miércoles, 30 de julio de 2025

A. S. Pushkin: "La dama de picas" (Пиковая дама) (1834). La perfección del relato depurado. O por qué Pushkin da sentido a la vida. Francisco Huertas Hernández

A. S. Pushkin: "La dama de picas" (Пиковая дама) (1834). La perfección del relato depurado. O por qué Pushkin da sentido a la vida.
 Francisco Huertas Hernández

Александр Сергеевич Пушкин: "Пиковая дама"
Малая книга с историей. 2017


 "La dama de picas" (Пиковая дама) (Pikovaya Dama) (1834) es una novela corta (повесть) de misterio y elementos fantásticos del más grande y adorado escritor ruso. Una historia de jugadores de cartas, que escuchan un relato misterioso sobre la abuela de uno de ellos: tres cartas mágicas en su lejanísima juventud hicieron que recuperara la fortuna perdida. Un segundo escenario nos lleva al palacio petersburgués de la condesa, una anciana de ochenta y siete años que aún asiste a los bailes de sociedad, donde se nos presenta a su cuidadora Lizavyeta, que descubre desde la ventana durante muchos días seguidos a un ingeniero militar que la contempla absorto. Hermann tiene intenciones muy diferentes a la conquista amorosa que Lizavyeta imagina y anhela. El joven alemán quiere conocer el misterio de las tres cartas ganadoras...

 Abram Lezhnev en su referencial libro sobre la prosa de Pushkin observó la sencillez de la prosa pushkiniana, rechazando cualquier tipo de ornamentación, incluyendo mínimas descripciones, el abundante uso de verbos -el ruso es idioma de un registro verbal complejo y preciso-, que otorga a las oraciones un dinamismo, una vivacidad y una energía que sobrepasan la vida, ya que “a literatura existe porque a vida não basta” (Ferreira Gullar). El color de las palabras de la prosa pushkiniana está al servicio de la vida de los personajes, cuya humanidad queda imborrablemente fijada en nuestras almas: el ingeniero militar Hermann (Германн), la condesa Anna Fyodorovna (Анна Федотовна) y la cuidadora de la anciana condesa, Lizavyeta Ivánovna (Лизавета Ивановна).

  Se atribuye a Fyodor Mijailovich Dostoyevski la afirmación de que Hermann era "una figura colosal" e inspiró claramente a Raskolnikov de "Crimen y castigo" (1867), aunque la única fuente que manifiesta su admiración inmensa es una carta de junio de 1880 donde escribe "lo fantástico debe estar tan en contacto con lo real que casi debas creerlo. Pushkin, quien nos dio casi todas las formas de arte, escribió «La dama de picas», la cumbre del arte fantástico" (Фантастическое должно до того соприкасаться с реальным, что вы должны почти поверить ему. Пушкин, давший нам почти все формы искусства, написал «Пиковую даму» - верх искусства фантастического)

  Pyotr Ilych Chaikovski compuso una ópera sobre esta novela, con libreto de su hermano Modest Chaikovski, estrenada en el Teatro Mariinsky de San Petersburgo el 19 de diciembre de 1890. La pieza musical ha llegado a ser más conocida fuera de Rusia que la obra literaria, aunque esta situación está cambiando, y en español disponemos de varias traducciones de "La dama de picas" de Pushkin.

 Agata Orzeszek (La dama de Picas: Un pretexto para hablar de las traducciones de Pushkin, 1999 ) repasa las traducciones de "Пиковая дама" al castellano, con títulos tan dispares y absurdos -lo que revela la adaptación desde el francés- como: "La Reina de espadas""Azar en el juego" o "La Dama de los tres naipes", para reparar en un hecho aparentemente trivial: "pique" en francés es "pica", de la baraja francesa, usada en Rusia. Los cuatro palos de la baraja francesa son: corazones, diamantes, tréboles y picas, frente a oros, copas, espadas y bastos de la baraja española.


 Pushkin inicia la novela con esta cita: "Пиковая дама означает тайную недоброжелательность" (La Dama de Picas significa secreta malevolencia), atribuyendo este saber a la cartomancia moderna.

 El relato tiene cuatro partes perfectamente ensambladas, siendo la última un fugaz epílogo.
 
 La primera parte: la casa del oficial Narúmov, en la capital rusa, donde se reúnen a jugar al faraón (juego de baraja). La traducción de Amaya Lacasa (Narraciones completas. Alba Editorial) reza así en su primera página: "Una vez se jugó a las cartas en casa de Narúmov, oficial de la guardia montada. La larga noche de invierno transcurrió sin sentir; empezaron a cenar pasadas las cuatro de la mañana. Aquellos que habían ganado comían con gran apetito, los otros permanecían distraídos ante sus platos vacíos. Pero pronto apareció el champagne, la conversación se animó y todos participaron en ella". El texto ruso de Pushkin es éste: "Однажды играли в карты у конногвардейца Нарумова. Долгая зимняя ночь прошла незаметно; сели ужинать в пятом часу утра. Те, которые остались в выигрыше, ели с большим аппетитом, прочие, в рассеянности, сидели перед пустыми своими приборами. Но шампанское явилось, разговор оживился, и все приняли в нем участие".

 Entre los distintos jugadores se inicia un diálogo en el que emerge un extraño personaje, de origen alemán: Hermann, un ingeniero, que "en su vida ha tocado una carta... y se queda con nosotros hasta las cinco de la mañana viéndonos jugar" (отроду не брал он карты в руки, отроду не загнул ни одного пароли, а до пяти часов сидит с нами и смотрит на нашу игру!). La figura del calculador (расчетлив) ingeniero alemán es comparada a otro insólito personaje, la condesa Anna Fyodorovna, abuela del interlocutor Tomsky. Éste, acto seguido, cuenta la historia de su abuela sesenta años atrás en París, la Venus moscovita jugaba al faraón y perdió una suma considerable, que su marido se negó a reponer, por lo que la hermosa dama rusa recurrió al conde Saint-Germain, suplantador del Judío Errante, inventor del elixir de la vida y de la piedra filosofal (графе Сен-Жермене, о котором рассказывают так много чудесного. Вы знаете, что он выдавал себя за вечного жида, за изобретателя жизненного эликсира и философского камня, и прочая). El viejo "le descubrió un secreto por el que cualquiera de nosotros estaría dispuesto a pagar lo que fuera..." (извольте меня выслушать». Тут он открыл ей тайну, за которую всякий из нас дорого бы дал...): el secreto de las tres cartas ganadoras, con las que la condesa Anna Fyodorovna recuperó su fortuna. 

