jueves, 28 de abril de 2022

Sin esperanza, con convencimiento. Reflexión filosófica sobre la acción. Francisco Huertas Hernández. "Punto y Hora". 1986

Sin esperanza, con convencimiento
Reflexión filosófica sobre la acción
Francisco Huertas Hernández. "Punto y Hora". 1986

"La Batalla de Chile, la lucha de un pueblo sin armas" (1975-1979). Patricio Guzmán
Discurso del presidente Salvador Allende Gossens (1908-1973)
 "Documental chileno constituido por una trilogía de películas que relata los eventos ocurridos en Chile entre 1972 y septiembre de 1973. Dirigido por el cineasta chileno Patricio Guzmán, con cámaras y fotografía de Jorge Müller Silva y el argentino Gustavo Moris, fue uno de los últimos documentales de Chile en formato blanco y negro"
Compuesto por tres películas:
"La insurrección de la burguesía" (1975)
"El golpe de estado" (1976)
"El poder popular" (1979)
Uno de los mejores films políticos del mundo, que tuve oportunidad de ver en 1983 en TVE, causándome gran conmoción. Creo que se emitió el 11 de septiembre, aniversario del golpe de estado en Chile.

Hoy, el "nuevo golpe de estado" es la manipulación coactiva del poder del autoproclamado mundo "occidental" que persigue la disidencia con brutalidad, empezando por eliminar la libertad de expresión y de información, y cualquier atisbo de pensamiento crítico y disidente. Si antes la CIA, Nixon y Kissinger, empleaban a los militares para dar golpes de estado en su "backyard" (America's Backyard) -Chile, Argentina, Uruguay, Brasil, Paraguay...-, ahora usan a los jueces y los medios de incomunicación, con las "redes sociales" controladas desde Estados Unidos, para derribar gobiernos y manipular la opinión pública

Ángel González: "Sin esperanza, con convencimiento"
Literaturasa. Barcelona. 1961
Colección Colliure
La poesía completa del poeta asturiano

Sin esperanza, con convencimiento. 1986

 Ese es el título -inolvidable título- de uno de los libros del poeta asturiano Ángel González (1925-2008). Sirvan estas líneas para llevar aliento a todos aquellos que perdieron la esperanza en sus diversas luchas. Más allá de cualquier anhelo está el convencimiento pleno -instintivo, más que dogmático en sentido kantiano- de que la lucha ha de continuar

 En este mezquino mundo que nos tocó en suerte hallamos demasiadas veces a gente con la mirada extraviada que renuncian a su pasado rebelde por un plato de lentejas mal condimentadas. Se instalan cómodamente -eso creen- en su normalidad cotidiana y dejan que el olvido haga el resto. Lo peor de todo es que nosotros mismos -vosotros también- somos o podemos ser así.

 "La esperanza es lo último que se pierde" reza un viejo refrán español. Creo que es solo cierto en parte. Por un lado vemos que algo de eso hay, pues "cuando el río suena, agua lleva", y si nuestro refranero nos advierte de tal certidumbre habremos de ser cautos antes de rechazar el dicho popular. La esperanza es el motor del sentimiento y de la acción de los seres humanos, y parece que ella obra milagros en nuestras limitadas facultades. Hemos oído historias de Davides que derribaron a Goliaths con una sencilla y pequeña honda y suponemos que tal portento obró gracias a la desmedida esperanza que derrocharon. Pero también sabemos que hay cosas -¡ay!- que parecen perdidas de antemano, ante la desproporción de los contendientes en el campo de batalla. Entonces, cuando, fracaso tras fracaso, derrota tras derrota, nuestra esperanza nos abandona -o así lo creemos- parece como si ya estuviésemos con un pie en la tumba, pues la esperanza es lo último que se pierde, y, perdida, ya no queda nada a lo que agarrarse.

 Vemos, a menudo, como nobles causas que movieron a los hombres a levantarse y clamar por un mundo mejor y más libre se vuelven mohína, y todo ello porque esos hombres  perdieron la esperanza al ver que los frutos de las semillas que arrojaban al viento, puño en alto, no florecían.

 Vosotros, amigos, sabéis algo de esto, y, aunque yo, desde mi insignificancia, apenas pueda llevaros un poco de esperanza, sabed que solo los cobardes depositan su confianza, su lucha, en una vieja plebeya, veleidosa y mudable, como es la esperanza. Pues ella no es sino producto de nuestros estados de ánimo, y desgraciados de aquéllos que se abandonan tanto a la esperanza como a la fortuna, pues ellos jamás cosecharán los frutos de sus esfuerzos.

 "Y sabed que mucho más temprano que tarde, se abrirán las grandes alamedas..."

Francisco Huertas Hernández
Septiembre 1986
Publicado en "Punto y Hora". Octubre 1986

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