lunes, 18 de julio de 2022

"Una familia de tantas" (1948). Alejandro Galindo. Melodrama clásico mexicano. La violenta moral patriarcal tradicional y la rebelión del amor en la modernidad del consumo. Francisco Huertas Hernández & Marilú Mendoza Mendoza

"Una familia de tantas" (1948). Alejandro Galindo
Bellísimo melodrama clásico mexicano. La violenta moral patriarcal tradicional y la rebelión del amor en la modernidad del consumo
Francisco Huertas Hernández
Colaboración especial de Marilú Mendoza Mendoza

"Una familia de tantas" (1948). Alejandro Galindo
Un plano que resume la esencia de la película. La cámara detrás de los personajes -¡tras la cama!- en plano secuencia y fijogeneral. Genial iluminación en claroscuro de José Ortiz Ramos: el blanco de las chicas (Maru y Estela) y el saco oscuro del padre. Deseo y Represión
El espejo da a este encuadre un "aire" de Velázquez -gran profundidad de campo-: en él se reflejan la autoridad enhiesta del pater familias Don Rodrigo, la niña Lupita que hace las tareas escolares, y la hija rebelde, Maru. Estela no está en el espejo. La composición pictórica del cine de Galindo está al servicio de las historias de la vida cotidiana

"Una familia de tantas" (1948). Alejandro Galindo
Producciones Rodríguez Hermanos presenta

"Una familia de tantas" (1948). Alejandro Galindo
Una producción de Alejandro Galindo


Héctor Alejandro Galindo Amezcua (Monterrey 1906 - Ciudad de México 1999). Director, guionista, productor y actor de cine y radio. Trabajó en Hollywood formándose con importantes directores. Su primer largometraje fue "Almas rebeldes" (1937), al que siguieron, entre otros: "Refugiados en Madrid" (1938), "Mientras México duerme" (1938), "Campeón sin corona" (1946), "¡Esquina bajan!" (1948), "Una familia de tantas" (1948), "Doña Perfecta" (1951), "Los Fernández de Peralvillo" (1954), "Espaldas mojadas" (1955), "Esposa te doy" (1957) -las siete últimas ganaron diferentes Premios Ariel-

Galindo es el referente del México urbano. "La crítica lo considera el “primer cronista cinematográfico sobre el tema de la ciudad de México contemporáneo, dado que sus obras cuentan las transformaciones ocurridas en nuestra sociedad
 (Diccionario de escritores mexicanos. México, UNAM, Instituto de Investigaciones Filológicas, 1988. P. 2)

Sobre sus labores como director y guionista: "Es difícil separar su actividad de director de la de guionista: en las aproximadamente 50 películas que dirigió realizó los guiones, el argumento o la adaptación. Galindo siempre pensó que el triunfo de sus películas se debía a que reflejaban a los mexicanos, incluyéndolo a él. Sobre esto afirmó: 
“No voy a presumir de que fue una cosa a la que dediqué profundos estudios. Fue mirar, observar con detenimiento, parar la oreja y dejar que se me pegaran las palabras. Ya aparecían cuando debían hacerlo. (…) Mi cine no es autobiográfico, pero tiene de mí
 (Homenaje al realizador en Guadalajara. El cine me envenenó y aún sueño con él: Alejandro Galindo. Por Raquel Peguero. La Jornada, 10 de marzo de 1995)


"Una familia de tantas" (1948). Alejandro Galindo
Actores principales: Fernando Soler, David Silva, Martha Roth

Fernando Díaz Pavía (Fernando Soler) (1896-1979). Actor mexicano. Intervino en films como "Una familia de tantas" (1948) de Alejandro Galindo; "El gran Calavera" (1949) y "Susana" (1950) ambas de Luis Buñuel; "El lugar sin límites" (1978) de Arturo Ripstein

David Silva (1917-1976). Actor mexicano de la Época de Oro. Su gran interpretación en "Campeón sin corona" (1946) de Alejandro Galindo le valió el Premio Ariel. Con Galindo hizo Esquina bajan!" (1949) y "Espaldas mojadas" (1956). Trabajó en Hollywood en papeles menores. En "Huracán Ramírez" (1955) de Joselito Rodríguez hizo de luchador.  "La risa de la ciudad" (1963) de Edgardo Gazcón; "El topo" (1970) de Alejandro Jodorowsky, y la mítica "El castillo de la pureza" (1972) de Arturo Ripstein, son otros de sus hitos

Martha Roth Pizzo (1932-2016). Actriz mexicana de origen italiano. Ganó el Premio Ariel por "Una familia de tantas" (1948). Otras películas importantes: "El abandonado" (1949) de Chano Urueta; "El mar y tú" (1952) de Emilio Fernández; "Rostros olvidados" (1952) de Julio Bracho; "El caso de la mujer asesinadita" (1955) de Tito Davison; y "A media luz los tres" (1958) de Julián Soler

"Una familia de tantas" (1948). Alejandro Galindo
Una familia de tantas

"Una familia de tantas" (1948). Alejandro Galindo
Con Carlos Riquelme, Eugenia Galindo, Enriqueta Reza y el niño Manuel de la Vega Jr.

Carlos Riquelme Tovar (1914-1990). Actor mexicano. Con carrera internacional. Entre sus films mexicanos: "Flor Silvestre" (1943) de Emilio Fernández; "Una familia de tantas" (1948) de Alejandro Galindo; "El niño y la niebla" (1953) de Roberto Gavaldón; "Ensayo de un crimen" (1955) de Luis Buñuel. Y entre sus películas internacionales: "Viva María!" (1965) de Louis Malle; "Under the volcano" (1984) de John Huston, y "The Milagro Beanfield War" (1988) de Robert Redford.
También fue actor de telenovelas y de doblaje

Eugenia Galindo (1897-1968). Actriz de reparto mexicana nacida en España

Enriqueta Reza (1893-1968). Actriz de reparto mexicana. Ganadora del premio Ariel en su IV entrega, como mejor actriz de reparto de 1950 en "Una familia de tantas" (1948) de Alejandro Galindo, y nominada como mejor papel incidental en la película "Canaima" (1945) de Juan Bustillo Oro

"Una familia de tantas" (1948). Alejandro Galindo
Instituto Cinematográfico de México
Felipe de Alba, Nora Veryán, Isabel del Puerto, Manuel de la Vega, y la pequeña Alma Delia Fuentes

"Una familia de tantas" (1948). Alejandro Galindo
Gerente de Producción: Fernando García Torres
Jefe de Producción: Armando Espinosa
Asistente de Director: Zacarías Gómez Urquiza
Anotador: Jesús Marín
Unidad Técnica: Imperial
Estudios y Laboratorios: Azteca S. A. 

