jueves, 30 de diciembre de 2021

Sensación & Percepción. Ejercicios. Sandra Pardo López. Psicología. 1º Bachillerato C. 2011-2012. IES V. Kent. Elx

Sensación & Percepción. Ejercicios
Alumna: Sandra Pardo López
Asignatura: Psicología
1º Bachillerato C
IES Victoria Kent. Elx (Alacant). Curso 2011-2012
Profesor: Francisco Huertas Hernández

Temas 3-4: Sensación & Percepción. Ejercicios (Página 1. Portada)
Alumna: Sandra Pardo López
Asignatura: Psicología
Segunda Evaluación. 23 marzo 2012
1º Bachillerato C
IES Victoria Kent. Elx (Alacant). Curso 2011-2012
Profesor: Francisco Huertas Hernández

 Este es un cuaderno (digital) de ejercicios de la asignatura de Psicología -que impartí durante unos 23 años- de la alumna Sandra Pardo López, que cursaba 1º de Bachillerato, con 16 años. Aquí podemos encontrar sus respuestas a diferentes cuestiones relacionadas con la Sensación y la Percepción

 La sensación fue entendida mucho tiempo como el proceso fisiológico de captación de estímulos a través de los sentidos, mientras que la percepción era considerada como un proceso psicológico de integración e interpretación de las sensaciones. Fue la Escuela de la Gestalt la que descubrió que no existe tal separación, pero, en todo caso, parece que el proceso de percibir el mundo y a los demás, e, incluso, a nosotros mismos, es de vital importancia. ¿Somos lo que percibimos o lo que pensamos? La filosofía divide el conocimiento en empírico (sensorial o perceptivo) y racional (lógico). Que hay personas más empíricas, que disfrutan dejándose invadir por el mundo, con sus estímulos incesantes, sus colores, formas, sonidos, olores, sabores, tersuras... parece claro. Hay algo de extroversión en esa manera de explorar la realidad física, frente al "ensimismamiento" reflexivo que inicia el pensamiento, esa introversión, que encuentra la verdad en la meditación y no en la contemplación. Como cada individuo presenta características propias en su "contemplación" o "registro sensorial" del mundo, puede hablarse, como hace Sandra en su conclusión, de "esta visión del mundo única que nos hace diferentes a los demás".

 Entre los sentidos que la especie humana despliega hay dos privilegiados, la vista y el oído, dada la abundancia de receptores nerviosos (conos, bastones, células ciliadas del órgano de Corti), la configuración social del mundo en modo audiovisual -¡y no digamos con el desarrollo tecnológico!-: todo parece hecho para ser visto y oído: las cosas, nuestros cuerpos... y, por supuesto, las artes de la vista (pintura, escultura, arquitectura, cine, fotografía, comic, e, incluso, literatura) y del oído (música). Pero la gran pregunta que nos hacemos es qué fue de los tres sentidos menores, los olvidados por la cultura: el olfato, el gusto, el tacto. No existe ningún arte de estos sentidos. Y no tenemos medio de fijar para el futuro los recuerdos olfativos, gustativos y táctiles. Algo así como odorogramas, gustogramas y tactogramas.

 Lean el cuaderno de ejercicios de Sandra Pardo, una legendaria alumna, que reunía tres virtudes esenciales en el aprendizaje: curiosidad, esfuerzo e inteligencia










Temas 3-4: Sensación & Percepción. Ejercicios (Páginas 1-11)
Alumna: Sandra Pardo López
Asignatura: Psicología
Segunda Evaluación. 23 marzo 2012
1º Bachillerato C
IES Victoria Kent. Elx (Alacant). Curso 2011-2012
Profesor: Francisco Huertas Hernández

lunes, 27 de diciembre de 2021

"Bring Me the Head of Alfredo García" (1974). Sam Peckinpah. Cultura de la violencia en el cuerpo de las mujeres. María Verchili Martí

"Bring Me the Head of Alfredo García" (1974). Sam Peckinpah
La cultura de la violencia en el cuerpo de las mujeres
María Verchili Martí
Imágenes y comentarios de imágenes: Francisco Huertas Hernández

"Bring Me the Head of Alfredo García" (1974). Sam Peckinpah
Elita (Isela Vega) & Bennie (Warren Oates)
Una road movie de buscadores de recompensas

“Espero que lo estés pasando bien con ella.
Yo la amaba”

 Comienzo con una letanía de resentimiento por el amor perdido, atribuible al común de los mortales en alguna etapa de nuestra vida. La singularidad de esta amarga proclama cinematográfica que hoy quisiera recordar, radica en su destinataria, la cabeza de Alfredo García -un más que magnífico McGuffin-. Una vez más, el inefable -mujeriego, alcohólico, cocainómano, desquiciado-, aquel que era capaz de agotar sin remedio la paciencia del más pintado, consiguió despertar en mi el más genuino amor por el Cine como experiencia artística y vivencial.

