lunes, 24 de enero de 2022

"Don Quixote" (1957-1992). Orson Welles. Francisco Huertas Hernández. Invectiva. Nov. 1991. MHA. Folio 308

Invectiva
"Don Quixote" (1957-1992). Orson Welles
Francisco Huertas Hernández
Nov. 1991. MHA. Folio 308

"Don Quixote" (1957-1992). Orson Welles
Don Quijote (Francisco Reiguera)
El gran actor hispano-mexicano Francisco Reiguera Pérez (1899-1969) dio vida al hidalgo delirante de amor y hazañas guiado por los más nobles ideales caballerescos

""Don Quixote" fue concebido inicialmente en 1955 como una película de 30 minutos para la CBS titulada "Don Quixote Passes By". En lugar de ofrecer una adaptación literal de la novela de Miguel de Cervantes, Orson Welles (1915-1985) optó por traer los personajes de Don Quijote y Sancho Panza a la era moderna como anacronismos vivientes. Welles explicó su idea en una entrevista, declarando: "Mi Don Quijote y Sancho Panza están exacta y tradicionalmente tomados de Cervantes, pero no por ello dejan de ser contemporáneos". Welles explicó más tarde a Peter Bogdanovich: "Lo que me interesa es la idea de estas viejas virtudes anticuadas. Y por qué parecen seguir hablándonos cuando, según toda lógica, son tan irremediablemente irrelevantes. Por eso he estado obsesionado durante tanto tiempo con el Quijote... [El personaje] no puede ser nunca contemporáneo, esa es realmente la idea. Nunca lo fue. Pero está vivo de alguna manera, y está cabalgando por España incluso ahora... El anacronismo de la armadura de caballero de Don Quijote en lo que fue la época moderna de Cervantes no se manifiesta de manera muy aguda ahora. Yo simplemente he traducido el anacronismo. Mi película demuestra que él y Sancho Panza son eternos""

"Don Quixote" (1957-1992). Orson Welles
Don Quijote (Francisco Reiguera)

La lectura de libros de caballerías turbó el juicio al hidalgo Alonso Quijano. La lectura transforma inexorablemente al hombre en loco, profeta o amante. La lectura inicia al niño en el poder del contar lo que la imaginación abre tras las letras. El poder del vivir otras vidas, otros mundos. Alonso Quijano dejó de ser un hidalgo empobrecido y solitario, del que nada sabemos de su infancia o familia. El filósofo francés Michel Foucault (1926-1984) señala en "Les Mots et les Choses" que Don Quijote se elevó por la lectura de hidalgo a "Caballero" en constante búsqueda de los signos y las similitudes que le permitieran probar la verdad de las novelas (Le chevalier est constamment en recherche de signes et de ressemblances qui lui permettent de prouver la véracité des romans)

"Don Quixote" (1957-1992). Orson Welles
Don Quijote (Francisco Reiguera) & Sancho Panza (Akim Tamiroff)

La lectura de "El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha" (1605) fue una de las experiencias culminantes de mi vida. Siendo yo adolescente probé suerte en su lectura un verano, libremente, y, dadas mis limitadas vivencias y saberes, hube de abandonar la empresa, en espera de días de mayor madurez. Hube de alcanzar la edad de veintiocho años para entrar en sus páginas y quedarme en ellas para siempre, porque, si algo tiene la lectura de la novela de Cervantes es su verdad, más honda cuanto más desgarrada. La novela de las burlas, de la humillación del pobre loco alucinado y el garrulo labriego, se transforma poco a poco en un drama universal de la insensatez humana, del desaliento de la existencia. Quien mucho rio en su primera parte no dejará de llorar en su segunda, como yo lloré desconsolado con las burlas de los Duques y la derrota del Caballero en las playas de Barcelona, y su regreso vencido a la Mancha, a morir como Alonso Quijano, renegando de lo que fue, de lo que soñó: 

""-Señores -dijo don Quijote-, vámonos poco a poco, pues ya en los nidos de antaño no hay pájaros hogaño. Yo fui loco, y ya soy cuerdo: fui don Quijote de la Mancha, y soy agora, como he dicho, Alonso Quijano el Bueno""

