miércoles, 8 de febrero de 2017

In Memoriam José Luis Pérez de Arteaga (1950-2017) - Carta a José Luis P. A. (1997) - Francisco Huertas Hernández



In Memoriam José Luis Pérez de Arteaga (1950-2017) - Carta a José Luis P. A. (1997)

Francisco Huertas Hernández



José Luis Pérez de Arteaga (1950-2017)
Musicólogo. Creador de "El Mundo de la Fonografía" (Radio 2 - Radio Nacional de España)
Una de las personas que más han influido en mi vida


 Ha muerto una de las personas que más han influido en mi vida, José Luis Pérez de Arteaga, la voz de Radio 2, de los conciertos de Año Nuevo, de los PROMS, de las retransmisiones del Festival de Música Contemporánea de Alicante, el director del "Mundo de la Fonografía" desde 1984 hasta la semana pasada. El más grande de los críticos y divulgadores de la música clásica -junto al llorado Fernando Argenta-. 

 José Luis cambió mi vida con sus emisiones de los sábados y los domingos: con él entré en Mahler, Messiaen, Shostakovich. Escribió insuperables artículos en la Enciclopedia Salvat de los Grandes Compositores de estos músicos a los que amaba y de los que conocía todo. Y su amor a la música de cine, que tenía la banda sonora de "Recuerda" de Hitchcock, compuesta por Franz Waxman, como sintonía de "El Mundo de la Fonografía". Sólo por eso José Luis tiene sitio en la historia del cine. Él elevó esta música incidental a género mayor
 José Luis pasaba a nuestro lado con su sabiduría siempre teñida de humor y lo mismo traducía "Testimonio" de Solomon Volkov, con las supuestas entrevistas clandestinas a Shostakovich sacadas de la URSS en microfilm que entrevistaba a los músicos del Festival de Granada o el de Santander en alemán, francés, inglés, italiano. Jacobo Durán Loriga, compositor contemporáneo y amigo suyo, dice haberle oído también hablar en ruso con directores. Su conocimiento enciclopédico de la historia de la fonografía abarcaba desde los albores del sonido grabado hasta los modernos formatos digitales. Dicen que escuchaba 100 discos cada semana. Su elegancia siempre con un punto de ingenio y gracia, era también la de un hombre que representaba la erudición y la pasión. Amaba la música por encima de cualquier cosa y sabía comunicar a sus oyentes esa pasión, ese amor. Sin él, yo no habría regresado a la música clásica. He oído su voz cientos de horas y sus discos, sus comentarios, sus anécdotas permanecen en mí. Maestro, contigo morimos un poco más. Si la cultura está en decadencia, con la pérdida de Pérez de Arteaga puede que quizás ya no tenga continuidad. Martín Llade, cuya voz y estilo en tanto recuerdan al maestro, es la esperanza de que su escuela siga viva. 

 Conocimos a José Luis hace unos cinco años en las inmediaciones del Teatro Principal de Alicante en el que tenía lugar un concierto del malhadado Festival de Música Contemporánea. Este hombre genial estaba recogiendo unas mesas de la cafetería externa. Apenas cambiamos unas palabras con él. Nunca entendimos aquel gesto humilde de este titán de la musicología. Allí no tuve oportunidad de hablarte de la carta que te mandé. Tampoco olvido cuando subías al palco superior encima del escenario desde donde retransmitías los conciertos. O como estabas sentado unas filas detrás aquella vez que vino la London Sinfonietta, aunque el teatro estaba medio vacío, cosas de esta ciudad ignorante.

 José Luis te has muerto cuando los hombres como tú parecían inmortales. Y quiero que aquella carta que te mandé justo hace 20 años -y quedó sin respuesta- te llegue de nuevo al cielo de los músicos en el que sin duda habrán salido a recibirte.



Anton Bruckner llega al Cielo donde le reciben los grandes compositores. Allí también está mi maestro José Luis Pérez de Arteaga




Carta a José Luis Pérez de Arteaga


Alicante, enero de 1997

 Admirado J.L.P.A.:

 Me tomo el atrevimiento de mandarle un ejemplar de un libro que he publicado. Lo hago por varias razones: a) las referencias, directas o no, a músicos e intérpretes (verbigracia: Teresa Stratas); b) mi profunda admiración a uno de los grandes críticos musicales de Europa, al que sigo hace años (en prensa escrita, radio y televisión); c) como carta de presentación, para exponerle algunos temas que me preocupan, y que, lamentablemente, no están presentes en el libro.

