Sólo amamos el espacio y el tiempo
Reflexión filosófica: ciudades, tango, amor y memoria
Nuevas ideas. Último día antes de jubilarme
Video Reflexión nº 1
Viernes 22 de diciembre de 2023
Francisco Huertas Hernández
Video-reflexión
Sólo amamos el espacio y el tiempo. Reflexión filosófica: ciudades, tango, amor y memoria
Por Francisco Huertas Hernández. Nuevas ideas. Último día antes de jubilarme
Felices fiestas
Viernes 22 de diciembre de 2023. Alicante
"...determiné, consultándolo primero con la Grajal, de pasarme a Indias con ella a ver si, mudando mundo y tierra, mejoraría mi suerte. Y fuéme peor, como vuestra merced verá en la segunda parte, pues nunca mejora su estado quien muda solamente de lugar, y no de vida y costumbres"
Francisco de Quevedo Villegas (1580-1645): "Historia de la vida del Buscón llamado don Pablos; ejemplo de vagamundos y espejo de tacaños". Libro III (1626)
"Me acobardó la soledad
y el miedo enorme de morir lejos de ti...
¡Qué ganas tuve de llorar
sintiendo junto a mí
la burla de la realidad!
Y el corazón me suplicó
que te buscara y que le diera tu querer...
Me lo pedía el corazón
y entonces te busqué
creyéndote mi salvación...
Y ahora que estoy frente a ti
parecemos, ya ves, dos extraños...
Lección que por fin aprendí:
¡cómo cambian las cosas los años!
Angustia de saber muertas ya
la ilusión y la fe...
Perdón si me ves lagrimear...
¡Los recuerdos me han hecho mal!
Palideció la luz del sol
al escucharte fríamente conversar...
Fue tan distinto nuestro amor
y duele comprobar
que todo, todo terminó.
¡Qué gran error volverte a ver
para llevarme destrozado el corazón!
Son mil fantasmas, al volver
burlándose de mí,
las horas de ese muerto ayer..."
"Como dos extraños" (1940). Tango. Letra: José María Contursi (1911-1972). Música: Pedro Laurenz (1902-1972)
Francisco de Quevedo, al final de su novela picaresca "El Buscón", sentenció moralmente: "nunca mejora su estado quien muda solamente de lugar, y no de vida y costumbres". Por mucho que el hombre huya no limpia sus culpas. Cambiar de espacio no modifica nuestra conducta. El humano ha recorrido los espacios de la tierra, el agua y el cielo agrandando su "horizonte" mas no por ello ha mejorado moralmente. De la cueva hemos pasado al rascacielos, del árbol al hotel, de la selva al boliche. Los espacios que habitamos están llenos de oportunidades para nuestro desarrollo social, laboral, de ocio. El ser humano no se cansa de buscar lugares que hollar, conquistar, habitar, construir. No contento con los desiertos, las selvas y los hielos del Polo, se sumergió en las fosas marinas con batiscafos, navegó por el universo con cohetes espaciales, o "viajó" (investigó) cuánticamente por el interior de la materia. No hay espacio que se le resista, ni espacio que le haga feliz. "Muda de lugar mas no de costumbres".
El poeta ciudadano José María Contursi escribió el tango "Como dos extraños" en el que se revela la naturaleza del tiempo como sustancia del amor. Alguien quiere recuperar un antiguo amor, atemorizado por la soledad, mas únicamente halla vacío: "Y ahora que estoy frente a ti / parecemos, ya ves, dos extraños... / Lección que por fin aprendí: / ¡cómo cambian las cosas los años! / Angustia de saber muertas ya / la ilusión y la fe...".
Cada cual tiene sus referentes y éstos son dos de los míos, y de cualquier fuente podemos extraer enseñanzas y conceptos. En Quevedo intuimos la importancia del espacio como dimensión vital, y en Contursi, la del tiempo.
El ser humano sólo ama el espacio y el tiempo, aunque crea amar lo que estos contienen: personas, animales, objetos, acciones...
