Diario de un profesor de Filosofía (2)
Virus, pensamiento y libertad
Fantasía de omnipotencia infantil y Naturaleza, según Freud y Winnicott
Don Quijote y Descartes
Francisco Huertas Hernández
Dando clase de Historia de la Filosofía (lectura del "Discurso del Método") en el patio.
2º Bachillerato A. Lunes 25 de enero de 2021
IES Dr. Balmis. Cerámica, 24. Alicante
Foto: Francisco Huertas Hernández
Retomo este sucedáneo de Diario de un Profesor de Filosofía. No pretendo recordar clases ni días sino estados del espíritu y meditar de paso al hilo de las clases.
Dando clase de Historia de la Filosofía (lectura del "Discurso del Método") en el patio. En la imagen segunda se ve mi cartera en mitad de la pista deportiva
2º Bachillerato B. Martes 19 de enero de 2021
IES Dr. Balmis. Cerámica, 24. Alicante
Foto: Francisco Huertas Hernández
Por razones varias bajé al patio del instituto tres veces a dar clase: dos con 2º Bachillerato B -tienen como aula el gimnasio y han pasado mucho frío-, y una con 2º Bachillerato A como se ve en la imagen de arriba. Me gusta dar clase al aire libre. Lo hice bastante con los alumnos de Psicología, pero eran menos y no había COVID y cabíamos todos en unos bancos junto a la Cafetería. Ahora es más complicado: nos piden distancia social, mascarilla, y menos mal que llevo un micrófono.
Este curso es insólito. El virus SARS-CoV-2 (Severe Acute Respiratory Syndrome Coronavirus 2), conocido como COVID-19, es un clado dentro de la familia de los Coronaviridae, género Betacoronavirus, subgénero Sarbecovirus, especie virus SARS (virus relacionado con el síndrome respiratorio agudo severo o grave). Tiene origen zoonótico (transmitido por algún animal al humano). Iniciado en Wuhan (China) se expandió rápidamente por el planeta hasta dar lugar a la mayor crisis sanitaria, económica y social conocida con millones de afectados y muertos, y todos los países paralizados.
La existencia de virus que pongan en peligro la supervivencia de la humanidad es un golpe a la soberbia (ὕβρις, hybris) tecnológica del antropocentrismo.
Sigmund Freud (1856-1939) escribió sobre las tres humillaciones del narcisismo humano ("Una dificultad del psicoanálisis", en "Obras completas". Editorial Biblioteca Nueva. Madrid 1968. Vol. II. Pág. 1110-1112)
La primera creer que la Tierra era estable y centro del universo, haciéndole sentir dueño del universo. Copérnico -y algunos precursores griegos como Aristarco- infligió la primera herida (ofensa física) a la ilusión narcisista humana.
La segunda creer que la especie humana era superior y dueña del resto de especies. Negó la razón al resto de animales, se atribuyó un alma inmortal y un origen divino y rompió todo lazo de comunidad con el mundo animal. Darwin puso fin a esta exaltación del hombre, descubriendo que es un animal más, que procede evolutivamente de otras especies. Esta es la segunda ofensa -la ofensa biológica- inferida al narcisismo humano.
La tercera es la humillación psicológica, la más terrible. El ser humano se creyó dueño de su alma, con una razón clara y una voluntad libre, ante las que el mundo se inclinaba. Un yo consciente dueño de sus actos. Pero esto no es así. En enfermedades como la neurosis el yo se siente inseguro y angustiado ante impulsos que proceden de regiones desconocidas de su mente. El psicoanálisis supone la tercera herida narcisista a nuestro amor propio: la vida instintiva de la sexualidad no puede ser totalmente domada en nosotros, y los procesos anímicos son inconscientes, nos dominan sin saberlo. El yo (conciencia) no es dueño y señor en su propia casa (mente). No es, por tanto, de extrañar que el yo arrogante no acoja favorablemente las tesis psicoanalíticas y se niegue tenazmente a darles crédito.
"Freud: The Secret Passion" (1962). John Huston
La biografía cinematográfica de Sigmund Freud protagonizada por Montgomery Clift empieza con el texto de las 3 heridas al narcisismo humano: la física (no es el centro del Universo), la biológica (no es el dueño del planeta), y la psicológica (no es el dueño de su mente, yo, razón o voluntad). Copérnico, Darwin y Freud destruyeron ese narcisismo (amor propio), esa fantasía de omnipotencia infantil
Donald Woods Winnicott (1896-1971), psicoanalista británico, siguiendo este análisis estudió el juego infantil señalando que "lo propio del juego es el desarrollo de un espacio imaginario entre la realidad externa y la interna, espacio donde pueda expresarse mágicamente el poder del control omnipotente de los deseos internos. Pero hay un límite, no se le puede confundir con la realidad".