 La segunda parte del relato nos sitúa en el palacio de la condesa donde conocemos otro de esos personajes femeninos imborrables del poeta, Lizavyeta Ivanovna, cuidadora de la anciana y voluble condesa. Pushkin retrata en apenas unas palabras el carácter de la anacrónica noble: "no es que la condesa tuviera mal corazón, pero era caprichosa como toda mujer mimada por el gran mundo, tacaña y sumida en un frío egoísmo, como todos los viejos que han amado todo lo que tenían que amar en el pasado y son ajenos al presente. Participaba en todas las vanidades mundanas, iba a los bailes, donde se sentaba en un rincón, pintada y vestida según la moda de antaño... los invitados que venían se acercaban a ella con profundas reverencias como si celebraran un rito establecido, después de lo cual nadie le hacía caso" (Графиня ***, конечно, не имела злой души; но была своенравна, как женщина, избалованная светом, скупа и погружена в холодный эгоизм, как и все старые люди, отлюбившие в свой век и чуждые настоящему. Она участвовала во всех суетностях большого света, таскалась на балы, где сидела в углу, разрумяненная и одетая по старинной моде, как уродливое и необходимое украшение бальной залы; к ней с низкими поклонами подходили приезжающие гости, как по установленному обряду, и потом уже никто ею не занимался). Queda la condesa despachada, mas no la triste Lizavyeta que exclama: "Esta es mi vida" («И вот моя жизнь!» — подумала Лизавета Ивановна) ante los cambios de opinión imprevisibles de la vieja voluble. Lizavyeta "era una criatura muy desdichada" (Лизавета Ивановна была пренесчастное создание): "servía el té y recibía reprimendas porque gastaba demasiado azúcar, leía novelas en voz alta y era culpable de todos los errores del autor; acompañaba a la condesa en sus paseos y era responsable del tiempo y del estado de los caminos. Se le había asignado un sueldo que nunca recibía íntegramente; sin embargo, exigían de ella que vistiera como todo el mundo, es decir, como unos pocos. En sociedad desempeñaba un papel de lo más penoso. Todos la conocían pero nadie se fijaba en ella; la sacaban a bailar solamente cuando faltaba un vis-à-vis, y las damas la llevaban del brazo siempre que tenían que ir al tocador para arreglar algo de su atuendo. Tenía amor propio y se daba cuenta de su situación y miraba en su entorno esperando impaciente al liberador; pero los jóvenes, calculadores en su frívola ambición, no le prestaban atención, aunque Lizavyeta Ivánovna era cien veces más agraciada que las insolentes y frías muchachas casaderas que estos perseguían. ¡Cuántas veces, después de abandonar sigilosamente el aburrido y fastuoso salón, se iba a llorar a su mísera alcoba, amueblada con un biombo empapelado, una cómoda, un pequeño espejo y una cama pintada, y donde una vela de sebo en una palmatoria de cobre despedía una luz tenue!" (Лизавета Ивановна была домашней мученицею. Она разливала чай и получала выговоры за лишний расход сахара; она вслух читала романы и виновата была во всех ошибках автора; она сопровождала графиню в ее прогулках и отвечала за погоду и за мостовую. Ей было назначено жалованье, которое никогда не доплачивали; а между тем требовали от нее, чтоб она одета была, как и все, то есть как очень немногие. В свете играла она самую жалкую роль. Все ее знали и никто не замечал; на балах она танцевала только тогда, как недоставало vis-à-vis, и дамы брали ее под руку всякий раз, как им нужно было идти в уборную поправить что-нибудь в своем наряде. Она была самолюбива, живо чувствовала свое положение и глядела кругом себя, — с нетерпением ожидая избавителя; но молодые люди, расчетливые в ветреном своем тщеславии, не удостоивали ее внимания, хотя Лизавета Ивановна была сто раз милее наглых и холодных невест, около которых они увивались. Сколько раз, оставя тихонько скучную и пышную гостиную, она уходила плакать в бедной своей комнате, где стояли ширмы, оклеенные обоями, комод, зеркальце и крашеная кровать и где сальная свеча темно горела в медном шандале!)

 Entonces apareció aquel hombre en la calle mirando a la ventana en la que ella bordaba, un día y otro, y otro. Era Hermann, el ingeniero caracterizado por su aparente templanza. Pushkin lo describe brevemente en su carácter, "introvertido y ambicioso" (скрытен и честолюбив), "muy apasionado y tenía una imaginación exuberante" (Он имел сильные страсти и огненное воображение). No jugaba a las cartas, "pues había calculado que su capital no le permitía (según decía) sacrificar lo imprescindible con la esperanza de lograr lo superfluo" (будучи в душе игрок, никогда не брал он карты в руки, ибо рассчитал, что его состояние не позволяло ему (как сказывал он) жертвовать необходимым в надежде приобрести излишнее).

 El lector sabrá que "la anécdota de las tres cartas conmovió profundamente su imaginación" (Анекдот о трех картах сильно подействовал на его воображение и целую ночь не выходил из его головы)

 Una extensa tercera parte de "Пиковая дама" presenta el equívoco de las cartas de amor que envía por intermediaria Hermann a Lizavyeta, la enamorada de la ventana, que, en su osadía, le invitará a verla a solas, una noche después de un baile, en su misma alcoba. Pero cuán distintos eran los planes del falso pretendiente, que buscaría a la vieja para que le revelara el secreto de las tres cartas ganadoras. 

 El desenlace de la trama en la casa de la condesa está resuelto con maestría y laconismo por Pushkin. Los destinos de Hermann y Lizavyeta no se cruzarán y el ingeniero alemán sucumbirá en su insensato proyecto.


 Como buen incitador a la lectura, desisto de continuar la narración, y que usted mismo compre el libro y lo lea. Sepa que el relato adquiere tintes sobrenaturales, pero predomina en él esa atmósfera de verdad humana, que hace de los grandes clásicos maestros del arte de vivir, pues sepa el lector que la lectura de Pushkin da sentido a nuestras miserables vidas, y que yo mismo abrumado por el vacío y crueldad de la existencia, sólo hallo consuelo -schopenhauerianamente- en el arte, y Pushkin es quintaesencia de la literatura que calma el dolor, que sosiega el espíritu, lo crea y lo propaga por las ondas invisibles uniéndonos a la humana condición estremecida por la belleza y la verdad, que no están ni en la filosofía, ni en la ciencia, ni en la nuda existencia prosaica...

Francisco Huertas Hernández
30 de julio de 2025

martes, 29 de julio de 2025

A. S. Pushkin: "Yevgueni Oneguin" (Евгений Онегин). Reflexiones pushkinianas V: Cap. 8-XLVII. "¡Pensar que la felicidad tan cerca se encontraba! Pero ya se ha cumplido mi destino..." (А счастье было так возможно, Так близко!.. Но судьба моя Уж решена). Francisco Huertas Hernández

A. S. Pushkin: "Yevgueni Oneguin" (Евгений Онегин).
Reflexiones pushkinianas V: Cap. 8-XLVII. "¡Pensar que la felicidad tan cerca se encontraba! Pero ya se ha cumplido mi destino..." (А счастье было так возможно, Так близко!.. Но судьба моя Уж решена).
Francisco Huertas Hernández




А счастье было так возможно,
Так близко!.. Но судьба моя
Уж решена. Неосторожно,
Быть может, поступила я:
Меня с слезами заклинаний
Молила мать; для бедной Тани
Все были жребии равны...
Я вышла замуж. Вы должны,
Я вас прошу, меня оставить;
Я знаю: в вашем сердце есть
И гордость и прямая честь.
Я вас люблю (к чему лукавить?),
Но я другому отдана;
Я буду век ему верна».

А. С. Пушкин: "Евгений Онегин"
Глава восьмая. XLVII


¡Pensar que la felicidad
tan cerca se encontraba!... Pero
ya se ha cumplido mi destino.
Tal vez mi obrar fue imprudente:
mi madre me pidió llorando
que aceptara. A la pobre Tania
le daba igual la suerte echada...
Y me casé. Usted me debe
dejar ahora, se lo ruego.
No ignoro que usted posee
un corazón honrado y noble.
Sí, le amo, ¿para qué ocultarlo?
Mas yo a otro pertenezco
y le seré por siempre fiel"

Aleksandr Pushkin: "Yevgueni Oneguin". Capítulo VIII. XLVII. Traducción de Mijail Chílikov. Ediciones Cátedra


  Hoy regresa Pushkin a mi lado, él nunca se va, porque él es Rusia, es el amor, es la plenitud de la belleza ascendente en el vuelo de la juventud que cruza las verdades más claras del alma humana, que, en forma de nubes etéreas nos llaman desde lo alto, y que nosotros, lectores que amamos los clásicos, los libros y el entusiasmo del saber, inclinamos la cabeza hacia las páginas del libro, pero, en giro cósmico, la vista atraviesa el verso y nos yergue en nuestro cuerpo pránico o sutil para que nuestros ojos atraviesen esos cirrostratus, cirrocumulus, cristales de hielo, de la capa alta de la troposfera, y vean lo que los privados de lectura jamás conocerán.

