jueves, 26 de mayo de 2022

Problemas filosóficos. Preguntas sin fin. Francisco Huertas Hernández

Problemas filosóficos. Preguntas sin fin
Francisco Huertas Hernández


4º ESO C. Valores Éticos
Selfie. De izquierda a derecha: José, Andrés, Francisco (profesor), Roberto, Edgar, Issam, Matías, Brian, Sofía, Érica, Manal, Asdrúbal
Clase nº 33. Martes 8 de junio de 2021
Curso 2020-2021
Profesor: Francisco Huertas Hernández
IES Doctor Balmis. Cerámica 24. 03010 Alicante. España

Para mi amiga Rosana Beatriz Ruiz Díaz, futura profesora de Filosofía en Uruguay

  Introducción

 Un problema filosófico es una pregunta acerca de la realidad o el conocimiento. Es una pregunta abierta que da lugar a diferentes respuestas en función de variables axiológicas, metodológicas, psicológicas, sociológicas, históricas... 

 Desde Sócrates la pregunta es más importante que la respuesta, pues ella delimita el campo que se va a tratar. La pregunta básica es la definición: "¿qué es X?". En los Diálogos Socráticos de Platón las preguntas ("¿qué es la belleza?" en "Hipias Mayor", o "¿qué es la piedad?" en "Eutrifrón") quedan sin definir con claridad y distinción, porque son "diálogos aporéticos" que conducen a "aporías" o contradicciones en los interlocutores. Sócrates era "astuto" y mediante sus preguntas elevaba la abstracción de la definición entre los "ejemplos" que sus contertulios mostraban. "Mostrar" "ejemplos" o "casos" concretos no es definir, pues "definir" exige "separar" lo individual para "alzarse" a lo "universal". Platón resolvió el problema afirmando que toda definición recae en "Ideas" separadas de los casos individuales en los que se concreta.

 Si la filosofía comienza con el "preguntar", no puede acabar en un "juego" "dialéctico" de "aporías" o ingenio. La "mayéutica" de Sócrates revela que las "respuestas" están dentro de nosotros, que la "sabiduría" nos "pertenece" solo si somos "humildes" y aceptamos escuchar las preguntas del "otro" y "debatir" hasta la "clarificación" conceptual, es decir, hasta la definición. Platón fue más allá al entender en sus últimos "Diálogos" que definir es "clasificar" el "ser" (Ideas) en "géneros" y "especies", es decir, "cortar" lo "real" siguiendo los "bordes" o "límites" que separan las "clases" de "ideas".

 Las preguntas "genuinas" (lo que conserva su "pureza" "esencial") solo pueden remitir al "ser". Los llamados "presocráticos" entendieron el ser como el "origen" o "causa" de todo lo que existe en el universo, el ἀρχή (arjé), mas los pensadores atenienses del siglo V a C fueron "ciudadanos" que llevaron la filosofía de las cosas naturales a los asuntos del hombre. Fue el famoso "giro antropológico" de los Sofistas y Sócrates que colocaron la ἀρετή (areté) como pregunta genuina: "¿qué es la virtud?" Aunque hubo dos respuestas antitéticas: los Sofistas negaron su existencia, reduciéndola a "costumbre" o νόμος (nomos), bien fruto de las convenciones relativas y cambiantes, como en Protágoras; o bien como "ley del más fuerte" y expresión del "egoísmo" humano, como en Trasímaco. Sin embargo, Sócrates defendió la existencia de una "ἀρετή" universal, racional y absoluta, sin la que la convivencia sería imposible.

 ¿Para qué volver a preguntar o re-pensar lo ya pensado por los antiguos filósofos? Esta es la tarea del profesor de filosofía: despertar el "desasosiego" -cual "tábano" socrático- en el estudiante. Solo el "malestar" nos empuja a filosofar. Aristóteles lo llamó la curiosidad natural, pero es que esa curiosidad muere en el adolescente, embrutecido con TikTok, Instagram, el fútbol, la pornografía y los videojuegos. Así que debemos proceder a una "provocación metodológica" que les saque de su "zona de confort", de sus "aparentes" "certezas" o "costumbres" "acríticas".

 Preguntar hasta "acorralar" las mentes "unidireccionales" de nuestros alumnos. Agitar el vaso de los "hábitos" y "rutinas" del no-pensar porque aceptamos que "esto es lo que hay", "siempre ha sido así", "hay que obedecer", "seguir la corriente", "hacer lo que hace todo el mundo"... Preguntar sin fin, porque unas preguntas generan otras... Toda respuesta encierra una nueva interrogación. La interrogación es la duda y la búsqueda al mismo tiempo. Sin duda no se sale de la apariencia y la ignorancia. Sin búsqueda no se dirige uno a la esencia y la sabiduría, existan o no, que eso da igual... Somos animales que dudan, interrogan y buscan...

 La filosofía es "adictiva" porque consiste solo en preguntar y responder, elevándose por encima de la obediencia y la rutina de la vida. Y como estamos hechos de lenguaje, nos excita llevar nuestra mente en las alas de ese "λóγος" (logos) que "penetra" como "rayo de luz" en el alba... Platón no se equivocó con su alegoría de la Caverna...

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Tenés razón. Preguntar es más importante. Sin preguntas no hay movimiento del pensar. No se dirige a la verdad. Buscar la verdad es un viaje

Rosana Ruiz dijo...

Muchas gracias Francisco! Siempre tan amable y dispuesto a ayudar y a dialogar. Un abrazo desde Uruguay

Anónimo dijo...

Muy bueno