lunes, 24 de mayo de 2021

Arquitectura VII. "Room" (2015). Lenny Abrahamson. Francisco Huertas Hernández. 2000. Los sótanos del secuestro y el dolor

Arquitectura VII
"Room" (2015). Lenny Abrahamson
Los sótanos del secuestro y el dolor
Francisco Huertas Hernández. 2000


"Room" (2015). Lenny Abrahamson
Una claustrofóbica película canadiense-irlandesa sobre un niño, Jack (Jacob Tremblay), de 5 años, que vive en un sótano, junto a su madre. Allí nació, allí juega, come y aprende con su madre. Duerme en el armario por la noche, para protegerse de Nick. La madre lleva secuestrada desde los 19 años. Ha cuidado de Jack, pero éste, con su curiosidad -como el prisionero de la "caverna" de Platón- busca la "luz", la "salida".
El film está basado en la novela "Room" (La habitación) (2010) de Emma Donoghue (Dublín, 1969), que se inspiró en el monstruo de Amstetten (Austria) en 2008, Josef Fritzl (1935), un "ciudadano respetable" que mantuvo encerrada a su hija Elisabeth durante 24 años en un zulo construido por él mismo en el sótano de su casa. Fritzl violó a su hija desde los once años. De esas violaciones nacieron seis hijos. Todo se descubrió cuando una de las hijas de Elisabeth, Kerstin, de 19 años, fue ingresada grave en un hospital. Llevaba una nota de la madre en el bolsillo pidiendo auxilio. Se asegura que Elisabeth, liberada, dijo a sus hijos: "Somos una familia. Nada se interpondrá entre nosotros", aunque no he encontrado la fuente de estas palabras. 

Que el ser humano "construya" espacios para encerrar a otros seres humanos (cárceles, zulos, manicomios, campos de concentración, reformatorios, centros de internamiento de inmigrantes...) es un misterio. Josef Fritzl declaró a su abogado que el impulso sexual podía más que su razón. Pero su razón fue el instrumento para excavar el "zulo". La madre de Josef Fritzl maltrató al niño, y éste se convirtió en un psicópata. Fritzl confesó haberse vengado de su madre encerrándola en una habitación tapiada. 

 La "cadena" de "venganza" y "libido perversa" usa la "arquitectura" del "encierro", del "secuestro" ("arquitectura hostil"). Michel Foucault (1926-1984) recuerda en su libro "Surveiller et Punir: Naissance de la Prison" (Vigilar y Castigar. Nacimiento de la Prisión) (1975) como Jeremy Bentham (1748-1832) diseñó el "panóptico" como "edificio ideal" para la vigilancia carcelaria, "permitir a su guardián, guarecido en una torre central, observar a todos los prisioneros, recluidos en celdas individuales alrededor de la torre, sin que estos puedan saber si son observados".
La arquitectura nació como una "naturaleza segunda" (en el sentido que Ortega y Gasset da a la técnica): proteger al ser humano de las inclemencias del tiempo y de las fieras, y toda protección es un "encierro". Solo era necesario que el "poder" dictaminase quien debería ser "encerrado" como "castigo social". Lo aberrante es cuando un particular ejerce la función que corresponde al Estado (a través de sus bárbaros sistemas judiciales, legales, penitenciarios) "secuestrando" y torturando a sus semejantes. La arquitectura es la "técnica" cómplice para "enclaustrar", "excluir" a los "débiles": con sus muros, sus tapias, sus alambradas, sus torres de vigilancia, sus celdas, sus patios

"Room" (2015). Lenny Abrahamson
Poster

"Room" (2015). Lenny Abrahamson
Poster

 Hay metáforas que siempre dan fruto. Metáforas de las que uno sabe que puede alimentarse durante toda su vida. La arquitectura es esa metáfora que yo frecuento. Aunque mis obsesiones son la música y la escritura, el destino y el sufrimiento, es en la arquitectura donde encuentro analogías, ideas, imágenes, que, en el fondo, hablan de esto.

 Supongo que lo más sublime siempre ha de poseer una estructura arquitectónica: las grandes ciudades (Barcelona, París, Venecia); las grandes obras musicales (A day in the life, 9ª sinfonía de Beethoven, Viatge a Ítaca); las grandes obras literarias (Anna Karenina, El Quijote, Rayuela); pero también las inconcebibles existencias marcadas por el destino y el sufrimiento muestran una misteriosa estructura arquitectónica: todos sus elementos, desde las pilastras a la cornisa, están construidos en carne viva. Son vidas sin molduras ni ornamentos. Son vidas proyectadas para el destierro y la humillación.

 ¿Qué arquitecto cruel ha diseñado estas vidas? Vidas de sótano, de desván. Vidas de balcones cegados, cerraduras oxidadas. Vidas de mampostería, de escombro y cascote.

 La “inferior arquitectura” que escribió Calderón en “El Gran Teatro del Mundo”, condenada a ser viga sin techo, arco sin bóveda. Calderón presentó un mundo en el que cada cual está condenado a representar el papel que Dios le encomendó. Un mundo estático, jerarquizado e injusto, contra el que no es posible la rebelión. El pobre sólo puede resignarse a su destino, a su inferior arquitectura.

 La arquitectura doliente del sufrimiento humano, sin balaustradas desde las que contemplar la vida como una representación alegre y bulliciosa de una noche de verano, porque, para el condenado, la vida es lo que te pasa por encima, el torrente turbio y desbocado en el que uno se ahoga.

 Nada puede hacerse contra el cercado en el que las inconcebibles existencias marcadas por el destino y el sufrimiento remiendan sus miserias.

 Verjas, enrejados, que separan la ciudad de la alegría del subterráneo oscuro, húmedo, caluroso, en el que se consumen los malditos que carecen de comedor, de alcoba, de despacho y de tocador.

 Los condenados que arrastran su capote deshilado por los vestíbulos fríos que ignoran los hombres felices que se calientan junto a la chimenea

Francisco Huertas Hernández
2000

3 comentarios:

  1. Qué buena es esta serie de textos sobre arquitectura. La película no la he visto.

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  2. Es un caso real el de la película. Y está muy bien el análisis

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  3. Pues sí. Hay muchas arquitecturas. Algunas son auténticas prisiones. Un placer como siempre leer tus reflexiones. Esta peli no la he visto. Y no sé si ahora mismo la veré. Pero la tengo en cuenta. En todo caso, recuerdo el escalofriante suceso en el que se basa. Impresionaba esa historia

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