 Aleksandr Sergueyevich Pushkin ha iluminado nuestra vista en la figura de Tatyana Larina, el personaje femenino más bello, profundo y humano de la literatura universal. Cuando el poeta de Moscú se acercaba al final de su magna novela en verso "Yevgueni Oneguin", en el capítulo VIII, se produce el reencuentro a solas del joven desencantado, que, de modo fulminante, ha caído arrebatado por la contemplación de su otrora enamorada a la que despreció, ahora convertida en señora casada con un general, amigo suyo, y admirada en todos los salones de Moscú. No es fácil contener las lágrimas, en este final, porque cada uno de nosotros, menesterosos lectores, anhelantes de esa visión celeste, hemos sufrido las penas del amor, su lacerante designio, que dicta que cuanto más se ama, más ha de sufrirse, a pesar de los eslóganes vacíos de la psicología positiva que ve el amor como un equilibrio de individualidades egoístas y autosatisfechas, y ante Tatyana, y Yevgueni arrodillado a sus pies, uno siente que la vida es eso, y por más que Pushkin despliegue el humor y el distanciamiento metatextual, sus personajes respiran, palpitan y aman con la luz máxima de la palabra perfecta que es música y silencio a un tiempo. Yo releo continuamente "Eugenio Oneguin" porque en él está toda Rusia, la Rusia eterna, y en él está toda la literatura, la literatura clásica, la que atraviesa los siglos, las almas y las pasiones de los hombres que, en leer, viven, y en vivir, se unen inquebrantablemente en un solo hombre, en el ser humano esencial que se conoce y se siente con el corazón desgarrado y la conciencia iluminada y sosegada, que es uno en la unidad de la visión de los maestros de la literatura, y reúne a la multitud de los lectores de tiempos y lugares distintos en el cielo de la verdad inmarcesible de la belleza y la verdad.

 Mijail Chílikov ha realizado el intento titánico de traducir una de las obras más difíciles de las letras universales. Y, aunque en la traslación ha desaparecido la música pura de la lengua rusa, la armonía de forma y materia, de nube y lluvia, que sólo en lectura directa puede sentirse, ha mantenido la rima asonante. El tetrámetro yámbico pushkiniano, estrofa de catorce versos, parecida al soneto con rima aBaBccDDeFFeGG, y 118 sílabas por estrofa, apenas vislumbrado en la lectura en español, aún resulta bello por la verdad humana, la variedad de asuntos, la frescura, profundidad y claridad solar de la escritura del más grande de los literatos rusos.

 La celebérrima estrofa XLVII es la respuesta de Tatyana al enamoramiento súbito y torturado del joven que la despreció tras declararse ella imprudente en la famosa carta de Tatyana a Yevgueni, para la que Pyotr Ilych Chaikovski compuso una bellísima aria para soprano en la ópera homónima, cuya fama en el resto del mundo sobrepasa el texto literario original. Una Tatyana serena, que aún contiene las lágrimas, ante la carta, que ahora ha escrito un torturado Oneguin, que ha perdido su impasibilidad de hombre superfluo, el mismo Oneguin que apenas se inmutó con la carta que la soñadora Tatyana le envió confesándole los secretos de su corazón.

 Dice Tatyana: "А счастье было так возможно, / Так близко!.. Но судьба моя / Уж решена" (¡Pensar que la felicidad / tan cerca se encontraba!... Pero / ya se ha cumplido mi destino). Pushkin establece comparaciones de su heroína con mujeres que él ha conocido y amado a lo largo de su vida. ¿Quién no pondrá en el lugar de Tatyana a su amada inmortal, a su Inma, a su Frambu, a su малинoчка? Tatyana es el "eterno femenino" (das Ewig-Weibliche) del penúltimo verso del "Faust" de Goethe. Pero, a diferencia del carácter simbólico trascendente del poeta alemán, en Pushkin, Tatyana es humana, y cada latido de su corazón, cada mirada suya por la ventana, los sentimos en nuestra piel. La felicidad se encuentra cerca cuando dos cuerpos sienten sus almas en conjunción, y, sin embargo, prejuicios, desequilibrios psíquicos, malos consejos ajenos, miedos, terrores innominados, alejan a esos seres que pueden amarse, pero no saben amar. Y se ama en tres dimensiones, tres visiones son posibles en el amor de pareja: una lógico-racional, infiere la viabilidad de la relación de los hechos de los participantes, siendo ésta la dimensión más frágil porque los hechos no favorecen los amores; otra visión es emocional, y desde ésta, sí hay y debe haber relación, es la necesidad del no poder vivir sin la persona amada, que ha llenado el mundo, le ha dado su significación plena; y, finalmente, hay una dimensión intuitiva mística, basada en la predestinación, pero ésta es la visión trágica, estamos destinados a sufrir y destruirnos amando.

 Louis Aragon lo condensó en un poema:

"Rien n’est jamais acquis à l’homme Ni sa force
Ni sa faiblesse ni son coeur Et quand il croit
Ouvrir ses bras son ombre est celle d’une croix
Et quand il croit serrer son bonheur il le broie
Sa vie est un étrange et douloureux divorce
Il n’y a pas d’amour heureux"

 "No hay amores felices" (Il n'y a pas d'amour heureux), cuando creemos abrir los brazos para amar, nuestra sombra es una cruz, cuando creemos estrechar nuestra felicidad la vida nos aplasta, toda nuestra vida es una extraña y dolorosa separación. Aragon expresa la desdicha de Tatyana y de Yevgueni, de quienes huyen ante la felicidad que de modo repentino se presenta, para más tarde arrastrarse entre espinas para recuperar lo que previamente rechazaron, siendo más doloroso aún el haber catado la miel de la dicha del amor, creyendo en su eternidad, y despertar solo, en una cama fría y vacía, en un mundo sin sentido ni esperanza.


 Con solo tres versos, los iniciales de la estrofa XLVII, Pushkin transustanciado en Tatyana, nos revela la infinitud del amor, su imposibilidad, su cercanía y su condena. Dejad que los malos poetas, los Lenski del mundo, canten las delicias del amor, que los excelsos nos seguirán arrobando con la tragedia del vivir...

¡Viva Rusia!

Francisco Huertas Hernández
29 de julio de 2025

domingo, 27 de julio de 2025

"Faust" de Johann W. von Goethe. Un acercamiento (II). La vida como acción representada para los otros. La vida como contemplación de lo Absoluto perdido. Francisco Huertas Hernández

"Faust" de Johann W. von Goethe.
Un acercamiento (II). La vida como acción representada para los otros. La vida como contemplación de lo Absoluto perdido.
Francisco Huertas Hernández



 "Faust" (1808, 1832) es una obra inabordable, contemplada en su integridad, mas una totalidad tan compleja debe abordarse en su génesis. La obra de Goethe se inicia con dedicatoria, preludio en el teatro y prólogo en el cielo, antes de conocer al héroe insatisfecho en la Primera Parte de la Tragedia, titulada "De noche".

Tras la "Zueignung" (Dedicatoria), en la que "de nuevo os acercáis, vagas figuras / que antaño mis turbados ojos vieron" (Ihr naht euch wieder, schwankende Gestalten, / Die früh sich einst dem trüben Blick gezeigt), el autor siente la tentación de retenerlas, y dejarlas reinar. El poeta proclama -en versión española de José María Valverde-: "A extraña multitud mi dolor canta / y hasta su aplauso el alma me amedrenta" (Mein Lied ertönt der unbekannten Menge, / Ihr Beifall selbst macht meinem Herzen bang), cuyo original alemán es exactamente: "Mi canción resuena en la multitud desconocida, / sus aplausos me llenan de miedo el corazón". Mein lied, escribe Johann W. von Goethe, revelando la cualidad musical del drama, al que pronto Charles Gounod hizo ópera (1859). La multitud desconocida es el público del teatro, más que el lector silencioso y solitario en su sillón burgués, y, sin embargo, fue éste finalmente el verdadero público de la tragedia goethiana, cuando en su desmesura compuso el Segundo Fausto (1832). Con verdad o con afectación estética afirma el autor de Frankfurt al final de su dedicatoria: "siento un escalofrío, fluye el llanto, / y el corazón severo va ablandándose; / lo que tengo, lo veo en lejanía; lo extinguido, se me hace realidades" (Ein Schauer faßt mich, Träne folgt den Tränen, / Das strenge Herz, es fühlt sich mild und weich; / Was ich besitze, seh ich wie im Weiten, / Und was verschwand, wird mir zu Wirklichkeiten). La traducción seca de estos excelsos versos reza: "Un escalofrío me recorre, lágrimas tras lágrimas, / Mi corazón severo se siente dulce y suave; / Lo que poseo, lo veo como a lo lejos, / y lo que ha desaparecido se vuelve real para mí". Este inquietante verso "Was ich besitze, seh ich wie im Weiten", apunta al hondo y oscuro origen del alma que sólo siente poseer lo que no puede entender ni ver. La clarté y distinction cartesianas, propias del conocimiento de la razón, lo que separa la certeza (evidencia) de la duda, ha entrado en crisis. Del racionalismo se pasa al Romanticismo. El sueño de la razón produce monstruos, dirá Francisco de Goya. La razón se verá impotente ante lo Absoluto, porque éste no habla su lenguaje, de ahí las puyas de Goethe al Idealismo Absoluto, y la exacerbación de lo afectivo irracional en el Romanticismo. La nostalgia de lo Absoluto, de la medida o armonía de la Grecia Clásica y su fusión con la cultura germánica, será el tema de todo el Segundo Fausto. El clasicismo que Alemania no tuvo y que experimenta el alma griega de Goethe se ve lejano, de ahí el ambiente espectral que predomina en la Segunda Parte de la Tragedia, con figuras más dionisíacas que apolíneas en la representación del ideal clásico. Y todo ese mundo desaparecido emerge como lo más real para Goethe. La llamada es la interpelación al hombre de fuerzas lejanas que le atraen hacia su perdición. El deseo lúbrico es una llamada interna de nuestra animalidad olvidada que nos arroja a un gozo desenfrenado que destruye todo lo virginal de las Margaritas del mundo. Pero, al mismo tiempo, el saber de una totalidad misteriosa que une Naturaleza y Espíritu, nos llama externamente, desde el Infinito, con un poder inexorable. Toda ciencia humana es inútil y baldía.

