Individuo & Totalidad (VIII). Atención, Atracción & Acción. El amor como simbiosis de atención y atracción. Francisco Huertas Hernández

Individuo & Totalidad (VIII)

Atención, Atracción & Acción

El amor como simbiosis de atención y atracción

Francisco Huertas Hernández

Atención & Atracción

Mirador. Alfama. Lisboa

29 junio 2012

Fotografía realizada por Inma Arriero Doblado

 El individuo es conciencia del mundo en tanto que "atiende" a los "estímulos" que de él proceden. ¿La conciencia se limita a "recibir" estímulos pasivamente, o, por el contrario, selecciona e interpreta, intencional y activamente? El proceso psicofisiológico de la conciencia incluye las dos dimensiones. Por un lado el Sistema Nervioso recibe una gran cantidad de estímulos, pero el cerebro procesa mediante la "atención" (focalización y selección de estímulos relevantes) el "ámbito" de "realidad" que nos interesa. En la actividad sensorial somos guiados por patrones neurales de reconocimiento, redes neuronales distribuidas en diversas áreas del cerebro que trabajan de manera conjunta para procesar y representar la información sensorial. Esta "tarea" automática implica ya una "selección" no voluntaria del Sistema Nervioso en el "caos" de lo "real" fuera de la conciencia. Si la Física describe lo "real" como un conjunto de partículas subatómicas y campos de energía (electromagnéticos, gravitacionales, nucleares), es evidente que el Sistema Nervioso humano es incapaz de "percibir" (captar) esa "realidad". Es la "transducción" el proceso mediador entre lo físico y lo fisiológico: los estímulos externos o internos son convertidos en señales eléctricas o impulsos nerviosos que pueden ser interpretados por el sistema nervioso como sensaciones. Tenemos, pues, una labor de "conversión" -interpretación, en un sentido no intencional- de unos parámetros no perceptibles en otros que sí lo son. Los receptores sensoriales de los sentidos "convierten" la energía en sensaciones. La longitud de la onda se transforma en color, y las vibraciones del aire en sonido. Toda una cadena de procesos mediadores desde lo que llamamos "realidad" hasta lo que percibimos como "conciencia", nos configuran como "individuos" atados a las "condiciones de posibilidad de la experiencia", como explicó Kant. Aunque Kant desconocía la neurociencia de la percepción, y se limitaba a la epistemología. 

 La atención implica algún tipo de "atracción" de lo "externo" -también de lo interno: como cuando atendemos a un dolor-. Es cierto que los estímulos "atractivos" activan patrones de reconocimiento y focalizan la atención, produciendo un "aumento de la conciencia". La interacción entre "atención" y "atracción" implica que cuanto más atendemos a alguien, más se "descubren" estímulos nuevos y "atractivos". El "deseo" es un impulso que busca la satisfacción de una necesidad. Somos "seres deseantes... y deseados". El deseo es la capacidad de sentir atracción por algo externo. Y todo deseo implica una focalización de la conciencia, aunque su origen sea inconsciente. Desear es atender. Y atender es el inicio del amor. Cuando alguien nos reprocha falta de atención nos quiere decir falta de amor. La atención es atracción. Y el amor es la unión de ambas. Cuando el amor ha superado el origen biológico de la atracción (instinto) y la atención (inspección visual insistente) se transforma en "cuidado" y "protección".

 El amor, esa simbiosis de atracción y atención, es el sentimiento que genera "acciones". La primera acción es "ir hacia el otro/a". Ir hacia su cuerpo, hacia su espíritu, para fundar una "comunidad". Los que se aman actúan siempre al exteriorizarse el uno en el otro. El amor es la primera forma de relación social. La primera "totalidad" que surge de la fusión sexual, afectiva o espiritual entre dos personas nos cura la "soledad" (aislamiento) de la individualidad. Y son la atención y la atracción los motores de este proceso

Francisco Huertas Hernández

Sábado, 17 de febrero de 2024