 Sé de su devoción (?) por Shostakovich, Mahler, Messiaen (por cierto: qué extraordinarios los capítulos por usted escritos en la Enciclopedia Salvat de los Grandes Compositores) Sepa que son éstos tres de mis autores favoritos. Pero mi desconocimiento de la técnica musical -dificultad, más bien- quizá me priva del placer de amar -o entender, o ambas cosas- ciertas músicas: cuartetos de Beethoven, o, incluso, cuartetos de Shostakovich. ¿Cree usted que solamente el conocimiento de la técnica permite la comunión con piezas como las citadas? ¿Cómo distinguir, entonces, las interpretaciones de “Laser Light” de las de Furtwängler en cualquier sinfonía de Brahms, p.e.?  Yo, claro, compro discos de Klemperer y no de Alberto Lizzio, pero no creo poder llegar a apreciar la diferencia sin el conocimiento de la partitura.
 Otra cuestión que se asocia a ésta es la unidad de la música. ¿Cree usted en ella? Yo soy amante del rock y del folk. No puedo sino censurar y crisparme con Andrés Segovia cuando dijo que se alegraba de la admiración que por él sentía John Lennon, aunque fuese una opinión de alguien ajeno a la música. Si usted considera que Andrés Segovia es más músico que John Lennon creo que no debe seguir leyendo esta carta. ¿No es la creación superior a la interpretación? ¿No es Wagner más importante que Knapperbutsch?
 Sé que usted ama la música de Bernard Herrmann, y, supongo, que la de Nino Rota o Astor Piazzolla, pero, ¿qué consideración le merecen Chuck Berry, Led Zeppelin, King Crimson, Milton Nascimento, Serrat o Vainica Doble? ¿y Janis Joplin?  Lamentablemente, personas de la lucidez de Georges Steiner se mofan de Édith Piaf, claro que también esos ridiculizan a Johann Strauss, por ejemplo.
 El tema de la unidad de la música es una obsesión, quizá conecta con la unidad del Logos y su trascendencia. ¿Es posible que alguien creyera en Dios tras escuchar la Chacona de la Partita nº 2 de J. S. Bach?  Yo vengo del rock. Para mí Wagner nunca desbancará a los Beatles. ¿Conoce la sencilla melodía con que empieza “Lucy in the sky with diamonds”?  El prejuicio intelectual contra la llamada música ligera me saca de quicio. El siglo XX no será Stravinski, ni, menos aún, Schönberg: serán los Beatles. El que no quiera reconocer esto será desmentido por la historia. Como decía Aristoxeno, la música es sensación y número. Y me temo que para muchos críticos encorsetados sólo cuenta lo último: el álgebra estéril que dibuja estructuras de sonido opresivo frente a la pasión y la belleza espontánea y genial de los autores populares que desconocen los semitonos y los pentagramas.
 Yo no soy relativista. El relativismo es letal. No es lo mismo Milton Nascimento que Roberto Carlos, Bach que Paganini, ni los Beatles que Dave Clark Five. El criterio de valoración estética existe, pero, ¿dónde?  Sólo puede existir en un mundo objetivo y trascendente de valores al que asciende el creador (sí: John Lennon, y no Segovia)  Ese reino donde está la Belleza debe ser captado por intuición emocional, dice Max Scheler, pero, ¿y los condicionantes sociales e históricos? ¿y la técnica? ¿Por qué entonces sensibilidades enfrentadas e incompatibles que no casan Siniestro Total con Alban Berg, Bola de Nieve con Charlie Parker, Tomás Luis de Victoria con Deep Purple?  Yo soy fan de Lole y Manuel, Vainica Doble, King Crimson, los Rolling Stones, Edith Piaf, Jacques Brel, Mahler, Shostakovich, Falla, los Beatles, Nino Bravo, Siniestro Total, Armando Manzanero... ¿Esto es posible?  Si escuchamos las “Cantigas de Amigo” de Martín Códax, y, luego, a un grupo folk -Joaquín Díaz o Candeal-, ¿no nos remontamos a un origen común, cuando la separación de la música culta y la popular aún no existía?  Y no me refiero a un sincretismo discutible como el de Frank Zappa o los delirios seudosinfónicos de Emerson, Lake & Palmer en sus últimos discos.

 Prefiero dejar aquí, por el momento, estos problemas. Si usted considera que mi ignorancia técnica y mi edad (33) son los causantes de estos juicios creo que  puede romper la carta.