 Fausto será, sin ser autoconsciente, un entretenimiento en un doble escenario: el del Kaiser (Emperador) y su corte, y, fuera, un público teatral -unbekannten Menge (multitud desconocida)-, configurando un escenario dentro de otro, en un juego dramático de acciones y espectadores, del que sólo Mefistófeles da cuenta. Mefistófeles es el Director de Escena.

 El Preludio en el Teatro (Vorspiel auf dem Theater), es la continuación de la Dedicatoria, y tres metapersonajes dirimen sus intereses o cosmovisiones: el Director, el Poeta dramático y el Bufón (Direktor, Theaterdichter, Lustige Person).

 La actualidad de este agon es evidente: el Director quiere halagar al vulgo (Ich wünschte sehr der Menge zu behagen). La masa desconocida que come, bebe y chilla en la función, apenas prestando atención a las palabras e ideas del autor, es la única preocupación del director de escena, pues él vive del público, aunque el público no está acostumbrado a lo mejor (Zwar sind sie an das Beste nicht gewöhnt). El director considera que incluso aunque hayan leído tanto no aprecian lo mejor, y su triunfo es ver a la plebe agolparse en torrente en la barraca (Denn freilich mag ich gern die Menge sehen, / Wenn sich der Strom nach unsrer Bude drängt), para ver algo nuevo, fresco, agradable, al par que edificante (Wie machen wir's, daß alles frisch und neu / Und mit Bedeutung auch gefällig sei?). Valverde usa "edificante", mas en el original alemán no aparece tal vocablo sino "mit Bedeutung auch" (también con significado). 
 
 El Poeta (Theaterdichter) distingue lo que brilla que queda para el instante de lo auténtico que permanece bien guardado, intacto para la posteridad (Ach! was in tiefer Brust uns da entsprungen, / Was sich die Lippe schüchtern vorgelallt, / Mißraten jetzt und jetzt vielleicht gelungen, / Verschlingt des wilden Augenblicks Gewalt. / Oft, wenn es erst durch Jahre durchgedrungen, / Erscheint es in vollendeter Gestalt. / Was glänzt, ist für den Augenblick geboren, / Das Echte bleibt der Nachwelt unverloren). Literalmente traducido: "¡Ah! Lo que brotó de lo más profundo de nuestros corazones, / lo que nuestros labios tímidamente balbucearon, / ahora fracasó y quizás ahora triunfó, / absorbido por la violencia del momento salvaje. / A menudo, una vez que ha penetrado a través de los años, / aparece en forma perfecta. / Lo que brilla nace para el momento, / lo genuino permanece para la posteridad".

 ¿Para quién se escribe? ¿Para el pasajero y ramplón público que hace crujir los tablones de la platea, con su algarabía y disipación, o para el lector burgués concentrado en su alcoba a la luz del quinqué, degustando cada verso y descifrando cada intuición poética? ¿Y lo más profundo del corazón del autor puede ser pisoteado por el gusto vulgar del público volátil? ¿Son los años los que decantan, como los vinos purificados de sedimentos, las obras del genio en los gustos de la audiencia que han de formarse en periodos tan largos que más se asemejan a la formación de las rocas que al nacimiento de los animales? El poeta (clásico, ¿mas que poeta no aspira a serlo?) prescinde de ese brillo del éxito fulgurante, de la novedad y el agrado, y busca lo auténtico (Das Echte) en la posteridad (Nachwelt), por más incomprendido que sea en su presente.

 El bufón (Lustige Person) se burla de esa posteridad, que no entretendría (haría reír, traduce Valverde) al mundo (Wenn ich nur nichts von Nachwelt hören sollte. / Gesetzt, daß ich von Nachwelt reden wollte, / Wer machte denn der Mitwelt Spaß?), y pide que hable la fantasía con sus coros, razón, pasión y sensibilidad, pero fíjate bien, no sin locura (Laßt Phantasie, mit allen ihren Chören, / Vernunft, Verstand, Empfindung, Leidenschaft, / Doch, merkt euch wohl! nicht ohne Narrheit hören). Literalmente: "Dejad que la imaginación, con todos sus coros, / la razón, el entendimiento, el sentimiento, la pasión, / pero, ¡ojo!, no oigáis sin tonterías". El bufón vive de las tonterías, pues éstas entretienen, hacen reír. En el "Faust" hay humor, y éste no viene de Fausto, sino de Mefistófeles y los seres maléficos que le secundan en su Segunda Parte. Y toda representación supone un distanciamiento, y el humor es la expresión de la distancia cómica, como entendió Henri Bergson en "Le rire. Essai sur la signification du comique" (1900): "est comique le personnage qui suit automatiquement son chemin sans se soucier de prendre contact avec les autres. Le rire est là pour corriger sa distraction et pour le tirer de son rêve [...] Toujours un peu humiliant pour celui qui en est l’objet, le rire est véritablement une espèce de brimade sociale" (El personaje cómico es aquel que sigue su camino automáticamente sin molestarse en contactar con los demás. La risa está ahí para corregir su distracción y sacarlo de su ensoñación [...]. Siempre un poco humillante para quien la sufre, la risa es en realidad una forma de acoso social). La total falta de empatía con la persona de la que nos reímos es una manifestación de la innata crueldad humana. Que Goethe transforme a Mefistófeles en el bufón que acompaña a su señor, remite a Sancho Panza y al Arlecchino de la Commedia dell' Arte, cuya máscara negra apunta al reino oscuro de donde toda risa procede: el infierno. La representación que en el castillo de los duques tuvo lugar en la Segunda Parte del Quijote, con los episodios del caballo Clavileño viajando por la región del éter, la dueña Dolorida, la ínsula de Sancho Panza y la resurrección de Altisidora a condición de que el escudero reciba una serie de torturas físicas que harán las delicias del público cortés, tiene un paralelismo con este Segundo Fausto donde Mefistófeles (cual Cervantes) dispone un escenario para diversión del Kaiser en el que Fausto viajará por Grecia en busca del amor de Elena (transfiguración ideal de Margarita, y modelo del Eterno Femenino, que aúna la pureza de la Virgen María y la carnalidad del deseo). 

 La discusión de estas tres posturas continúa. El director, el autor y el actor cómico (bufón) exigen acción, elevación y risa, respectivamente, a la obra. Unas palabras muy duras del director sobre la tosca audiencia, distraída, exhibicionista (las damas, a lucirse en sus tocados, y a hacer también comedia sin cobrar) (Die Damen geben sich und ihren Putz zum besten / Und spielen ohne Gage mit), a los que hay que enredar y embrollar, porque saciarles es asunto difícil (Sucht nur die Menschen zu verwirren, / Sie zu befriedigen, ist schwer--), es contestada por el Autor que defiende la armonía lograda por el genio, encarnación de la Naturaleza, siguiendo ideas kantianas en "Crítica del Juicio" (1790).


