Diario de un Profesor de Filosofía (0.3)
Prólogo epistemológico
¿Cómo está escrito este libro?
Francisco Huertas Hernández
Tercer Prólogo de mi libro "Diario de un Profesor de Filosofía", pronto en librerías
Sin embargo, en este libro no hay tal “feliz conciliación”. Ni el profesor es un héroe, ni el alumno un villano. Ni, menos aún, hay un “movimiento dialéctico” hegeliano, de “superación de opuestos”, con música de fondo.
Y si, a pesar de ser un “Diario” no hay demasiados “hechos”, ¿predomina, entonces, la “reflexión” propia de la “Filosofía”? Pues sí. Dada mi naturaleza introspectiva y solitaria, que determinó probablemente mi encaminamiento hacia la Filosofía, era inevitable que esta continuación de mi “Diario” juvenil (“Entre la filatelia y la halterofilia. Memorias de un hombre de acción”), del que se publicó en 1996 un volumen (“Entre la filatelia y la halterofilia. Diario de Oviedo”), fuera un pequeño “rincón de pensar”.
La “filosofía” se impone al “diario”, o, dicho de otro modo, todo relato es de ideas, no de sucesos. Porque quien esto escribe tiende a la abstracción, por una mezcla de prurito profesional y “ensimismamiento” -"retiro a la intimidad" para formarse ideas, tras escapar de la “alteración”, en la que nos sentimos “náufragos” entre las cosas- orteguiano.
Reflexiones, con la guía de poetas, pensadores y alumnos: la “alegría del comenzar” (Pavese); la vida como “viaje del espíritu” (Pessoa); las “humillaciones del narcisismo humano” (Freud); el “juego infantil” como “espacio de control omnipotente de los deseos” (Winnicott); la “fotosíntesis racional” como “pensar creciente”; la “educación” como “tarea asimétrica”; “enseñar” como “tarea prometeica”; la “analogía” como principal método del pensar: “pensar es comparar”; la “confianza”, entre la certeza y la duda; la “moral”: ¿obediencia, compasión o racionalidad?; “pensar” y “actuar” según R. Descartes; el “sentido de la vida” según los alumnos en un debate de clase; la “educación” vista por los estudiantes en otro debate; “Si la escuela debe ser el lugar donde se enseñe a vivir, o a pensar, o a ninguna de las dos cosas”; el “saber” y el “placer”; ¿cómo es un profesor excelente? Entre la “rauxa” dionisiaca y el “seny” apolíneo; la “curiosidad infantil” y la “educación”: “saber ser pequeños” (Nietzsche); “amor y pedagogía”. Balance de final de curso. Mi cosmovisión hoy: principios, flexibilidad y fraternidad, o verdades, dudas y amor; “felicidad, infancia y saber”: “el reino de los cielos de los niños” (Nietzsche), o “el profesor que se enfrenta con criaturas que inconscientemente se debaten entre la inocencia ignorante del Génesis y la curiosidad natural de saber aristotélica”; “abandono, búsqueda, encuentro: la condición humana”. Una constante antropológica de disgregación, experiencia y fusión; otra vez, “querer y pensar”; la educación entre el dogmatismo intransigente y el pragmatismo inconsistente. De la escuela tradicional a la ludificación y las competencias; el “pensamiento crítico” es desobediencia; el "lugar" de la "belleza" y la "verdad" en la "pedagogía del mínimo esfuerzo y la máxima queja"; la era del Vacío y el Transhumanismo. De lo efímero a la aniquilación de la libertad de pensamiento; la “llama doble” (O. Paz) o el amor y la educación; la Paradoja del Mentiroso y la importancia del contexto de la vida; Λόγος, silencio y enseñanza. Luis Villoro y su filosofía del silencio; la analogía del fútbol y la enseñanza: vocación, disciplina, superación; el espacio del profesor es el aula; el “arte de jubilarse”: somos personas, trabajemos o no…
5 comentarios:
Muy bueno
Gracias lector
Encuentro la presentación muy interesante y bonita.
Gracias Laura
Absorbí signos que me aseguraban un camino entre los conquistadores de la razón pasaron algunos años y desde que dejé de ser un animal nacido como una hoja de papel todos han escrito alguna palabra que me ha hecho olvidarme de lo libres que pueden ser las piedras que respiran en cualquier camino.
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