono": no es el tiempo el que nos deja, somos nosotros los que lo abandonamos, salimos del tiempo, porque nos morimos, y la "necesidad" de "encontrar" una "eternidad" en las "cosas", es "querer creer" que "contienen" un "ser" estable, duradero, eterno, que nos "llena" porque nos "sustrae" a esa "sensación de pérdida": Dios, las Ideas platónicas -con el Bien como cima-, la energía que no se crea ni destruye, la materia primigenia, la luz, la Belleza, el Amor cósmico, la música de las esferas celestes, los números perfectos, las leyes físicas invariables... qué se yo qué "cosas" los "seres" que "buscan el ser" han "pensado" o "sentido" "escondidas" en las mismas "cosas". Todas ellas "des-veladas" tras la "apariencia" de las "cosas" y "acontecimientos", es decir, "tras el tiempo". Es el tiempo, entendido como "fluir incesante" de los "instantes", lo que se nos "aparece" mientras nos hace "desaparecer" lentamente. Los "seres temporales" que "somos" estamos "condenados" a "disolvernos en el tiempo" mientras buscamos lo que "hay" detrás de él: lo que "es", pero no "pasa", no "transcurre". "Nosotros -gritamos aterrados y desafiantes- "somos" más que tiempo". "Somos divinos porque buscamos "algo" más allá de lo temporal". "Pre-sentimos" una "eternidad" de "energía" o "bondad amorosa" en los "entes".
Luisa Grajalva continua su cuento:
"Pero, a veces, algún raro instante le traía la sensación imprecisa de que recobraba algo: aquel amanecer de verano, el estreno de un día de calor y mar en calma, el incendio del sol sobre la superficie azul, los sonidos que, de manera armónica, se iban abriendo paso en el silencio..."
E, inexplicablemente, la "imprecisión" de un "vago sentimiento", no verbal -ni numérico- nos "reconcilia" con los átomos misteriosos, cuya combinación produjo esas "cosas" que "contemplamos" para que sean más que átomos en el tiempo, más que la "energía" medida como una cantidad de masa multiplicada por el cuadrado de la velocidad de la luz. En la fórmula de Albert Einstein se "encierra" una "reveladora" "verdad ontológica": una minúscula masa puede "convertirse" en una gigantesca cantidad de energía. Si en el mundo temporal que contemplamos, e intentamos "entender" como "no temporal" en su "ser" "último", las "cosas" "están disponibles" como "energía pletórica", significa que no son solo "masa" (materia) sino "posibilidad", "fuerza".
La "posibilidad" es "el otro lado de la realidad". El tiempo nos "des-hace" mientras vivimos. Pero en el mismo tiempo hay otra "realidad" "desconocida": lo que puede "desplegarse".
Luisa Grajalva concluye su narración filosófica con una determinación: "explorar las posibilidades encerradas en las cosas", en el "instante" de su "contemplación", y "entregarse" a la "indeterminación" de la "libertad" o el "azar" que "despliegue" una "rara visión de eternidad" en la "imprecisa" "realidad" que se nos "escapa":
"Tomó la firme resolución de dedicar el resto de su vida a buscar lo impreciso"
Genial
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