"Justamente el juego desaparece si se le hace demasiado presente la realidad, tanto interna como externa, es decir, si en un juego de ”policías y ladrones”, o “médicos”, aparece intensamente el impulso agresivo o sexual, esto provoca la paralización del juego. Los mismos niños te dicen, “no vale, esto es un juego”, o “me has hecho daño, no juego”. Por otro lado desde una posición externa, excesivamente realista o racionalizadora, no puede aparecer el juego, por ejemplo decir “tú no eres médico”, puede provocar su interrupción"
El psicoanalista británico Donald Woods Winnicott contempla a unos niños jugando
Esto es lo que ha pasado con el coronavirus, nos ha "despertado de nuestro sueño dogmático" -como dijo Kant tras la lectura de Hume-. El "sueño dogmático" es la fantasía de omnipotencia infantil que, a través del juego de la ciencia, o más concretamente, de la tecnología, había hecho creer al ser humano que no tenía límites en su expansión -crecimiento económico, y control y destrucción de la Naturaleza-. Winnicott nos recuerda -a los niños grandes que somos- que la realidad (omnipotencia real de la Naturaleza) se ha impuesto. Nuestro juego ha quedado al descubierto: un animal trasmite un virus a un humano en Wuhan y la humanidad corre peligro de desaparecer, todos los modos de vida basados en el control tecnológico quedan paralizados. ¿Todos?
No, todos no. Internet sobrevive. La nueva naturaleza artificial, la burbuja en la pantalla. Millones de seres humanos confinados en sus casas conectados en red. La fantasía de omnipotencia infantil aún permanece. Compras masivas por Amazon, infinidad de interacciones en redes sociales (Instagram, Twitter, Facebook), teletrabajo, clases online, streaming como consumo cultural, gestión política y económica online...
La locura humana no ha cesado: el desarrollo acelerado de las vacunas contra el COVID, el ahorro para las empresas que supone el teletrabajo -como antes la deslocalización-, las nuevas oportunidades de negocio digital, con un flujo de capital que no ha disminuido sino desviado o estancado. Todo ello nos lleva a la pobre "razón" humana -tan limitada desde Hume, Kant, Darwin, Freud, la neurociencia, o la Inteligencia Artificial- a preguntarnos -poco más nos queda, como nos enseñó Sócrates- por "el puesto del hombre en el Cosmos" -aquel libro de Max Scheler-
¿Cuál es el lugar de la especie humana, con su razón, su ¿libertad?, su tecnología digital, y su neurosis de acumulación de capital y riqueza, en este planeta que se ha rebelado en forma de virus y cambio climático?
No sé responder, solo preguntarme. Y sería bueno parar, salir al sol, y preguntarnos juntos por esto. Bajo el sol porque es con la Naturaleza con la que tenemos que buscar la armonía perdida, no con las pantallas electrónicas.
"Дон Кихот" (1957). Григорий Козинцев
"Don Quijote" (1957). Grigori Kozintsev
Николай Черкасов - Nikolai Cherkásov (Don Quijote)
Юрий Толубеев - Yuri Tolubéyev (Sancho Panza)
Película soviética. Adaptación de la novela "Don Quijote" de Miguel de Cervantes
La libertad de un hombre loco es el ideal que niega la realidad inmoral. Él "ve" el ideal, que ha sido forjado en las lecturas, y quiere imponerlo
POSTDATA: El viernes 29 de enero de 2021 a las 8:30 aproximadamente, explicando en 2º Bachillerato A, se me ocurrió la siguiente relación de Don Quijote con la filosofía de Descartes. El personaje cervantino -que según algunos influyó en el filósofo francés- es un ejemplo de solipsismo (doctrina filosófica que defiende que el sujeto pensante no puede afirmar ninguna existencia salvo la suya propia). El solipsismo es el problema mayor que afronta el pensamiento de Descartes al quedar acorralado por la duda y salir de ella solo a través de su propia duda, su pensamiento, el "Je pense, donc je suis". Toda existencia externa queda comprometida si solo me conozco a mí mismo como sujeto pensante. Don Quijote, que abandonó sus asuntos de hidalgo empobrecido para dedicarse solo a la lectura de novelas de Caballerías, acabó viviendo únicamente en sus ideas "facticias" -usando el término cartesiano-, aquellos seres imaginarios que invadieron su mente, su yo. Toda la realidad, a la que salió acompañado de su fiel Sancho, no era sino una proyección de sus ideas facticias, donde había molinos ponía gigantes, y así sucesivamente. Pero la grandeza de Don Quijote de la Mancha fue "negar lo dado" -en términos hegelianos-, imponer el "ideal" de esas ideas imaginarias, pero guiadas por un profundo sentido moral, a una realidad desacompasada.
Sin saberlo, la novela de las novelas, ha vuelto a orientarme en la reflexión sobre el virus, el pensamiento y la libertad. No es la fantasía de omnipotencia infantil del hombre del siglo XXI atado a su tecnología la que le está (nos está) destruyendo, sino la pérdida de un "ideal" -facticio quizás-, pero profundamente "moral", recuperando aquí el primigenio sentido de la ética, que proviene del ἦθος (ethos), como "morada, residencia, lugar donde se habita".
Escribe José Luis López Aranguren (1909-1996): "Se usaba, primeramente, sobre todo en poesía, con referencia a los animales, para aludir a los lugares donde se crían y encuentran, a sus pastos y guaridas" ("Ética". Alianza Universidad Textos. Madrid. 1981. Capítulo 2. El principio etimológico. Pág. 21). Sí, es esa "morada" natural la que el ser humano ha olvidado a fuer de ser dominador del mundo.