 La vida de cada uno de nosotros, pobres criaturas que hemos perdido el guion, es teatro, y representamos sin quererlo ante los demás, el público deslenguado y desleal, nuestra existencia miserable, risible, sólo en tanto que desgraciada. Goethe en "Faust" compone una tragedia, pero toda representación del mal desata un profundo terror ante el cual el público ha de defenderse, a lo que el poeta se adelanta y hace del mal, del demonio, de Mefistófeles, un bufón arlecchinesco. Mirar a los que sufren y reírse de ellos es nuestra forma de salvarnos... Lo cómico es la venganza inconsciente que revela nuestra maldad demoníaca. Nunca el llanto profanó la dignidad humana, mas la risa hizo de nuestros semejantes medios y no fines (Immanuel Kant: Imperativo Categórico: Handle so, dass du die Menschheit sowohl in deiner Person, als in der Person eines jeden anderen jederzeit zugleich als Zweck, niemals bloß als Mittel brauchst - Actúa de tal manera que siempre trates a la humanidad, tanto en tu propia persona como en la de cualquier otro, como un fin, nunca meramente como un medio )...

Continuará...

Francisco Huertas Hernández
27 de julio de 2025

viernes, 25 de julio de 2025

2ª Edición. "Diario de un Profesor de Filosofía (1989-2023)". Francisco Huertas Hernández. ¿A quién va dirigido el libro?

2ª Edición. "Diario de un Profesor de Filosofía (1989-2023)". Francisco Huertas Hernández.
¿A quién va dirigido el libro?

Lectores en Madrid


 Una pregunta esencial que todo autor se hace es: ¿a quién va dirigida su obra? He reflexionado sobre este tema en el prólogo de la segunda edición de "Diario de un Profesor de Filosofía 1989-2023": 

"El autor busca lectores, tras enfrentarse al lector más exigente: el propio escritor. Cuando uno escribe sobre sí mismo, esperando encontrar identificaciones y proyecciones en el público, se arriesga completamente: su vida está puesta al tablero, al albur de ojos displicentes y almas cansadas, que no prestarán el auxilio que la confesión merece. Esta obra autobiográfica es el testimonio y el testamento docente de un hombre que amó enseñar y sufrió por ello, porque en la vida nada es fácil, y si algo llega, mucho se pierde en el camino"

 Conforme los años pasan el recuerdo de mi oficio se va desgastando, e, incluso, se tiñe de taninos y de hierro, hasta ennegrecerse como el mundo en su adormecimiento de sombras que disipa la cultura como un sueño pretérito cuyas imágenes -y palabras- son ya incomprensibles para el hombre de nuestro tiempo. Así, los otrora compañeros de pizarrón son cada vez más ajenos a estos recuerdos y reflexiones líricas y críticas, lo cual explica la recepción indiferente, cuando no hostil, a este escrito. Algunas hipótesis apuntan a que no quieren más tazas de ese agrio caldo que cada día han de catar contra su voluntad, y, cuando llegan a casa, prefieren Netflix y el senderismo a la murga de un viejo jubilado que les viene con la monserga de las competencias digitales, las situaciones de aprendizaje, la indisciplina, o algo tan lejano como el descrédito de la cultura en la afirmación extravagante del libro en su página 231 (2ª ed.): "Lo diré de nuevo: cuando un estudiante que desprecia -o, peor aún, desconoce- a Brahms, obtiene matrícula de honor al graduarse (recibirse) en el instituto, algo está mal en el sistema".

 Por otro lado, la idea fuerza de este Diario entiende al profesor como un transmisor de cultura, y no como un vigilante de patio, un burócrata digital o un animador lúdico en una enseñanza gamificada. Todos aquellos que no compartan esta premisa, en la que la educación es un medio al servicio de la cultura, y no de las competencias, el mercado laboral o la felicidad ignara del estudiante, no se sentirán concernidos por el libro... ¿o acaso sí?

 Si este volumen fuese una simple filosofía de la educación podrían prescindir de él, pero es más que eso: es una historia de vida. Quien esto ha escrito, y en momentos bastante dramáticos, se ofrece todo entero, no como docente, sino como hombre, que fue y sigue siendo niño, porque todo profesor debe ser niño si quiere enseñar, y porque más allá de la infancia probablemente no haya nada valioso.
 
 Como historia de vida, como conjunto de vivencias, compartidas por el autor y algunos de sus alumnos, con los que participó del diálogo, y de los que aprendió, éste es también un libro colectivo, en el que los nombres de los estudiantes y sus ideas, se funden con las preguntas del maestro, al que tantas veces se acusó de no escuchar, cuando siempre usó el viejo método de Sócrates, aunque ello implicara dar vueltas en torno a las palabras, que son esas ideas que salen por la boca, bajando desde el cerebro, como dijo con una sabiduría de sencillez apabullante un niño de cinco años en el documental "Ce n'est qu'un début", película que les ponía para ver en acción un taller de filosofía para niños, como los que dirige mi ex alumna Ester Guirao en Alemania. Martin Heidegger es citado en la página 72 en el resumen de una de esas sesiones de diálogo buscando entender el problema del cambio y la permanencia de las cosas: "este moverse en círculo de la filosofía es de nuevo algo que repugna al entendimiento vulgar... En este movimiento circular, lo decisivo, no es... recorrer la periferia y regresar al mismo lugar... sino el mirar al centro en cuanto tal... El centro... sólo se manifiesta en el dar vueltas en torno a él". Heidegger, que ocupa un lugar de honor en esta obra, responde así contundente a todos aquellos que muestran su hartazgo del método de la filosofía, que rehuye la respuesta fácil y directa a los problemas, porque, precisamente, los problemas lo son, porque tienen un origen que debe ser descubierto, aunque se oculta. ¡Cuántas respuestas simples de la psicología positiva, los periodistas, los políticos y los publicistas sirven sólo para engañar a los que no quieren dar vueltas sino obeceder órdenes!

 Así que el "Diario de un Profesor de Filosofía. 1989-2023" va dirigido a profesores que aún sienten curiosidad al llegar a casa por conocer las vivencias y meditaciones de un ex colega, sobre asuntos universales y atemporales, y que, sobre todo, entienden su misión como portadores del amor a la cultura, es decir las artes y las ciencias. Y va dirigido a los alumnos que experimentaron esa alegría del compartir en el aula, en la que el impulso de la infancia (la curiosidad) se aúna con el rigor del método (la pregunta, el diálogo, la lógica). Y a los padres que tienen hijos en edad escolar porque ahí sentirán por unas horas estar con ellos aprendiendo y descubriendo. Pues, al final, este libro es la historia del mayor descubrimiento que hacemos como seres sociales: pensar juntos...

Francisco Huertas Hernández
25 de julio de 2025

domingo, 20 de julio de 2025

"Faust" de Johann W. von Goethe. Un acercamiento (I). Los gigantes de la sabiduría literaria. Orígenes de un mito moderno. Francisco Huertas Hernández

"Faust" de Johann W. von Goethe.
Un acercamiento (I). Los gigantes de la sabiduría literaria.
Orígenes de un mito moderno.
Francisco Huertas Hernández

Rembrandt van Rijn (1606-1669): "Een geleerde in zijn studeerkamer (‘Faust’)" (1652)
Rijksmuseum. Amsterdam.
Aguafuerte, punta seca y buril, con tono plancha sobre papel japonés.
"Un erudito en su estudio (Faust)" es un grabado de Rembrandt. La web del Rijksmuseum lo explica así: "Este erudito que experimenta una visión es una alegoría de la fe. La aparición ante la ventana representa la sabiduría divina, que los humanos solo pueden comprender de forma indirecta e incompleta. Sin embargo, Rembrandt permite que la luz sobrenatural brille visiblemente sobre la cabeza y los hombros del hombre. El papel japonés confiere a la impresión un tono agradable y cálido"


  El mito de Faust adquiere su plenitud en el magno poema de Johann Wolfgang von Goethe (1749-1832) en dos obras casi antagónicas conocidas como "Faust I" (1808) y "Faust II" (1832). "Faust: der Tragödie erster Teil" (Fausto: Primera parte de la tragedia) es la más conocida, y su destino es paralelo al de "El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha" (1605), primera parte del Quijote. En ambos, un protagonista solitario, ajeno al mundo, imbuido por un espíritu todopoderoso, quiere arrojarse en pos de lo infinito. Las aventuras de Faust y su guía infernal Mefistófeles, personaje cuasi bufonesco, siguen el esquema de las del hidalgo manchego y su escudero Sancho Panza. Las diferencias, no obstante, son abismales: Faust, doctor en medicina y oscuras artes alquímicas, se entrega a la lujuria engañando a la inocente Margarete (Gretchen), mientras que el otrora conocido como Alonso Quijano, profesa una castidad, propia del amor cortés, rayana en lo patológico, mezcla de devoción a una figura idealizada, un sufrimiento acrecentado por la ausencia y el culto a la virtud. Escribió José Bergamín (1895-1983) un bellísimo ensayo, totalmente olvidado, "La edad de Don Quijote" ("La corteza de la letra", 1957), donde señala que Don Quijote no tuvo infancia y murió virgen. 
 