El ser humano ama el "espacio" porque vive en él. Pero, ¿qué es el "espacio"? Isaac Newton (1642-1727) postuló "el espacio absoluto, en su propia naturaleza, sin relación con nada externo, que permanece siempre igual e inmóvil" (Absolute space, in its own nature, without relation to anything external, remains always similar and immovable), pero también sostuvo la existencia de un "espacio relativo" (Scholium to the Definitions in "Philosophiae Naturalis Principia Mathematica". 1689). Por supuesto, Albert Einstein (1879-1955) modificó esta concepción del "espacio absoluto". En el universo de Einstein, el espacio y el tiempo ya no son planos (como suponía Newton), sino que la materia puede empujarlos, estirarlos y deformarlos. La gravedad es más intensa donde el espacio-tiempo está más curvado y desaparece donde es plano.
Ateniéndonos a una concepción familiar del espacio, como "continente" de realidades físicas (masa-energía), el ser humano "habita", como hemos dicho, los "espacios" (lugares) del espacio. El ser humano vive en el espacio de la ciudad, del campo, hace excursiones a la montaña -senderismo-, al mar, al bosque... La ciudad y la naturaleza son sus "espacios". El humano ama el "habitat" (lugar de condiciones apropiadas para que viva un organismo, especie o comunidad animal o vegetal), porque es capaz de construir cualquier espacio como "habitat". La especie humana es la única que no se adapta al espacio (habitat) natural, sino que adapta el espacio a sus necesidades superfluas de comodidad, lujo y progreso: "construye" "espacios artificiales": Países Bajos ganó hasta el 20% de su superficie terrestre al mar (pólders); hay estaciones de investigación en la Antártida, con temperaturas de -80º Celsius; y la Estación Espacial Internacional está a 420 kms de la Tierra, fuera de la atmósfera (la línea de Kármán, a una altitud de 100 kilómetros, es el límite entre la atmósfera y el espacio). La "técnica" es la herramienta que "crea" esos "espacios nuevos", "artificiales".
Y en el espacio en el que el humano desarrolla su vida social, emocional, el "lugar" del amor y de la muerte, del trabajo y la diversión, de la concentración y la dispersión, ha ido siendo "ocupado" en la misma medida en que hemos "sembrado" en él nuestros afectos, vínculos y operaciones (trabajo). Por eso, sólo amamos el espacio, más allá de las personas, animales u objetos que lo "ocuparon".
Y amamos el tiempo. El tiempo. ¿Qué es el tiempo? Isaac Newton lo define así: "El tiempo absoluto, verdadero y matemático, por sí mismo, y por su propia naturaleza fluye equitativamente sin tener en cuenta nada externo, y por otro nombre se llama duración: el tiempo relativo, aparente y común, es alguna medida sensible y externa (ya sea exacta o desigual) de la duración por medio del movimiento, que se utiliza comúnmente en lugar del tiempo verdadero" (Scholium to the Definitions in "Philosophiae Naturalis Principia Mathematica". 1689)
El ser humano "intuye" la existencia de un tiempo como "contenedor" de "vivencias", el "tiempo absoluto" newtoniano, que fluye (pasa) inmisericorde. La conexión del tiempo y la vivencia -en especial los afectos (amor)- es uno de los descubrimientos más terribles que hemos de afrontar: todo amor, todo vínculo emocional no es más que tiempo, pasa y desaparece.
Vivimos en el tiempo porque vivimos en la "memoria". La memoria es tiempo. El "tiempo" del recuerdo (el "pasado") y el "tiempo" de la esperanza, de la ilusión y del proyecto (el "futuro"). ¿Y el "presente" es "tiempo"? El presente es el "instante" (momento único e irrepetible en el transcurso del tiempo. No tiene duración) que se disuelve en la nada, en tanto que cuando intenta ser "apresado" se ha convertido en pasado. Y hay una psicología del "Carpe Diem" (DRAE: "exhortación a aprovechar el presente ante la constancia de la fugacidad del tiempo"), pero si el presente es instante, y el instante carece de duración, ¿entonces cómo vivir en ese instante-nada? Estamos "arrojados" a la existencia como tiempo del vacío (presente), de lo acabado (pasado) y de lo no empezado (futuro), es decir, el tiempo es el no-ser. Esa "fugacidad de la vida", percibida en el presente y en el recuerdo del pasado, o en el temor de un futuro, que, acaso será tan efímero como lo ya ido, nos lleva a "fijar" las "vivencias" -sentidas como "a-temporales"- a salvo de su sustancia íntima: el tiempo.