"Don Quixote" (1957-1992). Orson Welles
Orson Welles & Akim Tamiroff
Set

Hablar de Don Quijote me emociona hasta la médula del alma. No hay en esa novela de novelas más que quebranto, fe, disparate, humillación, caminar sin fin, engaño, amor y certeza, una certeza moral que se impone a los burdos hechos de una triste España sin ventura. La certeza del Caballero de la Fe es un amor sublimado -a Dulcinea- y una protección inalterable de los héroes míticos que le permite "contemplar" la esencia moral de las cosas, el ser escondido tras la paranoia quijotesca. Este leptosomático -en la clasificación de los tipos morfopsicológicos de Ernst Kretschmer (1888-1964)-, idealista que sublima sus impulsos, introvertido místico, es "nuestro hermano", "nuestro yo íntimo", que, más allá de representar la miseria -y grandeza- de España revela el sentir más profundo del ser humano: su sueño como realidad suprema. Somos lo que soñamos ser, no lo que los barberos, curas y bachilleres nos dicen que somos. Esa aventura de la libertad infinita, desmesurada, de la locura, del sueño lúcido, de la exigencia ética del "deber ser" que arremete contra todos los empirismos cobardes de quienes nos aconsejan "¡vivan las cadenas!" -esa tan españolísima divisa-

 A Miguel de Cervantes,
J. S. Bach, L. van Beethoven, J. Bergamín y L. N. Tolstoi

 Morid, canalla espuria que mi vida reducís a humillación y soledad. Morid, matadores ignorantes de mi vida, morid para que yo viva. Mi miedo y mi analepsia os han crecido para reducirme a este triste estado de abatimiento fatal.

 ¿Por qué me ofendéis? Alimento de endriagos y alimañas soy, triste galeote de vuestras burlas crueles.

 Sabed que en los nidos de antaño ya no hay pájaros hogaño.

 Nuestro Señor Don Quijote, virgen y mártir, al entender de Bergamín, da con sus huesos en la dura tierra, es pisoteado, apaleado, burlado y ofendido, y la turbamulta inicua le hace pagar cara su fe y su amor, su piadoso y casto amor. Párome a contemplar la vida, lejos de la fuerza vigorosa de Konstantin Dmitrievich Lievin, lejos aún de Julian Sorel, y, a veces, horriblemente próximo a Akadi Akakievich y a Iliá Ilich Oblomov y a Bernardo Soares; observo con pavor y aflicción la sucesión triste de los días, y, a mi lado, oigo el paso de las Dulcineas metamorfoseadas, antaño Aldonzas, cual ésta que ahora ocupa mi pensamiento, y maldigo mi oblomovismo mísero, encadenado en la torre del tedio y el enervamiento, Segismundo triste de los siglos actuales, maquinistas y laberínticos, caótico tiempo de soledad autosatisfecha. Invoco al caballero andante cuyo valeroso brazo ganó mil batallas, deshaciendo tuertos y agravios, vencedor de endriagos, gigantes y lugares comunes. Dadme, señor, vuestra vehemencia de fanático piadoso, de amoroso esforzado; conquiste yo la luz, álceme yo a la fama. Alonso Quijano, el bueno, aguerrido creyente, humano doliente de la sinrazón de la razón, deshacedor del común sentido por tenerle propio. “Yo sé quien soy” clama después de una mano de palos, y porque la razón de los cabreros cabrones, de los curas, barberos, canónigos y caballeros pisaverdes con sus estúpidas cuitas amorosas, no atañe al señor de los sueños, y no se somete a su imperio universal. No ha perdido el juicio, porque los que le juzgan y se lo quitan, no pueden juzgarle, irritados, coléricos, burladores, enemigos de la diferencia, del “Yo sé quien quiero ser” unamuniano cervantino. Don Quijote ha conocido el horror y la piedad porque ha visto el mundo desde dentro, desde la sinrazón que a la razón da sentido y que descubre la impostura del orden de la sumisión a la ley del tópico, de la mentecatería adorada por la canalla infame.

 Y porque fuera del tópico sólo queda la locura...

Francisco Huertas Hernández
Invectiva
Memorias de un Hombre de Acción. Folio 308
Noviembre 1991

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Sublime

jdavdlopezsalas dijo...

Emotivo y profundo texto que cala. Sobran comentarios.

Anónimo dijo...

Queda uno exhausto. Silencio. (Porque es lo que corresponde para asimilar tanto).