Diario de un Profesor de Filosofía (XXIII)
Rutas y Encaminamientos
Era del Vacío y Transhumanismo. De lo efímero a la aniquilación de la libertad de pensamiento
Francisco Huertas Hernández
Toda ruta es un vector en el sentido del horizonte. El viajero busca el horizonte, como el filósofo la verdad, y el político la dominación. El problema de una vida como constante camino o ruta, o encaminamiento, contrasta con la vida como quietud y contemplación. En la "Era del Vacío y lo Efímero" (Posmodernidad), el movimiento ya no tiene un fin, un horizonte. Todo movimiento es inocuo y sin término.
El pensamiento es un movimiento del alma (mente) entre un sujeto y un objeto, que exige una disciplina lógica y metódica en el viaje. Ante la "Posverdad" (los datos empíricos y razonamientos quedan sustituidos por la opinión y la emoción), formada por los medios de incomunicación, el movimiento epistemológico del conocer, en tránsito arduo hacia el horizonte de la verdad, queda reducido a tweets, likes, stories y reels. Lo sorprendente es la efectividad de estas sopas de imágenes y sloganes (vacíos y efímeros) que movilizan adhesiones y odios muy intensos, en todo caso, irracionales. El pensamiento cedió su puesto de mando a la brigada sensorial-emocional-instintiva. El hecho de que no podamos levantar ni la vista ni los dedos de las pantallas, ya que su poder de adicción supera al glutamato, la cafeína y el opio, priva a la razón de conocer, evaluar la realidad más allá de las apariencias, y tomar decisiones libres. Amazon y Google ya saben qué vamos a comprar para nuestro cumpleaños...
Cuando yo preparaba Oposiciones para el Cuerpo de Gestión Postal, en 1988, tenía un tema de "Rutas y Encaminamientos". El mapa de las líneas férreas de España con las estaciones de enlace, por las que circulaba y se distribuía la correspondencia postal. El mundo ha cambiado. Aquellas rutas y encaminamientos ya no se estudian.
En 1989 inicié mi trabajo en la enseñanza, un año después de las Rutas y Encaminamientos Postales, y, precisamente, regresé a una de esas estaciones: Venta de Baños. En esa época, como puede leerse en el primer capítulo de este Diario, yo ni sabía lo que era la enseñanza, ni quién era yo.
Concebir la vida como un viaje del espíritu a través de la materia (É uma viagem do espírito através da matéria) es una idea de Fernando Pessoa (1888-1935) en su "Livro do Desassossego". El desasosiego es la falta de calma, de reposo, como el "viajero" que ha sido condenado a "vagar" por la vida, de estación en estación. Esta época -que no es la mía- es "ansiógena" y "vacía". Gilles Lipovetsky (1944) la diagnosticó en 1983 en "L'Ère du vide: essais sur l'individualisme contemporain". Los rasgos de esta era en la que ya no se puede educar: apatía, vacío narcisista, consumismo, hedonismo, cultura anómica y violencia. En 1987 Lipovetsky habló del "Imperio de lo efímero". Y aún no se había adueñado de nuestro espíritu internet.
Saber algo es dirigirse a una meta. Todo saber es teleológico. Sólo la guía de lo que buscamos activa los mecanismos del pensamiento, la investigación y la observación. Un saber teleológico, de "fines", es un saber teórico, porque presupone una verdad, valor o ser. El problema en los tiempos del "vacío" y lo "efímero" es que el viaje del saber carece de meta, porque la saturación de estímulos impide ver y pensar más allá de lo efímero. Quienes han decidido que perdamos capacidad lectora y comprensiva son los mismos que luego nos administran remedios para nuestra ansiedad en una sociedad sin fines.
Las estaciones ferroviarias del Correo, Pessoa, Lipovetsky... rutas del "disgregarse" humano en la etapa del "transhumanismo" y la "posverdad". El "transhumanismo" propone la integración del ser humano y la máquina. Elon Musk (1971) creó la empresa Neuralink para llegar al "cerebro transhumano", dotando al cerebro del animal racional de más capacidades gracias a la Inteligencia Artificial, o, dicho de manera más cruda: controlar los cerebros desde computadoras gracias a los chips implantados en los humanos.
Si la persecución de la libertad de expresión ha alcanzado límites insospechados en las democracias capitalistas occidentales, imaginemos lo que supondría controlar directamente la libertad de pensamiento desde empresas y Estados. Ya se hace con toda la información que Google, Facebook, Twitter, toman de nuestros gustos, ideas y sueños. Pero aún no habían entrado directamente en el reducto íntimo de nuestra conciencia, aquella entidad que hasta ahora se definía como no observable desde fuera, a diferencia de la conducta. Con el transhumanismo la abolición de la conciencia individual y su libertad íntima de pensamiento es una realidad apocalíptica.
Estados Unidos dirige todas estas empresas en su propio beneficio y sus intereses económicos y geoestratégicos. Bill Gates, Mark Zuckerberg, Jeff Bezos, Elon Musk, Tim Cook, y otros "transfieren" nuestro dinero y libertad hacia el país del Pentágono y la Coca Cola. Y estas empresas han entrado ya en el "negocio de la educación", mediante plataformas digitales, y acuerdos con gobiernos y fundaciones bancarias.
La impunidad con que todos los medios de comunicación mienten y manipulan al servicio del proyecto de estas empresas es un ejemplo de totalitarismo encubierto orwelliano. George Orwell (1903-1950) describe en "1984" (1949) un mundo que es menos stalinista que bideniano.
3 comentarios:
Aunque el autor pierde el hilo del discurso varias veces el texto está lleno de sugerencias y denuncias. Bravo. Grande
Gracias a Dios es menos estalinista. Qué tal que no.
Comentario sin sentido, o bideniano
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