"Una familia de tantas" (1948). Alejandro Galindo
Escenógrafo: Gunther Gerzso
Asistente de escenógrafo: Roberto Silva
Jefe de repartos: Carlos Corona
Vestuario: Casa Florencia
Maquillista: Carmen Palomino
Títulos: Arte-Servicio

Gunther Gerzso (1915-2000). Pintor, diseñador de escenarios, escritor y director mexicano de origen húngaro-alemán. Integrante del Grupo "La Ruptura". Como escenógrafo colaboró con directores como Emilio “El Indio” Fernández, en "Un día de vida" (1950); con Luis Buñuel, en "Susana" (1951), "Una mujer sin amor" (1952) y "El río y la muerte" (1955); con Yves Allégret, en "Les Orgueilleux" (1953), y con John Huston, en "Under the Volcano" (1984)

"Una familia de tantas" (1948). Alejandro Galindo
Música de Raúl Lavista

Raúl Lavista Peimbert (1913-1980). Compositor y director de orquesta mexicano. Fue socio fundador de la Sociedad de Autores y Compositores de México. Autor de las partituras de "El río y la muerte" (1955) y "El ángel exterminador" (1962), ambos filmes dirigidos por Luis Buñuel. Fue nominado 15 veces a los Premios Ariel a Mejor Música de Fondo. Ganó 6.
Dirigió la Orquesta Sinfónica Nacional y la Orquesta Filarmónica de la UNAM. Compuso canciones y obras para orquesta sinfónica y fue también conductor de programas radiofónicos

"Una familia de tantas" (1948). Alejandro Galindo
Sonido: B. J. Kroger (Western Electric)
Grabación de Diálogos: Luis Fernández
Grabación de Música y Regrabación: Enrique Rodríguez
Esta película fue filmada con una cámara Mitchell

"Una familia de tantas" (1948). Alejandro Galindo
Director de Fotografía: José Ortiz Ramos
Operadores: Manuel González, Carlos Sorensen
Edición: Carlos Savage

José Ortiz Ramos (1911-2009). Director de fotografía mexicano. El cinefotógrafo de Michoacán. A mediados de los 30 aprendió el oficio de operador de cámara de Ross Fisher. Sus primeras grandes películas fueron "Nosotros los pobres" (1948) y "Ustedes los ricos" (1948) de Ismael Rodríguez. Sus colaboraciones con Alejandro Galindo mostraron la atmósfera de la Ciudad de México -real o en estudio-: "Esquina bajan!" (1948), "Una familia de tantas" (1948), y "Hay lugar para dos" (1949). Con Luis Buñuel filmó "Susana" (1950) y "La hija del engaño" (1951)

"Una familia de tantas" (1948). Alejandro Galindo
Escrita y dirigida por Alejandro Galindo



  "Все счастливые семьи похожи друг на друга, каждая несчастливая семья несчастлива по-своему"

Лев Толстой: "Анна Каренина" (1873-1877)

"Todas las familias felices se parecen, pero cada familia infeliz lo es a su manera"

Lev Tolstoy: "Anna Karenina" (1873-1877)

"Mereces un amor que te quiera despeinada"

Estefanía Mitre (atribuido a Frida Kahlo): "Mereces un amor"


 La familia es el origen de la sociedad y de la neurosis. Por una ley inexorable, entrar en la vida comunitaria implica aceptar la represión del deseo. Esta interpretación psicoanalítica está omnipresente en la familia tradicional de estricta moral religiosa. La obediencia al padre es la forma de amor que el hijo "debe" a su progenitor. Jacques Lacan (1901-1981) lo resume con claridad: "le père est aimé en tant qu’agent de la castration, ce n’est pas pour autant qu’il est tout amour" (el padre es amado en tanto que agente de castraciónesto no significa que él sea todo amor)

 "Una familia de tantas" (1948) es una bellísima película realista de la Época de Oro del Cine Mexicano, dirigida por Alejandro Galindo (1906-1999), que muestra este conflicto intrafamiliar en un espacio cerrado: la mansión. Una familia burguesa de comerciantes encabezada por el pater familias, Rodrigo Cataño (Fernando Soler), al cual están sometidos todos los demás miembros: la abnegada y callada esposa, Doña Gracia Cataño (Eugenia Galindo); sus cinco hijos: Héctor (Felipe de Alba), Estela (Isabel del Puerto), Maru (Martha Roth), Lupita (Alma Delia Fuentes), y el chico Ángel (Manuel de la Vega Jr.); y la sirvienta, Guadalupe (Enriqueta Reza)

 La institución familiar quedará definitivamente transformada por la irrupción de un vendedor de electrodomésticos del que se enamorará Maru. El choque entre esos dos mundos de valores es el tema del largometraje.

 El crítico Eduardo de la Vega Alfaro afirma que "esta obra es una calculada respuesta a la serie de convenciones que dieron forma y sentido a películas tipo “Cuando los hijos se van” (1941) de Juan Bustillo Oro, “Amor prohibido” (1944) de Arcady Boytler, “Los hijos de don Venancio” (1944) de Joaquín Pardavé, “El cuarto mandamiento” (1948) de Rolando Aguilar, “El dolor de los hijos” (1948) de Miguel Zacarías, o “Cuando los padres se quedan solos” (1948) de Bustillo Oro, modelos insuperables del melodrama familiar clasemediero, subgénero que se sintió inclinado en la defensa a ultranza del más rancio conservadurismo en materia política y social"

 Antonio Pardines apunta "el acierto con el que el cineasta mezcló comedia y drama a la hora de exponer la rigidez reinante en el hogar de los Cataño, una familia de clase media dominada por la inflexible autoridad paterna, la cual impide la realización individual" de los hijos.

 México estaba gobernado por el presidente Miguel Alemán Valdés del PRI en ese periodo (1946-1952). El país se industrializó, y reprimió a los sindicatos y la lucha obrera, con un acusado anticomunismo siguiendo el mandato norteamericano, por el que creó la D.F.S. (Dirección Federal de Seguridad). El aumento de la inversión aumentó la deuda externa, y se devaluó el peso, empeorando la calidad de vida del pueblo. La película no sitúa el contexto político ni social en ningún momento. La familia Cataño vive encerrada en su burbuja del hogar burgués.
 
 La panorámica de los tejados de la Ciudad de México, y la cámara entrando por la ventana donde duermen las tres chicas es antológica, acompañada por la inspirada partitura orquestal de Raúl Lavista. El despertador suena, y la primera en incorporarse es Maru, que será la protagonista del film. Extrae sus zapatos blancos para su fiesta de quince años y los contempla arrobada. Aunque Martha Roth interpreta muy bien su rol, no resulta nada verosímil que tenga quince años... ¡tenía dieciséis! 

