miércoles, 26 de octubre de 2022

Diario de un Profesor de Filosofía (XXI). Pensamiento crítico es desobediencia. Francisco Huertas Hernández

Diario de un Profesor de Filosofía (XXI)
Pensamiento crítico es desobediencia
Francisco Huertas Hernández

Graffitis. Aforismos herméticos de Acción Cerati: "Del mismo dolor vendrá un nuevo amanecer"
Palma de Mallorca
1 de noviembre de 2019
Foto de Francisco Huertas Hernández

 Nuestro colega Julián bromeó diciendo que estaba prohibido que nos quejáramos. ¿Acaso los profesores nos quejamos en exceso? Total, solo han degradado la enseñanza de contenidos, "regalado" el aprobado sin merecimiento, reducido los presupuestos educativos, empeorado nuestras condiciones salariales y el interés de nuestros alumnos, y multiplicado la burocratización digitocrática de nuestro trabajo, aboliendo la separación entre nuestra vida laboral y privada. Pero yo quise responder a esta broma, y éste fue el argumento que os voy a exponer.

 Quejarse es la forma primera -psicológica- que tenemos de mostrar nuestra crítica a una situación. Es el malestar ante la injusticia que conduce a la desobediencia, la única forma de libertad real que tenemos. Aunque Immanuel Kant vino a decirnos que la libertad humana residía en obedecernos a nosotros mismos en tanto que somos capaces de darnos normas universales de comportamiento, esta "autoobediencia" racional consiste, precisamente, según entiendo yo, en "desobedecer" las "órdenes" externas, anuladoras de nuestra razón y libertad. Solo el que desobedece es libre. Y la queja es el primer síntoma de esta libertad: la "resistencia" de la dignidad que no acepta la "opresión". Deduzco, pues, que si la libertad es la desobediencia, la "esclavitud" es la "obediencia" ciega (irracional) y plena. Ser "esclavo" es "aceptar" sin quejarse todas las órdenes externas que atentan contra nuestra razón, dignidad y libertad. Las modernas formas de "esclavitud" consisten en que los ciudadanos "piensen" (positivamente) lo mismo que los políticos y los medios de comunicación, que "acepten" y "repitan" los "sloganes" sin "sospechar" (negativamente) que la "conformidad" con la propaganda de la televisión y las "redes sociales", los mensajes electorales y lo "políticamente correcto" suponen la mayor regresión de la humanidad que pueda imaginarse.

 El "poder" político-mediático nos "machaca" con la necesidad de fomentar el "pensamiento crítico" -identificado con la "filosofía"-, pero cuando alguien "ejerce" en la práctica la capacidad "crítica", es decir, "desobedece", se "rebela" contra ese mismo poder, la "represión" es implacable. La condena de Sócrates es el inicio de la Historia de la Filosofía: Platón comprendió que la injusticia de la "democracia" ateniense era fruto de su "ignorancia". Y en esto veinticinco siglos no han cambiado nada. La democracia persiguió la voz "desobediente" del filósofo. Por mucho que el mismo Sócrates asegurase respetar las leyes de Atenas, lo cierto es que no se cansaba de preguntar por las plazas y palestras a quienes decían saber, poniéndoles en ridículo. Sí, la "desobediencia" se inicia en el "cuestionamiento" de un "orden" impuesto, sea de la mayoría o de un grupo. Cuando veo a mi alrededor a profesores que obedecen cada instrucción burocrática o veleidad seudo pedagógica sin cuestionarse nada; cuando escucho a personas "preparadas" que repiten dogmáticamente las arengas de la televisión, sin tomarse la molestia de contrastar otras "fuentes"; cuando observo la indiferencia de los alumnos ante las grandes y desasosegantes preguntas sobre la existencia, no puedo sino decir con nuestro compañero Jose, "el sistema ha ganado": nuestra obediencia es su poder...

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Un análisis necesario

Segundosagarribay@gmail.com dijo...

2022-10-26
"Nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar, que es el morir"
Y los humanos somos peces en la corriente que nos arrastra inexorablemente.
Dejarse llevar exige poco, tan poco que hasta los tontos avanzan, aunque a trompicones, aunque a veces se estrellan. Reconducirse en el torbellino exige con frecuencia ir contra corriente y resistirse; es una actitud laboriosa, a veces heroica, aunque a veces necia. Pero no es esta última el caso de los espiritus críticos, aquellos que saben argumentar y justificar su rebeldía en las turbulencias, por el contrario, estos son o llegan a convertirse en sabios.
Si, además, alguno, para su bien y para provecho general (universal kantiano), digo, si alguno se planta insumiso, desobedece las órdenes del agua, se empodera y llega a domar alguna pequeña circunstancia del cauce de la vida, si acierta y logra desviar o remansar el flujo de los acontecimientos por unos minutos, entonces emula a los dioses.

Francisco dijo...

Segundo Sagarribay Solana Gracias amigo Segundo. Esa imagen manriqueña de la vida como río y el nadar contracorriente es muy acertada. Resistir es navegar contra la dirección inexorable de la muerte, esa misma que el poder produce. Todo poder externo nos empuja hacia la muerte. Y desobedecer es gritar por la vida