martes, 29 de julio de 2025

A. S. Pushkin: "Yevgueni Oneguin" (Евгений Онегин). Reflexiones pushkinianas V: Cap. 8-XLVII. "¡Pensar que la felicidad tan cerca se encontraba! Pero ya se ha cumplido mi destino..." (А счастье было так возможно, Так близко!.. Но судьба моя Уж решена). Francisco Huertas Hernández

A. S. Pushkin: "Yevgueni Oneguin" (Евгений Онегин).
Reflexiones pushkinianas V: Cap. 8-XLVII. "¡Pensar que la felicidad tan cerca se encontraba! Pero ya se ha cumplido mi destino..." (А счастье было так возможно, Так близко!.. Но судьба моя Уж решена).
Francisco Huertas Hernández




А счастье было так возможно,
Так близко!.. Но судьба моя
Уж решена. Неосторожно,
Быть может, поступила я:
Меня с слезами заклинаний
Молила мать; для бедной Тани
Все были жребии равны...
Я вышла замуж. Вы должны,
Я вас прошу, меня оставить;
Я знаю: в вашем сердце есть
И гордость и прямая честь.
Я вас люблю (к чему лукавить?),
Но я другому отдана;
Я буду век ему верна».

А. С. Пушкин: "Евгений Онегин"
Глава восьмая. XLVII


¡Pensar que la felicidad
tan cerca se encontraba!... Pero
ya se ha cumplido mi destino.
Tal vez mi obrar fue imprudente:
mi madre me pidió llorando
que aceptara. A la pobre Tania
le daba igual la suerte echada...
Y me casé. Usted me debe
dejar ahora, se lo ruego.
No ignoro que usted posee
un corazón honrado y noble.
Sí, le amo, ¿para qué ocultarlo?
Mas yo a otro pertenezco
y le seré por siempre fiel"

Aleksandr Pushkin: "Yevgueni Oneguin". Capítulo VIII. XLVII. Traducción de Mijail Chílikov. Ediciones Cátedra


  Hoy regresa Pushkin a mi lado, él nunca se va, porque él es Rusia, es el amor, es la plenitud de la belleza ascendente en el vuelo de la juventud que cruza las verdades más claras del alma humana, que, en forma de nubes etéreas nos llaman desde lo alto, y que nosotros, lectores que amamos los clásicos, los libros y el entusiasmo del saber, inclinamos la cabeza hacia las páginas del libro, pero, en giro cósmico, la vista atraviesa el verso y nos yergue en nuestro cuerpo pránico o sutil para que nuestros ojos atraviesen esos cirrostratus, cirrocumulus, cristales de hielo, de la capa alta de la troposfera, y vean lo que los privados de lectura jamás conocerán.

 Aleksandr Sergueyevich Pushkin ha iluminado nuestra vista en la figura de Tatyana Larina, el personaje femenino más bello, profundo y humano de la literatura universal. Cuando el poeta de Moscú se acercaba al final de su magna novela en verso "Yevgueni Oneguin", en el capítulo VIII, se produce el reencuentro a solas del joven desencantado, que, de modo fulminante, ha caído arrebatado por la contemplación de su otrora enamorada a la que despreció, ahora convertida en señora casada con un general, amigo suyo, y admirada en todos los salones de Moscú. No es fácil contener las lágrimas, en este final, porque cada uno de nosotros, menesterosos lectores, anhelantes de esa visión celeste, hemos sufrido las penas del amor, su lacerante designio, que dicta que cuanto más se ama, más ha de sufrirse, a pesar de los eslóganes vacíos de la psicología positiva que ve el amor como un equilibrio de individualidades egoístas y autosatisfechas, y ante Tatyana, y Yevgueni arrodillado a sus pies, uno siente que la vida es eso, y por más que Pushkin despliegue el humor y el distanciamiento metatextual, sus personajes respiran, palpitan y aman con la luz máxima de la palabra perfecta que es música y silencio a un tiempo. Yo releo continuamente "Eugenio Oneguin" porque en él está toda Rusia, la Rusia eterna, y en él está toda la literatura, la literatura clásica, la que atraviesa los siglos, las almas y las pasiones de los hombres que, en leer, viven, y en vivir, se unen inquebrantablemente en un solo hombre, en el ser humano esencial que se conoce y se siente con el corazón desgarrado y la conciencia iluminada y sosegada, que es uno en la unidad de la visión de los maestros de la literatura, y reúne a la multitud de los lectores de tiempos y lugares distintos en el cielo de la verdad inmarcesible de la belleza y la verdad.

