miércoles, 16 de noviembre de 2022

Platón, pensador "celeste". Francisco Huertas Hernández

Platón, pensador "celeste"
Francisco Huertas Hernández

Si no fuese por el Sol
Alegoría del Sol ("República", VI)
Platón
Fotografía original de la alumna María Tendero Garrigós
2º Bachillerato B. 2020-2021
"Si no fuese por el Sol, ¿de qué viviríamos o quiénes seríamos? De nada y de nadie. El Sol es elemental para todo: para conocer quiénes, o cómo somos físicamente, qué nos rodea, e, incluso, para crear en cuanto al mundo sensible, el cual podemos contemplar y descubrir gracias al Sol..."

Puesta de sol
Desde El Realengo. Área de servicio. Autopista Cartagena-Alicante
Domingo 13 de noviembre de 2022
La oscuridad es el resultado de la puesta de sol. La distancia de la estrella Sol al planeta Tierra es de 150.000.000 de kilómetros, es decir, unas 100 veces el diámetro del Sol. Al estar el Sol en el horizonte produce un fenómeno óptico llamado "ángulo de refracción", "la gama de luz que predomina es la del rojo, la que menos se ha dispersado. Así que, cuanto más bajo esté el Sol en el horizonte, más atmósfera atravesará, más partículas se encontrará, más atenuado estará, más dispersión sufrirá y más rojo se verá"
Foto de Francisco Huertas Hernández


El sol del otoño. 17 de noviembre de 2022
Zona de Gran Vía. Alicante
La luz "penetra" en la tierra, "desciende" sobre ella, sobre la "materia", la "ilumina", como el Bien hace cognoscible el mundo de las ideas y le da perfección 
Fotos de Francisco Huertas Hernández

Arco Iris en otoño
Playa de Benicàssim (Castelló). 18 de noviembre de 2022
El fenómeno óptico del "Arco Iris" es una "banda luminosa con forma de arco que presenta los colores del espectro solar y aparece a veces en el cielo, debido a la refracción y reflexión de la luz del sol en las gotas de lluvia". La luz atraviesa -o acaricia- el agua, ¿acaso hay algo más poético y fascinante? El "vástago" de esa "unión" es el arcoíris.
Platón no usó -que yo sepa- esa poderosa imagen del Arco Iris, la "fecundación" del sol en la lluvia.
Foto de Lourdes Ribera Antón


Platón, intentando definir el "Bien", lo encontró tan difícil, que prefirió compararlo con el Sol, que ilumina y da vida


La Idea del Bien (ἀγαθοῦ ἰδέα) en "República", VI. 505α como "idea suprema" (μέγιστον μάθημα):

 "ἐπεὶ ὅτι γε ἡ τοῦ ἀγαθοῦ ἰδέα μέγιστον μάθημα, πολλάκις ἀκήκοας, ᾗ δὴ καὶ δίκαια καὶ τἆλλα προσχρησάμενα χρήσιμα καὶ ὠφέλιμα γίγνεται"
 
(que la Idea del Bien es el objeto del estudio supremo, a partir de la cual las cosas justas y todas las demás se vuelven útiles y valiosas

 La traducción literal sería:

 "que la idea de la bondad es la mayor lección, a menudo inaudita, que se hace útil y beneficiosa, tanto en lo justo como en lo equitativo, y todas las cosas utilizadas son útiles y beneficiosas"


 Platón (Πλάτων) (427-347 aC) es un pensador "celeste" que no renuncia a lo terrestre. Todos los que lo descalifican como alucinado impostor de mundos quiméricos olvidan que en su "Carta VII" (texto autobiográfico) nos dice que el objetivo de la filosofía es "salvar la ciudad/estado". Es decir: implantar la justicia (δικαιοσύνη) y la racionalidad (λóγος) en el mundo histórico, el del devenir, la opinión y la apariencia. El de las costumbres, prejuicios, tradiciones, ambiciones, pasiones, y, en definitiva, imperfección.