 Las tareas domésticas cotidianas -aseo, desayuno- son, desde el inicio, ocasión de censura y castigo paterno. La entrada en plano de Don Rodrigo Cataño, irrumpiendo en el baño: "Esto, ¿qué significa? ¿Qué escandalo es éste? Y tú, ¿qué estás haciendo aquí con tus hermanas?... ¡Cuántas veces les tengo dicho que no entren al baño cuando esté su hermano mayor! ¡Así es que vamos todos afuera!". Autoritarismo, machismo y ausencia de amor. Un "porfirista", heredero del pensamiento propio de la dictadura ("porfiriato") de Porfirio Díaz, entre 1876 y 1911, que fue seguida de la Revolución Mexicana. El "macho" típico de México en los viejos tiempos, como nos platica abajo Marilú Mendoza Mendoza

 Debemos notar el uso maestro de la cámara de Galindo: la cámara Mitchell está tras la tina. Toda la secuencia encuadrada en plano secuencia general lateral con los personajes moviéndose ofrece un ejemplo de profundidad de campo bajo la influencia de Jean Renoir. 

 El padre -afeitándose- inquiere al primogénito, Héctor, por la contabilidad de la empresa, que no cuadra. El hijo mayor es un ser pusilánime y dubitativo. La cámara ahora está en plano americano lateral. La hondura de lo tratado aproxima la lente al personaje. Lo trivial no requiere proximidad del rostro.
 La fotografía en blanco y negro de José Ortiz Ramos separa figuras, sombras y blancor de la bata de baño de Héctor.

 Pasamos a la escena de la cocina, con gran acumulación de figuras humanas en plano secuencia general frontal. La chamaca Lupita se seca subida al fogón, mientras escuchamos las primeras palabras de la madre, Doña Gracia: "Ya basta. Por eso tu padre no quiere que entren al cuarto de baño cuando tu hermano mayor se está aseando". La esposa atiende a la intendencia del hogar, apoyada en la sirvienta Guadalupe. Al menos hay tres acciones en curso en este plano: a la izquierda Guadalupe platica con Doña Gracia, que bate huevos; Lupita en el centro agitándose mojada por haber caído en la tina; y a la derecha, Maru abotonando al pequeño de la casa.

 La elección de planos fijos y alejados del rostro por parte de Galindo expresa la frialdad burguesa y conservadora que reina en el espacio clausurado de la casa. Un espacio teatral donde asistimos al violento conflicto entre represión paternal y deseo juvenil. Guadalupe, la voz del pueblo, insiste, ante el enojo de Doña Gracia: "porque el joven Héctor ya está en edad de andar en sus cosas... Usted no quiere darse cuenta Doña Gracia, pero ya los jóvenes no son los niños de antes, ya tienen sus "cosas"" ¿Qué "cosas" tiene un joven? El deseo, sin más. Freud nos enseñó que el deseo infantil inconsciente será reprimido por la angustia de la castración. El principio de realidad aparece con la "represión" del deseo. El "padre" "castra" el "deseo" al imponer la "obediencia" al hijo. Y la obediencia solo es represión del deseo.

 La narración se ha duplicado en dos escenas paralelas: la cocina y el salón del desayuno, donde Maru ayuda a su hermano pequeño, mientras Lupita le pide un vestido de rayitas azules. Confluirán en el acto del desayuno en el que veremos a toda la familia en torno a la mesa. Van entrando en el plano, siempre estático: el atildado y atlético Héctor, es el primero. Un nuevo tropiezo en la escalera -otro personaje más de la familia, con sus picados y contrapicados- de Lupita y el señor de la casa, da paso a la escena del desayuno filmada en plano picado desde un mueble con tazas. El espectador ideal, escondido entre los objetos de la vivienda, parece "espiar" a una familia burguesa cuya naturaleza es "ocultar" el deseo
 La posición del director no es solo estética sino moral. Recordaremos la frase del crítico de "Cahiers du Cinéma" Luc Moullet: "la morale est affaire de travellings" (la moral es asunto de travellings). La angulación y encuadre del film dicen más que los diálogos. O, dicho de otra manera: la "forma" da valor y fuerza a la "acción". Alejandro Galindo Amezcua es un director de "formas". Su cine exalta la vida cotidiana, con sus emociones y sentimientos, y, para ello, sitúa la cámara en el lugar que vincula al espectador con los personajes, ese "punto cero", algo así como "El Aleph" de Jorge Luis Borges, "un punto de espacio-tiempo donde se sintetizan todos los mundos, todos los tiempos y todos los lugares". 

 Estela es la última en entrar. El padre sentencia: "Vas a llegar tarde otra vez. Y esto no está bien" le dice a su hija. La cámara está tan lejos como el corazón de Don Rodrigo Cataño. Galindo se niega contumazmente a darnos primeros planos de estos seres sometidos al imperio del orden y la obediencia. La "burocratización" de los afectos, es decir, su destrucción, aleja los rostros, como ya he sostenido arriba. Vemos fugazmente al pater familias con su gesto fruncido valorando el paso de la niñez a la madurez de Maru. "Papacito, y ahora que cumpla yo mis quince, ¿puedo ir a trabajar?" pregunta Maru. Guadalupe y Don Rodrigo discuten por la autoridad respecto a la decisión de la chica. "Es que yo ya no soy niña. Voy a ser señorita. Y a los quince se puede tener novio y trabajar. ¿Verdad, Estela?" Comienza la rebeldía de Maru. Su deseo de independencia. Sigue la reprimenda paterna a Estela por la hora de llegada a casa. La cámara está detrás de los personajes, y se aleja al salir el padre. El poder tiránico del progenitor recae lo mismo en los pequeños (vestido de rayas de Lupita) que en los mayores. No se ama al padre, solo se lo teme. Un plano magistral de profundidad de campo con el tirano delante, y las mujeres sometidas al fondo, en la pieza del desayuno termina el planteamiento del film, con un interludio lírico de los preparativos de la fiesta de Maru. 
 Guadalupe llorando: "Ya no le voy a poder decir "niña", ya va usted a ser una "mujercita". "Mujer lo he sido siempre, ahora voy a ser señorita" dice la chica. Guadalupe rectifica: "Señorita lo ha sido usted siempre, ahora es usted una mujer". El problema de la educación sexual, la llegada de la menstruación y la capacidad de procrear, todo ello prohibido por la moral ultracatólica, genera esta conversación ingenua. 

 Comienza el nudo: la irrupción de la "modernidad" en forma de "sociedad de consumo" (18:00). El apuesto, dinámico y audaz galán urbano, vendedor a domicilio Roberto del Hierro (David Silva) introduce la "revolución" de los electrodomésticos en la vetusta mansión de los Cataño. El atrevido "invasor" hace una demostración de la "barredora" eléctrica (aspirador). Con el aparato, Roberto "recupera" al limpiar el sofá objetos perdidos, como una medalla de la Milagrosa, o una receta médica. Simbólicamente esta secuencia tiene el valor de "liberar" lo "inconsciente" en el "aparato mental", lo "reprimido" estaba oculto, ¡pero estaba!, en el fondo del sofá/mente. Galindo imita o ridiculiza los anuncios comerciales estadounidenses en la incipiente sociedad de consumo y de la obsolescencia programada.