 Para despedirme: ¿Para qué queremos la música? ¿Para salvarnos? ¿Para consolarnos? ¿Por qué la música más hermosa es la más triste? ¿Por qué Ángel Carrascosa o usted mismo en “Scherzo, especial sinfonías”, sostienen que la brutalidad de Rozhdestvenski en la Octava sinfonía de Dmitri Shostakovich es preferible a la visión más mesurada y lírica de Haitink o Previn? ¿Por qué la belleza va asociada a la muerte y a lo terrible -incluso en el “Pélleas et Mélisande” de Claude Debussy, tan evanescente-?  Y no hablaré de la subjetividad de las valoraciones (si la “Pasión según San Mateo” de Klemperer o la de Koopman) ¿La guerra entre “Ritmo” y “CD Compact” es sólo una lucha por el mercado, una exhibición snobista, o, es que el relativismo anega todo?

 Perdón por lo rapsódico de las reflexiones. Deseo que me responda. En todo caso le seguiré leyendo y escuchando. Solomon Volkov no hubiera hecho más. En testimonio de mi gratitud,

atentamente, 
Francisco Huertas. 1997













José Luis Pérez de Arteaga


Ludwig van Beethoven


Gustav Mahler


Dmitri Shostakovich


Un acercamiento a D. Shostakovich, por José Luis Pérez de Arteaga


Olivier Messiaen
Los compositores favoritos de José Luis Pérez de Arteaga, y los míos


"El Mundo de la Fonografía" de José Luis Pérez de Arteaga
El mejor programa de música clásica del mundo


 Transcribo un trozo de una entrevista en la que cuenta los inicios de su pasión musical. Mahler, Kathleen Ferrier ("la chica más guapa que había visto en toda mi vida"), Jascha Horenstein. ¡Casi nadie al aparato!

 "Un día, cuando yo era un crío, con once años, pasé por delante de la Unión Musical Española, en la Carrera de San Jerónimo de Madrid, y me paré delante del escaparate y me quedé mirando, en un disco, a la que en aquel momento me pareció la chica más guapa que había visto en toda mi vida. Yo no sabía siquiera quién era Mahler, ni sabía quién era ella. Y vi aquel disco. Me volví a casa y se lo dije a mi madre (porque a mi padre no me atrevía a decirle qué quería comprarme aquel disco con aquella chica tan guapa… además, es que ni sabía ni cómo se llamaba la obra, ni nada). Me parece que esa misma tarde conseguí el dinero y me lo compré. La primera decepción horrorosa llegó cuando leí la parte de atrás de la carpeta y vi que ponía, en un recuadro, que Kathleen Ferrier había muerto en el año cincuenta y tres. ¡Se había muerto 7 u 8 años antes! Y yo me quedé… Bueno, pensé que jamás, (porque entonces lo pensabas) que jamás ligaría o jamás me casaría con esa chica. Y, eso sí, me puse el disco. Me pareció un tostón morrocotudo, pero me impresionó mucho la voz de ella. ¡Qué voz tan bonita! Y me impresionó el comienzo del último movimiento, “Der Abschied”. Intenté seguir el texto, pero, bah, me aburría muchísimo. Aquello me parecía un rollo. Y, eso sí, sobre todo, me oí más de una vez las pistas del disco donde cantaba ella. ¡Qué voz! ¡Qué cosa! Y yo me decía: ¡pero cómo puede estar muerta! Creo que pasaron uno o dos años. Yo vivía por aquellos tiempos en Inglaterra, donde, la verdad, no recuerdo haber oído apenas Mahler, (tampoco se tocaba tanto, estamos hablando de los años 59, 60 y 61) y vi anunciado a Jascha Horenstein haciendo “Das Lied von der Erde”, la obra que yo había oído en disco a Ferrier. No oí ese concierto, no lo oí en Inglaterra, pero lo vi anunciado. Y resulta que, dos o tres meses después, vi que en Madrid actuaba Jascha Horenstein dirigiendo la Primera de Mahler. Les di el latazo a mis padres y nos fuimos al Monumental. Y ahí oí, y eso sí fue absolutamente de “shock”, la Primera de Mahler con Horenstein
 (http://www.beckmesser.com/arteaga/)



Gustav Mahler: "Das Lied von der Erde": Der Einsame im Herbst
Kathleen Ferrier
LP "In memoriam Kathleen Ferrier" (Tahra - 2012)
Orchestre Philharmonique de Vienne - Direction : Bruno Walter



