domingo, 28 de agosto de 2022

La esencia. "Robin and Marian" (1976). Richard Lester. Francisco Sepúlveda Priego. Reflexión lírico-filosófica sobre el tiempo y la esencia humana

La esencia
"Robin and Marian" (1976). Richard Lester
Reflexión lírico-filosófica sobre el tiempo y la esencia humana
Francisco Sepúlveda Priego


"Robin and Marian" (1976). Richard Lester
Robin Hood (Sean Connery) lanza la flecha cuyo blanco será el punto exacto donde converjan finalmente su muerte y su amor

"... impermeable al paso de los años y al desgaste de las arenas del tiempo, un gesto característico puede constituir la captura más exacta de nuestra esencia"

 Un martes cualquiera. Son las 7 de la tarde. Acabo de salir de la oficina y decido volver a casa paseando.
 El paseo te da una relajada perspectiva del mundo. Escoges la ruta que más te apetezca y la velocidad de crucero. El caminar solitario permite tanto la serena observación de todo lo que sale al paso como el repentino asalto de las imágenes del día que han tenido una fijación más permanente.

 En el catálogo de posibilidades, también podemos optar por el análisis sosegado de ese asunto que ya tocaba afrontar o la lúdica elección de aquel tema en el que a veces nos refugiamos para la satisfacción del gozo estético o intelectual.

 Y es así que el eje Trump-Maduro se cruza con aquel auto que se ha saltado el semáforo, que las imágenes de “Roma” se mezclan con las de los niños jugando en el parque, que el demorado arreglo de la persiana es interrumpido por la avalancha de runners que me adelantan con miradas de reproche por ocupar un espacio en la acera que sólo pareciera legítimo a partir de determinada velocidad en el paso.
 La vida es una miscelánea.

 Fue viendo a estos atletas cuando me asaltó el pensamiento que ya me acompañó durante el resto del día. Me di cuenta de que, desde que una lesión de columna me impidió volver a calzarme las zapatillas con la asiduidad y jovial disposición que lo hacía antaño, son pocas las rutinas físicas que conservo de la juventud.

 Me levanto temprano. Me acuesto no demasiado tarde. Procuro cuidar lo que como y salgo de fiesta con menos frecuencia. Como toda regla tiene su excepción, hay días en que no madrugo, veladas nocturnas que se alargan y botellas que duran menos de lo previsto. Pero, como ya digo, son excepciones que no desvirtúan la regla de mi elección del día sobre la noche, el vino sobre el combinado y la dieta equilibrada sobre la anarquía alimenticia.

 Reconozco que parto de una situación ventajosa: a pesar de ser una persona esencialmente social y sociable con lo que ello conlleva de jornadas callejeras, siempre he equilibrado la balanza con determinadas aficiones que precisaban para su disfrute del recogimiento del hogar. Por decirlo de otra manera, siempre he sido hogareño y callejero “fifty-fifty”.

 Volvamos al martes de marras: habiendo llegado ya a casa, en tanto que voy realizando algunas tareas caseras y aquellas otras preparatorias de la llegada del momento de máxima holganza, juego a incomodarme planteándome la duda de si estoy echando una mano al inevitable envejecimiento con la adopción de un modo de vida cada vez más acomodado.

 Como tantas otras veces, la casualidad se alió con el Cine con benévolo resultado: la transformación de una incipiente inquietud en un mar plácido de despreocupación.

"Robin and Marian" (1976). Richard Lester
Poster
"Love is the Greatest Adventure of All"

"Robin and Marian" (1976). Richard Lester
Set: Sean Connery as Robin Hood, Audrey Hepburn and Richard Lester

 Hay ocasiones en que apetece más la revisión que el descubrimiento y ésta era una de ellas, así que rebusqué entre las películas ya vistas y mis manos fueron solas hacia “Robin y Marian”. Y es que a veces se nos activa un sexto sentido que nos empuja a la elección de la alternativa más adecuada. O quizá las cosas sucedan a veces como resultado de un ventajoso azar.
 La trama de la película es bien sencilla: Robin Hood y su inseparable Little John vuelven a Sherwood después de luchar durante veinte años en las Cruzadas bajo el mando de Ricardo Corazón de León.
 Robin va en busca de su amor de juventud, Marian, y descubre que se ha metido a monja por despecho y que está a punto de ser encarcelada por el sheriff de Nottingham, antigua némesis de Robin que aún sigue ejerciendo su cargo en el condado.
 Así, Robin rescata a Marian de las garras del sheriff y vuelven a instalarse en el bosque con sus antiguos compañeros de banda. Por supuesto, el sheriff no dejará las cosas así y, después de varias incursiones fallidas, logra que Robin acceda a un duelo a muerte para así evitar el derramamiento de sangre de sus compañeros.