 La madre llega puntual de sus compras y descubre al "intruso". La oratoria de mercadotecnia del vendedor deja sin palabras a los habitantes de la "caverna" familiar. Comienza una nueva lógica de la modernidad: todo puede venderse manipulando con los discursos las necesidades y emociones de los clientes. Los nuevos "sofistas" dominan el "arte" de convencer con sus palabras propulsadas con la velocidad de los aviones y las bombas. 

 Don Rodrigo rechaza usar máquinas de cálculo para la contabilidad: "debemos seguir llevando los libros como siempre... hace treinta y cuatro años que el balance se hace a centavo, y hasta ahora no hemos tenido que cambiar nuestro sistema... qué, ¿acaso creen que las máquinas nos van a enseñar a pensar?". Es un hombre tradicional, opuesto al progreso técnico y moral, de palabras mil veces repetidas, aprendidas en la infancia. Las caras expectantes de la madre y la hija esperando darle cuenta de la visita del vendedor esa noche revelan el temor a enojar al capitán del barco. Tras esos breves planos cercanos de las mujeres atemorizadas regresamos al plano general en el que Doña Gracia explica la aparición del "agente" comercial. El padre exclusivamente está preocupado de si entró a la casa ese hombre estando su hija sola. La familia es el espacio de la honra. El exterior es la fuente de todo deshonor. Y el "honor" es esa caduca rémora de una moral patriarcal y católica, como en los dramas barrocos de Lope de Vega y Calderón de la Barca. "Es que el muchacho es muy decente" asegura Maru. Y el padre niega las buenas intenciones de los hombres ajenos a la casa. 
 "Vamos a ver qué nuevo infundio han inventado para que la mujer se aleje de su hogar" sentencia el "porfirista" reaccionario mientras encabeza la comitiva familiar que va a la sala a inspeccionar la "máquina barredora".

 El "choque" entre el mundo antiguo reaccionario de Rodrigo Cataño y el mundo nuevo liberal del consumismo de Roberto del Hierro, da la victoria al vendedor. No solo es un "profesional" eficiente, sino un "orador" imbatible. "No me explico como a su edad puede introducirse en una casa..." perora increpatorio el reaccionario burgués. "Estamos educados para eso... para poder hacer una demostración práctica, y sin engaños..." responde tranquilo el vendedor. "Hablemos claro, joven, ¿con qué derecho ha entrado usted en esta casa sin que nadie lo conozca?" espeta Don Rodrigo. "Perdóneme Sr. Cataño, pero la compañía me paga, no para que yo me dé a conocer, sino para que dé a conocer sus máquinas, y es lo que yo creo que a usted le debe interesar" contesta el joven. Como el porfirista arremete, el vendedor hace un discurso en defensa de su "honorabilidad" irreprochable: "Yo no me he colado en su casa, en primer lugar. Su hijita y su señora me atendieron... y, en segundo lugar, esta no es la primera casa en México a la que entro en la misma forma. He visitado más de quinientas casas, y en todas he dejado un amigo y una Bright -O- Home". El viejo sigue su acoso. Y el joven alcanza el cenit de su discurso moral: "Sepa usted una cosa Sr. Cataño. Si quiere saber algo sobe mi honorabilidad pida informes a mi compañía... He vendido 1718 máquinas M 10, 522 U 93. Soy el agente estrella, el número 1, ¿sabe usted? Mi madre quedó viuda, y yo la sostengo con la venta de estas máquinas. Así es que no veo porque se me ha de ofender cuando vengo a ofrecer algo útil, algo que es necesario para la conservación y limpieza de su hogar". El director ha acercado la cámara a los rostros. Los primeros planos fugaces de Rodrigo agachando la cabeza, y la faz valiente y mirada alta de Roberto, conducen a la victoria de éste. Rodrigo menciona la prevalencia de "las costumbres de mi casa", sí, como la dictadura de Porfirio Díaz, que recibió innumerables condecoraciones de las monarquías y gobiernos autoritarios de Europa, y que mantuvo las "costumbres de su casa". Roberto señala que no hay exclusión entre moral y progreso material. Esta plática es el eje mismo del film. Las hermanas Estela y Maru, espiando tras la escalera en penumbra, van comentando la lucha entre los dos poderes masculinos. Maru aún invoca la "decencia" de Roberto como su valor principal, aunque, sin duda, es una influencia del porfiriato moral en el que vive. Rodrigo compra la máquina, y como la zorra de la fábula concluye: "bueno, creo que era la mejor forma de deshacerse de este majadero". El mundo antiguo ha claudicado ante la economía del consumo, la tecnología norteamericana y el espíritu liberal. Lamentablemente, el capitalismo industrial no trajo la liberación a los países de América Latina sino su vasallaje...

 La llegada del primo Ricardo (Carlos Riquelme), desde un rancho algodonero, introduce en el nudo de la historia el triángulo propio de la comedia de enredo: el pretendiente no amado, la chica, el amado secreto. Ricardo es un tipo relamido y desagradable, muy del gusto de su tío, que quiere casarlo con Maru.

 Los personajes de Estela y su pretendiente, Leopoldo (Manuel de la Vega), dos adultos que se desean con la mirada, y no pueden ni tocarse, por la vigilancia estricta de la moral paterna, son caricaturas en el conjunto de la historia. Lo que nos hace reflexionar en que hay dos tipos de personajes en la trama: los que tienen consistencia y los que operan solo como fondo. Estela, y, sobre todo, Leopoldo -que carece de diálogos- son "fondo" frente a las "figuras" que actúan y hablan.

 La fiesta de quince años de Maru, con los característicos planos secuencia de Galindo, es un desfile de cursilería, hipocresía y vaciedad trasnochada. "En lograr los hijos es la culminación de todos nuestros esfuerzos y sacrificios" pontifica el insensible pater familias. El primer vals con el padre es el umbral que da paso a la vida adulta. 

 Innecesario enumerar la lista de prohibiciones que impone el padre a sus hijas -con el cretino del primogénito varón es más permisivo-. El nudo de la historia es la represión y su lucha con las fuerzas del deseo y la modernidad, aliadas. Fernando Soler es tan desagradable en cada uno de sus gestos y sus admoniciones que el espectador implora justicia poética para el pinche "papacito". Galindo alivia al espectador ideal con la conjunción de la música de Raúl Lavista y esos planos celestiales, como el dorsal del matrimonio que ve subir la escalera a su hija tras la fiesta con el plano detalle de sus zapatitos blancos. 
 Incluso el uso del nombre es una señal de dominación: el padre llama "María del Refugio" (horroroso nombre de pila) a Maru cuando quiere mortificarla por haber "transgredido" el "código parental".

 La "descomposición" familiar causada por la represión del deseo erótico provoca el matrimonio forzado del imbécil de Héctor con su novia Hilda (Nora Veryán), encinta; las cachetadas recibidas por Estela, culpable de haberse besado con su pretendiente, y su posterior fuga de casa; y el plan urdido por Guadalupe -en la mejor tradición clásica celestina- para unir a Maru y Roberto.