 David Samuel Peckinpah (1925-1984), el poeta maldito de la violencia, el rebelde por ninguna causa, el auto-marginado, el que convertía los rodajes en orgías de drogas y mujeres con unos cuantos correligionarios que le seguían el juego con devoción, consiguió por fin una más que destacable condición, teniendo en cuenta su legendaria conflictividad con el apartado de producción a lo largo de su trayectoria. Un año después de otra de sus cimas, por méritos cinematográficos y musicales, “Pat Garrett and Billy the Kid” (1973), tenía el control absoluto del montaje del film. Por esta razón, me atrevo a plantear que esta puede ser considerada su película más personal, más auténtica, más confesional.

 Peckinpah ataca una vez más una de sus historias de perdedores, con casi todas las opciones agotadas en la vida -¿como él mismo?-. Pero considero que en este film habitan elementos singularmente distintivos. En primer lugar, su personaje femenino, Elita (Isela Vega), es inusualmente protagónico y esencial en el transcurso de la narración. Una buscavidas mexicana, como su partenaire gringo, Bennie (un Warren Oates, viejo conocido del director, que para mi está maravilloso), a la que tampoco le quedan muchas oportunidades. En mi opinión, ella es el motor que conduce a Bennie, el fracasado y exiliado animador en tugurios de mala muerte. Por ella está dispuesto a asumir un último reto vital casi suicida. Pero es que, además, Elita representa esa esencia libertaria frente al encorsetamiento moral, ese último refugio que el creador solo podía ya encontrar al otro lado de la frontera. Como también, en el lado menos complaciente, esta mujer condensa esa superioridad colonialista que el Imperio de las Barras y Estrellas ha ejercido siempre sin miramientos sobre sus vecinos del Sur.

 En este sentido, tampoco puedo obviar que el metraje arranca con otra mujer, Teresa (Janine Maldonado), con esa bucólica estampa de una muchacha embarazada, serena, sentada al borde de un río, que es abruptamente compelida para acudir ante su padre, “el Jefe” (otro compañero de farras de Sam, el actor y director mexicano Emilio Fernández). Allí no podrá resistir el dolor de la tortura que se ejerce sobre su cuerpo aun gestante -Peckinpah recurre con acierto a la elipsis visual, sustituyendo la imagen por un grito desgarrado de dolor-, la primera expresión de la violencia sobre el cuerpo de una mujer, entre unas cuantas, y confesará. La suerte está echada. El padre capo, ansioso de venganza, se pronuncia. “Traedme la cabeza de Alfredo García” -millón de pesos, mediante-

"Bring Me the Head of Alfredo García" (1974). Sam Peckinpah
A Martin Baum - Sam Peckinpah Film
MCMLXXIV. United Artists Corporation
Un western mexicano de violencia peckinpahiana

"Bring Me the Head of Alfredo García" (1974). Sam Peckinpah
Starring: Warren Oates / Isela Vega
Ambos intérpretes realizan una magistral composición en el film

"Bring Me the Head of Alfredo García" (1974). Sam Peckinpah
Teresa (Janine Maldonado). La inocencia de la naturaleza que engendra vida, ajena a la moral represiva del patriarcado católico

"Bring Me the Head of Alfredo García" (1974). Sam Peckinpah
"El Jefe" (Emilio "Indio" Fernández), la encarnación del patriarcado rural mexicano, en el que las vidas, haciendas y honor de los súbditos -incluyendo esposa e hijos- está en sus manos. El paralelismo con la Mafia es evidente ("The Godfather" (1972). Francis Ford Coppola)