Por eso, cuando nosotros amamos a otras personas, esas personas con las que establecemos el "vínculo" amoroso están en el tiempo -y en el espacio-. Immanuel Kant (1724-1804) entendió que el tiempo es la condición de posibilidad de todas nuestras representaciones, es decir, de nuestro conocimiento. Todas las cosas las experimentamos en el tiempo, es decir, en sucesión, una tras otra. Por eso, el tiempo es la forma pura de toda intuición.
Si vamos más allá del conocimiento de los fenómenos y nos situamos en la "vivencia" (Erlebnis) -exclusiva, parece, de los humanos, ya que los animales tienen "vida" (Leben), pero no tienen conciencia de sus "experiencias vitales"- esa forma en que "sentimos nuestra vida", Wilhelm Dilthey (1833-1911) explicó que en la "vivencia" se unen la actitud y el contenido. El contenido de toda vivencia se expresa como valor, como emoción, e implica un "vínculo" con personas o acciones. Las personas -animales u objetos- amados, odiados, admirados, temidos únicamente se relacionaron con nosotros en el tiempo. Cuando nos hablan de "amar el amor", más allá de las personas sobre las que recae ese "vínculo", se está aludiendo a que el amor es amor al tiempo. Cuando dos personas que se amaron se reencuentran y se "sienten" "como dos extraños", se manifiesta el poder del tiempo, que los unió y, más tarde, los separó. No somos dueños de los afectos que se desarrollan en el tiempo, sino que el tiempo mismo "crea", "mantiene" y "destruye" esos "vínculos", y, en el recuerdo posterior, nuestra "vivencia" no recae en aquella persona, ni en el "vínculo" con ella, sino en los momentos vividos juntos, en la "extraña sensación de soledad" que deja el "paso del tiempo". Sólo amamos el tiempo en donde esa persona estuvo "pasando" con nosotros. Los ancianos no recuerdan más que el tiempo. Los niños y adolescentes no anhelan más que el tiempo. Las personas que discurrieron o discurrirán en ese tiempo ido o no venido son accesorias... porque sólo amamos el tiempo.
Francisco Huertas Hernández
Sábado, 23 de diciembre de 2023
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Comentarios de nuestros lectores:
- Amelia Antón Albentosa: "Interesante reflexión, aunque creo que más que al tiempo y al espacio, el ser humano ama al ser que amó en pasado o en presente, y el ser que ocupó el espacio más que al mismo espacio, e, incluso, te diría que ama a su propio ser en otro espacio y otro tiempo. Esto creo que nos dará para un debate.
Para mi forma de verlo: “Solo amamos EN el espacio y EN el tiempo” ¡Feliz Navidad! Si eres capaz de pensar todo esto cuando aún no estabas jubilado, ahora que tienes más tiempo… ¡qué bueno para compartirlo!"
- Emilio Porta: "Un escritor nunca se jubila. Mejor, digamos que has dejado atrás, en lo que percibimos como tiempo, tu puesto como docente. Pero una cosa es ser y otra estar. Respecto a uno de los temas que tocas... lo vivido, quiero pensar que lo mejor, siempre es eterno en nuestra memoria. Mientras tenemos vida y si las facultades mentales permanecen sin deterioro. El paso del tiempo puede cambiar la percepción, no obstante, pero no destruirla. No somos nada sin memoria"
- Miquel Amorós: "Excelente reflexión y, por lo tanto, mis felicitaciones. Sin embargo es posible desarrollar un dispositivo de análisis contrafáctico: la presente reflexión quizás peca de fisicalista. La solución de continuidad pudiera ser metafísica, a partir de Agustín de Hipona: "pondus meus, Amor meus"; también existe la posibilidad de amar lo Absoluto, lo Inefable, aquello que está más allá de cualquier juego de lenguaje (Wittgenstein), lo que nos muestra aquello que está más allá de todo el conjunto de proposiciones veritativas que constituye el juego de lenguaje de la ciencia física. Así, la intuición de Agustín acerca del Amor como forma gravitatoria a la que tienden todos los entes podría ser superpuesta sobre la concepción newtoniana del espacio y del tiempo. Bajo esta óptica podría existir un amor intelectual hacia lo inefable Absoluto, por ejemplo inmanente en la Naturaleza (Baruch Spinoza), presente también en las experiencias de los románticos alemanes frente a lo Absoluto. Este Amor Absoluto trascendería el tiempo; también a algunos humanos les es dada la posibilidad de obtener este conocimiento.
