viernes, 13 de junio de 2025

Roberto Arlt (1900-1942): "El juguete rabioso" (1926). Una novela de aprendizaje (1). Francisco Huertas Hernández

Roberto Arlt (1900-1942): "El juguete rabioso" (1926). Una novela de aprendizaje (1)
Francisco Huertas Hernández


Roberto Arlt: "El juguete rabioso" (Novela)
Colección de Autores Noveles. Editorial Latina. Buenos Aires. 1926
Primera edición


 La primera novela de Roberto Arlt, "El juguete rabioso", marca un acontecimiento en la literatura argentina, ya que supone un nuevo rumbo en el arte narrativo. El marco rural se desplaza a la ciudad, y el protagonista carece de ideales nobles, imbuido de rocambolescas lecturas de folletines y lanzado a acciones delictivas como modo de heroicidad suburbana. 

 Roberto Godofredo Christophersen Arlt nacido en el barrio de Flores de la capital argentina en 1900, hijo de emigrantes germanoparlantes, representa al emigrante de segunda generación, ya nacido en el país. Esta temática estará muy presente en "El juguete rabioso" y desaparece en el resto de sus novelas. 
 La penuria económica y la tiránica figura del padre odiado dan un color sombrío a su infancia. Arlt no tenía estudios. Llegó únicamente a tercer grado, con diez años. Luego, pasó por la Escuela Mecánica de la Armada, de donde fue expulsado.

 Paradójicamente, su imaginación se desarrolló en dos vertientes: una artística: observar y escribir sobre la realidad circundante; y otra técnica: inventar todo tipo de artilugios. Abandonó pronto el hogar y pasó por diversos trabajos, siendo un muchacho cuya universidad fue la calle, hasta que llegó su laburo como periodista en "El Mundo", con una columna, que devino en sus "Aguafuertes porteñas".

 Destacan tres grandes influencias en "El juguete rabioso": Baudelaire, Dostoyevski y Baroja. Siendo el modelo del género picaresco la matriz de la obra, más que la Bildungsroman, pues los personajes no construyen una madurez fruto de la experiencia, sino una supervivencia sin provecho alguno para el caracter moral. La lucha por la vida de Silvio Astier deriva claramente de la de Manuel Alcázar en "La busca" (1904), primera obra de la trilogía de Baroja. Arlt es más crudo que Baroja, y uno siente que sus profundidades también son mayores, aunque no sería hasta sus dos obras mayores -"Los siete locos" (1929), "Los lanzallamas" (1931)- cuando el autor de Flores alcanzaría toda su hondura metafísica y densidad psicológica abismal. 

 El misterio de la vida es el cruce doloroso entre el fracaso y el lirismo. El desgarro sexual, el abandono de Dios, la miseria de los padres, la traición de la gente, la mentira e hipocresía social que siempre encubre la explotación y la humillación, todo ello condensado en la derrota de un mundo sin amor, expresado en el hampa de Buenos Aires, en el tiempo en que nacía el tango y los malevos y cafishios eran todo el horizonte heroico de un mundo sórdido. 

 "El juguete rabioso" se divide en cuatro capítulos: 1. Los ladrones. 2. Los trabajos y los días. 3. El juguete rabioso. 4. Judas Iscariote. 

1. Los ladrones

 En la primera parte, un adolescente Silvio Astier de unos catorce años, que vive con su madre en Flores, sueña con emular a sus ídolos bandolerescos, descubiertos por un viejo zapatero andaluz cojo, cuyos diálogos son transcritos fonéticamente de manera muy divertida por Arlt. "Entonces yo soñaba con ser bandido y estrangular corregidores libidinosos... Necesitaba un camarada en las aventuras de la primera edad, y éste fue Enrique Irzubeta. Era el tal un pelafustán a quien siempre oí llamar por el edificante apodo de "el Falsificador"". El lector podría creer que estamos cerca del universo de Richmal Crompton que había editado "Just William" en 1922, pero William Brown es una colección de historias naifs para niños. La pandilla de "Los Proscritos" de Guillermo Brown poco tiene que ver con El Club de Ladrones formado por Silvio, Enrique y Lucio, no sólo más mayores sino más lacerados en sus vidas. Tampoco estamos ante una parodia de los folletines de Rocambole, escritos por un tal Pierre Alexis Ponson du Terrail a mitad del siglo XIX. La transición de este personaje popular de aventuras desde el mal al buen ladrón, ingenioso y caballeresco, que dibuja sotas de corazones como firma de sus delitos, es el modelo del cual habla al principio de "El juguete rabioso", Silvio.

 "De esta unión con Enrique, de las prolongadas conversaciones acerca de los bandidos y latrocinios, nos nació una singular predisposición para ejecutar barrabasadas, y un deseo infinito de inmortalizarnos con el nombre de delincuentes...
 Y para iniciarnos dignamente decidimos comenzar nuestra carrera desvalijando las casas deshabitadas...
 Trabajábamos instigados de cierta jovialidad dolorosa, un nudo de ansiedad detenido en la garganta, y con la presteza de los transformistas en las tablas, riéndonos sin motivo, temblando por nada...
 Pero no se vaya a creer que circunscribíamos nuestras hazañas sólo a las casas desalquiladas. ¡Quiénes como nosotros para el ejercicio de la garra!
 Avizorábamos continuamente las cosas ajenas. En las manos teníamos una prontitud fabulosa, en la pupila la presteza de ave de rapiña. Sin apresurarnos y con la rapidez con que cae un gerifalte sobre cándida paloma, caíamos nosotros sobre lo que no nos pertenecía".

 La narración arltiana es ágil y realista. Un aliento lírico insospechado sopla siempre en su escritura. Al principio eran dos pibes: Silvio y Enrique, pero necesitaban un tercero, un elemento de fuerza. Ellos eran los jefes.

 "- Tenemos que formar una verdadera sociedad de muchachos inteligentes.
 - La dificultad está en que pocos se nos parecen -argüía Enrique.
 - Si, tenés razón; pero no han de faltar.
 Pocas semanas después de hablado esto, por diligencia de Enrique, se asoció a nosotros cierto Lucio, un majadero pequeño de cuerpo y lívido de tanto masturbarse, todo esto junto a una cara tan de sinvergüenza que movía a risa cuando se le miraba.
 Vivía bajo la tutela de unas tías ancianas y devotas que en muy poco o nada se ocupaban de él. Este badulaque tenía una ocupación favorita orgánica, y era comunicar las cosas más vulgares adoptando precauciones como si se tratara de tremebundos secretos. Esto lo hacía mirando de través y moviendo los brazos a semejanza de ciertos artistas de cinematógrafo que actúan de granujas en barrios de murallas grises".

 Los tres tunantes prepararán su gran golpe. Usted, lector, puede elegir leer "El juguete rabioso", o buscar un pálido resumen en internet, pero lo que no podrá evitar es seguir leyendo nuestras meditaciones arltianas.

 Continuará...

Francisco Huertas Hernández
Viernes, 13 de junio de 2025
Cuando la Tercera Guerra Mundial estaba llamando a la puerta

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy buen acercamiento a un autor clave de la literatura argentina. Esteban

ACORAZADO CINÉFILO dijo...

Gracias Esteban