 El "Fausto I" se inspira en la leyenda de un tal Faust, mago, alquimista y aventurero, coetáneo de Paracelso, nacido en torno a 1480 en Württemberg. Se dice que hizo aparecer a Homero a unos estudiantes en la taberna de Auerbach, en Leipzig, y partió a lomos de un tonel poco después. El joven Goethe vio los grabados que representaban estos sobrenaturales hechos mientras estudiaba en la Universidad de Leipzig (1765-1768). Este Faust histórico vivió hasta 1540, y ya en 1587 circuló su historia en un libro: "Historia del Doctor Johann Faustus, el famosísimo mago y nigromante: de cómo empeñó su alma a plazo fijo al Diablo, y de las singulares que vio y corrió él mismo, o provocó en los demás, hasta que finalmente recibió su bien merecida paga". En esta historia están Faustus, su ayudante Wagener (Wagner), el diablo Mephostophiles (Mefistófeles) con el que pacta, el Emperador y su corte, Elena de Troya (arquetipo de la belleza), con la cual tiene un hijo. Hay, pues, en esa primera irrupción faústica en la imprenta personajes de los dos Faustos goethianos, aunque no está Margarete, la figura más humana y dulce de todo el poema, pura invención del genio de Frankfurt am Mein.

 El gran éxito de este Faust de 1587 dio lugar a muchas versiones, hasta que en 1604 se publicó en Londres "The Tragical History of the Life and Death of Doctor Faustus" de Christopher Marlowe (1564-1593), escrita probablemente en 1592. El héroe marlowiano, un teólogo con aspiraciones divinizantes, no acepta la muerte como castigo del pecado, y recurre a magia y nigromancia, en busca de la inmortalidad. La fuerte religiosidad cristiana de la pieza teatral de Marlowe está ausente en el poema dramático de Goethe, decididamente orientado al mundo de los mitos helénicos en el "Faust II".

 La obra de Marlowe se representó en Alemania, y el joven Goethe la vio y leyó. Los teatros de guiñol convirtieron esta leyenda en parte del folclore popular. Por eso los lectores del "Faust I" en Alemania, podían reconocer perfectamente la trama. Hasta Gotthold Ephraim Lessing (1729-1781) escribió su propio "Doctor Faustus", lamentablemente fragmentario, de corte racionalista, ya que el héroe del pensamiento se salva.

 El "Urfaust" (Fausto primigenio) de Goethe es la versión inicial de la obra en la que trabajó el resto de su vida. En 1775 ya estaba redactada cuando el literato llegó a Weimar. En esos azares (nombre que el destino recibe en las pacatas lenguas de quienes se niegan a admitir la predestinación) de la vida, una dama de la Corte, Louise von Göchhausen copió este "Urfaust", antes de que el escritor destruyera el manuscrito original, que nunca fue dado a imprenta, de ahí que hoy conservemos este testimonio inestimable de la evolución del libro. En 1887 Erich Schmidt lo publicó dándole el nombre actual. El Ur-Faust, alterna verso (Mefistófeles) y prosa (Fausto). Las escenas principales del "Faust I" están ya en este Proto-Fausto.

Francisco Huertas Hernández
20 de julio de 2025

domingo, 13 de julio de 2025

SEGUNDA Edición. "Diario de un Profesor de Filosofía (1989-2023)". Francisco Huertas Hernández. Ed. Forment. Barcelona. Julio 2025. 1º VIDEO PRESENTACIÓN

SEGUNDA Edición. "Diario de un Profesor de Filosofía (1989-2023)". Francisco Huertas Hernández. Ed. Forment. Barcelona. Julio 2025. 1º VIDEO PRESENTACIÓN.
 A LA VENTA SÓLO A TRAVÉS DEL AUTOR


SEGUNDA Edición. "Diario de un Profesor de Filosofía (1989-2023)". Francisco Huertas Hernández. Ed. Forment. Barcelona. Julio 2025. 1º VIDEO PRESENTACIÓN


 Un libro es una (y muchas) vida(s). Cuando ante el vértigo de la rauda existencia el hombre extiende sus brazos e implora qué hacer, unos senderos cubiertos de maleza y lodo se le ofrecen: la disipación del placer sin fin y sin sentido, la inacción mística y la creación. Platón sostuvo que el humano mortal busca en la creación la inmortalidad: procrear hijos y obras, en la Belleza que es el Bien. Escribir es querer ser inmortal a sabiendas del engaño de tal aspiración. Pero escribiendo la vida se reposa, se repliega en ideas y se despliega en fantasías. Se transparenta en la visión de la verdad. 

 Toda mi vida he garabateado la escritura en la forma del Diario, sin insistir en los acontecimientos, siempre nimios de mi existencia superflua. Son las ideas a volandas de las palabras las que elevan la vida a categoría literaria. Este Diario de Profesor contiene, sí, acontecimientos escolares, pero su valor reside -a mi modesto entender, siguiendo el Faust de Goethe- en el tránsito de la palabra (Wort) -ya escrita en los Libros Sagrados que nos anteceden- al sentido (Sinn), y de éste a la acción (Kraft). Los libros sagrados son los clásicos de la literatura, y por eso en esta segunda edición he incluido citas de esos libros sagrados de la historia de la literatura, para que las palabras sacras que guiaron a la humanidad adquieran nuevo sentido en el humilde diálogo con las mías de docente oscuro y mediocre, y muevan a la acción, despierten las fuerzas dormidas en las almas de los lectores.

 La primera acción del lector convocado por el libro es el agradecimiento, manifestado en la sonrisa, la firme mirada y el gesto de asentimiento que siempre se hace como en los apartes del teatro, ante un público invisible que nos contempla, sabedores de que la fuerza de la acción nace en los ojos que miran con luz y en los brazos que dejan su origen arbóreo y mueven montañas, las montañas del querer ser, del querer ascender, del querer superarse. Ese es el poder áureo de las palabras sagradas de los grandes literatos, que inundan, ahora sí, esta segunda edición de mi libro...

Francisco Huertas Hernández
13 de julio de 2025

jueves, 10 de julio de 2025

SEGUNDA Edición. "Diario de un Profesor de Filosofía (1989-2023)". Francisco Huertas Hernández. Ed. Forment. Barcelona. Julio 2025. A LA VENTA SÓLO A TRAVÉS DEL AUTOR

SEGUNDA Edición. "Diario de un Profesor de Filosofía (1989-2023)". Francisco Huertas Hernández. Ed. Forment. Barcelona. Julio 2025. A LA VENTA SÓLO A TRAVÉS DEL AUTOR (bachilleratocinefilo@gmail.com)




 SEGUNDA EDICIÓN. NUEVO. Julio 2025. Interesados en comprar mi libro. "Diario de un Profesor de Filosofía (1989-2023)". Edicions Forment. Barcelona. 2ª edición. 2025. CORREGIDA y AMPLIADA. Contacten conmigo: bachilleratocinefilo@gmail.com18 euros + Envío. Con DEDICATORIA y marcapáginas.