"Bring Me the Head of Alfredo García" (1974). Sam Peckinpah
Teresa (Janine Maldonado), desposeída del collar de su amor. Es curioso cómo el código de la "honra" del hombre (padre, marido) -que "está entre las piernas de las mujeres"- se alía con la codicia de los "cazarrecompensas" gringos. Solo la "venganza" restablece el honor perdido. El "Jefe" no duda en "torturar" a su propia hija -una "posesión" más- para "restituir" su honor

"Bring Me the Head of Alfredo García" (1974). Sam Peckinpah
Alfredo García -in effigie- es el gran protagonista "ausente" de la historia, una especie de Pedro Páramo, de una tierra donde la muerte marca la vida de sus gentes

 El muy elaborado azar construido por Peckinpah, propiciará que nuestro protagonista se cruce con los sicarios en búsqueda. Su presentación no puede ser más ilustrativa de su periplo vital, “No se puede perder siempre”, ni más violenta nuevamente contra las mujeres, -la agresión brutal, deshumanizadora, de esos gringos sin escrúpulos sobre una de las prostitutas mexicanas que se les acercan buscando el sustento, resulta intensamente perturbador-. Pero será la mujer que ama, Elita, quien le regalará el último boleto ganador. Conoce el paradero del que una vez fue su amante.

 Y juntos se sumergirán en un viaje radical al México más profundo, alejado de los centros de entretenimiento yanqui, donde Bennie es un intruso absoluto, donde anidan la miseria y la carestía más dolorosas. Y la puesta en escena del norteamericano se volcará con devoción en la fisicidad pegajosa del sudor en los cuerpos -también en la sensualidad desnuda de Elita -, en la suciedad ruinosa, en la sequedad polvorienta de la tierra desértica, y en la potencia magenta de la sangre marca de la casa. También en la fotografía y la coloración, tan expresivas e identificables con la década de producción

"Bring Me the Head of Alfredo García" (1974). Sam Peckinpah
Bennie (Warren Oates)

"Bring Me the Head of Alfredo García" (1974). Sam Peckinpah
Quill (Gig Young) & Sappensly (Robert Webber). Los "cazarrecompensas" gringos

"Bring Me the Head of Alfredo García" (1974). Sam Peckinpah
Sappensly (Robert Webber), Quill (Gig Young) & Bennie (Warren Oates)
La escena presenta a tres hombres gringos en medio de un bar mexicano. El "imperialismo" aunado al "machismo". Sappensly desata su seca agresión sobre la chica "fichera", que esconde una evidente relación homoerótica con su, casi, gemelo mecánico Quill

"Bring Me the Head of Alfredo García" (1974). Sam Peckinpah
Bennie (Warren Oates) es el "loser" que aún tiene una última oportunidad: vencer a los poderosos, engañándolos

"Bring Me the Head of Alfredo García" (1974). Sam Peckinpah
Sappensly (Robert Webber) & Quill (Gig Young). Los rasgos psicopáticos de estos personajes desposeídos de humanidad no son ficcionales. Representan de manera realista a muchos norteamericanos cuyo imperio es el $

"Bring Me the Head of Alfredo García" (1974). Sam Peckinpah
Elita (Isela Vega) canta en un lujoso local. La película opone la música de los mexicanos a la violencia codiciosa de los gringos

"Bring Me the Head of Alfredo García" (1974). Sam Peckinpah
Elita (Isela Vega) & Bennie (Warren Oates). ¿Dos "losers" sin pasado?

"Bring Me the Head of Alfredo García" (1974). Sam Peckinpah
Bennie (Warren Oates)

"Bring Me the Head of Alfredo García" (1974). Sam Peckinpah
Elita (Isela Vega) & Bennie (Warren Oates). Love on the road

"Bring Me the Head of Alfredo García" (1974). Sam Peckinpah
Elita (Isela Vega) & Bennie (Warren Oates). Una oposición entre romanticismo y codicia enfrenta a la pareja de culturas diversas: "colisión cultural"

"Bring Me the Head of Alfredo García" (1974). Sam Peckinpah
Elita (Isela Vega) & Bennie (Warren Oates)

"Bring Me the Head of Alfredo García" (1974). Sam Peckinpah
Elita (Isela Vega) & Biker (Kris Kristofferson). La guitarra y las motos. Lirismo y brutalidad. Una escena de "western": naturaleza silente y amenaza humana

"Bring Me the Head of Alfredo García" (1974). Sam Peckinpah
Elita (Isela Vega) & Biker (Kris Kristofferson). Una escena compleja psicológicamente, pues, ante la inminente violación, la hermosa Elita se ofrece (humilla) desnuda, voluntariamente, al macho acomplejado. ¿Quiere salvar la vida de Bennie? ¿Siente atracción por su viril agresor? ¿Realiza una penitencia inconsciente por su amor truncado por Alfredo "redimiendo" al agresor? ¿Afirma la voluntad de poder femenina frente a la apariencia de superioridad viril?

