viernes, 16 de abril de 2021

El Juego. "The Hustler" (1961). Robert Rossen. Francisco Huertas Hernández. 1994. Reflexión lírico-metafísica sobre el juego

El Juego
"The Hustler" (1961). Robert Rossen
Reflexión lírico-metafísica sobre el juego
Francisco Huertas Hernández. 1994

"The Hustler" (1961). Robert Rossen
Eddie Felson (Paul Newman), el jugador de billar
"El audaz" / "El buscavidas" es una película estadounidense sobre el juego. "Eddie Felson (Paul Newman) es un joven arrogante y amoral que frecuenta con éxito las salas de billar. Decidido a ser proclamado el mejor, busca al Gordo de Minnesota (Jackie Gleason), un legendario campeón de billar. Cuando, por fin, consigue enfrentarse con él, su falta de seguridad le hace fracasar. El amor de una solitaria mujer llamada Sarah Packard (Piper Laurie) podría salvarle de esa vida, pero Eddie no descansará hasta vencer al campeón sin importarle el precio que tenga que pagar por ello"

¿Qué es el juego? Es una actividad de exploración y dominio del entorno, necesaria en el desarrollo infantil. Es una actividad placentera, libre y espontánea, sin un fin determinado. Un territorio marcado por la imaginación, por la creación de espacios y tiempos nuevos. El juego infantil es el prototipo de todos los juegos. Luego, en los juegos adultos las reglas sustituyen la espontaneidad. 
Estrella Millán Sanjuán realizó una exhaustiva investigación sobre el juego como actividad física en el cine (Cine y Actividad Física. Estrella Millán Sanjuán. Cádiz. Cine y Deporte)

¿Juegos o juguetes? El juego es la acción. El juguete el instrumento. Los jugadores los sujetos, e, incluso, quedan en segundo término los espectadores del juego, que, cuando, aumenta su radio social llega a absorber tanto la atención de los que lo contemplan, que entregan parte de su vida y su hacienda a disfrutarlo, y padecerlo -cuando ven perder a sus jugadores o equipos favoritos-. Los juguetes son proyecciones simbólicas de los deseos de posesión infantil. Jugando con muñecas, balones, camiones, mecanos, aros, peonzas, pistolas, arcos, etc. los niños y niñas desafían el poder de sus padres al construir una réplica de la realidad adulta en un mundo imaginario en el que los padres ya no mandan. El juguete es el sustituto de la autoridad adulta, el poder creador del niño.

¿El juego del amor y de la vida? Como los niños han aprendido a usar el mundo jugando, como han aprendido a socializarse jugando, manipulando juguetes, es evidente que construirán su mundo adolescente y adulto como una continuación de ese juego. Si la imaginación cede su dominio a las reglas el juego se transforma en deporte y competición, pero el impulso natural del jugar para divertirse y dominar/vencer (juego como agón, ἀγών, confrontación) -principio del placer y pulsión de dominio según Freud- permanece. Por eso es peligroso amar: el que ama, sin saberlo, juega con el amor, con la persona amada, y tiende inconscientemente a vencer en el juego del amor: el que más quiere pierde. El jugador aventajado conoce el truco: no implicarse tanto como para olvidar ganar. Así la vida es un "juego", es decir, una "representación", "función teatral". Si en español la palabra "jugar" carece de esas tres acepciones (lúdica, interpretar un papel, tocar un instrumento) en las demás lenguas está presente. El amor, la vida, es eso: placer infantil de la imaginación que construye mundos alternativos; papel teatral; y melodía o ritmo del instrumento musical: to play, jouer, spielen, играть, παίζω

