viernes, 28 de octubre de 2022

Platón: El Bien es la Perfección. Lecciones de clase (Situación de aprendizaje). Francisco Huertas Hernández

Platón: El Bien es la Perfección
Lecciones de clase (Situación de aprendizaje)
Profesor: Francisco Huertas Hernández


Alegoría del Sol. Platón
Fotografía original de la alumna Noelia López Pérez
2º Bachillerato B. 2020-2021
Esta foto que hice en la playa de la Albufereta (Alicante) es la que he elegido para hacer una pequeña comparación con la metáfora que hace Platón del Sol y la idea del Bien, colocándolos en el nivel más alto de realidad, explicando que el equivalente del Sol es la idea del Bien. Podemos ver como en la foto aparece el Sol produciendo una serie de imágenes reflejadas en el agua y sombras que podemos utilizar para realizar una pequeña explicación del mito de la caverna


 Platón (427-347 aC) escribió sobre la Idea del Bien (ἀγαθοῦ ἰδέα) en "República" VI. 505α como "idea suprema" (μέγιστον μάθημα):

 "ἐπεὶ ὅτι γε ἡ τοῦ ἀγαθοῦ ἰδέα μέγιστον μάθημα, πολλάκις ἀκήκοας, ᾗ δὴ καὶ δίκαια καὶ τἆλλα προσχρησάμενα χρήσιμα καὶ ὠφέλιμα γίγνεται"
 
(que la Idea del Bien es el objeto del estudio supremo, a partir de la cual las cosas justas y todas las demás se vuelven útiles y valiosas

 La traducción literal sería:

 "que la idea de la bondad es la mayor lección, a menudo inaudita, que se hace útil y beneficiosa, tanto en lo justo como en lo equitativo, y todas las cosas utilizadas son útiles y beneficiosas"

 Cuando explico esto en clase de 2º Bachillerato insisto en que sin el conocimiento del Bien, al que Platón atribuye una "inefable belleza", nada puede conocerse realmente, pues todas las demás Ideas dependen (participan) de él. Pero como no puede definirse por ser demasiado difícil o elevado, Platón aborda su método favorito de demostración: la "analogía" o comparación por semejanza entre el "Bien" y el "Hijo del Bien", el Sol, cuyas funciones son equivalentes: "iluminar" y "dar vida". Si el sol nos permite "ver", el Bien nos permite "entender". Si el sol da el "nacimiento, alimentación y crecimiento" a los seres vivos (sensibles), el Bien da "el ser y la esencia" a los "seres inteligibles", es decir, a las Ideas.

 Y yo, siguiendo a Platón, me doy la licencia de otra analogía, o "situación de aprendizaje" como dirían los taimados y felones pedagogos que han redactado la nueva Ley Educativa en España (LOMLOE): el comprador en un establecimiento de tecnología. El "consumidor" (horrenda palabra que encierra la doble corrupción de "mercancía" y "usuario": ambos se "consumen" o acaban) entra en la tienda

- Quiero una televisión 

- ¿Qué modelo? ¿Con qué características? ¿Con qué prestaciones? - pregunta el vendedor

- Pues que sea "buena" - señala el ingenuo comprador

- ¿Cómo de buena? - inquiere el comerciante

- Pues "buena" es que "dure". Una televisión buena debe durar - aclara el consumidor

- Nuestros televisores LED tienen una vida útil de hasta 100.000 horas encendidos

- Pero yo quiero un televisor bueno, que no se rompa, que dure siempre, que puedan verlo mis hijos y mis nietos, como vemos las catedrales o los cuadros en los museos - aquí el comprador ya se ha vuelto "platónico"

 Es innecesario continuar el "diálogo". El comprador ha comprendido intuitivamente que "bueno" es lo que "dura". Y ha entendido que lo que se fabrica en la sociedad de consumo basada en la "obsolescencia programada" tiene una "vida útil", es decir, está "programado" para averiarse, romperse. No puede llamarse "bueno" a aquello que se rompe, que no "dura" en el tiempo

 Platón, sin necesidad de ir a comprar un televisor -ya imaginó algo parecido en el fondo de la "caverna"- entendió con claridad esto: lo "bueno" es "perfecto". Y, como hemos explicado en esta "situación didáctica", solo lo que dura "eternamente" es perfecto, y, sin embargo, en el mundo material, nada puede durar eternamente, porque estamos sometidos al tiempo, el "devenir". De ahí la necesidad racional de que el Bien (lo bueno absoluto) sea eterno, y esté fuera de este mundo efímero del cambio y la muerte, donde las "cosas" tienen una "duración" limitada, lo que las convierte en "imperfectas". Yo les digo a mis alumnos: "¿cómo llamaremos bueno a lo que se rompe o muere?" Nadie -ni nada- es perfecto en un mundo (realidad) donde todo pasa: nacer, crecer, envejecer, morir...