"Bring Me the Head of Alfredo García" (1974). Sam Peckinpah
Bennie (Warren Oates). Comienza la "orgía de sangre". Quien mata solo se defiende. La lógica del crimen es simple: si me atacas, te mato. Ningún agresor admite la agresión, pues el instinto de supervivencia es el mecanismo que permite matar sin culpa

"Bring Me the Head of Alfredo García" (1974). Sam Peckinpah
Bennie (Warren Oates) & Elita (Isela Vega). La mirada bajo el agua de la gran actriz mexicana. "Mira a su compañero con un abismo de temor en sus ojos negros, y él le dice por primera vez que la ama".
Su bello cuerpo es su único bien: ¿metáfora de la expropiación de las riquezas naturales mexicanas por el imperialismo colonialista? Bennie solo es un "inversor", o sea, un "expropiador", y Peckinpah lleva al paroxismo sádico esa "expropiación" de los cuerpos/tierras mexicanas

"Bring Me the Head of Alfredo García" (1974). Sam Peckinpah
Elita (Isela Vega) & Bennie (Warren Oates). Money for nothing. A red car

 Como siempre, la legendaria plasmación de la violencia de Peckinpah alcanzará su cenit en el tramo final del film. Pero, además, quisiera volver a dirigir la atención hacia una vertiente esencial en el análisis que me propongo, la plasmación de la violencia en el cuerpo de las mujeres, como en un campo de batalla, queda en mi opinión ilustrativamente condensado en la construcción vertebral de la película. Así, en la noche infinita del desierto, donde los dos aventureros se disponen a pasar la noche, asistiremos también a un conato de violación, expresivamente narrado -y con otro de los colegas del director, Kris Kristofferson, como protagonista-, por medio de un ritmo tensionado, que parece arrastrar sin salvación a los protagonistas hacia la agresión y la humillación, respectivamente. Y nuevamente considero que la posibilidad del abuso está intrínsecamente vinculado al dualismo pobreza-riqueza imperialista. Sin embargo, contra todo pronóstico, Peckinpah pone en valor a su perdedor, que se vuelca en evitar la tragedia. Y lo consigue. Un gesto de redención hacia sus amantes que no se volverá a repetir. Aunque, durante la noche siguiente, ya instalados en un cochambroso hotel local, nos regale uno de los instantes más genuinamente auténtico de la intimidad entre estas dos almas desesperadas: Elita desnuda en la ducha, tratando de recuperarse una vez más de los golpes de la vida, mira a su compañero con un abismo de temor en los ojos negros, y él le dice por primera vez que la ama.

 Desde una perspectiva complementaria, además, la colisión cultural inherente a los dos personajes y a la historia en general, nos muestra dos mundos divergentes, desde una mirada, la de Peckinpah, que combina, para mi, un punto de vista inevitablemente etnocéntrico, con un cierto relativismo cultural -no podemos olvidar que la idiosincrasia cultural mexicana no le era del todo ajena-. En primer lugar, Peckinpah nos adentra en la realidad socio-económica mexicana, por medio de ese sombrío pasaje en el cementerio donde está enterrado Alfredo García, y esa plañidera procesión por la muerte de un niño, pudorosamente resguardado de nuestras miradas en un ataúd de pequeñas dimensiones, que transmite la tragedia cotidiana de la podredumbre extrema. Y por descontado, en una de las secuencias más impresionante y dolorosamente metafórica del film, el norteamericano nos cuenta de profanaciones inasumibles para la tradición católica que Elita representa. Pese a sus reticencias, finalmente accede a acompañar a su amante en la tarea de desenterrar el botín. Pero nuestros protagonistas son sorprendidos en la oscuridad de la noche por los malhechores a la caza de su recompensa. El punto de vista narrativo aquí se esfuerza por colocarnos en la piel de Bennie, en su íntima psique. Tras el golpe recibido y la pérdida de consciencia -fundido a negro-, se despierta para encontrar muerta a la mujer que ama, y la saca entre lamentos de la misma tumba que habían empezado a cavar, que iba a ser la llave de su ansiada fortuna, para convertirse en el más trágico de los infortunios. Elita ha sido asesinada. Y por supuesto, se han llevado la cabeza de Alfredo García