"The Hustler" (1961). Robert Rossen
Eddie Felson (Paul Newman) & Sarah Packard (Piper Laurie) 
El verdadero jugador es el ludópata. Su dependencia le impide amar, si por amar se entiende jugar con sentimientos un juego de pareja sin espectadores ni apuestas. No puede el ludópata amar a dos amos. El amor exige renuncias a otros impulsos alternativos. Y el ludópata no puede controlar sus impulsos.
El juego patológico se incluye en el DSM-IV-R entre los trastornos de control de los impulsos, que también comprenden la cleptomanía, piromanía y tricotilomanía, en los que estaría implicada la impulsividad. Según estudios científicos algunos jugadores patológicos tienen niveles más bajos de norepinefrina que los jugadores normales. La norepinefrina (catecolamina que actúa como hormona o neurotransmisor), se secreta en condiciones de estrés o amenaza, de modo que los jugadores patológicos juegan para elevar sus niveles.
Aquí ya no está el juego infantil. Es su desviación adulta: la sociedad competitiva que reprueba al perdedor (loser) y refuerza al "ganador" (winner). En países hiper capitalistas es la medida del triunfo económico: ganar más, ganar a más personas.

"The Hustler" (1961). Robert Rossen
Poster

 Las reglas del juego se aprenden jugando. Así se lo he hecho saber a Z. El juego es tobogán y aro, comba y peonza. Nadie puede arrogarse el derecho de haber inventado el juego: el juego es eterno. Empezamos a jugar y empezamos a perder. El primer fracaso, la primera derrota es la del juego. Luego vienen otras: las matemáticas, las mujeres, la muerte. El juego nunca cambia: es el remolino que hace girar a triunfadores y perdedores; a unos les arroja más tarde, pero a otros con mayor violencia. Jugando se pertenece al remolino que es fuente de movimiento. Jugar es moverse; moverse es ocultarse; ocultarse es marcharse. Por el juego se inicia uno en la despedida, en la ausencia. La ausencia es lo inquietante del juego. Jugador invisible que nos recuerda que incluso lo oculto puede moverse. El juego, sea individual o colectivo, es estrategia; la estrategia es habilidad y es belicidad. El juego es el arte y el juego es la guerra. Comenzamos el juego riendo y lo acabamos llorando. La risa y el llanto son movimientos del alma que enmarcan el movimiento general: el juego. Todo es juego: todo es movimiento. No jugamos nosotros: el juego juega con nosotros.

(Tema y variaciones. Variación 1ª)


Juegos infantiles

Juega que te juega el niño inconsciente y melancólico inventa a Jim. Sí: Jim nunca falla. Pero la necedad del niño es grande: sentado en un fardo de ropa vieja dialoga con Jim. No corren, ni saltan, ni vuelan. Ambos permanecen quietos en la penumbra, extraños y alejados de los patios y las plazas en las que cafres atolondrados se agitan, se empujan y se pegan. Jim, ¿de qué hablabas?

(Variación 2ª. Autobiográfica)


El juego y el juguete: sincronía abstracta, coincidencia triste. Hay juegos sin juguetes; hay juguetes sin juego. Pero hay también juguetes hipostasiados, vicarios: juguetes, instrumentos del juego, que son jugadores. Coincidencia fatal. El juguete es objeto y el jugador objeto para que el juego juegue. Para que el juego gane. Para que el juguete/jugador pierda.

(Variación 3ª. Abstracta)


Juguemos, querida, juguemos. Seamos víctimas del juego. Jugadores líricos, herméticos, solipsistas, elípticos. Coincidamos confidentes. Dejémonos arrastrar por el océano, por el diluvio, por el huracán. Amémonos sin garantías de futuro, sin la sombra del pasado, sin la esquina del presente. Déjate llevar, déjate jugar por mí que yo me dejaré jugar por ti; nos dejaremos jugar por el tiempo. Escribiremos en las páginas olvidadas de la sombra del amor. Haremos sonar nuestras sirenas cuando, como dos trasatlánticos, nos aproximemos el uno al otro en mitad del océano, antes ancho y ajeno, ahora sólo una metáfora. Eres mi metáfora: encontrarte es perderte. Te significo magnífica. Te invento inquietante. Te quiero sólo para una metáfora.

