"Diario de un Profesor de Filosofía (1989-2023)", o las desventuras de la ausencia de fama.
Bourdieu o el poder de ser escuchado.
Francisco Huertas Hernández
Club de lectores de "Diario de un Profesor de Filosofía (1989-2023)", de Francisco Huertas Hernández. Antiguos alumnos de la ESO. IES Dr. Balmis. Alicante. 12 septiembre 2024. Autor, Izan, Toni, Andreu, Dani, Álvaro y Aitana. Cafetería Los Moreno
Primero fue el cielo, y luego la tierra, donde una especie pudo conservar su memoria a través de signos. La pintura y la escritura fueron el rastro para que otros hombres posteriores se esforzaran en comprender qué fue de los que ya se fueron, y por qué dejaron signos para no ser olvidados.
Todo ser humano que se decide a escribir para expresar su interioridad o su análisis de lo exterior, entra en un reino autónomo que no le pertenece: los símbolos. El lenguaje humano es simbólico (contiene un sentido, que por convención o asociación, une un significante con un significado/sentido). El signo solamente señala. El símbolo apunta a un territorio de sentido inalcanzable para el niño, el lego o el distraído. El símbolo nos viene dado, su sintaxis debe ser aprendida, la combinación posible que tenga sentido, es la que se atiene a ciertas reglas de formación. En el lenguaje artístico, en el lenguaje literario, la expresión de esa interioridad queda en manos del receptor, que completa, interpreta, proyecta en el texto su propio mundo.
El gran problema de partida con el que se enfrenta el autor es ser valorado, o ser ignorado. Para reconocer el valor de la obra, primero ha de ser conocida. Pues bien, las desventuras del autor comienzan en el silencio con que el público ignora la obra de alguien que no ha sido agraciado con la fama. El valor estético de una producción únicamente llega con la recepción, pero toda recepción (positiva o negativa) ya es una muestra de reconocimiento del creador, es decir, de su fama, es decir, de su poder. El valor de la obra reside en el poder de su creador. Cuando un ex profesor de instituto, como yo, es ignorado por catedráticos de universidad, periodistas o críticos, no es por la calidad de su libro, sino por su condición de anónimo ciudadano sin fama.
Pierre Bourdieu (1930-2002) lo analiza así en "Ce que parler veut dire : L'économie des échanges linguistiques" (1982):
"Le pouvoir des paroles n'est autre chose que le pouvoir délégué du porte-parole, dont les paroles -c'est-à-dire, indissociablement, la matière du discours et la manière de parler- sont tout au plus un témoignage et un témoignage parmi d'autres de la garantie de délégation dont le locuteur est investi"
(El poder de las palabras no es sino el poder delegado del portavoz, y sus palabras —es decir, indisociablemente, la materia de su discurso y su forma de hablar— son como máximo un testimonio más de la garantía de delegación de que está investido)
Una sociología del lenguaje es expuesta por Bourdieu: la fuerza de un discurso depende no tanto del poder intrínseco de las palabras, sino de la autoridad del portavoz. Y si en esta jungla de obras y creadores, multiplicados en el espacio cibernético, se produce el filtro más necesario que nunca de los "escuchados" o "atendidos", no será la obra quien determine la escucha o atención, sino la fama del autor.
Las desventuras de quien esto escribe se resumen rápidamente: su discurso escrito, independientemente de su valor estético, literario, filosófico, histórico, no pasa el filtro de la atención de quienes gozan de mayor fama, siendo, quizás menos valiosos, pero más poderosos, porque ellos no escuchan ni atienden: ellos son escuchados y atendidos... son los portavoces del poder, que cierran el paso a quienes, como yo, carecen del poder, y, por ello, nos permitimos desvelar sus mecanismos inhumanos de dominación.
"Yo he venido aquí a hablar de mi libro", dijo certeramente Francisco Umbral (1932-2007) en un programa de televisión. Pero tanto el público, como la olvidadiza presentadora, sabían que el libro era lo de menos, lo de más era que Umbral ya era famoso, reconocido, y escuchado, independientemente de lo que escribiera...
Francisco Huertas Hernández
Domingo, 22 de septiembre de 2024