Ante la simpatía de nuestras miradas, mi alma y la tuya volaban cada vez más alto hacia las estrellas, fluidamente, por el cielo de la noche más fría de esa estación. Aquellas escalofriantes calles de diciembre adormecían tus manos, convertían tu rostro en porcelana. El viento gélido acariciaba los esqueléticos árboles que se desprendían de la muerte en cientos de hojas caducas que volaban por aquellas calles, que hacían volar tu cabello al ritmo de las flores. Donde estabas tú contemplando las estrellas que se reflejaban en mis ojos negros al mirarte, con tu sonrisa, donde el hielo se derretía de mi corazón criogenizado, incapaz de revivir su fuego y el latido de mi alma, cuando me tocabas y liberabas mis manos de aquel frío dolor que las inmovilizaba, y comencé a sentir el fino tallo de una margarita entre mis dedos, mientras empecé a bailar al son del viento, contigo a mi lado, iluminando esas calles dando luz donde no había, proyectando tu figura en mi memoria para el tiempo infinito y el resto de mis noches
2 comentarios:
Alebasi es una escritora que ya ha publicado en este blog. Este texto es un canto de dolor y esperanza, porque todo dolor encierra esperanza, como la noche contiene el alba que despunta
Es muy bonito este texto
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