Aleksandr Sujovó-Kobylin (1817-1903): "Смерть Тарелкина" (La muerte de Tarelkin) (1869).
Un dramaturgo ruso precursor de Kafka y el teatro del absurdo. El infierno de lo grotesco.
Francisco Huertas Hernández
Montaje teatral de "La muerte de Tarelkin" de Aleksandr Sujovó-Kobylin por la compañía de Vsevolod Meyerhold. Moscú. 1922
Александр Васильевич Сухово-Кобылин (1817-1903)
1870
Aleksandr Vasilyevich Sujovó-Kobylin (1817-1903)
La obra del dramaturgo y filósofo de Moscú Aleksandr Vasilyevich Sujovó-Kobylin (1817-1903) ha quedado relegada al estudio de los filólogos, y, sin embargo, su trilogía teatral escrita a mitad del siglo XIX es de una contemporaneidad inesperada. Estas tragicomedias grotescas anticipan el laberíntico mundo de la burocracia inhumana (Der Prozess) (1915) de Franz Kafka (1883-1924) y el teatro del absurdo de Alfred Jarry, Eugène Ionesco o Samuel Beckett. "Ubu roi" de Alfred Jarry (1873-1907), considerada la obra pionera del absurdo, se estrenó el 10 de diciembre de 1896, y las piezas de Ionesco (La Cantatrice chauve) y Beckett (En attendant Godot) son de 1950 y 1952 respectivamente.
Aleksandr Vasilyevich Sujovó-Kobylin nació en la aldea de Voskresensky, Moscú, el 17 de septiembre de 1817 en una familia noble y adinerada. Dotado de gran inteligencia, estudió física y matemáticas, y sintió pronta aversión a servir como funcionario civil, dedicándose a viajar por Europa y llevar una vida disipada. Su carácter, semejante al de su madre, Maria Ivánovna, era extremado y sujeto a bruscos cambios. Jorge Saura -traductor de "La muerte de Tarelkin", en la rara y única edición en español, publicada por la Asociación de Directores de Escena de España- habla del carácter despótico del dramaturgo, cruel con los sirvientes, y señala la fecha fatídica en la vida de Sujovó-Kobylin: el 9 de noviembre de 1850, cuando fue encontrado el cadáver de Louise Simone Demanche, amante del escritor, junto a la tapia de un cementerio moscovita. Un largo proceso de detención e investigación criminal comenzó contra el autor, hasta que el 25 de octubre de 1857 fue absuelto. Nunca se encontró al asesino, pero todas las sospechas recaían en el escritor, que acusó a sus criados del crimen. Sospecha Saura que Sujovó-Kobylin sobornó a los funcionarios judiciales.
Este acontecimiento alteró la vida del creador: el proceso, la cárcel y las torturas, han alejado de la frivolidad y la diversión al hombre hacia un deseo de venganza contra la administración de justicia, que se plasmará en su serie de tres obras de teatro: "La boda de Krechinsky" (Свадьба Кречинского) (1854), "El expediente" (Дело) (1861) y "La muerte de Tarelkin" (Смерть Тарелкина) (1869), que conforman la trilogía "Imágenes del pasado" (Картины прошедшего).
El autor tuvo una hija no reconocida en París con la aristócrata rusa N. Y. Nagúshkina, Louise, que se casó con Alexandre Dumas, hijo. Muchas mujeres cruzaron por la vida del dramaturgo: la baronesa de Bouglon fue su esposa, otra cónyuge fue una inglesa apellidada Fox, enterrada en Moscú, y hay indicios de una tercera esposa rusa desconocida. Sujovó-Kobylin vivía entre Francia y Rusia, administrando sus fincas, escribiendo sobre filosofía y traduciendo a Hegel. Hay testimonios de que este dandy medio europeizado, medio terrateniente tradicional ruso, aparentaba gran juventud a los 65 años. Y conforme envejecía más reaccionario se volvía, defendiendo los privilegios de la nobleza y exaltando la monarquía. Nombrado académico de honor de la Academia de Ciencias de San Petersburgo, murió el 11 de marzo de 1903 en su villa francesa de Beaulieu-sur-Mer, cerca de Nice.
Las tres piezas de "Cuadros de los tiempos pasados" (Картины прошедшего) sufrieron terrible censura, y sólo fueron reconocidas y representadas tras la Revolución. "La muerte de Tarelkin" fue prohibida hasta 1917 por la censura de Alejandro II, Alejandro III y Nicolás II. Leída hoy nos resulta una obra terrible, con ese poso infernal que toda sátira revela desde Gógol o Griboyédov. En la cárcel -donde estuvo seis meses en 1854- inició la escritura de estas piezas. "La boda de Krechinsky", definida por Jorge Saura, como una de las más brillantes comedias rusas, sobre un jugador arruinado, seductor y estafador -Krechinsky- que aspira a casarse con la hija de Muromsky, Lidochka, pero antes debe saldar sus deudas, y engaña a su prometida que le presta un valioso diamante, con el que se queda, vendiendo una copia falsa a un usurero. El pretendiente noble -Nielkin- deshará el engaño en el mismo momento de la boda. La historia se basa en un hecho real que escuchó el autor a un oficial, y ésta fue la única de la trilogía que pudo estrenarse y tener éxito en vida del escritor.
