2ª Edición. "Diario de un Profesor de Filosofía (1989-2023)". Francisco Huertas Hernández.
¿A quién va dirigido el libro?
"El autor busca lectores, tras enfrentarse al lector más exigente: el propio escritor. Cuando uno escribe sobre sí mismo, esperando encontrar identificaciones y proyecciones en el público, se arriesga completamente: su vida está puesta al tablero, al albur de ojos displicentes y almas cansadas, que no prestarán el auxilio que la confesión merece. Esta obra autobiográfica es el testimonio y el testamento docente de un hombre que amó enseñar y sufrió por ello, porque en la vida nada es fácil, y si algo llega, mucho se pierde en el camino"
Conforme los años pasan el recuerdo de mi oficio se va desgastando, e, incluso, se tiñe de taninos y de hierro, hasta ennegrecerse como el mundo en su adormecimiento de sombras que disipa la cultura como un sueño pretérito cuyas imágenes -y palabras- son ya incomprensibles para el hombre de nuestro tiempo. Así, los otrora compañeros de pizarrón son cada vez más ajenos a estos recuerdos y reflexiones líricas y críticas, lo cual explica la recepción indiferente, cuando no hostil, a este escrito. Algunas hipótesis apuntan a que no quieren más tazas de ese agrio caldo que cada día han de catar contra su voluntad, y, cuando llegan a casa, prefieren Netflix y el senderismo a la murga de un viejo jubilado que les viene con la monserga de las competencias digitales, las situaciones de aprendizaje, la indisciplina, o algo tan lejano como el descrédito de la cultura en la afirmación extravagante del libro en su página 231 (2ª ed.): "Lo diré de nuevo: cuando un estudiante que desprecia -o, peor aún, desconoce- a Brahms, obtiene matrícula de honor al graduarse (recibirse) en el instituto, algo está mal en el sistema".
Por otro lado, la idea fuerza de este Diario entiende al profesor como un transmisor de cultura, y no como un vigilante de patio, un burócrata digital o un animador lúdico en una enseñanza gamificada. Todos aquellos que no compartan esta premisa, en la que la educación es un medio al servicio de la cultura, y no de las competencias, el mercado laboral o la felicidad ignara del estudiante, no se sentirán concernidos por el libro... ¿o acaso sí?
Si este volumen fuese una simple filosofía de la educación podrían prescindir de él, pero es más que eso: es una historia de vida. Quien esto ha escrito, y en momentos bastante dramáticos, se ofrece todo entero, no como docente, sino como hombre, que fue y sigue siendo niño, porque todo profesor debe ser niño si quiere enseñar, y porque más allá de la infancia probablemente no haya nada valioso.
Como historia de vida, como conjunto de vivencias, compartidas por el autor y algunos de sus alumnos, con los que participó del diálogo, y de los que aprendió, éste es también un libro colectivo, en el que los nombres de los estudiantes y sus ideas, se funden con las preguntas del maestro, al que tantas veces se acusó de no escuchar, cuando siempre usó el viejo método de Sócrates, aunque ello implicara dar vueltas en torno a las palabras, que son esas ideas que salen por la boca, bajando desde el cerebro, como dijo con una sabiduría de sencillez apabullante un niño de cinco años en el documental "Ce n'est qu'un début", película que les ponía para ver en acción un taller de filosofía para niños, como los que dirige mi ex alumna Ester Guirao en Alemania. Martin Heidegger es citado en la página 72 en el resumen de una de esas sesiones de diálogo buscando entender el problema del cambio y la permanencia de las cosas: "este moverse en círculo de la filosofía es de nuevo algo que repugna al entendimiento vulgar... En este movimiento circular, lo decisivo, no es... recorrer la periferia y regresar al mismo lugar... sino el mirar al centro en cuanto tal... El centro... sólo se manifiesta en el dar vueltas en torno a él". Heidegger, que ocupa un lugar de honor en esta obra, responde así contundente a todos aquellos que muestran su hartazgo del método de la filosofía, que rehuye la respuesta fácil y directa a los problemas, porque, precisamente, los problemas lo son, porque tienen un origen que debe ser descubierto, aunque se oculta. ¡Cuántas respuestas simples de la psicología positiva, los periodistas, los políticos y los publicistas sirven sólo para engañar a los que no quieren dar vueltas sino obeceder órdenes!
Así que el "Diario de un Profesor de Filosofía. 1989-2023" va dirigido a profesores que aún sienten curiosidad al llegar a casa por conocer las vivencias y meditaciones de un ex colega, sobre asuntos universales y atemporales, y que, sobre todo, entienden su misión como portadores del amor a la cultura, es decir las artes y las ciencias. Y va dirigido a los alumnos que experimentaron esa alegría del compartir en el aula, en la que el impulso de la infancia (la curiosidad) se aúna con el rigor del método (la pregunta, el diálogo, la lógica). Y a los padres que tienen hijos en edad escolar porque ahí sentirán por unas horas estar con ellos aprendiendo y descubriendo. Pues, al final, este libro es la historia del mayor descubrimiento que hacemos como seres sociales: pensar juntos...
Francisco Huertas Hernández
25 de julio de 2025
1 comentario:
Muy interesante
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