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Libro ampliado y corregido, ilustrado con fotos. La segunda edición presenta un NUEVO PRÓLOGO muy importante (estética de la recepción: diálogo entre autor y lectores, agradecimientos personalizados a numerosos lectores de Europa y América) y numerosas citas literarias que dialogan con el texto central: Molière, Pascal, Flaubert, Cioran, Pushkin, Gogol, Chejov, Gil de Biedma, Pessoa, Rilke, Goethe, Lugones, Discépolo, Eliot, Rosa Chacel, Dámaso Alonso, Roberto Arlt, Cervantes, María Zambrano, Rosario Castellanos, Idea Vilariño, Cortázar, Borges... y muchos más.

Un libro autobiográfico, reflexivo, con algunas clases reales y una visión crítica de la educación. Una reflexión poética sobre la cultura, la infancia, la libertad y el tiempo.

La Inteligencia Artificial pobre (ChatGPT gratuito) analiza así mi libro:

"Diario de un profesor de filosofía de Francisco Huertas Hernández es un libro que combina la reflexión filosófica con la experiencia pedagógica de un profesor en el sistema educativo español. Huertas, además de ser profesor, es un apasionado de la enseñanza y de la filosofía, y en este diario explora tanto el contenido filosófico que enseña como la relación entre el profesor y sus alumnos, la burocracia educativa, y los desafíos diarios de la enseñanza de filosofía en la escuela secundaria.

El libro se presenta en forma de diario, con entradas que abordan tanto temas teóricos como anécdotas y observaciones sobre la vida en el aula. La obra de Huertas no solo analiza las teorías y corrientes filosóficas que enseña en sus clases, sino que también examina el acto de enseñar filosofía en sí mismo, los problemas de comunicación y comprensión con los estudiantes, y el papel de la filosofía en la formación de jóvenes en una sociedad moderna y tecnológica.

Algunos puntos clave que aborda el libro incluyen:

La Pedagogía de la Filosofía: Huertas se pregunta cómo enseñar filosofía de manera efectiva, especialmente en un contexto donde la utilidad práctica de la filosofía suele ponerse en duda. Reflexiona sobre métodos de enseñanza y cómo despertar el interés de los estudiantes en temas filosóficos complejos.

La Burocracia y las Restricciones del Sistema Educativo: A través de su diario, Huertas expresa sus críticas a los aspectos administrativos y las limitaciones burocráticas de la enseñanza. Analiza cómo estas restricciones impactan la libertad de cátedra y la posibilidad de una enseñanza profunda y reflexiva.

Reflexión sobre la Filosofía y la Vida: Aparte de los problemas en el aula, el libro también se convierte en una reflexión personal sobre la vida misma, sobre los valores y el sentido de la existencia, temas que son centrales en la filosofía.

La Relación con los Alumnos: Huertas relata anécdotas y reflexiones sobre su interacción con los estudiantes, los desafíos de conectar con ellos y la satisfacción de verlos desarrollarse y aprender a pensar críticamente.

Impacto y Relevancia: Este libro es especialmente valioso para quienes se dedican a la docencia en filosofía, pero también resulta interesante para cualquier persona que busque una visión interna y honesta sobre la educación y el rol de la filosofía en la formación humana. La obra invita a una reflexión profunda sobre la importancia de la filosofía en un mundo cada vez más pragmático y menos preocupado por la búsqueda de sentido.

En resumen, Diario de un profesor de filosofía es una obra reflexiva, crítica y sincera sobre el rol del profesor de filosofía en la sociedad moderna, que examina tanto los retos como las recompensas de enseñar esta disciplina fundamental."

domingo, 6 de julio de 2025

Antonio Pardines: "Rincones sin esquinas". 2022-2025. El caminante de la historia e intrahistoria compostelana. Por Francisco Huertas Hernández

Antonio Pardines: "Rincones sin esquinas". 2022-2025.
El caminante de la historia e intrahistoria compostelana.
Por Francisco Huertas Hernández




Fotos de Santiago de Compostela, desde inicios del siglo XX hasta la década de los años 70


  Existen ciudades con dos nombres. Compostela es también Santiago por el sepulcro del santo, que hace de la ciudad gallega meta de peregrinos. Antonio Pardines es compostelano, bien conocido como crítico de cine, y ha peregrinado por sus recuerdos fundiéndolos con la historia de la ciudad. Es, pues, "Rincones sin esquinas", un doble paseo por la historia de una ciudad y la intrahistoria de un niño, joven y adulto caminante, que la recorre con su mochila cargada de libros.

 En el último capítulo -"Futuro imperfecto"- reconoce el autor que "la idea inicial de recorrer rincones sin esquinas era la de establecer una relación entre Santiago y el cine", sin embargo, las intenciones no acaban transformándose en hechos. Y las leyendas que cuentan cuando la reina Urraca I de León, la Temeraria, fue perseguida por las masas que querían lincharla en el Palacio Arzobispal, traen a la memoria otra persecución, "una infantil, que se produce en la calle donde vivo a los diez años. Solo se trata de un juego, pero deriva en un momento que me sirve para reflexionar sobre la ausencia de control de nuestras vidas". La rotura del brazo de un niño está relatada con un gran realismo y dolor, el dolor de descubrir la maldad humana, en la que el autor no quiere ahondar. "Me veo en el milenio pasado, cuando tengo diez años y vuelo por los aires para caer sobre el bordillo de la acera, con mi masa corporal sobre el brazo con el que escribo... Lo terrorífico del asunto no es partirme el radio y el cúbito, es que nadie me ayuda ni se preocupa... Instantes antes de la lesión, corro por la calle con otros niños. Jugamos a policías y ladrones, a indios y vaqueros o a dobles ceros y agentes del telón de acero... cuando alguien... pone su pie a unos segundos de mi siguiente paso... Ignoro los motivos que llevan a la pierna agresora a actuar como lo hace... el brazo cruje, mi boca chilla, mis ojos derraman lágrimas y mi bravura infantil reprime el llanto... No recuerdo si me levanto o me levantan, aunque sí veo el pie del huno traicionero. Lo veo alejarse, sin apenas prestar atención al resultado de su acción... De vez en cuando, regresa a mi mente la señora que pasa por allí, una vecina, tal vez.
 - Ay, neniño, sujeta el brazo con la otra mano, que te cuelga por la piel y si no lo agarras te va a caer -me dice la buena mujer, que tiene el doble detalle de advertirme y suspirar".

 He querido comenzar mi reseña de este magnífico libro por el final, con su (intra)historia más conmovedora, la de un niño herido y abandonado por los adultos y sus compañeros de juegos. La peripecia del pequeño Toño, con su brazo roto, buscando a sus padres para que lo lleven al hospital a escayolar, con el dramatismo de no poder extender su brazo para apretar el timbre, sirve al escritor para advertir cuán perpleja el alma humana queda ante el sinsentido y el azar, en una filosofía del tiempo en que "cualquier presente desconoce su futuro", y apostar por una especie de "ideal regulativo" al modo kantiano de esa "idea de futuro" que "es una invitación a soñar y a ponernos en marcha, a caminar en pos de materializar lo soñado". Cierra el libro esta reflexión perpleja sobre la ausencia de hilo lógico del tiempo vivido desde la conciencia individual, una conciencia formada por esos golpes de la vida: "vivo la impotencia de la realidad en el imprevisto... lo llamo casualidad... Es mi padre en la distancia, rumbo a casa después de un día más y menos de trabajo. Camina mudo, pero su cuerpo me habla. Acercándose en silencio, su presencia me anuncia que la pesadilla toca a su fin".

 La obra se divide en 23 capítulos, más una filmografía y una bibliografía compostelanas. Todo el libro es un permanente canto de amor a su ciudad natal desde la biografía de un hombre que aún no ha alcanzado el medio siglo. La erudición fílmica de Pardines -blog "Va de vagos"-, aquí toma como hilo conductor las películas rodadas o ambientadas en Santiago. La evocación surge en el paseo ininterrumpido, y creemos que desinteresado, por las calles y plazas de la ciudad, en la que sus piedras despiertan la historia de reyes, obispos y artesanos.