"Bring Me the Head of Alfredo García" (1974). Sam Peckinpah
"Procesión por la muerte de un niño, pudorosamente resguardado de nuestras miradas en un ataúd de pequeñas dimensiones"

"Bring Me the Head of Alfredo García" (1974). Sam Peckinpah
Elita (Isela Vega) ante la tumba de su amante Alfredo García Herrera Moreno, al lado de su familia

"Bring Me the Head of Alfredo García" (1974). Sam Peckinpah
Abuela o madre de Alfredo García (Tamara Garina) & Elita (Isela Vega). La muerte "apropiada" de la tradición mexicana, y la muerte "negada" del pragmatismo mercantilista estadounidense, donde el fallecido es, también, una "mercancía"

"Bring Me the Head of Alfredo García" (1974). Sam Peckinpah
Elita (Isela Vega) & Bennie (Warren Oates)
Una curiosidad: casi siempre Elita está en la parte izquierda del plano. ¿Sincronicidad política? Elita canta rancheras revolucionarias en su presentación en pantalla. Elita "sabe" dónde está Alfredo García porque lo amó. Bennie, que no lo conoció, solo quiere convertirlo en "valor de cambio": su cabeza tiene un precio, eso es todo. En este plano picado sensacional la cámara atraviesa el tejado roto del cochambroso cuarto. Los personajes ahora están bajo el peso del destino, "empequeñecidos, aplastados"

"Bring Me the Head of Alfredo García" (1974). Sam Peckinpah
Bennie (Warren Oates) & Elita (Isela Vega)
Tremenda escena del cementerio, con influencia de "Duel in the Sun" (1946). King Vidor

"Bring Me the Head of Alfredo García" (1974). Sam Peckinpah
Bennie (Warren Oates). Un hombre solo... una carretera... Los "perdedores" están condenados a vagar solos por un mundo sin justicia ni esperanza. Solo sus armas les abren el camino...

"Bring Me the Head of Alfredo García" (1974). Sam Peckinpah
Bennie (Warren Oates)

"Bring Me the Head of Alfredo García" (1974). Sam Peckinpah
Bennie (Warren Oates). Al fin, el rostro de cerca del "desperado", ese "forajido" que huye de la justicia, aunque él ha "revelado" que no existe tal cosa. Sus lentes oscuras "niegan" la miseria del mundo. Él es "ciego". Su "soledad" es su negación a ver

"Bring Me the Head of Alfredo García" (1974). Sam Peckinpah
Bennie (Warren Oates). Amores perdidos, tequila, carretera, cuartos solitarios...

"Bring Me the Head of Alfredo García" (1974). Sam Peckinpah
Bennie (Warren Oates) & Frank (Don Levy). "Tell me... what the head of Alfredo Garcia's is worth!"

"Bring Me the Head of Alfredo García" (1974). Sam Peckinpah
El Jefe (Emilio Fernández), el nieto, Teresa (Janine Maldonado) & Bennie (Warren Oates)
"Allí en un escenario plagado de mujeres vestidas de negro, mujeres tristes, abatidas, encorsetadas en un rol secundario y pasivo, está también la joven madre, con el fruto de su deshonra entre los brazos..."
La vida llega, la vida marcha...

"Bring Me the Head of Alfredo García" (1974). Sam Peckinpah
Teresa (Janine Maldonado): La revuelta incontenible: "Kill him!", ¿"justicia retributiva" o "venganza" diferida de la víctima?

"Bring Me the Head of Alfredo García" (1974). Sam Peckinpah
Bennie (Warren Oates)

 A partir de aquí, ahora sí, el ritmo narrativo del film se desquicia en una persecución final que implica a todos los contendientes, y que nos conducirá a la única secuencia de proyectiles cruzados y muerte magenta a borbotones marca de la casa. Tras su pasajera victoria, Bennie, pertrechado tras sus sempiternas lentes de sol negras- por lo visto, aportación de Oates-, se hace por fin con la cabeza, y comienza un soliloquio alucinado y confesional -casi como si el propio Sam nos quisiera contar-, del que brotarán entre otras la palabras amargas con las que introduje estas reflexiones -es especialmente destacable la toda secuencia en la que el caza-recompensas aficionado para en una fonda para refrescarse, y tiene que lidiar con la sorpresa de un chiquillo al curiosear en el interior de su vehículo y localizar el extraño paquete-. Aquí también es imprescindible destacar la utilización del sonido incidental, de los golpetazos siniestros del cráneo putrefacto y asediado por las moscas contra las paredes del vehículo desvencijado, que dota al discurso narrativo de una expresividad mordaz.