(Variación 4ª. Deseo)


Los jugadores parecen cansados: después de la fiebre del oro. Con el sombrero sobre los ojos parecen mirar dentro de sí mismos. Alguien jugó con ellos. Los jugadores parecen dormidos: después de la ruta de la seda. Con el cigarro sobre los labios parecen musitar palabras perdidas. Alguien jugó con ellos. Los jugadores parecen llorar. El juego fue cruel. Unos perdieron, otros murieron: todos lloraron. El oro, la seda, el carmín, les dejaron una huella dorada, una huella suave, una huella encarnada. Los jugadores volvieron. Ven: ve pasar a estos hombres silenciosos, quizá traen un mensaje para nosotros.

(Variación 5ª. Profecía)

Francisco Huertas Hernández
Febrero de 1994
Convaleciente

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Increíble reflexión

Merinesa dijo...

Más allá de lo enriquecedor que resulta leer este texto, como siempre, me ha turbado psicológicamente para bien. Mi carácter serio, es sin duda la causa de que no acierte en el delicado campo amoroso. Detectar esto, me aporta paz; no creo en los cambios de formas de ser, menos aún para gustar a otros. La comprensión de las cosas, me aporta un amor íntimo, firme cono un faro en la tempestad. Gracias!

Estrella dijo...

Te copio lo que puse en el otro artículo, "Cine y deporte", sobre el juego.

"Johan Huizinga, historiador holandés, en su libro “Homo ludens” (1936), acuñó este término como complemento al Homo sapiens que otorgó la Biología o el Homo faber de la Antropología. Este autor destaca que el acto de jugar es consustancial a la cultura humana, “sin cierto desarrollo de una actitud lúdica, ninguna cultura es posible”, argumenta. Para él el origen de ésta es un juego en sí. La pulsión por jugar, su carácter agonal (lucha) y de vencer es inherente a la naturaleza humana según Huizinga, así como que el juego antecede a la propia cultura, como se muestra en el caso de los animales".
"El juego pasa por distintas fases: la primera es espontánea en el niño, se juega por el mismo placer de hacerlo, de forma unipersonal; después se pasa a lo agonal, la competición con otro y por último se convierte en deporte propiamente dicho, cuando adquiere un carácter reglado y colectivo".

Estrella dijo...

Excelente texto y elección de película, que es una de mis preferidas. El juego de adultos como perdición, triunfo, adicción... en ese personaje para la posteridad creado por Rossen y Newman.
Los niños juegan, es su forma de establecer autonomía, conocimiento del entorno, relación social y autoestima. Es inherente. Se juega físicamente hasta que las convenciones o la edad nos lo permiten. Pero, sigue habiendo muchas formas de jugar en la conducta humana, tanto de pequeños, como de adultos. Y el lenguaje nos lo recuerda. Jugar un rol, una mala pasada, jugar con fuego... En otros idiomas, como dices tú, está más presente. To play, jouer, ...
Jugar es interpretar un personaje, una forma de vida. Trasciende lo físico y deportivo, porque somos una dualidad.

Anónimo dijo...

Espléndida reflexión. Pero para gente que no somos por naturaleza competitivos, me gusta ganar pero también perder si durante el juego ha sido emocionante y los contrincantes han jugado bien. No soporto las trampas. Odio jugar con dinero. El juego para mi es un placer por el mero hecho de estar con gente divirtiéndonos. Ya sea cuando era niño con amigos, padres, hermanos. Ya sea con mi hija cuando era pequeña (nunca me dejaba ganar, quería que ella fuera capaz con esfuerzo de ganarme, que casi siempre lo hacía), con sus amigos... En la actualidad el juego se ha vuelto solitario. La gente juega con el móvil, cónsolas. El juego debe ser participativo, social, por diversión, no pura competición. Sólo jugar por puro placer y divertirse. No para ganar dinero, puntos, etc.