viernes, 23 de diciembre de 2022

Diario de un Profesor de Filosofía (XXII). El "lugar" de la "belleza" y la "verdad" en la "pedagogía del mínimo esfuerzo y la máxima queja". Francisco Huertas Hernández

Diario de un Profesor de Filosofía (XXII)
El "lugar" de la "belleza" y la "verdad" en la "pedagogía del mínimo esfuerzo y la máxima queja"
Francisco Huertas Hernández

"Prohibido el acceso de alumnos en recreo". Nueva señal -de tráfico pedestre- en el patio
IES Doctor Balmis. Alicante
Jueves 22 de diciembre de 2022
Fotografía de Francisco Huertas Hernández

 Un Diario es un itinerario temporal cuyo horizonte es la belleza. La única belleza que el lenguaje verbal ha producido es la poesía. Así que todo diario se "encamina" hacia la "poesía", porque el "día a día" que nos es "dado" "vivir", cuando se "cuenta" o "escribe", se "embellece". El "profesor de filosofía" es un "ser lejano", porque "mora" en el "origen", "batallando" por "esclarecer" el "fundamento" del "ser", del "conocimiento", de la "verdad", del "bien". Los estudiantes permanecen en una "cercanía" que "desconoce" el "origen", porque ellos mismos no son "origen", sino "actualidad" "a-histórica". Esa es la "encrucijada" "fatal": el "lugar" donde se "cruzan" los "divergentes" "caminos" del alumno y del profesor de filosofía. Solo en el "espacio" "coinciden" docente y discentes; en el "tiempo" son "inconmensurables". La "obsesión" del filósofo por el "origen" (ἀρχή) es lo contrario de la "vivencia" del "instante" propia de los jóvenes. Por eso no tienen interés -en general- por "ampliar" o "estudiar" más allá de lo necesario para obtener la "calificación" buscada. "Mercenarios de la nota" o la "pedagogía del mínimo esfuerzo y la máxima queja". Alguno protestará por esta "apreciación negativa" del "estudiante", pero estoy hablando de lo que ellos mismos dicen: "no nos gusta estudiar".

 El "profesor" que escribe un "Diario" puede optar por el "optimismo ingenuo" -toda "ingenuidad" "esconde" una "perversión" o "resentimiento"- de ver su "tarea" como un "viaje conjunto" de alumnos y profesor, por los "mares de la creatividad" y la "adquisición de competencias clave" en "situaciones de aprendizaje", o mostrar un "escepticismo escarmentado" -todo "escepticismo" es un "desencantamiento" postrero de los altos "ideales" del "saber" y el "bien"- en el que el "conocimiento" es un "dios desconocido" en una "época de ídolos de silicio".

 ¿Dónde está aquel "lugar" de la "belleza" -ese "don" y "sino" del "poeta"de "proporción" y "luminosidad"- y la "verdad" -ese "ideal" del "filósofo"- en un mundo -paradójicamente- "desmaterializado" -las "cosas" se "consumen/usan" online- y "antiespiritual" y "antireflexivo", en esta "relación imposible" del "enseñar" a personas que no quieren aprender, con su "pedagogía del mínimo esfuerzo y la máxima queja"...? Acudimos a la voz del poeta Amado Nervo (1870-1919), "espiritual" y "reflexivo", aunque privilegiase la "fe" sobre la "razón":

Desde que sé las cosas bellas, 
los mil incógnitos veneros
de luz, las fuerzas misteriosas
que el hombre lleva en su interior,
¡ya no me importan las estrellas,
ni los cometas agoreros,
ni las arcadas nebulosas,
con su fosfóreo resplandor!

Amado Nervo: "La hondura interior". "Elevación". 1916

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Una reflexión dura para cerrar bocas

Anónimo dijo...

Preciosas palabras