 Nuestro héroe, enloquecido de pena, consigue llegar al final del camino, a la fortaleza desde la que arrancó la narración. Allí en un escenario plagado de mujeres vestidas de negro, mujeres tristes, abatidas, encorsetadas en un rol secundario y pasivo, está también la joven madre
, con el fruto de su deshonra entre los brazos. Y será la revuelta incontenible de esta mujer y sus circunstancias, que desataron la masacre por aquel mandato masculino aniquilador de su libertad, la que canalizará un viraje final de potente intensidad metafórica nuevamente. Obtenido ya el botín -en menor cantidad de la anunciada, como no podía ser de otra manera-, ella será ahora la que alce la voz, la que clame por la reparación, por la venganza: “Mátalo”. Y así será. La victoria de la dignidad, para ella y para nuestro antihéroe, al que solo le quedará ya una huida sin retorno hacia ninguna parte.

 En mi opinión, esta magnífica película, ya a estas alturas considerada de culto, nos muestra al Peckinpah más romántico, lastimero, ávido de justicia, dentro de su impenitente sello canalla. La dignidad de su personaje, es casi la dignidad de sí mismo. Y en su camino, en base a la entidad casi corpórea, en forma y fondo, de su legendario discurso sobre la violencia, nos proporciona en esta ocasión una potente línea de reflexión histórica y sociológica sobre la realidad del cuerpo golpeado, violentado o destruido de las mujeres, como también sobre la excepción moral que siempre pende sobre la sexualidad femenina

"Bring Me the Head of Alfredo García" (1974). Sam Peckinpah
American Poster

Bring Me the Head of Alfredo García
1974
USA - México
112 minutes
Directed by Sam Peckinpah
Screenplay by Gordon Dawson, Sam Peckinpah
Story by Frank Kowalski, Sam Peckinpah
Produced by Martin Baum

Cast:
Warren Oates: Bennie
Isela Vega: Elita
Robert Webber: Sappensly
Gig Young: Quill
Helmut Dantine: Max
Emilio Fernández: El Jefe
Kris Kristofferson: Biker
Chano Urueta: Manchot, the bartender
Donnie Fritts: John
Jorge Russek: Cueto
Chalo González: Chalo
Don Levy: Frank
Enrique Lucero: Esteban
Janine Maldonado: Theresa
Tamara Garina: Grandmother Moreno
Farnesio de Bernal: Bernardo
Ahui Camacho: El Chavito
Mónica Migue: Dolores de Escomiglia
Paco Pharrez: El Carpintero
Juan Manuel Díaz: Paulo
René Dupeyrón: Ángel
Yolanda Ponce: Yolo
Juan José Palacios: Juan
Manolo: Tourist Guide
Nery Ruiz: María
Roberto Dumont: Chavo
Armando Acosta: Waiter (uncredited)
Richard Bright: Bar Patron (uncredited)
Queta Carrasco: Market vendor (uncredited)
Conrad Hool: El Jefe's guard (uncredited)
Whitey Hughes: Bar Patron (uncredited)
Cecilia Leger: Party guest (uncredited)
Antonio Leo: El jefe's bodyguard (uncredited)
Velia Lupercio: Old woman (uncredited)
Rubén Márquez: Guest at baptism (uncredited)
Sharon Peckinpah: Nun (uncredited)
Garner Simmons: Hacienda Guard (uncredited)

Cinematography:
Alex Phillips Jr.
Edited by Garth Craven, Robbe Roberts, Sergio Ortega, Dennis E. Dolan

Resumen:
 Un rico y tiránico hacendado mexicano (Emilio Fernández), ofrece una recompensa de un millón de dólares por la cabeza de Alfredo García, que ha dejado embarazada a su hija. Bennie (Warren Oates), pianista de una cantina para turistas gringos, descubre a través de su novia Elita (Isela Vega), que Alfredo García murió en accidente de tránsito. Dispuesto a cobrar la recompensa emprende un viaje con Elita para decapitar el cadáver