 Los encuentros con la muerte, discretos y perseverantes, desfilan: el anorak nuevo del rapaz ardiendo tras prender unas velas de una capilla, "que la vida es un juego y quien juega sabiendo que al final lo pierde todo, tiene media partida amañada". La ciudad también encara la muerte en cada renacimiento, y el hijo de Zebedeo no sabemos si predicó en Gallaecia, pero el mito es más fuerte que la realidad, y las historias que entrelaza el autor son caminos que conducen al sueño, al olvido, quizás. El Camino de Santiago, el Campo de Estrellas, el tercer centro de peregrinación de la cristiandad, tras Roma y Jerusalén, a las que llegó a superar "en algún instante medieval... en el constante fluir de caminantes y jinetes, de monjes y nobles, de comerciantes y hermandades, de pillos, chusma y tunantes", y provocó "una revolución cultural, económica y urbanística nunca vista hasta entonces en el Medievo cristiano peninsular".

 Esa leyenda del rescate del cuerpo y la cabeza decapitados de Santiago que llegan a la ciudad y dan lugar al milagro del hallazgo, y el esplendor subsiguiente, aunque postreramente asediada por Almanzor, va configurando una metrópoli religiosa y universitaria, por la que deambula entre rúas el Sr. Pardines, un hombre discreto que se disuelve en la historia de su ciudad soñada. La Cruz de San Pedro contra la que impacta el auto de un conductor ebrio, en días donde el pequeño vivía sobre una churrería, y desde cuya ventana vio la puerta del automóvil golpear repetidas veces contra la piedra. La vida nos coloca ante sucesos que tienen la misma atmósfera irreal de las películas. El azar, la violencia sin explicación, el desastre, la estupidez humana, siguen más allá de Bonaval y su Panteón de Gallegos Ilustres, donde descansan Rosalía de Castro, Emilio Castelao o Ramón Cabanillas. 
 Tanto paseo, tanta historia, tanta lluvia, quizás, y ¿quiénes somos? ¿Cuál es nuestra identidad como gallegos? Recurrir al pasado una vez y otra vez para descifrar los orígenes: "la historia dice verdades, las silencia, las tergiversa, las omite. No es neutra, aunque venda objetividad".

 "Durante mi paseo, apenas reconozco Santiago ni el habla de sus gentes. Las rúas están sucias y embarradas", pero quien esto escribe no sabe el lector si habla del presente de la redacción del libro o de un pasado brumoso en el que siempre parece estar. Un pasado santiagués estudiantil marcado por Alejandro Pérez Lugín, quien publicó en 1915 la novela "La casa de la Troya", sobre un joven crápula madrileño obligado por su padre a terminar los estudios de Derecho en la Universidad compostelana, descubriendo amistad, amor y belleza en la pequeña ciudad provinciana. Un pasado siempre presente en el Pórtico de la Gloria del maestro Mateo en la catedral, sobre el que escribe abundantemente Antonio Pardines.

 El arte, cuando la vida no basta, lleva al autor a meditar: "no todo lo pretencioso es arte, pero sospecho que todo artista es pretencioso. Entonces, ¿el arte también lo es?". El problema estético preocupa al escritor desde hace mucho. Su afirmación de que la aspiración a crear belleza e inmortalidad es lo más pretencioso, es discutible. Sin aspiración a lo absoluto, a la trascendencia, no hay arte alguno, sin que eso implique que todo arte sea religioso. 

 El arte de la literatura tiene en las librerías su Sancta Sanctorum. El peregrino no se limita a visitar los templos consagrados a Dios, también hace parada en los templos consagrados a las Letras. Toño Pardines confiesa: "Me atraen las librerías de libros de segunda mano, descatalogados y perdidos en la gran biblioteca de la historia" y enumera una lista de ciudades en las que ha visitado librerías de ocasión, aunque sean las librerías compostelanas las que sean recordadas: Galí, abierta en 1876, y escenario de "La casa de la Troya", tristemente cerrada en 2006. Una reflexión sobre la transformación de las librerías en puntos de venta de best sellers, la muerte de estos templos de las Letras. Quisiera poner como ejemplo la destrucción de la Casa del Libro de la Gran Vía, tras ser comprada por Planeta. Tanto ésta como el resto de tiendas de la cadena se han convertido en asépticos lugares donde sólo se venden novelas de moda, libros de autoayuda y demás bazofia industrial. Ninguna pequeña editorial tiene acceso a su distribución en esta empresa. Pero "¿cuántos libros pueden leerse en una sola vida?". ¿Y de qué sirve un libro a quien no quiere leer? "Vuelvo a los once años, entro en las librerías de la rúa del Villar". ¿Por qué los libros nos remiten al pasado? 

 La inmensa mayoría de libros publicados son olvidados y sus escritores caen en la misma nada, ya que somos "aparecidos", fantasmas disueltos en el fluir temporal. Uno de los capítulos más profundos de "Rincones sin esquinas" se titula "Aparecidos". Ese olvido en el que caemos los vivos cuando muertos ya no somos: "¿cuántos humanos se recuerdan? ¿Un 0,0000001 por ciento de las nacidos?... Durante la brevedad histórica, el mínimo que se recuerda y quienes, sin haber existido, son leyenda. A veces, los personajes históricos, ilustres o mitológicos, parecen más, pero son menos... Los nombres que suenan son pocos; y los más ya son nadie. Sirvan, entonces, estas líneas como recuerdo a esas vidas que el tiempo borra de la memoria humana".

 El desfile de los que son recordados, en calles, plazas, iglesias, libros, canciones de la tuna o películas, continúa siempre anclado a la geografía de Santiago, en un ir y venir de creencias, leyendas y hechos filtrados por la imaginación que escucha las "voces calladas": "años atrás me convenzo de que sin las creencias no existimos los descreídos" en una "eternidad efímera" donde nuestras limitaciones son tan grandes que apenas pueden ser contadas. Y las heridas, las de la maldad incomprensible: alguien pinchando con unas tijeras en la espalda al autor, que fue agredido por el mismo descerebrado años antes con un remo en la cabeza. Tres veces la muerte acechando al autor, incluyendo un ahogo en el mar. El escritor con leve susurro evoca la muerte de su madre, su milagrosa salvación en accidente de tránsito, omite ciertos nombres, sitúase en una tesitura heideggeriana de "ser-hacia-la-muerte": "Ahora sé que mientras la muerte me aceche estaré vivo... y eso es más de lo que siento antes de tu nacimiento, que no pides, y de mi final, que no veo ni siento, ni puedo evitar". A lo mejor los Monty Phyton dan la mejor respuesta al sentido de la vida, "yo la encuentro en su sinsentido, en cada latido de mi corazón, en los gozos y las sombras, en resistir, amar, echar siestas, en rebelarse contra la estupidez creciente o cuando las circunstancias así lo pidan, en sentir amigas la soledad y la compañía".

 El filósofo compostelano sigue caminando en el sueño de la vida, que es una muerte en espera, en "días de lluvia y sol", con su mochila de libros, y descubriendo a destiempo "Compostela y su ángel" de Gonzalo Torrente Ballester, que se había adelantado al proyecto de Antonio Pardines, de hacer real el "espacio irreal" distintamente convocado por cada uno.

 "Rincones sin esquinas" puede verse como un Diario de Caminante, una síntesis de historia, autobiografía y filosofía, donde el autor convive con los personajes que hicieron la ciudad, en un documentadísimo estudio que deja, en algunos momentos, verse un alma -de niño- herida y renacida, en una suerte de viaje sin fin, solitario y pleno, en el que la cultura es el último consuelo. Discreto y moderado, Antonio Pardines, no sienta cátedra estética, histórica o filosófica, se limita a ser un "flâneur", alguien que deambula sin meta concreta por la ciudad.

 Terminaré citando un artículo mío:
 "El viandante, cuando ejerce de flâneur, baruteando por los vericuetos de la ciudad, encuentra el poso del paso, sus pasos que hollan los de generaciones olvidadas, y anticipan los de gentes por venir. En Zamora, "baruto" significa "persona sin rumbo fijo, perdido", y en Ciudad Real, "que anda por todos lados y al que se ha visto en varios sitios". Las tierras castellanas de la España mesetaria y adusta no son tan contemporizadoras con el destino del caminante como los franceses cuando entienden "flâneur" como "quelqu'un qui se promène sans rien faire de particulier mais qui observe les gens et la société"".

 Ese es Antonio Pardines, el que encuentra el poso del paso, de los pasos que en la ciudad compostelana se escucharon y hoy sólo regresan callados en la visión y escucha del caminante...

Francisco Huertas Hernández
6 de julio de 2025