Diario de un profesor de Filosofía (XII)
¿Se puede enseñar a vivir? ¿Se puede vivir sin enseñar?
Francisco Huertas Hernández
¿Se puede enseñar a vivir? ¿Y se puede vivir sin enseñar? El filósofo francés Emmanuel Lévinas (1906-1995) escribió acerca del lenguaje y del rostro del Otro. La relación con los demás es una relación de miradas -los ojos que buscan otros ojos- y de palabras -voces que buscan oídos, y camino de regreso-. Desde marzo de 2020 las mascarillas -tapabocas, barbijos- cubren los rostros, las bocas de los estudiantes y los profesores. Un simbolismo evidente, un velo para la palabra. Yo doy clase con un micrófono desde entonces. Los ojos de los alumnos miran otros ojos de profesores que no tienen boca. Roma dijo el otro día de repente: "¡profesor, sabes que no me acuerdo de tu cara!". Nunca me gustó que me llamen "profesor", pues en ese rol despersonalizado reside el origen de la negación del otro. Nosotros nunca nos dirigimos a ellos como "alumno de la ventana", o "alumna de la primera fila". Pero no es eso lo relevante, sino que hayan olvidado nuestras caras. Los ojos no bastan para configurar un rostro. Como en la clásica película de terror francesa "Les Yeux sans visage" (Los ojos sin rostro) (1960) de Georges Franju. El COVID aceleró el proceso: una sociedad sin rostro, con la boca tapada, que camina inexorablemente al aislamiento tecnológico, donde la vida será online en todas sus dimensiones.
"Les Yeux sans visage" (1960). Georges Franju
"Los ojos sin rostro"
Christiane Génessier (Édith Scob)
En este capítulo XII me propuse reflexionar sobre si se puede enseñar a vivir, y a quién corresponde tan alta misión. Y si se puede vivir sin enseñar. Una de las decepciones más grandes de la enseñanza es comprobar con pena lo ajenos que resultan los conocimientos que impartimos a la vida de nuestros estudiantes. Si la escuela debe ser el lugar donde se enseñe a vivir, o a pensar, o a ninguna de las dos cosas.
En el ideal griego de la παιδεία (paideia) se entendía que el proceso de la crianza era un perfeccionamiento para formar ciudadanos que supiesen ser humanos y supiesen hacer lo que la sociedad requería. Entre la gimnasia y la filosofía, se desplegaban las artes de la palabra y el cálculo, pero no las habilidades manuales ni la erudición, que eran consideradas indignas por ser mecánicas. La humanitas latina sustituyó a la παιδεία griega, y se enfatizó la importancia de estos saberes para desarrollar la "humanidad" frente a la barbarie. La humanitas es la cultura - del latín colo, colere, cultum, que significa "cultivo"-. Tanto la παιδεία, como la humanitas, son "siembra" en una tierra apta para la simiente, como el logotipo de la editorial Larousse: "Je sème à tout vent" (Siembro con cualquier viento)
"Je sème à tout vent"
Logotype de la Semeuse soufflant sur une fleur de pissenlit, dessiné par Eugène Grasset en 1890
Éditions Larousse. Paris
Logotipo de Editorial Larousse creado por Eugène Grasset en 1890: "Siembro con cualquier viento", donde vemos una sembradora soplando una flor de diente de león, planta de múltiples propiedades (nutricionales, médicas). En Francia se usa en ensaladas. "Sus múltiples semillas provistas de vilano las dispersa el viento fácilmente. A todos los niños les produce alegría y emoción soplar sus molinillos blancos. El diente de león aparece en la literatura, la música y el arte". No es extraño que Grasset la usara en su alegoría del saber que se "esparce" por las mentes de los lectores de las Enciclopedias Larousse
Nouveau Petit Larousse Illustré
Librairie Larousse. Paris. 1928
¿Y si la tierra no es apta para el cultivo por ser demasiado abrupta o de pedregosidad superficial? ¿Acaso suelos arcillosos pobremente drenados con superficies pantanosas o con napa freática muy próxima a la superficie? ¿Qué puede haber hecho abruptas las mentes de nuestros jóvenes? ¿Cómo su curiosidad infantil por el mundo expresada en los incesantes "¿Por qué?" devino pedregosidad, opacidad al saber? ¿La arcilla del entendimiento no drenó el exceso de estímulos de una sociedad inundada de imágenes-basura? ¿Una napa freática que ahoga el raciocinio con fugaces entretenimientos embrutecedores en los dispositivos digitales?
Luchar desde la palabra y la ciencia contra la imagen y la opinión es la tarea del filósofo desde Heráclito, al menos, y, sobre todo, desde Platón. Enseñar a vivir es enseñar a ser humanos, porque humanos nos hacemos, no nacemos, a diferencia de los animales, que naciendo animales, mueren animales. Ellos no pueden "perfeccionarse", "cultivarse", recibir la "simiente" de esa flor que se "esparce" en todas direcciones, con todos los vientos, la "semilla" del saber que nos fecunda porque somos tierra estéril antes de florecer. Los maestros siembran, y de la tierra un día verán sus frutos...
Piscolabis. 1º ESO C
4 de junio de 2015
Asignatura: Atención Educativa
Profesor: Francisco Huertas Hernández
IES Doctor Balmis. Alicante
1 comentario:
Por Dios qué post más hermoso....
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