 El desenlace se inicia en los encuentros nocturnos en la calle entre Maru -que va a comprar el pan- y Roberto.
 En esas pláticas, Maru dice vivir en un sobresalto continuo, mientras que Roberto solo se altera cuando hay una razón. Roberto consulta una nueva oferta de empleo como agente de ventas de refrigeradoras con la chica. Y expone una teoría avanzada: la mujer debe pensar, mientras el hombre trabaja, y ambos deben compartir sus problemas. Esa visión igualitaria de los miembros de la pareja es antagónica al dominio masculino representado por Rodrigo Cataño, que ha sometido a toda su familia bajo el miedo

 El plan del vendedor es retornar a la casa introduciendo una refrigeradora moderna. ¡Qué extraño que el amor se abra camino con el consumo tecnológico! ¡Qué distintos son hoy los tiempos! Maru rechaza a su primo Ricardo: "¡si te crees que me voy a casar contigo porque compraste una refrigeradora te equivocas!" y es castigada por el padre. Tras la petición de mano de Roberto y la cólera de Don Rodrigo, Maru alza la voz, se rebela: "Por eso es que ahora tengo valor para hablar, pues no quiero verme como mi madre sumida en esa inmensa soledad en que vive". Y Doña Gracia apoya inesperadamente llorando a la hija: "¡Soy tan desgraciada!". Ahora ya son tres mujeres de la familia las que han desafiado la tiranía falócrata: la primera Estela, simplemente huyó tras ser golpeada por el padre brutal. La iniquidad del padre llega al punto de decirle a la hija que nadie de la familia irá a su boda.

 ¡Y sí, Maru se casa! Solo asisten la familia y amigos de Roberto. Y el film termina con las palabras valientes de Doña Gracia que ha dejado de obedecer y callar: "De hoy en adelante a estos niños no se les prohibirá nada". Rodrigo pide explicaciones por el "desorden": "No, Rodrigo, es darles un gusto que nunca les hemos dado, dejar que sean ellos. Sí, ¿por qué hacer que todo se doblegue a tus ideas? Yo creo que uno es el que tiene que doblegarse ante la razón". "Me parece que son mis hijos" refunfuña el viejo. "Si, Rodrigo, pero su vida no te pertenece. Es de ellos, suya. Y a ellos les toca vivirla. Ahora lo veo todo bien claro: nosotros hemos sido solo instrumentos ciegos para dar la vida, pero no tenemos derecho a encadenarla. Confío en que Dios me siga iluminando para poder así guiar a mis hijos únicamente por la razón" declara sabia y mesuradamente Gracia. "Los niños no entienden de razones" replica el derrotado viejo. "No, Rodrigo, no. Somos nosotros los que no entendemos las razones de los niños. El respeto y la obediencia que tú siempre les has exigido no es cosa que los hijos tienen que dar. Es cosa que los padres tenemos que conquistar. Ahí tienes a Maru. ¿Qué recuerdo se lleva de su hogar? La felicidad que le espera será con el hombre que se la llevó, no con la que sus padres le hubieran podido dar. Ni a ti ni a mí nos debe nada. ¿Qué esperas dar a los que te quedan?" -dice mirando a los pequeños jugar en la calle, en un primer plano cada vez más próximo y luminoso, en el que sus ojos bañados en lágrimas, no interrumpen su discurso-. "Se irán con el mismo amargo recuerdo que se llevaron sus hermanos. Piénsalo Rodrigo, piénsalo". El viejo ha perdido su poder, su seguridad. El poder solo existe si hay esclavos que obedezcan. Rodrigo mira pensativo la calle. Un plano muy picado con juegos de niños y risas infantiles cierra esta extraordinaria obra.

 La triple dialéctica del film señalada por Eduardo de la Vega Alfaro -1) lucha entre tradición y modernidad; 2) lucha generacional entre padre e hijas; 3) lucha de sexos, incluida en la anterior- es el esquema ideológico de una historia tan intemporal como bellamente plasmada en imágenes. La convicción de las interpretaciones, la fotografía, la música, y, por encima de todo, la magistral dirección de Alejandro Galindo hacen de esta película una de las obras maestras eternas del cine mexicano

"Una familia de tantas" (1948). Alejandro Galindo
Fotografía del equipo de la película


Testimonio de la filósofa de Puebla Marilú Mendoza sobre su infancia y adolescencia y su relación con la película

 La licenciada Marilú Mendoza Mendoza se identifica con esta historia de Alejandro Galindo y rememora su infancia y adolescencia en Puebla:

 "Vi la película "Una familia de tantas". ¡Ay, no, no! Cantidad de cosas que me proyecté en ellas, que viví con mi abuelito, como yo fui criada con abuelos, no con papás. Mi abuela era un encanto, la típica mujer mexicana abnegada, anulada, echa a un lado, utilizada, de esos tiempos tan radicales. Y mi abuelo, pues, era un hombre extremadamente católico, cristiano, muy riguroso, muy enérgico, con un amor tergiversadísimo. Eso me tocó vivir. Imagínate lo de una generación anterior. Así que yo le batallo mucho. En mi infancia, por ausencia de mamá, porque mi abuelita hizo todo lo posible por atenderme, cuidarme. Estuve becada en buenos colegios de la ciudad de Puebla, colegio de religiosos, obviamente, colegio de niñas ricas, aunque yo no pertenecía a ese status socioeconómico, pero tuve una educación, más o menos, de calidad. Y yo le agradezco esa parte a mi abuelo, que con todo y todo se esmeró. De hecho estuve unos años en el American School, y, después, en un colegio de religiosas, las Monjas del Verbo Encarnado, que era una muy buena educación. También un muy buen nivel de inglés. Nunca se me olvidó el inglés. Fíjate, qué curioso. Después estudié una carrera comercial corta. Trabajé muy chica, y ya por mi cuenta continué mis estudios superiores"

 "Independiente de mi trayectoria escolar, sí hubo muchas proyecciones... Uy, sí, también más de una vez mi abuelito me agarró a cachetadas porque llegaba yo a las nueve de la noche. Una vez delante de un novio me pegó, que dónde andaba yo. Andábamos tomando el café y se me fue el tiempo, y llegué a las nueve. Otra vez, cuando, estaba yo como de quince años, pues me empezaba yo a dar mi maquilladita, muy ligera me pinté un poquito, y mi abuelito, iba yo de salida a la escuela, agarró una esponja con jabón y me cayó a la cara. Porque "cómo iba yo con esas pestañas, quien iba yo a atraer, que una señorita decente...". Pues muchas proyecciones con la película de Alejandro Galindo. Llegó un momento en que me pegó un poquito. Pero me doy cuenta que está superado eso. Los años que lleva uno encima le ayudan a resistir. Se convierte en una "corazada" de emociones y de recuerdos"