 Así que entender el "Bien" es comprender su identidad con la "Perfección", lo que no puede dejar de ser. El Bien es "dador de ser y de esencia" porque él mismo es Perfección, incluso estando más allá del Ser, afirma Platón en el final de la Alegoría del Sol. La luz del Sol no merma en nada al sol, así como el Bien no merma o disminuye al dar esencia y perfección al resto de ideas de ese Mundo Inteligible de las Ideas (εἶδος). El sol "emana" luz, como el Bien "emana" "perfección", o sea, "ser"

 Platón en uno de sus últimos "Diálogos" -"Parménides"- se pregunta si puede haber "ideas" de realidades imperfectas, insignificantes, negativas, como "barro" o "basura". Está claro que no, porque eso implicaría que el Mundo Inteligible es "imperfecto". La "imperfección" es el resultado de la materia, "devorada" por el tiempo, el "devenir". Lo perfecto está fuera del tiempo: es "eterno". Y el Bien es la máxima Perfección, en tanto que da el ser, mientras que la "imperfección" del mundo material es lo que lo hace "malo", es decir, temporal. Lo que "pasa" (se consume, se acaba) es lo que va dejando la "muerte" en cada intersticio de la materia

 Francisco de Quevedo (1580-1645) expuso cómo la vida, desde su mismo inicio, es también el comienzo de la muerte:

 "Es, pues, la vida un dolor en que se empieza el de la muerte, que dura mientras dura ella. Considéralo como el plazo que ponen al jornalero, que no tiene descanso desde que empieza, sino es cuando acaba. A la par empiezas a nacer y a morir, y no es en tu mano detener las horas; y si fueras cuerdo, no lo habías de desear; y si fueras bueno, no lo habías de temer. Antes empiezas a morir que sepas qué cosa es vida, y vives sin gustar della, porque se anticipan las lágrimas a la razón. Si quieres acabar de conocer qué es tu vida y la de todos, y su miseria, mira qué de cosas desdichadas ha menester para continuarse. ¿Qué yerbecilla, qué animalejo, qué piedra, qué tierra, qué elemento no es en parte o de tu sustento, abrigo, reposo o hospedaje? ¿Cómo puede dejar de ser débil, y sujeta a muerte y miseria la que con muertes de otras cosas vive? Si te abrigas, murió el animal cuya lana vistes; si comes, el que te dio sustento. Pues advierte, hombre, que tienen tanto de recuerdos y memorias como de alimento. Por otra parte, mira cómo en todas esas cosas ignoras a la muerte que recibes; pues los manjares con que (a tu parecer) sustentas el cuerpo (y es así), en su decocción, por otra parte, gastan el calor natural (que es tu vida) con el trabajo de disponerlos. Vela eres: luz de la vela es la tuya, que va consumiendo lo mismo con que se alimenta; y cuando más aprisa arde, más apriesa te acabarás"

Francisco de Quevedo. “La cuna y la sepultura” (1634)

 Platón y Quevedo no albergan esperanzas para la vida en el tiempo, la vida de los seres encadenados al incesante fluir de los instantes, con los que, al mismo tiempo que empezamos a vivir, empezamos a morir. Y el animal humano, aquel que "vislumbra" un reino donde no existe la muerte, afirma con su cerebro y su corazón la existencia de un Bien Perfecto y Lejano...

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Magnífica explicación

Pablo González Tejero dijo...

Maravillosa explicación, Francisco, gracias

eltioemilio dijo...

¿Y cómo entramos en ese Bien, querido Francisco?

El Novel Eterno dijo...

Magnífico escrito Francisco, que verdades decían Platón y el bueno de Quevedo (el texto de este último me ha parecido una joya). Aunque en mi opinión no exista la "perfección" absoluta si creo que podemos acercarnos a ese "Bien" que nos decía Platón. Eso sí en lo que respecta a la vida lo ha clavado, todo se marchita o como digo yo. Todos los seres humanos somos productos lácteos, tenemos fecha de caducidad. Un abrazo.

Francisco dijo...

Largo es el camino de la educación del alma y como corona adviene la iluminación, una experiencia de conocimiento sinóptico del Bien que solo llega tras ese entrenamiento en la teoría. Amigo Emilio

Francisco dijo...

Gracias por tu comentario. Somos productos lácteos. Doble herencia. La Vía Láctea celestial. Y la caducidad de la leche terrenal

Laura A dijo...


Me encanta leer tus exposiciones.Delicieta pura. Aprendo.