"Robin and Marian" (1976). Richard Lester
Regreso y fatiga

"Devouring Time, blunt thou the lion's paws,
And make the earth devour her own sweet brood;
Pluck the keen teeth from the fierce tiger's jaws,
And burn the long-liv'd Phoenix in her blood;
Make glad and sorry seasons as thou fleets,
And do whate'er thou wilt, swift-footed Time,
To the wide world and all her fading sweets;
But I forbid thee one more heinous crime:
O, carve not with thy hours my love's fair brow,
Nor draw no lines there with thine antique pen!
Him in thy course untainted do allow
For beauty's pattern to succeeding men.
Yet do thy worst, old Time! Despite thy wrong
My love shall in my verse ever live young"

William Shakespeare: "Sonnet 19"

 Durante todo el metraje, el director recalca el paso del tiempo en unos personajes legendarios que llevan a cuestas el peso invencible de los años. Las jornadas a caballo se les hacen eternas, las peleas a espada terminan en un profundo agotamiento y el despertar en el bosque va acompañado de los quejidos lastimeros propios del que ya ha aposentado demasiadas veces su osamenta en el suelo.

 Siempre he sentido una gran querencia por el cine crepuscular. Desde muy joven me agotaba la épica del héroe inmaculado y me decantaba sin dudarlo por el crepúsculo del derrotado.
 El héroe cansado. El personaje recio de vuelta de todo. El hombre descreído pero bueno.
 El Robin maravillosamente interpretado por un Sean Connery en estado de gracia es el perfecto ejemplo de todo ello. Él, el perfecto hombre del pueblo, el benefactor de los necesitados, el paladín de la justicia, ha luchado durante dos décadas bajo la bandera de un rey sanguinario tan solo por un equivocado e inamovible concepto del deber, y lo que creía firmemente que iba a ser una noble misión resultó ser una matanza indiscriminada y movida por la codicia y la sed de sangre.
 Su envejecimiento no es solo físico. Las atrocidades que ha vivido en las Cruzadas han hecho de él un hombre herido y taciturno, al que sin embargo se le iluminan los ojos como a un niño cuando vuelve a la que fue su casa y recorre los lugares en que fue libre y feliz junto a su amada Marian.
 A pesar de la fatiga vital, queda de él la esencia.

"Robin and Marian" (1976). Richard Lester
Marian (Audrey Hepburn) & Robin (Sean Connery)
El amor más allá del mediodía

 Y es al hacer esa reflexión cuando vuelvo a mi realidad. Y es al volver a ella cuando me viene a la mente la inexorabilidad del paso del tiempo.
 Cierto que no soy ya un adolescente. Cierto que empiezan a aparecer goteras. Que las preocupaciones son de otra índole. Que la prudencia marca los pasos. Que los atracones se pagan con creces.
 Pero, movido por la visión positiva que siempre guía mis pasos, veo que no son pocas las ventajas de esta edad fronteriza, de esta despedida de la juventud, de esta entrada en una madurez incontestable.
 Una edad en la que se incrusta en el inconsciente la certeza de que, por mucho tiempo que nos quede, esto no va a ser para siempre. Que hay que eliminar lo que no sume. Que hay que disfrutar de la vida.
 Una edad en la que paladeamos aquel licor que antes bebíamos de un trago, en la que la criba del tiempo ha seleccionado a los merecedores de permanecer en el núcleo íntimo del cariño, en la que estrujamos el sabor de lo cotidiano, en la que pensamos dos veces las respuestas (y las preguntas), en la que las exhibiciones acrobáticas de las artes amatorias pierden terreno ante la ejecución de la caricia certera.
 Una etapa vital en la que cierta merma en las fuerzas se contrapone a la plena consciencia de los momentos de gozo. En la que los eventuales contratiempos no empañan el devenir del día. En la que echamos la vista atrás y no reconocemos a ese muchacho ingenuo y algo bobo que se empeña en parecerse a nosotros en fotografías que ya amarillean.
 El atardecer de la vida, aún lejos del ocaso pero consciente de su condición de ecuador de la existencia.

 Vuelvo a las imágenes de “Robin y Marian” y compruebo que, después de su duelo con el sheriff de Nottingham, Robin, herido de gravedad, llega con la ayuda de Marian y Little John a una estancia del convento y reposa en un camastro de la fatiga de la lucha.
 Después de un arrebato de sinceridad de Marian que constituye la declaración de amor más hermosa de la Historia del Cine, ambos van languideciendo ya que Marian ha envenenado las copas de las que han bebido. Robin, aún desconocedor del envenenamiento, relata con inusitado entusiasmo a su amada sus planes para los años venideros llenos de aventuras y de peligros, su vuelta a la vida de los bosques.
 Es por ello que la acción de Marian es el contrapunto lúcido a la infantil actitud de Robin que, espoleado por la testosterona de la pelea, es presa del delirio de un futuro imposible. Ella es conocedora tanto de la gravedad de las heridas de Robin como de la quimera de sus sueños. Marian es consciente del paso del tiempo, de la pérdida del arrollador empuje de la juventud, de la imposibilidad de recuperar los años del esplendor en la hierba.

