Individuo & Totalidad (VI)
Lo particular y lo universal: ser, consumir, tener y pertenecer
Francisco Huertas Hernández
Flores silvestres. 2023
Fotografía de Francisco Huertas Hernández
que se completa mediante su desarrollo. De lo absoluto hay que decir que es esencialmente resultado, que sólo al final es lo que es en verdad", sitúa la filosofía de Hegel en el lado de la "totalidad". Aunque ésta no es dada, sino "conquistada" en un largo y doloroso desarrollo de oposiciones internas y externas.
Dejemos a Hegel por un momento, y pensemos en el "culto a lo individual" propio de las sociedades capitalistas, consumistas tecnológicas. Lo particular se ha identificado con la libertad personal. El culto a la individualidad se ha convertido en una estrategia de mercadotecnia (marketing): se anuncian productos que prometen diferenciar y hacer triunfar a sus compradores. La tecnología almacena nuestras búsquedas en la red, nuestros gustos, y configura nuestra identidad como clientes individualizados. La experiencia del consumidor valorando los productos y servicios le da un poder de juez y guía para otros clientes. Pero, en realidad, los individuos caen en la "alienación" consumista, sintiéndose "separados" de sí mismos y de los otros, porque el "tener" cosas identifica su "status" y poder económico. Al final, una "homogeneización" -donde la "moda" se impone, a pesar de la ilusoria creencia en nuestra libertad de elección- nos hace "iguales" en el "tener" mercancías, que bien pronto estarán "obsoletas" (pasadas de moda, anticuadas, rotas). Un "vacío" existencial, un "vaciamiento" del "ser" conduce a los sujetos a no saber qué hacer con sus vidas, más allá del sexo, la bebida, la comida, el entretenimiento, la violencia y la competitividad por el triunfo social. Todo ello se ha convertido en "mercancía".
Hegel pensó mucho antes de la "sociedad de consumo", y de la evidencia de la desigualdad económica que trajo la Revolución Industrial. El "ser" (esencia) de los individuos queda escindido entre su identidad libre (?) como consumidores y su "pertenencia" a comunidades nacionales o religiosas. La sociedad de consumo también absorbió estos sentimientos de pertenencia, y los convirtió en eslóganes, banderas y todo tipo de productos. EEUU es una Coca Cola, o un iPhone; Francia es Dior o Moët Chandon; Italia, Ferrari o Gucci.
Paradójicamente, la "universalidad" de los ciudadanos no está en ideas, creencias, valores, derechos o prácticas sociales tradicionales, sino en la "adquisición" de caros productos que "simbolizan" el status. La "totalidad" consumista se estaba haciendo "real" en la "globalización económica" de un McDonald's en cada pueblo, y una Coca Cola en cada mano, por los cinco continentes. El idioma inglés, el dólar y las películas y series de Hollywood impusieron un modelo de anulación de identidades históricas particulares en todo el planeta. Lo "particular" se hacía "universal" en el "tener" y "consumir" lo que el Imperio producía. Pero, para ello, había que hacer creer que consumir todo eso era "ser libre". El anuncio "Hilltop" de Coca-Cola, en 1971, con personas de diversas nacionalidades cantando "I'd Like to Buy the World a Coke", "vendía" la idea de la unidad global, la libertad y la paz. La locura colectiva en Moscú cuando abrió McDonald's en 1990 era una prueba de que la sociedad de consumo capitalista había ganado -provisionalmente- la batalla de la imagen con la poderosa maquinaria de la publicidad y el entretenimiento.
Hoy, la "globalización" impuesta por ese imperialismo estadounidense está en declive, porque el "siglo americano" ya pasó. Sin embargo, ningún imperio cedió pacíficamente su puesto...
Francisco Huertas Hernández
Sábado, 3 de febrero de 2024
2 comentarios:
Globalizar por el consumo o por la bota militar. Chile fue un experimento temprano de globalización neoliberal en 1973. Los obreros de derechas de Margaret Thatcher ahora son de Milei
¡Qué pena dan esas verdades, tantas verdades!
Publicar un comentario