Un comentario de un oyente clarividente (http://www.asinorum.com/jose-luis-perez-de-arteaga/664/):

"Los locutores de esta radio tienen una cultura soberbia. Las breves introducciones que dan a las obras aportan más información que toda la que pueda encontrarse en internet sobre el tema. La edad más que un handicap, es toda una ventaja. Para mi un locutor que ha oído en directo hasta 20 versiones diferentes de El barbero de Sevilla es una persona a la que hay que dejar hablar todo lo que quiera y pueda.
No te digo que no haya una verdadera mafia y que entrar dentro de ella sea imposible. Pero los que hay, demuestran su valía con creces cada día. Voy a destacar a uno de ellos, el impresionante José Luis Pérez de Arteaga.
Llevo escuchando más de 20 años a este tipo. Es mucho más tiempo conociéndolo que al más antiguo de mis amigos. José Luis Pérez de Arteaga es una de esas personas que saben tanto de todo (lo que debería ser un gurú y no esos fantoches que hablan como si pudieran ver el futuro y luego no mandan ni para coger el mando a distancia en sus propias casas) que no les queda más remedio que dejarle hacer lo que quiera.
Es uno de esos tipos que aprendió alemán para poder apreciar mejor la música. Aprender alemán porque has ido a Weisbaden a buscarte la vida en la construcción es meritorio, pero hacerlo para poder leer buenos libros sobre Stockhausen, por no poder esperar a que alguien decida traducirlos o no al inglés o el español, es heroico.
Este locutor es un joya cuando va a conciertos en el extranjero. Imaginad una ópera de Wagner. Eso está lleno de tiempos muertos, ratos en los que el locutor debe hablar sin parar. Y no puede pararse en lo anecdótico, como los locutores de fútbol (¿Te has fijado el peluco que lleva Mijatovic en el palco?). En estos casos, Pérez de Arteaga es capaz de hablar durante horas sobre la ópera, el director de la orquesta, el teatro, los intérpretes, soltando gigas y gigas de información que sale de su cabeza sin esfuerzo.
Luego llega el director, que es un fuera de serie, y accede a dejarse entrevistar en el descanso entre actos, sólo porque el que le va a entrevistar es él. Le habla en su idioma – ya sea éste el inglés el francés o el alemán – y charlan como buenos amigos, sin que haya el servilismo o el sentimiento de inferioridad que se nota en otras artes cuando un pobre periodista se enfrenta a una personalidad.
Me río cuando veo los cutres artículos que se califican como “lo mejor de la red” comparados con cualquier comentario que expone un locutor así, sin preparación alguna, sólo opinando sin ninguna pretensión.
José Luis Pérez de Arteaga pasará a la historia con su programa de los fines de semana “El mundo de la fonografía”. En antena desde hace más de 20 años, es un espacio absolutamente libre en el que el locutor ha expuesto lo que sencillamente le ha parecido. Con series absurdas como “El Concertgebouw y la Radio de Holanda, 75 años de colaboración” expone toda la discografía existente sobre una orquesta en 75 años de grabación, en una serie de programas que puede extenderse a lo largo de dos y tres años, comparando cada disco con las versiones existentes en el mercado, con un conocimiento casi infinito.
Lo que más me ha maravillado siempre de él son sus explicaciones concéntricas. Es cuando empieza a contar algo y se desvía hacia otro tema, sin terminarlo pasa a otro tema, aún más marginal, así durante varios minutos, y luego es capaz de ir cerrando los temas que había ido dejando recursivamente, sin olvidarse y en un orden que maravillarían a cualquier fanático de la ordenación.
Por ejemplo, dice “a continuación, el Concierto para la mano izquierda de Ravel” y en vez de parar, suelta un “concierto que el compositor francés dedicara a Paul Wittgenstein, el famoso pianista que perdiera un brazo en la Primera Guerra Mundial”, y enreda con ,”hermano del famosísimo filósofo Paul Wittgenstein que fuera también un gran aficionado a la música” y luego te cuenta los amigos del filósofo austríaco, y una anécdota que se le ocurra sobre él, para luego acordarse de mencionar el encargo de Paul Wittgenstein a Ravel y saber cerrar recordando que sólo ha dicho la obra, y todavía no los intérpretes.
Os puedo asegurar que le he oído embarrarse en más de diez minutos de presentación de una obra, mediante divagaciones magistrales, saltándose todos los libros de estilo de Radio Clásica que sugieren presentaciones breves y concretas.
Si a este hombre también lo van a despedir, que me lo metan en formol y me lo envíen a casa"