Music by Jerry Fielding
Production companies: Optimus Films / Estudios Churubusco
Distributed by United Artists

*****
Comentarios de nuestros lectores:

- Francisco Huertas Hernández: "El western es el género de la conquista, pero toda conquista es una huida, un exilio, por ser un viaje, y todo viaje, toda travesía es una búsqueda. Pero aquellos que nada tienen, o que a nadie tuvieron, no regresan como Odiseo/Ulises, porque no existe una Ítaca para los "perdedores". Bennie, admirablemente interpretado por un secundario con talento, Warren Oates, aparentemente se mueve por la codicia. Y ese "movimiento" es el viaje "externo" en el carro rojo. Pero, internamente, hay otro viaje, el itinerario final, le long "voyage au bout de la nuit", una travesía por desérticas tierras mexicanas, donde solo el amor de Elita -soberbia Isela Vega- "redime" un mundo en el que la injusticia y la infelicidad reinan. El choque cultural entre mexicanos y gringos, entre canciones y violencia codiciosa, entre un colonialismo mercantilista y una cultura que ritualiza la muerte, sirve a Peckinpah para contar una historia de violencia patriarcal, pobreza y búsqueda de la salvación, con la magistral música de Jerry Fielding. María Verchili ha sabido diseccionar esta obra maestra del séptimo arte, de cuando el cine podía unir entretenimiento y belleza"

miércoles, 22 de diciembre de 2021

Diario de un profesor de Filosofía (VII). La confianza, entre la certeza y la duda. Epistemología del corazón. Francisco Huertas Hernández

Diario de un profesor de Filosofía (VII)
La confianza, entre la certeza y la duda
Epistemología del corazón
Francisco Huertas Hernández


Óptica Molina
Poeta Quintana, 42
03004 Alicante
Foto: Francisco Huertas Hernández
Miércoles 22 diciembre 2021
El buzón real donde Sus Majestades los Reyes Magos de Oriente recibirán, individualizadas, las cartas de los niños pidiéndoles juguetes. La infancia, esa época en que la confianza es certeza

 El último día de clase del aciago año 2021 nos pilló en miércoles. Y ahora los miércoles son mi día de paseo, entre el café en Darya con mi amigo Paco, y la clase de Filosofía de 4º ESO en el IES Dr. Balmis. Frecuento la calle Poeta Quintana, porque, a mi parecer, es la más hermosa de Alicante, junto a la Avenida de la Constitución, si bien aquella lo es por sus comercios, y ésta, por su arquitectura y su arbolado.
 En Poeta Quintana, que, por cierto, fue un olvidado -y mediocre- poeta español ilustrado, Manuel José Quintana y Lorenzo (1772-1857), de plúmbeo tono patriótico y epíteto fácil, pues, digo que en la calle dedicada al mal poeta hallamos buenos comercios. No hay en esta calle rastro de la crisis económica que ha dejado tantos locales cerrados por toda la ciudad. Uno de esos comercios nos acerca al tema del Diario que hoy quiero analizar: la confianza. Se trata de Óptica Molina, en el 42 de esa arteria tan concurrida cercana al Mercado Central. Un buzón "real" con tres aberturas para que los niños depositen sus cartas para cada uno de los Reyes Magos. A los niños les gusta esperar a los Reyes Magos porque traen regalos, confían en el misterio, oriental, como todos los misterios que se precien. Sin proponérmelo ese fue el tema que hoy apareció en la última clase del año de Filosofía de 4º ESO, con apenas media docena de alumnos: Máximo, Juan Carlos, Sebas, Nahicari, Romina, Yeremy

Óptica Molina
Poeta Quintana, 42
03004 Alicante
Foto: Francisco Huertas Hernández
Miércoles 22 diciembre 2021

