jueves, 24 de octubre de 2019

Cinéma surréaliste: Germaine Dulac. Prosas superrealistas I. Francisco Huertas Hernández


Le cinéma surréaliste: Germaine Dulac (1882-1942)
Prosas superrealistas I
Francisco Huertas Hernández



"La Souriante Madame Beudet" (1923). Germaine Dulac
La obra maestra de la directora de cine francesa, iniciadora del surrealismo en el cine

Germaine Dulac (1882-1942) fue una de las primeras directoras de cine. Periodista, guionista, productora, crítica de cine, feminista. Comenzó en 1916. Realizó "La Fête espagnole" (1920), "La Belle Dame sans merci" (1921), "La Mort du Soleil" (1921), "La Souriante Madame Beudet" (1923) -su obra maestra-, "La Coquille et le Clergyman" (1928), "Disque 927" (1927), "Thèmes et Variations" (1928), entre otras

Germaine Dulac
Magazine "Mon Ciné". 25 Octobre 1923
"Germaine Dulac est la seule femme française metteur en scéne. Elle débuta dans le journalisme, puis se lança dans le cinéma, après avoir fait jouer une pièce de théâtre. Elle a infiniment de talent et est à l'avant-garde de la cinématographie française et même mondiale. Nous consacrons dans ce numéro un article à cette animatrice de valeur"

"La Souriante Madame Beudet" (1923). Germaine Dulac

"L'Invitation au voyage" (1927). Germaine Dulac

"La Coquille et le Clergyman" (1928). Germaine Dulac

"La Coquille et le Clergyman" (1928). Germaine Dulac 
"La concha y el reverendo"
Película surrealista francesa con guión de Antonin Artaud dirigida por una mujer. Una obra pionera anterior a las dos películas surrealistas de Luis Buñuel


 Detrás de uno hay sirenas y dragones que se acuestan temprano y duermen en frascos de vidrio que ponemos en la repisa y les miramos con espanto dormir aunque cuando despiertan nosotros les hemos dado la espalda. Hay kilómetros de vergüenza y semáforos de colores atropellados y ciclistas sin bicicleta con las rodillas sangrientas y corderos que balan y haraganes y arpías y todo eso nos duele pero nos es indiferente casi siempre. Detrás está el miedo y delante la ley. Hombres que miran deprisa y estancias de extraños aromas y lodo y piel desescamada en las esquinas y viento. Juntamos las manos pero nuestra cabeza arde porque la vida es cruel y los problemas son siempre llama que arde en los mástiles del entendimiento. Detrás hay monstruos que gimen y les tenemos lástima porque son nuestros proyectos fracasados y nuestras legítimas derrotas que nos embargan aunque bebamos whisky y nos quitemos la ropa. El sol viene y va como una princesa caprichosa, ora brillante, ora apagada, de vestidos cansada y de versos cantada. La luna ronda las ventanas con tesón, con denuedo, con ceremonia. Hay algo detrás de ella, detrás del sol, detrás de las estrellas que aún resplandecen en el firmamento, y no sabemos si nos amenaza o nos atenaza o nos amordaza. Si es bien para nuestros compungidos corazones todo ese misterio que sostiene el vientre del cielo que nos cobija, o, quizá, el peor designio imaginado. Dormimos con las órbitas de los planetas en los ojos y moradores de galaxias imposibles en la memoria que acaso fue fundida con esos metales de más allá de la Vía Láctea. Con abismos de alas y de dados, con sueños de aves y de oro, con todo ese trajín de cosas y de hilos que componen la tela de los sueños y de los despertares. Detrás hay oscuridad y hay obsesiones y hay manos que aprietan nuestros tobillos y nos impiden alejarnos y bebernos el vino que han dejado en la mesa, pero las sirenas y los dragones quizá nos mirarían beber porque siempre están a nuestras espaldas con sigilo, con certeza. Amontonamos la arena y luego la marea se la lleva. Amontonamos la dicha y luego el olvido se la lleva. Detrás, siempre hemos dejado algo detrás: monedas, sombras, papeles, llaves, monstruos, miedo, arena, dicha, el sol, la oscuridad, las obsesiones, las manos que nos aprietan, nuestra espalda. Detrás. Siempre las cosas y los hilos que nos tejen y nos destejen, detrás. Detrás. Y volverse no sirve porque entonces, en la repisa, en los frascos de vidrio, las sirenas y los dragones duermen y las manos han desaparecido. Sólo hay nada. Y el miedo está entonces delante porque sigue a nuestras espaldas, porque nunca sirve darse la vuelta.

Francisco Huertas Hernández (texto surrealista original)
Noviembre de 2001




2 comentarios:

ACORAZADO CINÉFILO dijo...

El cine surrealista es el intento de reflejar visualmente el mundo inconsciente de los sueños, que el psicoanálisis acababa de abrir. Freud no fue muy partidario del cine y no lo conideró apto para traducir el contenido manifiesto de los sueños. Mientras la poesía surrealista surgida con el "Manifeste du surréalisme" (1924) de André Breton apostó por el "Principe de l'écriture automatique" y los "Collages de fragments de phrases", el cine surrealista superpuso planos para crear condensaciones y escapó de cualquier lógica narrativa y temporal. Las "visiones oníricas" reflejadas en películas de Dulac, Buñuel, Cocteau o Man Ray intentan plasmar una escritura automática visual. Era un arte provocador ("Épater le bourgeois") que se usaba como arma para escandalizar la moral burguesa, de raíz católica. Un ateísmo, hedonismo e iconaclasia paradójica (creadora de imágenes insólitas pero destructora de iconos de la tradición) recorrían las venas de este estilo. Aún hoy ver "Un chien andalou" o "L'âge d'or" de Buñuel y Dalí impacta por su audacia

Laura dijo...

Pienso que quienes veneran y gozan con este género de cine, encuentran poderosas fuerzas para hacerlo. Y es que, absolutamente cierto, que este género las tiene y quienes lo plasman las conocen y saben perfectamente utilizar.