 "Yo me identifiqué mucho con la chica (Maru Cataño), la jovencita, porque era la que se rebelaba y la que decía las cosas, y tenía una claridad de pensamiento. Estaba super consciente de toda la injusticia que le imponía el padre, el sometimiento, la prepotencia, un machismo exacerbado, y una moral malentendida. 
 Cuando yo me casé, que le dije a mi abuelo. Yo me casé en 1978, tenía veinte años. Cuando yo le dije a mi abuelito pues que me iba a casar. Lo mismito. Claro, en un foro distinto. Pues me dijo: "Si te casas, tu abuela no va". Mi abuelita era como mi madre, María Luisa se llamaba. Muy bonita, por cierto. "Y a ver quién te entrega, porque yo no estoy de acuerdo" dijo. La idea de él era que yo me quedara a cuidarlos durante su vejez, y, de hecho, decía que era yo una ingrata, una malagradecida. Decía yo: "Pero, ¿por qué? Me voy a casar. ¿Eso qué tiene?". Mi visión era otra.
Y sí, cuando yo me casé, yo entré sola al altar, aquí en Guadalajara. Tenía veinte años. Nada más vino una tía, con su esposo y su hija, mi prima Coral, que actualmente radica en Canadá, y nos queremos muchísimo, pero yo entré sola al templo. No estuvo nadie de mi familia, sobre todo mi abuelita, que era como mi madre, y para mí significaba mucho. No hubo una bendición. Nada. Me casé, con un abuelo resentido, enojado, maldiciendo, señalando mi ingratitud.

 Qué curioso. Te digo que me proyecté mucho en esa niña. Y también varias veces yo decía: "Ay, no abuelo, no se vale. Yo trabajo. Yo estudio. Y tengo derecho a divertirme". Él decía: "Hoy no sales. Una señorita decente no va a fiestas"
 Me doy cuenta que está superado eso..."

 "Bueno, pues de la hermana (Estela Cataño), pues sí, dos o tres veces me pegó mi abuelo, sin sentir y sin motivo real. Son cosas que duelen, mucho, mucho..."

 "Yo tuve una niñez muy solitaria y una adolescencia muy pinche. Yo trataba de hacerme la amable. Estaba jovencita. A esas edad tiene uno muchas ilusiones, motivaciones... Tenía yo muchos pretendientes. Creo que eso me vino bien. Para sobrevivir tenía una prima hermosa, Coral, que era un cascabelito de alegría. Una tía, buena, también con sus prejuicios, pero un poquito más flexible. Ella es muchas cosas sí me apoyaba. Una abuelita, buena, dulce, pero ya muy cansada, enferma del corazón, de diabetes, de muchas cosas, ya no le daba la energía. Sin mucha instrucción escolar, creo que nomás sabía leer y escribir
 Desde otra perspectiva, hicieron lo que pudieron y, finalmente, no salí tan mala persona. Pude tener conciencia de trabajar y apoyar a mi casa. Cuando tenía quince años, yo ya cubría los gastos, pues ya mi abuela estaba muy enferma. Pues muy chiquita fui responsable de cosas que todavía no me tocaban, pero que tuve que asumirlas, y, después, pues bueno, gracias a mis estudios, a mi formación, y a ese bendito Padre Julián, que me apoyó tanto, pude tener una visión diferente de la vida. Por eso siempre digo que fui una antes de Julián, y soy otra después de Julián. 

 Pues toda la educación filosófica, la maternidad, todo eso te da consistencia, más todos los eventos, y trato de asimilarlo lo mejor posible. Son experiencias que te forjan, con fuego. 
 Pero bueno, a mis sesenta y cuatro años, creo que ya tengo otras herramientas para tener una visión distinta de la vida y de las cosas. Por algo suceden. Cada historia es peculiar y no hay nada pequeño. Todas las cosas son importantes"


Estructura narrativa de "Una familia de tantas" 

1- Planteamiento
Vida cotidiana de una familia burguesa mexicana.
El mundo antiguo. Relaciones de dominación familiar. El "porfiriato" moral del padre tiránico: obediencia y temor







"Una familia de tantas" (1948). Alejandro Galindo
Panorámica de la ciudad de México. La pieza de las hermanas.
Maru. Los zapatos de Maru.
El baño.
Don Rodrigo y Héctor

La novela corta "Las batallas en el desierto" (1981) de José Emilio Pacheco (1939-2014) presenta un gran paralelismo con la película "Una familia de tantas". Los recuerdos de infancia agolpados en la memoria de un hombre, Carlos, "experimenta al mismo tiempo un mundo de adultos autoritarios, una tradicional ciudad de México que se desvanece, la avanzada aplastante de un consumismo al estilo estadounidense y el embate sorpresivo y fulminante del amor".
 Comienza con un capítulo titulado "El mundo antiguo" de esta manera:

"Me acuerdo, no me acuerdo: ¿qué año era aquél?; Ya había supermercados pero no televisión, radio tan sólo: Las aventuras de Carlos Lacroix, Tarzán, El Llanero Solitario, La Legión de los Madrugadores, Los Niños Catedráticos, Leyendas de las calles de México, Panseco, El Doctor I.Q., La Doctora Corazón desde su Clínica de Almas. Paco Malgesto narraba las corridas de toros, Carlos Albert era el cronista de futbol, el Mago Septién trasmitía el beisbol. Circulaban los primeros coches producidos después de la guerra: Packard, Cadillac, Buick, Chrysler, Mercury, Hudson, Pontiac, Dodge, Plymouth, De Soto. Íbamos a ver películas de Errol Flynn y Tyrone Power, a matinés con una de episodios completa: La invasión de Mongo era mi predilecta. Estaban de moda Sin ti, La rondalla, La burrita, La múcura, Amorcito Corazón. Volvía a sonar en todas partes un antiguo bolero puertorriqueño: Por alto esté el cielo en el mundo, por hondo que sea el mar profundo, no habrá una barrera en el mundo que mi amor profundo no rompa por ti.
Fue el año de la poliomielitis: escuelas llenas de niños con aparatos ortopédicos; de la fiebre aftosa: en todo el país fusilaban por decenas de miles reses enfermas; de las inundaciones: el centro de la ciudad se convertía otra vez en laguna, la gente iba por las calles en lancha. Dicen que con la próxima tormenta estallará el Canal del Desagüe y anegará la capital. Qué importa, contestaba mi hermano, si bajo el régimen de Miguel Alemán ya vivimos hundidos en la mierda..."






