lunes, 3 de agosto de 2020

Metamorfosis del espíritu (Poema nietzscheano). Francisco Huertas Hernández

Metamorfosis del espíritu (Poema nietzscheano)
Francisco Huertas Hernández



Amanecer en playa del Postiguet. Alicante. 17 de marzo 2015
Fotografía de Francisco Huertas Hernández


Fuego primigenio, polvo, estrella,
Roca, agua, carbono, carne,
Sangre, voz, espíritu.
Carrusel de figuras del ser.
Y en todas un sonido: onda mecánica, aullido o lengua.
Y el primer sonido humano: el grito.
Grito de dolor de la obediencia.
¿El espíritu obedece al fuego?
Eones de carga y fatiga.
Camello: primera metamorfosis del espíritu.
Y el desierto se hace sabana:
Arena deviene hierba.
León: segunda transformación del espíritu.
El ocaso es su cenit.
Rugido y garra.
Destrucción, copulación.
Y la sabana deviene aldea.
Y en la aldea juega el niño
Niño: tercera metamorfosis del espíritu.
Su espíritu no obedece ni ruge,
Solo imagina mundos,
Creando en el juego 
Un eterno ciclo de decir sí a la vida.
Juega y olvida.
Ríe, salta, canta,
Pero no razona ni trafica con el silogismo.
¿Qué puede el niño que no puede el león?
Crear su vida sin temor ni venganza,
En la hora de la sombra más corta.
El espíritu se hace niño en el mediodía,
Cuando todo es luz vertical
Y las sombras del ideal y el resentimiento 
Ya no borran el poder del sí

Francisco Huertas Hernández
13 de marzo de 2019


2 comentarios:

Unknown dijo...

Buen trabajo

MARCELO dijo...

Cuando tuve trece años había un libro de tapas endebles que rezaba un titulo intraducible para mi “Así hablo Zaratustra” el autor era Friedrich Nietzsche, solo tuve que entrar en la primera pagina para darme cuenta de que cuando terminara el libro mi mundo serio distinto, ni mejor ni peor. Solo seria distinto y así ha sido por décadas, cada ves que abro las cortinas de la ventana de mi cuarto veo abrirse aquel libro que me dejo una forma diferente de ver al mundo que me rodeaba, así de fuerte es la esperanza que tengo, en escuchar al metal contra la mesa donde estudio, golpeando hasta formar ampollas en el cerebro. La poesía es como el tronar de los dedos contra las hojas que pasan…