 Para poder llevar a cabo esta misión tenemos que partir de un modelo, un criterio de acción, de valoración, de medida, y eso solo puede proceder de un patrón intelectual que hay que imaginar como perfecto, estable, permanente. Son las IDEAS(εἶδος) reguladoras de la acción y la valoración en el mundo histórico. Pero desde la historia no se comprende nada. Desde el devenir no se comprende nada. Desde la apariencia múltiple de cambiantes costumbres relativas nadie puede juzgar ni gobernar con justicia.

 Subordinar todo el sistema de pensamiento platónico a la política (justicia) es la interpretación que puede darse a la "Carta VII", pero no puede olvidarse que la filosofía de Platón no es un sistema acabado, sino en construcción dialéctica expresada en la conversación (a veces, disputa antisofística o antiretórica) entre varios logos que confrontan su libertad de pensamiento y dan al pensamiento el impulso de la vida (quizás Platón sea el único filósofo que puede pensar desde la embriaguez: recordemos el célebre pasaje final del "Banquete" en que Sócrates resiste la bebida despierto y con su raciocinio incólume) y el movimiento. ¡Extraña paradoja que el cantor de lo eterno y lo estático del cosmos inteligible lo exprese a través de las voces múltiples de hombres (y una mujer sabia: Diotima) efímeros, en el movimiento permanente de sus paseos, sus conversaciones, sus tentativas de definir las virtudes (sin éxito en los primeros Diálogos)!

 La filosofía de Platón tiene una vida móvil que se manifiesta en sus obras finales donde la idea de "movimiento" llega a ser una de las 5 ideas constitutivas básicas, junto al "reposo", "identidad", "diferencia" y "ser". ¿Cuántos Platones caben en Platón? ¿Su pensamiento está vivo y en evolución (nunca supimos de qué hay ideas: si al principio cada cosa física tenía su modelo inteligible, al final parece reducirlo todo a unos pocos principios lógico-ontológicos) o es una descripción petrificada de un orden cualitativo-cuantitativo abstracto solo accesible a la razón?

 Platón, el pensador que nunca pensó más que por la voz de su alter-ego, Sócrates, separó la realidad en dos mitades, y "cosió" el abismo (χωρισμός) con una hipótesis verosímil, el Demiourgos (Δημιουργός), un modelador matemático inspirado por el Bien de todo lo sensible.

 Platón, el "divino", del que Friedrich Hölderlin (1770-1843) escribió el bello verso: "Wo mein Plato Paradiese schuf" (donde mi Platón forjaba Paraísos), nos invita a pensar dialogando para elevarnos desde la voz a la esencia "bondadosa" de las cosas (ideas) ideales que nos permitirán elevarnos también en este mundo histórico

Griechenland

An Gotthold Stäudlin

Hätt' ich dich im Schatten der Platanen,
Wo durch Blumen der Ilissus rann,
Wo die Jünglinge sich Ruhm ersannen,
Wo die Herzen Sokrates gewann,
Wo Aspasia durch Myrten wallte,
Wo der brüderlichen Freude Ruf
Aus der lärmenden Agora schallte,
Wo mein Plato Paradiese schuf,
Wo den Frühling Festgesänge würzten,
Wo die Fluten der Begeisterung
Von Minervens heil'gem Berge stürzten –
Der Beschützerin zur Huldigung –
Wo in tausend süßen Dichterstunden,
Wie ein Göttertraum, das Alter schwand,
Hätt' ich da, Geliebter, dich gefunden,
Wie vor Jahren dieses Herz dich fand!

Ach, wie anders hätt' ich dich umschlungen! –
Marathons Heroen sängst du mir,
Und die schönste der Begeisterungen
Lächelte vom trunknen Auge dir;
Deine Brust verjüngten Siegsgefühle,
Und dein Haupt vom Lorbeerzweig umspielt,
Fühlte nicht des Lebens dumpfe Schwüle,
Die so karg der Hauch der Freude kühlt.