La segunda obra es más ácida. "El caso" o "El expediente" (Дело) es una sátira contra los funcionarios de justicia, y el autor la definió como "mi cuerpo y mi sangre, la escribí con mi bilis", aludiendo a su proceso y encarcelamiento. "Дело" era su venganza, una obra arrancada de la vida real y hecha con sangre, dice Sujovó-Kobylin en el prólogo. La trama continúa con los personajes de la anterior. Lidochka y Krechinsky son acusados de fraude. Y éste recomienda a Muromsky, padre de Lidochka, que soborne a un funcionario, y aquí es donde aparece Tarelkin, que informa a su superior, Varravin, del asunto. Varravin pide una altísima cantidad de dinero a Muromsky, que fracasa en su petición de ayuda a un príncipe. Varravin chantajea a Muromsky y consigue el dinero. Muromsky muere y el jefe corrupto Varravin se niega compartir el dinero con su subordinado Kandid Tarelkin. El nombre voltairiano del insignificante funcionario Tarelkin es un adelanto de los personajes de Kafka, pero mientras el Candide de Voltaire era tonto por ingenuo, Tarelkin es malo. En el universo sujoviano no existen personajes buenos, todos están habitados por una inhumanidad mecánica que les priva de compasión o amor. Sus figuras grotescas provienen de Nikolai Gógol (1809-1852) y Mijail Saltikóv-Schedrín (1826-1889), pero van más lejos, van a Kafka y Jarry.
"La muerte de Tarelkin" (Смерть Тарелкина) cierra la trilogía, y es la pieza más cruel de todas. Tarelkin se presenta ante el público en la primera escena informándoles de que quiere morir: "¡Está decidido!... no quiero vivir... La pobreza me ha consumido, los acreedores me han destrozado, mis jefes me han llevado a la tumba... Me muero. Pero no me voy a morir así, como un caballo cualquiera, no me voy a dejar morir como un idiota, según las leyes de la naturaleza... voy a morirme en medio del gozo y el placer... Resulta que en este apartamento viven juntas dos personas: Tarelkin y Kopylov. Tarelkin tiene deudas y Kopylov no tiene deudas. El destino ha decidido que Kopylov muera y Tarelkin viva. ¿Por qué he de ser yo, te pregunto, destino burlón? Mejor será que muera Tarelkin y viva feliz Kopylov"
(Т а р е л к и н (один). Решено!.. не хочу жить… Нужда меня заела, кредиторы истерзали, начальство вогнало в гроб!.. Умру. Но не так умру, как всякая лошадь умирает, — взял, да так, как дурак, по закону природы и умер. Нет, — а умру наперекор и закону и природе; умру себе в сласть и удовольствие; умру так, как никто не умирал!.. Что такое смерть? Конец страданиям; ну и моим страданиям конец!.. Что такое смерть? Конец всех счетов! И я кончил свои счета, сольдировал долги, квит с покровителями, свободен от друзей!.. Случай: на квартире рядом живут двое: Тарелкин и Копылов. Тарелкин должен, — Копылов не должен. Судьба говорит: умри, Копылов, и живи, Тарелкин. Зачем же, говорю я, судьба; индюшка ты, судьба! Умри лучше Тарелкин, а живи счастливый Копылов. (Подумав.) Решено!.. Умер Тарелкин!.. Долой старые тряпки! (Снимает парик.) Долой вся эта фальшь. Давайте мне натуру! Да здравствует натура! (Вынимает фальшивые зубы и надевает пальто Копылова.) Вот так! (Отойдя в глубину сцены, прилаживает пару бакенбард; горбится, принимает вид человека под шестьдесят и выходит на авансцену.) Честь имею себя представить: отставной надворный советник Сила Силин Копылов. Вот и формуляр).
En un acto teatral trastoca sus artificios (peluca, dentadura postiza, se pone el abrigo de Kopylov y unas patillas) adopta el aspecto de un hombre de sesenta años y se encorva avanzando hacia el proscenio. Pone un muñeco y pescado podrido en un ataúd y finge su propia muerte, la de Tarelkin, con la ayuda de Mavrusha, su cocinera. Esta es la mitad de la trama, la otra mitad es el entierro e investigación de la identidad del superviviente, donde el pretendido realismo de Sujovó-Kobylin ha desaparecido por completo.