En otro orden de cosas, mis felicitaciones por la jubilación: no es un punto final, solamente un punto y aparte en el ejercicio del pensar ligado a la vida.
M. Amorós"
- Antonia Conesa López: "Francisco, una reflexión profunda y un pensamiento valiente en tu despedida como docente. Así que me imagino que por ello mismo, seguirás ejerciendo como filósofo, aprendiz, escritor, enseñante y más... Eso sí, desde otros ámbitos y otros espacios y tiempos. Y que además, lo disfrutes mucho.
Por cierto, y confiando en que también mi reflexión o pensamiento pueda contribuir a parte de tu reflexión, decir que los vínculos del ser humano y su estilo de vínculo no están necesariamente ligados al amor, espacio y tiempo sino a cómo los aprendió en el pasado desde su infancia y más adelante, desde sus otras experiencias.
Y que, precisamente, estar conectados al presente puede ser sanador, para cuando "lo que toca" es desligarse del pasado desde la culpa... o dejar de ansiar vivir en el futuro, desde la preocupación y el miedo excesivos.
Pero, bueno... esto es sólo otra perspectiva y reflexión diferentes.
Lo único seguro y permanente en el hombre es, paradójicamente, el cambio, aunque nos resistamos a él.
Y el éxito y el equilibrio vitales nos viene desde nuestra capacidad para adaptarnos y de nuestra capacidad para ser flexibles...Y ambos se pueden aprender"
6 comentarios:
Buen reporte para acabar una impecable carrera profesional
Gracias lector
Solo amamos el tiempo y seguimos amando a través del tiempo.Podemos poner excusas para aliviar nuestro dolor,nuestra soledad, nuestros miedos" . Extraños? Si tienes esa sensación al ver a personas que amastes en el pasado,ten por seguro que nunca los has amado.....
Excelente reflexión y, por lo tanto, mis felicitaciones. Sin embargo es posible desarrollar un dispositivo de análisis contrafáctico: la presente reflexión quizás peca de fisicalista. La solución de continuidad pudiera ser metafísica, a partir de Agustín de Hipona: "pondus meus, Amor meus"; también existe la posibilidad de amar lo Absoluto, lo Inefable, aquello que está más allá de cualquier juego de lenguaje (Wittgenstein), lo que nos muestra aquello que está más allá de todo el conjunto de proposiciones veritativas que constituye el juego de lenguaje de la ciencia física. Así, la intuición de Agustín acerca del Amor como forma gravitatoria a la que tienden todos los entes podría ser superpuesta sobre la concepción newtoniana del espacio y del tiempo. Bajo esta óptica podría existir un amor intelectual hacia lo inefable Absoluto, por ejemplo inmanente en la Naturaleza (Baruch Spinoza), presente también en las experiencias de los románticos alemanes frente a lo Absoluto. Este Amor Absoluto trascendería el tiempo; también a algunos humanos les es dada la posibilidad de obtener este conocimiento.
En otro orden de cosas, mis felicitaciones por la jubilación: no es un punto final, solamente un punto y aparte en el ejercicio del pensar ligado a la vida.
M. Amorós
Gracias lectora
Gracias Miquel por este enfoque trascendente, aunque invoca necesariamente una vivencia mística que, como tal, se da en un espacio y un tiempo sublimados
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