 Mijail Chílikov ha realizado el intento titánico de traducir una de las obras más difíciles de las letras universales. Y, aunque en la traslación ha desaparecido la música pura de la lengua rusa, la armonía de forma y materia, de nube y lluvia, que sólo en lectura directa puede sentirse, ha mantenido la rima asonante. El tetrámetro yámbico pushkiniano, estrofa de catorce versos, parecida al soneto con rima aBaBccDDeFFeGG, y 118 sílabas por estrofa, apenas vislumbrado en la lectura en español, aún resulta bello por la verdad humana, la variedad de asuntos, la frescura, profundidad y claridad solar de la escritura del más grande de los literatos rusos.

 La celebérrima estrofa XLVII es la respuesta de Tatyana al enamoramiento súbito y torturado del joven que la despreció tras declararse ella imprudente en la famosa carta de Tatyana a Yevgueni, para la que Pyotr Ilych Chaikovski compuso una bellísima aria para soprano en la ópera homónima, cuya fama en el resto del mundo sobrepasa el texto literario original. Una Tatyana serena, que aún contiene las lágrimas, ante la carta, que ahora ha escrito un torturado Oneguin, que ha perdido su impasibilidad de hombre superfluo, el mismo Oneguin que apenas se inmutó con la carta que la soñadora Tatyana le envió confesándole los secretos de su corazón.

 Dice Tatyana: "А счастье было так возможно, / Так близко!.. Но судьба моя / Уж решена" (¡Pensar que la felicidad / tan cerca se encontraba!... Pero / ya se ha cumplido mi destino). Pushkin establece comparaciones de su heroína con mujeres que él ha conocido y amado a lo largo de su vida. ¿Quién no pondrá en el lugar de Tatyana a su amada inmortal, a su Inma, a su Frambu, a su малинoчка? Tatyana es el "eterno femenino" (das Ewig-Weibliche) del penúltimo verso del "Faust" de Goethe. Pero, a diferencia del carácter simbólico trascendente del poeta alemán, en Pushkin, Tatyana es humana, y cada latido de su corazón, cada mirada suya por la ventana de su habitación, lo sentimos en nuestra piel. La felicidad se encuentra cerca cuando dos cuerpos sienten sus almas en conjunción, y, sin embargo, prejuicios, desequilibrios psíquicos, malos consejos ajenos, miedos, terrores innominados, alejan a esos seres que pueden amarse, pero no saben amar. Y se ama en tres dimensiones, tres visiones son posibles en el amor de pareja: una lógico-racional, infiere la viabilidad de la relación de los hechos de los participantes, siendo ésta la dimensión más frágil porque los hechos no favorecen los amores; otra visión es emocional, y desde ésta, sí hay y debe haber relación, es la necesidad del no poder vivir sin la persona amada, que ha llenado el mundo, le ha dado su significación plena; y, finalmente, hay una dimensión intuitiva mística, basada en la predestinación, pero ésta es la visión trágica, estamos destinados a sufrir y destruirnos amando.

 Louis Aragon lo condensó en un poema:

"Rien n’est jamais acquis à l’homme Ni sa force
Ni sa faiblesse ni son coeur Et quand il croit
Ouvrir ses bras son ombre est celle d’une croix
Et quand il croit serrer son bonheur il le broie
Sa vie est un étrange et douloureux divorce
Il n’y a pas d’amour heureux"

 "No hay amores felices" (Il n'y a pas d'amour heureux), cuando creemos abrir los brazos para amar, nuestra sombra es una cruz, cuando creemos estrechar nuestra felicidad la vida nos aplasta, toda nuestra vida es una extraña y dolorosa separación. Aragon expresa la desdicha de Tatyana y de Yevgueni, de quienes huyen ante la felicidad que de modo repentino se presenta, para más tarde arrastrarse entre espinas para recuperar lo que previamente rechazaron, siendo más doloroso aún el haber catado la miel de la dicha del amor, creyendo en su eternidad, y despertar solo, en una cama fría y vacía, en un mundo sin sentido ni esperanza.


 Con solo tres versos, los iniciales de la estrofa XLVII, Pushkin transustanciado en Tatyana, nos revela la infinitud del amor, su imposibilidad, su cercanía y su condena. Dejad que los malos poetas, los Lenski del mundo, canten las delicias del amor, que los excelsos nos seguirán arrobando con la tragedia del vivir...

¡Viva Rusia!

Francisco Huertas Hernández
29 de julio de 2025

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hostia, qué pasada

Francisco dijo...

Interpreto altamente admirativo su comentario amable lector