 En esos días anteriores a las vacaciones en que los alumnos solo saben decir: "¡¡¡película, película!!!", sin importarles cuál ni para qué, yo solo les puse mi blog, este blog, y allí vimos que en el cine de juicios es decisivo distinguir entre certeza, opinión y dudaLos conceptos de certeza, opinión y duda son grados del conocimiento estudiados en la Epistemología en este tema. Son vitales porque permiten condenar o absolver a una persona. La seguridad en las pruebas -empíricas- apoyadas en la argumentación -racional-lógica- de los profesionales del Derecho son la garantía de un proceso judicial justo. La libertad, la vida y el honor de un ser humano dependen del grado de seguridad que se tenga de lo sucedido. El conocimiento no es un pasatiempo. En caso de duda el juicio (proposición, enunciado) no puede aceptarse ni negarse porque hay tantas razones a favor como en contra. Entonces suspendemos el juicio (ἐποχή, epojé: “estado de reposo mental por el que ni afirmamos ni negamos”). No puede condenarse a alguien si hay dudas. Pues todo ello me llevó a preguntarles por las certezas de su vida, aparte de morir -la única y fatal certeza de la vida-, y así, sin haberlo premeditado, surgió la gran cuestión: debemos tener "confianza", sin ella, no hay posibilidad de certeza, porque ésta es solo confianza en nuestra razón, o en nuestros sentidos, o en nuestra voluntad, como pareció querer decir Romina acerca de su futuro laboral. Un sinsabor, un rictus, no disimulado, experimenté al escuchar que no confían en la gente. Ninguno espera que un desconocido les devuelva el dinero extraviado, o el teléfono celular, ni siquiera confían en las personas que se presentan como amigas. Juan Carlos fue el primero en negar esa confianza en el ser humano. Jeremy dijo que en la Biblia se dice que no se puede confiar en el prójimo. Me pareció imposible, y Máximo buscó el pasaje de la Biblia: "Así dice el Señor: «¡Maldito el hombre que confía en el hombre! ¡Maldito el que se apoya en su propia fuerza y aparta su corazón del Señor! Será como una zarza en el desierto: no se dará cuenta cuando llegue el bien. Morará en la sequedad del desierto, en tierras de sal, donde nadie habita»" (Jeremías 17:5-10). Nahicari aclaró que el texto significa que el verdadero amor y, por tanto, la verdadera confianza, solo se deben a Dios. Invocar la Biblia para desconfiar de las personas va en contra del amor universal que el propio libro predica. Fue más la experiencia personal de un pesimismo antropológico basado en la "deslealtad" o "traición" a la confianza dada lo que hizo que se extendiera por la clase esa negación de la confianza en los "otros".

 Cuántas veces planteo yo la necesidad de la certeza para distinguir al verdadero amigo o el verdadero amor, pero bien respondió alguno al decir que, en cosa de sentimientos, solo hay opinión, creencia, que no certeza. Para René Descartes la certeza, o la evidencia, era un conocimiento claro y distinto, un convencimiento íntimo de la verdad de algo. ¿Pero la subjetividad de la certeza la distingue de la objetividad de la verdad? Esto no se planteó hoy en esta sesión. 

 La confianza es el motor de la vida. El Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua da varias acepciones, muy distintas entre sí. Una habla de la "esperanza firme que se tiene de alguien o algo". No es muy claro este significado. Otra acepción reza: "seguridad que alguien tiene en sí mismo", lo cual la acerca a la certeza. Pero una acepción fundamental es ésta: "ánimo, aliento, vigor para obrar". O sea fuerza de voluntad. La confianza pertenece a la voluntad, no al entendimiento, y es la bisagra que une la puerta de la razón y la puerta de la voluntad, del querer. Tenemos confianza en nosotros, o en la vida, porque tenemos esperanza, seguridad y ánimo. Vemos, entonces, que la confianza nos afianza, porque afianzar es "hacer que una cosa inmaterial adquiera firmeza o solidez". Nada de esto salió en la clase de hoy, donde la duda, la opinión y la certeza fueron solo palabras del Tema 4, pero el conocimiento no es un pasatiempo, como escribí hace un tiempo: el conocimiento es la manera en que nos relacionamos con el mundo, porque hasta la voluntad y el deseo se transforman en saber. Cuando amamos nos hacemos más sabios porque el amor nos saca de nuestro ensimismamiento y nos "abre" al mundo. Todo deseo es una forma de "intencionalidad". Y lo que nos espera fuera de nosotros son los "otros", las "cosas". A los otros, y a las cosas, se les conoce, porque se les ama, y se les desea. ¿Y qué es el amor sino confianza, certeza? Nada es más cierto que el amor que nos lleva hacia el mundo, más que las matemáticas y los argumentos filosóficos