Amar, laborar, holgar
Reflexión filosófica
"Воскресение" (1960-1962). Михаил Швейцер
"Voskresyenye" (Resurrection) (1960-1962). Mijail Schweitzer
Adaptación de la novela de Tolstoy
Francisco Huertas Hernández
"Воскресение" (1960-1962). Михаил Швейцер
"Voskresyenye" (1960-1962). Mijail Schweitzer
Катюша Маслова (Тамара Сёмина) - Katyusha Maslova (Tamara Syomina)
Матрёна Харина (Анастасия Зуева) - Matryona Jarina (Anastasya Zueva)
князь Дмитрий Нехлюдов (Евгений Матвеев) - Dmitri Nejlyudov (Yevgeny Matveyev)
"Resurrección" es una épica adaptación cinematográfica soviética de la magna novela homónima (1899) de Lev Tolstoy (1828-1910) basada en un guion de Schweitzer y Yevgeny Gabrilovich.
"En el Tribunal de Distrito, un jurado se entera del envenenamiento mortal del comerciante Smyelkov. Entre los tres acusados del crimen se encuentra Yekaterina Maslova, una prostituta. Maslova es inocente, pero, como resultado de un error judicial, es sentenciada a cuatro años de trabajos forzados en Siberia.
En el juicio, uno de los jurados es el príncipe Dmitri Nejlyudov, quien reconoce a la acusada. Hace diez años, él la sedujo y la abandonó. Sintiéndose culpable, Nejlyudov decide contratar a un conocido abogado para apelar su condena y ayudarla con dinero.
Golpeado por la injusticia de la corte, Nejlyudov comienza a sentir repugnancia y aversión hacia todas las personas con las que interactúa en su vida diaria, en particular hacia los representantes de la alta sociedad. Decide abandonar su sociedad actual e irse al extranjero. Nejlyudov recuerda a Maslova: su imagen en el juicio y otros momentos que compartió con ella"
Esta gigantesca película rusa, que dura 210 minutos en dos partes, significó la consagración de la maravillosa actriz Тамара Петровна Сёмина (Tamara Petrovna Syomina) (1938), que ganó en 1962 el Festival Internacional de Cine de Locarno, premio FIPRESC a la mejor actriz, y cuya actuación fue elogiada por Federico Fellini y Giulietta Masina.
Михаил (Моисей) Абрамович Швейцер (Mijail -Moisey- Abramovich Schweitzer) (1920-2000), el director del film, había nacido en Perm. Fue galardonado con múltiples premios: Artista del Pueblo de la URSS (1990). laureado con el Premio Estatal de la URSS (1977), el Premio Estatal de la RSFSR que lleva el nombre de los hermanos Vasiliev (1989) y el Premio del Presidente de la Federación Rusa (1999). Con cinco años la familia se instaló en Moscú, donde, en 1943, se graduó en el departamento de dirección de VGIK (con S. M. Eisenstein). Fue asistente de Mijail Romm en la película "Человек № 217" (1944). En 1951-1953 trabajó como director de documentales y ensayos cinematográficos en el estudio de cine de Sverdlovsk.
Su talento se reveló plenamente en una serie de adaptaciones de clásicos literarios rusos. En sus versiones de las obras de L. N. Tolstoy, "Воскресение" (Resurrección) (1960-1962); "Крейцерова соната" (Kreutzer Sonata) (1987), con S. A. Milkina; I. A. Ilf y E. P. Petrov, "Золотой телёнок" (El becerro de oro) (1968); A. P. Chejov, "Карусель" (Carrusel) (1970); "Смешные люди!" (Gente divertida) (1978); A. S. Pushkin, "Маленькие трагедии" (Pequeñas tragedias) (1979); y N. V. Gogol, "Мёртвые души" (Almas muertas) (1984).
En estas adaptaciones Schweitzer es cuidadoso, atento a cada palabra de los clásicos, y conserva su personal entonación, cambiando a veces su registro dentro de la misma escena: de una nota cómica, burlesca, excéntrica, a una triste, dramática, incluso trágica. Una variedad de recursos necesaria en el trasvase siempre problemático de la palabra a la imagen, de la imaginación del lector a la vista del espectador. Y más con estos autores que plasmaron el alma rusa con tanta profundidad como delicadeza y humor.
Estuvo casado con Sofya Milkina (1922-1997), directora de cine y guionista.
Otro maestro del cine ruso casi desconocido en este Occidente que lleva temiendo y odiando a Rusia desde tiempos remotos.
Por alguna razón que desconozco la palabra rusa "воскрешение", con "ш", que significa "resurrección" (levantarse, alzarse, resurgir, renacer), y distinta del título original de la novela de Lev Nikolayevich Tolstoy, "Воскресение", con "с", que significa "domingo", sustituye a ésta. Conocemos la obra literaria -y la película de Schweitzer- como "Resurrección", y no como "Domingo".
En la tradición cristiana, el domingo es el día de la resurrección de Cristo: "domingo de resurrección". El pilar de la fe cristiana es la "resurrección" como predica San Pablo de Tarso: «Si Cristo no resucitó, vacía es nuestra predicación, vacía es también nuestra fe» (I Corintios 15, 14), y Tolstoy escribió su última gran obra (1899) con un espíritu evangélico y fustigador de las leyes humanas y la institución de la Iglesia Ortodoxa, hipócrita y soberbia.
Mi recuerdo de la lectura de esta obra, allá por 1991, es una de las experiencias más intensas de mi vida. Confieso mi desconfianza inicial hacia el autor -del que en aquellos años circulaba una imagen de escritor moralizante y anticuado frente al profundo y moderno Dostoyevsky-, pero cuando me sumergí en este libro me convertí a la "religión" tolstoiana. Luego leí las otras dos cimas de su narrativa: "Anna Karenina" y "Guerra y Paz", pero ya era un "creyente" en su divinidad artística, filosófica, religiosa y moral.