 Sobre su muerte y su trayectoria leemos esto:


"La mañana ha amanecido luctuosa en Radio Clásica. La muerte de José Luis Pérez de Arteaga, un tótem de la divulgación musical, ha fallecido esta madrugada. No se esperaba un desenlace tan terrible. A pesar de la enfermedad que le mantuvo alejado de los micrófonos durante un tiempo, y que adelgazó notablemente su figura, parecía que iba recuperándose. Y seguía con sus planes con normalidad. De hecho, no había suspendido la paella mensual que compartía con Juan Lucas, actual de director de Scherzo, y Joan Matabosch, director artístico del Teatro Real. Era una costumbre que habían fijado los tres desde hace meses, y a la que Pérez Arteaga no pensaba faltar. 


La transmisión matutina de la emisora se ha abierto a los oyentes para que expresaran su lamento por la pérdida de una figura que les ha acompañado ininterrumpidamente desde 1984, al frente del programa El mundo de la fonografía. El espacio, emitido sábados y domingos, se centraba en el área del sonido grabado, en novedades discográficas, producciones históricas y en conmemoraciones y efemérides, siempre evocadas a partir de registros fonográficos. "Gracias por todo lo que nos has enseñado", era el mensaje más repetido. 

Fue Arturo Reverter quién le encomendó ese programa, cuando esté asumió la dirección de Radio 2 a mediados de los 80. El crítico musical, afectado por la pérdida de un compañero cercano a lo largo de tantas décadas, ensalza su vastísimo conocimiento, que le permitía sacar a relucir un sinfín de grabaciones a colación de los asuntos y autores de los que se ocupaba. "Tenía una memoria impresionante y una gran formación cultural", recuerda Reverter. Esas dos cualidades le hicieron también una pieza imprescindible en la retransmisión en directo de conciertos, donde demostró siempre sus grandes dotes comunicativas y una gran capacidad para el apunte certero y fundado. Hace apenas unos días pudimos escucharle en Televisión Española analizando el debut de Gustavo Dudamel en el Concierto de Año Nuevo, cuya emisión en próximas ediciones será difícil de asimilar sin la voz del carismático comentarista. 

En la prensa escrita también dejó huella de su labor. La palabra clara y fluida fueron notas características de sus textos. Colaboró con publicaciones como Scherzo, Reseña, Ritmo... En El Cultural colaboró desde los orígenes de la revista. En nuestro archivo queda la larga sucesión de artículos sobre los más diversos temas, incluido su análisis anual de las bandas sonoras nominadas al Oscar. 

 Pérez de Arteaga era licenciado en Derecho. Y ejerció como abogado en un despacho que fundó junto a otro socio en la calle Velázquez, muy cerca de la casa familiar. Pero su gran pasión siempre fue la música, en la que tuvo a Andrés Sopeña como uno de sus mentores principales. Al final la balanza se inclinó en favor de esta última, a la que se consagró definitivamente. Otras de sus facetas fue la de entrevistador. "Siempre fue muy sagaz al preguntar. Su dominio de todos los géneros le permitía hilar muy bien las cuestiones y extraer la máxima información del entrevistado". Reverter añade que, como compañero, siempre fue muy generoso y justo: "Nunca dejaba de citar las fuentes en las que se apoyaba para preparar sus programas". 

 Su aportación a la bibliografía musical más relevante fue Mahler, volumen de casi 600 páginas dedicado al compositor bohemio. Lo publicó Ed. Machado Libros/Scherzo en 2008. Está dividido en tres partes. Una primera biográfica. Una segunda analítica, donde recorre toda su obra desde el oratorio casi adolescente La canción del lamento hasta la trilogía final. Por último, cerraba el libro con un 'inventario' de la discografía de Mahler, probablemente el más exhaustivo publicado en español. En él incorporaba, además, sus notas críticas. "Un verdadero regalo para el lector", señalaba Eugenio Trías en la reseña que le dedicó en El Cultural, culminada con la siguiente afirmación: "Esta obra sobre Mahler está llamada a formar parte de la escogida biblioteca de los mejores libros que se han escrito sobre este compositor". El vaticinio se ha cumplido





Carta de Francisco Huertas Hernández a José Luis Pérez de Arteaga. Enero 1997
La unidad de la música


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