"Una familia de tantas" (1948). Alejandro Galindo
La cocina. La pieza del desayuno
La autoridad del padre. La escalera.
Maru, Guadalupe y los zapatos blancos


2- Nudo
Irrupción de la moderna sociedad del consumo: los electrodomésticos (la barredora eléctrica). El vendedor como nuevo triunfador social: pragmatismo y oratoria de la manipulación de los deseos.
En esta casa decente está prohibido desear.
El primo lejano. La Fiesta de los Quince Años. El primer Vals. Primeros síntomas de descomposición familiar.
El amor









"Una familia de tantas" (1948). Alejandro Galindo
Llama un desconocido. La demostración de la barredora eléctrica Bright-O-Home. El dinámico y locuaz vendedor Sr. Del Hierro y la joven Maru, ¡sola en casa!
La madre sorprende en casa al vendedor. Le platica a su marido sobre la visita nocturna del agente comercial. Enojo y censura del porfirista Don Rodrigo. La adoración del "nuevo ídolo" pagano de la sociedad de consumo: el electrodoméstico



"Una familia de tantas" (1948). Alejandro Galindo
¡En esta casa decente está prohibido desear! Doña Gracia vigila a los fogosos Estela y Leopoldo, que reprimen su deseo devorándose con la mirada.
La inspección paterna en el dormitorio de las hijas antes de dormir: mandar es prohibir






"Una familia de tantas" (1948). Alejandro Galindo
El choque de dos mundos: el antiguo reaccionario de Don Rodrigo y el moderno de la sociedad de consumo de Roberto del Hierro. La victoria de éste: vende la barredora







"Una familia de tantas" (1948). Alejandro Galindo
El primo Ricardo entra en escena. Maru no quiere a este pretendiente.
La Fiesta de los Quince Años y el Primer Vals con papacito. El discurso rancio de Don Rodrigo. 
Nuevas censuras: las mamás no pueden ser amigas de sus hijas. Los zapatitos blancos en la escalera



"Una familia de tantas" (1948). Alejandro Galindo
¡Otra vez Sr. Del Hierro! Inicio de encuentros clandestinos en la calle entre Maru y Roberto del Hierro.
¡La nueva moral de Roberto: platicar, compartir, respetar, amar! Maru descubre un nuevo mundo



"Una familia de tantas" (1948). Alejandro Galindo
Tensa comida familiar con el primo Ricardo.
Preocupación por Héctor. El padre es permisivo con el varón.
Maru intensifica sus visitas con Roberto: sus almas empiezan a entrelazarse


3- Desenlace
Descomposición de una familia burguesa: La deshonra de un hijo que deja encinta a su novia. Una boca más en la casa. La golpiza del padre violento a Estela por besuquearse con el novio. La fuga de Estela. El miedo de Maru. El plan de Guadalupe y Roberto. La refrigeradora. El rechazo a Ricardo. La petición de mano de Roberto. La ira del padre. La rebelión de Maru. El despertar de Doña Gracia. La boda sin la familia de Maru. El discurso de Gracia. ¡Niños jugando en la calle!









"Una familia de tantas" (1948). Alejandro Galindo
La descomposición familiar. La deshonra de Héctor que ha dejado encinta a Hilda. El pater familias ordena la boda y alimentar una nueva boca en casa. 
Rodrigo agrede salvajemente a su hija Estela por besarse con su novio. Estela se fuga.
El infame padre celebra la desaparición de su hija







"Una familia de tantas" (1948). Alejandro Galindo
Después de la golpiza y fuga de Estela, Maru tiene miedo de seguir viendo a Roberto. Les escribe una carta de despedida. Pero interviene la voz del pueblo, Guadalupe, que trama un plan con Roberto, para liberar a la niña. Un nuevo electrodoméstico, más grande aún, será el Caballo de Troya: la refrigeradora. Por error (¡?) es dejada en la casa de los Cataño. Roberto tiene excusa para entrar en el oscuro reino... ¡y con sus dotes oratorias comerciales vende dos refrigeradoras! Ricardo y Rodrigo adquieren cada uno una. Maru entra en cólera y rechaza casarse con Ricardo aunque le compre una refrigeradora. Vuelve a encontrarse con Roberto en la noche en la calle, y le deja comer sus campechanas... ¡la entrega definitiva! Entran a pedir la mano de Maru














"Una familia de tantas" (1948). Alejandro Galindo
El fin del patriarcado despótico. Roberto pide la mano de Maru. El padre echa al pretendiente, pero éste y su novia aseguran que se casarán. Rodrigo Cataño escucha el discurso de rebeldía y amor de su hija. Doña Gracia se pone de su lado.
Maru se prepara la boda. Nadie de su familia la acompañará.
Doña Gracia desafía el poder del marido: "De hoy en adelante a estos niños no se les prohibirá nada..."
Discurso emancipatorio. Un canto a la razón y a la libertad de vivir.

La semejanza con el final de la obra de teatro de Henrik Ibsen "Casa de muñecas" (Et dukkehjem) (1879), donde Nora da un portazo y se marcha de casa. Aquí la liberación femenina está desplegada en tres actitudes vitales: Estela se fuga en secreto; Maru se casa sin las bendiciones del padre; y la madre, Gracia, se queda y se hace con el dominio instaurando el amor, la razón y la libertad

"Una familia de tantas" (1948). Alejandro Galindo
Poster original

Una familia de tantas
1948
México
130 minutos
Dirección: Alejandro Galindo
Producción: Cesar Santos Galindo
Guion: Alejandro Galindo
Música: Raúl Lavista
Sonido: B.J Kroger
Maquillaje: Carmen Palomino
Fotografía: José Ortiz Ramos
Montaje: Carlos Savage
Escenografía: Gunther Gerszo
Vestuario: Casa Florencia

Productora: Producciones Rodríguez Hermanos
Distribución: Estudios Azteca

Actores
Fernando Soler - Rodrigo Cataño
David Silva - Roberto del Hierro
Martha Roth - Maru Cataño
Carlos Riquelme - Ricardo Cataño
Eugenia Galindo - Doña Gracia Cataño
Enriqueta Reza - Guadalupe (sirvienta)
Manuel de la Vega - El Cartucho
Felipe de Alba - Héctor Cataño
Nora Veryán - Hilda (novia de Héctor)
Isabel del Puerto - Estela Cataño
Alma Delia Fuentes - Lupita Cataño
Maruja Grifell - Madre de Roberto
Jorge Martínez de Hoyos - El presentador
Conchita Gentil Arcos - Jovita Espinoza de los Ríos (Congregación de la Sábana Santa
María Gentil Arcos - Invitada a fiesta 1
Victoria Sastre

Premios Ariel 1950:
Mejor Película
Mejor Dirección
Mejor Adaptación
Mejor Escenografía
Mejor Coactuación Femenina

Bibliografía:



Comentarios de nuestros lectores:

- Cuauhtémoc Cuéllar Escamilla: "En el 2000 formaba parte de Difusión Cultural del Instituto de Cultura de Tabasco cuando fui comisionado para la apertura y administración de la Sala de Arte Antonio Ocampo Ramírez, recinto dedicado a la difusión del cine de calidad. Tenia 167 butacas, un poderoso aire acondicionado y un proyector Christie de 35mm y sonido Surround energizado por tres amplificadores Stereo Crown de 1000 watts c/u. A la postre, resulté el proyeccionista, el difusor, el taquillero, el control de acceso y, absolutamente, todo. Para las pruebas iniciales y el entrenamiento en la operación del equipo, recibí 4 largometrajes donados en calidad de desecho de la Biblioteca Pública Local, que, alguna vez, tuvo Cine Club y se quedó con 22 latas, que contenían las películas Los olvidados, María Candelaria, Víctimas del pecado, y, sí, Una familia de tantas. Todas olían ya a vinagre y no fueron pocos los accidentes que tuvimos con ellas, pero finalmente el 14 de febrero de ese año, abrimos nuestras puertas con funciones dobles. Proyectamos Víctimas del pecado a las 16:00 hrs y Una familia de tantas a las 18:00 hrs, para repetir el esquema s las 20:00 y a las 22:00 hrs.