La crítica de la época de la publicación fue negativa, acusaban al autor de priorizar la predicación moral, con personajes unidimensionales, planos, alegorías esquemáticas. No estoy en absoluto de acuerdo. Además la despiadada crítica de la Iglesia Ortodoxa y de la Justicia ordinaria hizo que la novela fuera muy censurada, y no se editara completa hasta 1936.
"Ora et labora" (reza y trabaja) es una expresión latina que resume la vida monacal benedictina, en la que se condena la "ociosidad" -peligrosa para el alma-, ausente en este consejo de vida, mas nosotros, individuos "secularizados" tras el "diagnóstico" "nihilista" de Friedrich Nietzsche, "Dios ha muerto", afirmamos que la vida es "amar, laborar, holgar". Los animales no "laboran", porque no tienen necesidades más allá de la supervivencia, pero el humano es el creador de "necesidades superfluas" al decir de José Ortega y Gasset, que le obligan a trabajar para satisfacerlas: el "lujo" pasa a ser una "necesidad". El "ocio" -ese periodo de descanso en el que llenamos nuestro tiempo fuera del trabajo- es algo más que el "holgar" (descansar para reponerse del cansancio después de un esfuerzo). La siesta es un significativo "invento" español que muestra el escaso afán productivo del carácter hispano, mientras que el "deporte" implica un esfuerzo mayor aún que el propio trabajo (pensemos en esos gimnasios llenos de sudor y resoplidos).
En el principio fue el "amor". Sin él no hubiéramos sido concebidos. Pero la "escuela" nos separa de nuestros padres, del primer "objeto" de nuestro amor. Y en ese lugar nos "socializan" o preparan para ser "útiles" a la sociedad. En otros tiempos se consideraba que la escuela tenía como función la transmisión de la "cultura" (cultivo de nuestras capacidades intelectuales, de nuestro gusto y sensibilidad para la ciencia, las humanidades y el arte). Hoy solo se concibe la escuela como formación de mano de obra, es decir, nos "adiestran" para la "vida laboral"... La "educación" ya no transmite "saberes" sino "destrezas" o "competencias". La "competitividad" laboral es el "reino" de la "lucha de todos contra todos" -darwinismo social: individuo "depredador" más fuerte=competente triunfa- siguiendo la estela del "American Dream": cualquier vendedor de periódicos que sea lo suficientemente ambicioso y competitivo podrá ser millonario o presidente de los Estados Unidos.
Ante tanta presión en el "mercado de trabajo", donde somos también una "mercancía", necesitamos "tiempo libre", descanso, aunque el sistema económico controla también nuestro tiempo de "ocio", creando la "industria del entretenimiento" (showbusiness), que ha desplazado a la "cultura". El "pasear" por la naturaleza, las excursiones al campo, a la montaña -locus amoenus- era el "ocio" desde el siglo XIV, junto con la "lectura" -novelas por entregas, periódicos-, a lo que habría que añadir los baños en "balnearios" para las clases altas, y la extensión del "deporte", desde el siglo XIX, fundamentalmente en Inglaterra. El cine y el automóvil dominaron el siglo XX. El turismo se consolidó como forma de "ocio" vacacional. Y el "disco", las "grabaciones gramofónicas" que crearon ídolos juveniles como The Beatles y la expansión del rock. La asistencia al cine entró en crisis a finales del siglo XX con la aparición del video doméstico, la piratería, y los videojuegos. Finalmente, la "revolución digital" convirtió la entera vida humana en una forma de "entretenimiento" en red (internet) donde la separación entre la vida laboral y la vida ociosa quedó abolida: la conexión permanente a través de nuestros teléfonos celulares hace que no "desconectemos" nunca del "trabajo". Para más inri, el "amor" -origen de la humanidad y fin último de la vida humana- se convirtió asimismo en algo online: la "pantalla" conectada nos da amor, trabajo (teletrabajo) y entretenimiento, todo en uno. El sistema económico nos ha "abducido" -como los "extraterrestres" que se llevaban en los ovnis a los terrícolas en los años 70-. Ahora, que pasó misteriosamente la moda de la "ufología", tenemos nuevos "misterios" cotidianos que ya no nos asombran, como la creciente eliminación del abismo entre materia y conciencia/espíritu: ya se puede introducir publicidad mientras soñamos dormidos. Además "internet" ha vaciado de significado las mentes individuales para crear la "mente universal conectada", a la que hemos "transferido" nuestros recuerdos (memoria) en forma de datos, imágenes, y nuestros gustos e ideas -que pasan de las empresas al Pentágono-. Que en 2022 parte de la humanidad tenga "pensamiento único", "teledirigido" desde Silicon Valley y el Pentágono, y se persiga a los "disidentes" que no repiten las consignas ya no causa extrañeza.
El "amor" romántico es una creación del petrarquismo y se extendió con el romanticismo "wertheriano", que, en las clases populares dio origen al "folletín" y las "telenovelas". El "trabajo" -maldición bíblica: "Te ganarás el pan con el sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la misma tierra de la cual fuiste sacado. Porque polvo eres, y al polvo volverás" (Génesis. 3:19)- se mecaniza con la Revolución Industrial, llevando la "cosificación" del obrero a límites de "alienación", que solo un "ocio" reforzado podían compensar: la industria del entretenimiento, que terminó, en la época "tecnoimperialista", convirtiendo toda nuestra vida en una "gota digital" en el "mar cibernético" donde ya no hay distinción entre "amar", "laborar" y "holgar"...
Domingo. 2003
Era domingo y tú venías con el pelo limpio...
Francisco Huertas Hernández
Abril 2003