 Y las dos actitudes se mezclan en el espectador que soy, teniendo la convicción, mientras me emociono hasta las lágrimas, de que las goteras y los frenos de la madurez, a pesar de estar ahí, nunca podrán consumir del todo la llama que arde en un pecho ilusionado, en un carácter alegre, en una visión feliz de la existencia.
 Como corolario de sus palabras y de su actitud de vida, Robin pide su arco y una flecha. Apunta hacia la ventana abierta de su habitación mortuoria y le dice a Little John que su último deseo es ser enterrado con Marian allí donde se clave la flecha.
 Así, un Robin moribundo pero al fin lúcido, tensa su arma y lanza el proyectil. Y ese gesto de los músculos y la cuerda en tensión, esa sucesión de movimientos miles de veces repetidos y asumidos por la inercia del cuerpo, tiene mucho más de impronta personal en la despedida que de necesaria gestión para la ubicación de la tumba.

 Porque, impermeable al paso de los años y al desgaste de las arenas del tiempo, un gesto característico puede constituir la captura más exacta de nuestra esencia.

Texto: Francisco Sepúlveda Priego
Imágenes y pies de foto: Francisco Huertas Hernández


*****
Comentarios de nuestros lectores:

- Francisco Huertas Hernández: "El texto de Paco Sepúlveda transita desde lo narrativo del paseo a la salida de la oficina a lo metafísico de saber quiénes somos cuando nuestro tiempo se ha escurrido entre los dedos ansiosos de goce y novedad de la juventud. La película inglesa "Robin and Marian" de Richard Lester fue la ocasión de desplegar esta sencilla y, no menos, cierta reflexión lírico-filosófica que concluye con estas hermosas y lúcidas palabras:
 "Porque, impermeable al paso de los años y al desgaste de las arenas del tiempo, un gesto característico puede constituir la captura más exacta de nuestra esencia""

- Estrella Millán Sanjuán: "¿Qué se puede decir de un texto así? ¿De un texto que verbaliza los sentimientos comunes que tenemos a ciertas edades de forma tan certera? Conocía este lúcido y maravilloso texto de tu muro, espacio de deleite mensual que nos regalabas hace tiempo y que ahora está de descanso merecido, pero que añoro.
 Paco, amigo, la calidad literaria de tus textos es excelente. Conjugas vida y cine como nadie. Es lo que más me gusta, que una película haga aflorar tanta reflexión y análisis vital.
Vi esta película por ti, porque me resistía a hacerlo precisamente por el tema que toca. Y ya se me quedó indeleble; también tuve la necesidad urgente de escribir sobre un pasaje concreto.
 Me alegra que formes parte ya del blog de Francisco, un lujo y un acierto. Ya tenía que ser.
 Enhorabuena por cómo abres tus carnes, por tu generosidad compartida"


7 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy sensible aproximación al enigma de por qué nos deshacemos tan pronto

Anónimo dijo...

Muchísimas gracias, Francisco Huertas Hernández . Ha quedado estupendo con tus aportaciones. Un honor participar en tu excelente blog.

ACORAZADO CINÉFILO dijo...

El texto de Paco Sepúlveda transita desde lo narrativo del paseo a la salida de la oficina a lo metafísico de saber quiénes somos cuando nuestro tiempo se ha escurrido entre los dedos ansiosos de goce y novedad de la juventud. La película inglesa "Robin and Marian" de Richard Lester fue la ocasión de desplegar esta sencilla y, no menos, cierta reflexión lírico-filosófica que concluye con estas hermosas y lúcidas palabras:
"Porque, impermeable al paso de los años y al desgaste de las arenas del tiempo, un gesto característico puede constituir la captura más exacta de nuestra esencia"

Estrella dijo...

¿Qué se puede decir de un texto así? ¿De un texto que verbaliza los sentimientos comunes que tenemos a ciertas edades de forma tan certera? Conocía este lúcido y maravilloso texto de tu muro, espacio de deleite mensual que nos regalabas hace tiempo y que ahora está de descanso merecido, pero que añoro.
Paco, amigo, la calidad literaria de tus textos es excelente. Conjugas vida y cine como nadie. Es lo que más me gusta, que una película haga aflorar tanta reflexión y análisis vital.
Vi esta película por ti, porque me resistía a hacerlo precisamente por el tema que toca. Y ya se me quedó indeleble; también tuve la necesidad urgente de escribir sobre un pasaje concreto.
Me alegra que formes parte ya del blog de Francisco, un lujo y un acierto. Ya tenía que ser.
Enhorabuena por cómo abres tus carnes, por tu generosidad compartida.

Anónimo dijo...

¡¡Gracias, queridísima amiga!! 😘😘😘

MARCELO dijo...

Una obra sin igual la vida después de la juventud, la vida después de las aventuras, la vida con los huesos mas sensibles a la humedad de los días, la espada que pesa mas que los parpados y estos que saben la llegada del final hasta del amor sin sensualidad, sin posiciones nuevas, sin la posibilidad de dejar una semilla. El cansancio de saber que cada paso no deja la sombra de un posible hijo hace de esta historia un estudio de la maduración del héroe y de la joven princesa hasta que solo queda la leyenda en los libros. Esta película es el capitulo escondido, el epilogo que nadie quiere leer, una obra maligna que muestra el último movimiento de la partida de ajedrez que jugamos siempre contra la muerte.

Anónimo dijo...

increible todo sera desde el cine https://repelis24.pics/aventura/ hasta el desarrollo