Varravin, el jefe de Tarelkin, se presenta, buscando unos documentos robados por el subordinado, ahora muerto repentinamente, y que le comprometen con el chantaje y soborno de Muromsky. Los distintos funcionarios que desfilan por la escena son caricaturas repulsivas de sumisión, inmoralidad y codicia, dentro de la jerarquía burocrática de ineptitud y corrupción. Tarelkin pretende arrebatarle el dinero que Varravin no quiso darle con esos documentos comprometedores y huir. Varravin injuria sin límite al subordinado, negándole sus atributos humanos, ante el desconocido que resulta ser Tarelkin disfrazado de Kopylov, escondido observando todo. La irrupción de Raspliúyev eleva lo grotesco: este celador, funcionario glotón y tarado, servil y estúpido por igual, es el encargado de vigilar e investigar el caso, con unos documentos que no aparecen por ningún sitio. El falso Kopylov pronuncia unas extravagantes palabras de despedida de sí mismo, del falso finado Tarelkin, en las que cada cualidad ensalzada descubre una infamia. Varravin no se queda sin su ración de veneno en el panegírico fúnebre.
El acto segundo tiene a Tarelkin muy feliz con su venganza y su astucia felizmente llevada a buen puerto. Una vecina, colosal mujerona, Lyudmila, de cuarenta años, se presenta con unos niños, pidiendo que su padre, Kopylov, se haga cargo de sus hijos. Tarelkin que no tenía obligaciones familiares se ve amenazado ahora en su falsa identidad, pero despide con cajas destempladas a la solicitante. Los apellidos inventados por Sujovó-Kobylin son humorísticos, absurdos y larguísimos. Nos los ahorramos. También se presentan los acreedores de Tarelkin, pero ahora nadie puede responde por él.
Varravin hace un retrato repulsivo del físico del fallecido, de su hocico, su voz de balalaika gastada, de su piel sudorosa apestando a carne podrida. Y, entonces, mira de hito en hito al falso Kopylov y su jeta coincide con la descrita y su olor, aunque éste sabe defenderse aduciendo que Tarelkin tenía una hermosa cabellera y espléndida dentadura. Varravin extrae de una cómoda una peluca y una dentadura postiza. Le sujetan y se las ponen para reconocer si es Tarelkin.
En la comisaría, detenido el sujeto sospechoso de ser Tarelkin, o, peor aún, un duende, un trasgo, un lémur, un vampiro, que tomó la forma de Tarelkin y Kopylov, que han muerto, es largamente interrogado por el inspector Oj.
La locura no cesa de aumentar en el tercer acto, donde sometido a torturas y privación de agua, Tarelkin confiesa las más disparatadas cosas, acusando de ser sus cómplices a Varravin y demás. Raspliúyev, en busca de reconocimiento, se hace cargo de la instrucción, y detiene e interroga a cualquier persona, porque ahora la humanidad entera es sospechosa de complicidad con el ser vampírico que tiene el aspecto de Tarelkin. Finalmente, Tarelkin devuelva los papeles comprometedores a Varravin, éste le libera y le da dinero, y el desalmado Tarelkin termina la función, recuperando el aspecto de Kopylov, y mirando al público, dice: "Señores, ¿no necesitarán ustedes un intendente para su finca?... aquí tengo los certificados. De la experiencia no hay nada que hablar: ¡he pasado por todo! En cuanto a la honradez, ya lo han visto ustedes mismos: ¡he sido víctima de la verdad!"
(Т а р е л к и н (в глубине сцены снимает парик, вынимает зубы, горбится и принимает прежний вид Копылова. Потом обертывается и выходит на авансцену. Медленно окинув взглядом публику). Господа, вам не надо ли управляющего имением?.. имею вот аттестаты (показывает аттестаты); об опытности и говорить нечего: прошел огнь и воду! Насчет честности — сами видели: за правду страдал!..).
Varravin concluye la obra pidiendo a Tarelkin que se marche al infierno, donde no le rechazarán.
¿Qué hemos visto -leído? Una brutal sátira del aparato administrativo, intemporal y universal. El individuo desposeído de sus cualidades humanas al quedar subsumido bajo un rol social. El engranaje de la burocracia judicial que disuelve la inocencia del ciudadano bajo un manto de procedimientos y corrupciones. Los personajes de la farsa grotesca confunden lo burlesco y lo trágico: la burla es el inicio de la tragedia de la deshumanización del otro. En el mundo antiguo la tragedia era la marca del destino, la voluntad de los dioses ante la que el hombre nada podía oponer. En el mundo moderno, es el Estado, la Burocracia, la que ejerce esa función de un destino ante el que no hay rebelión. Pero si los héroes trágicos griegos tenían dignidad y luchaban, en el mundo moderno, la indignidad y miseria moral distancian a los personajes de un ideal heroico. La deformación y exageración de la estupidez, cobardía y avaricia humana en la farsa grotesca, van más allá de la crítica de instituciones y aparatos de poder, revelan la futilidad de la existencia humana. En Sujovó-Kobylin no hay amor, piedad, compasión o fraternidad. No hay saber ni belleza. El mal es la ausencia de verdad, bien y belleza. Y ese es el mundo de "La muerte de Tarelkin". De nuevo, la literatura rusa muestra su superioridad y anuncia la disolución absoluta del proyecto ilustrado: el nihilismo en su dimensión de lo absurdo. Seguramente ni Kafka ni Jarry ni Ionesco conocieron la obra de Sujovó-Kobylin, pero ésta fue alumbrada muchas décadas antes de que ellos escribieran.
Francisco Huertas Hernández
13 de septiembre de 2025