 El programa fue recibido con unas cuantas loas y felicitaciones del escaso publico de gente mayor, y con bastante cuestionamiento de las mayorías juveniles. El problema con la historia, es que a un nivel popular, siempre se le ve con parámetros de contemporaneidad, y casi nunca se le puede ver en su contexto real ni temporal. Nunca vi en Una familia de tantas esa especie de respuesta u orquestación prefabricada al éxito de películas que ensalzaban antiguos esquemas de organización social. Lo que vi, fue una especie de legitima preocupación por un fenómeno que por esos años causaba grandes titulares en la prensa y se volvía tema frecuente de conversación en las tertulias familiares de domingo por la tarde: el paso del México rural al México citadino y sus novedosas formas de sobrevivir y la inevitable avalancha de reordenamientos sociales que esto provocaba, como fue el caso del despunte del auge de los vendedores de novedades; por dios, una aspiradora eléctrica!

 Tu ensayo, sin duda, me obliga a verla nuevamente ahora con otros ojos. Nunca percibí la influencia de Renoir ni Hitchcock pero no dudaría que haya sido así. En el México porfirista se afrancesó mucho nuestra sociedad, y sin duda en los 50s y 60s aun estaba muy viva esta tradición, sin querer decir, claro está, que haya desaparecido. Muchas gracias y un saludo al moderador mexicano (del grupo CINEMA MUNDI de Facebook), mi querido maestro, Juan Antonio de la Riva, que también ha hecho muy entrañables y emotivos films además de poseer asombrosos dotes para la docencia"

- Víctor de Montecristo: "Me encanta todo el análisis que se ha hecho en esta publicación.
 México en aquellos tiempos, el patriarcado y las costumbres machistas de la generación silenciosa (padres de los baby boomers) Sin embargo había excepciones: el señor Del Hierro era amigo de su mamá.
 Horas y horas podríamos hablar con respecto a la época y al México que se retrata en esta cinta"

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Un estudio amplio y reflexivo lleno de detalles

Francisco dijo...

Gracias a Toño Pardines en su blog Va de vagos por una crítica pionera en España de este tesoro del cine universal

antonio pardines dijo...

Gracias a ti, Francisco, por este detallado y acertado análisis de una espléndida película que merece un texto como el tuyo. Y a Marilú Mendoza, por compartir una memoria impagable. En ambos casos, una gozada.

Grupo Difucine Invisible dijo...

En el 2000 formaba parte de difusion cultural del instituto de cultura de Tabasco cuando fui comisionado para la apertura y administracion de la Sala de Arte Antonio Ocampo Ramirez, recinto dedicado a la difusión del cine de calidad. Tenia 167 butacas, un poderoso aire acondicionado y un proyector christie de 35mm y sonido surround energizado por tres amplificadores stereo crown de 1000 watts c/u. A la postre, resulte el proyeccionista, el difusor, el taquillero, el control de acceso y absolutamente todo. Para las pruebas iniciales y el entrenamiento en la operacion del equipo, recibi 4 largometrajes donados en calidad de desecho de la biblioteca publica local que alguna vez tuvo cine club y se quedo con 22 latas, que contenian las peliculas Los olvidados, Maria Candelaria, Victimas del pecado y si, Una familia de tantas. Todas olian ya a vinagre y no fueron pocos los accidentes que tuvimos con ellas, pero finalmente el 14 de febrero de ese año, abrimos nuestras puertas con funciones dobles. Proyectamos Victimas del pecado a las 16:00 hrs y Una familia de tantas a las 18:00 hrs, para repetir el esquema s las 20:00 y a las 22:00 hrs.

El programa fue recibido con unas cuantas loas y felicitaciones del escaso publico de gente mayor, y con bastante cuestionamiento de las mayorias juveniles. El problema con la historia, es que a un nivel popular, siempre se le ve con parametros de contemporaneidad, y casi nunca se le puede ver en su contexto real ni temporal. Nunca vi en Una familia de tantas esa especie de respuesta u orquestación prefabricada al exito de peliculas que ensalzaban antiguos esquemas de organizacion social. Lo que vi, fue una especie de legitima preocupacion por un fenomeno que por esos años causaba grandes titulares en la prensa y se volvía tema frecuente de conversacion en las tertulias familiares de domingo por la tarde: el paso del mexico rural al mexico citadino y sus novedosas formas de sobrevivir y la inevitable avalancha de reordenamientos sociales que esto provocaba, como fue el caso del despunte del auge de los vendedores de novedades; por dios, una aspiradora electrica!.

Tu ensayo sin duda me obliga a verla nuevamente ahora con otros ojos. Nunca percibi la influencia de Renoir ni Hitchcok pero no dudaria que haya sido asi. En el mexico porfirista se afrancesó mucho nuestra sociedad, y sin duda en los 50s y 60s aun estaba muy viva esta tradicion, sin querer decir, claro está, que haya desaparecido. Muchas gracias y un saludo al moderador mexicano, mi querido maestro, Juan Antonio de la Riva, que tambien ha hecho muy entrañables y emotivos films ademas de poseer asombrosos dotes para la docencia.

MaryHall dijo...

¡Felicidades por el trabajo tan minucioso!! 👏👏👏 La película tiene una pinta muy buena.La intentaré ver pronto.Yo estuve hace unos meses viendo pelis de Indio Fernández con ese progigioso director de fotografía Figueroa. A ver si me animo a prepara otra buen análisis de un clásico mexicano.Enhorabuena.

Estrella Millán Sanjuán dijo...

Por fin la he visto. Me dije que de esta noche no pasaba y me alegro de haberla visto. Un melodrama bien contado con esa gran familia sometida al patriarca al que poco a poco van destronando cada uno a su forma. Demostración de que la rudeza no siempre consigue la rectitud y la rebeldía y situaciones vergonzantes para una sociedad tradicional salen por los resquicios de forma natural.
Me gusta cómo está simbolizado el viento de modernidad que se cuela con ese vendedor parlanchín y valiente que pone patas arriba la jerarquía y el orden. Ese tipo de personajes que dinamitan sin entrar como un elefante en una cacharrería, me suelen gustar mucho.
Quizá algo exagerado y repetitivo el rol inquisidor del padre, pero está bien. Un final con sabor agridulce, por la marcha hacia la libertad añorada y el nuevo orden que parece que va a gobernar esa casa llena de mujeres.
Ah, y la parte técnica, estupenda. El travelling del inicio que se cuela por la ventana, excelente. Y la composición de planos. Le saca mucho partido a los interiores.