Los relojes marcan la misma hora pero nuestras vidas no están sincronizadas a la par
Francisco Huertas Hernández
Microtexto filosófico-literario. 1994
Película belga con el tiempo como tema: "En el año de 2092, Nemo Nobody, que tiene 120 años, es el último ser humano mortal de la Tierra y vive rodeado de hombres que han alcanzado la inmortalidad gracias a increíbles avances científicos. Cuando Nemo se encuentra en su lecho de muerte, recuerda varias posibles existencias y matrimonios que no llegó a vivir" (Filmaffinity)
Para Platón el tiempo solo es "una imagen móvil de la eternidad que se mueve de acuerdo al número" (κατ' ἀριθμὸν ἰοῦσαν αἰώνιον εἰκόνα) (Timaeus, 37d). En este film aparecen los multiversos (conjunto de los muchos universos existentes, según las hipótesis que afirman que existen universos diferentes del nuestro propio), "realidades paralelas donde nuestra vida tomó un rumbo diferente". El tiempo mide el movimiento, dijo Aristóteles. Hay algo ajeno a la vida en los relojes que miden el llamado "tiempo objetivo" (le temps de la science). Frente al "tiempo" habla Henri Bergson de la "duración", un "tiempo subjetivo" (la durée de la conscience). Ciencia vs. Conciencia. Exterior vs. Interior. La "duración" es subjetiva y relativa, íntima. Es la vida tal como la experimenta el ser humano en su conciencia, para el que el tiempo es lo que le pasa a uno mismo. La "eternidad" de un minuto agónico o la "fugacidad" de una vida entera ("veinte años no es nada" cantaba Carlos Gardel en "Volver"). Las líneas paralelas (¿paralelas?) de esta película de van Dormael de lo que pudo ser en tiempos diferentes: "El jardín de los senderos que se bifurcan" (Jorge Luis Borges), ese cuento "en el que uno de sus personajes nos recuerda que cuando se elige entre diversas alternativas se renuncia al resto de futuros que hubieran podido existir".
Estamos hechos de tiempo, pero el tiempo nos deshace. Vivimos la "duración" pero nos sometemos al "tiempo" de los relojes
Los relojes marcan la misma hora pero nuestras vidas no están sincronizadas a la par. Hay algo extraño en el hecho de que el que sufre tenga la misma hora que el que goza; que el que piensa tenga la misma hora que el que duerme. Que el que ama tenga la misma hora que el que odia. Un tiempo ajeno a nosotros en el que coinciden tan distintos y distantes seres. ¿Por qué?
Francisco Huertas Hernández
7 de enero de 1994
M. H. A. folio 359
Convaleciente
NOTAS ENERO 1994
2 comentarios:
Como persona sometida al paso del tiempo y al tiempo global de los relojes escribí este texto en 1994. El pie de foto está escrito hoy mismo en noche de insomnio
Aunque el insomnio no sea algo precisamente agradable, al menos ha sido fructífero. Yo escribo mucho mejor bien entrada la noche. Te concentras más.
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