Ist der Stern der Liebe dir verschwunden,
Und der Jugend holdes Rosenlicht?
Ach! umtanzt von Hellas goldnen Stunden,
Fühltest du die Flucht der Jahre nicht;
Ewig, wie der Vesta Flamme, glühte
Mut und Liebe dort in jeder Brust;
Wie die Frucht der Hesperiden, blühte
Ewig dort der Jugend süße Lust.

Hätte doch von diesen goldnen Jahren
Einen Teil das Schicksal dir beschert;
Diese reizenden Athener waren
Deines glühenden Gesangs so wert;
Hingelehnt am frohen Saitenspiele
Bei der süßen Chiertraube Blut,
Hättest du vom stürmischen Gewühle
Der Agora, glühend ausgeruht.

Ach! es hätt' in jenen bessern Tagen
Nicht umsonst so brüderlich und groß
Für ein Volk dein liebend Herz geschlagen,
Dem so gern des Dankes Zähre floß; –
Harre nun! sie kommt gewiß, die Stunde,
Die das Göttliche vom Staube trennt!
Stirb! du suchst auf diesem Erdenrunde,
Edler Geist! umsonst dein Element!

Attika, die Riesin, ist gefallen,
Wo die alten Göttersöhne ruh'n,
Im Ruin gestürzter Marmorhallen
Brütet ew'ge Todesstille nun;
Lächelnd steigt der süße Frühling nieder,
Doch er findet seine Brüder nie
In Ilissus heil'gem Tale wieder,
Ewig deckt die bange Wüste sie. –

Mich verlangt in's bess're Land hinüber
Nach Alcäus und Anakreon,
Und ich schlief' im engen Hause lieber,
Bei den Heiligen in Marathon!
Ach! es sei die letzte meiner Tränen,
Die dem heil'gen Griechenlande rann,
Laßt, o Parzen, laßt die Schere tönen!
Denn mein Herz gehört den Toten an

Johann Christian Friedrich Hölderlin

Grecia

 A Gotthold Stäudlin

Bajo la sombra de los plátanos,
donde el Iliso corría entre las flores,
los jóvenes soñaban con la gloria;
donde Sócrates conquistaba los corazones
y Aspasia pasaba entre los mirtos,
mientras los clamores de un gozo fraterno
resonaba en el Ágora ruidoso,
y mi Platón forjaba paraísos;
en tiempos en que solemnes himnos magnificaban a la primavera
y torrentes de entusiasmos fluían
de lo alto de la montaña de Minerva,
en homenaje a la diosa protectora;
y cuando en la dulzura de innumerables horas llenas de poesía,
la vejez fluía como un sueño divino,
entonces, amigo mío, hubiera querido conocerte
tal como mi corazón te halla, pero años atrás.

¡Ah! qué abrazo hubiera sido el nuestro.
Tú me habrías cantado las hazañas de Maratón,
y el fervor más hermoso
habría brillado en tus embriagados ojos.
Tu corazón templaríase al sentir la victoria
y tu cabeza, que el laurel rodearía,
libre pues del peso triste de la vida
que apenas nos alivia con un soplo de dicha

¿Ha desaparecido la estrella del amor
y el dulce fulgor rosa de la juventud?
Ah, tú, no sentiste la fuga de los años
en la danza de las doradas horas de la Hélade.
Eternos como la llama de las Vestales,
el coraje y el amor ardían entonces
en todos los corazones,
y como el fruto de las Hespérides
se abría incesante el dulce gozo juvenil

¿De todo ese siglo de oro, por qué
el destino no te ha reservado una parte?
¡Aquellos deliciosos atenienses
eran tan dignos de tus inflamados cantos!
Apoyado contra tu lira jubilosa,
bebiendo la sangre de la dulce uva de Quío,
habría descansado, ardiente aún,
del agitado tumulto del Ágora

¡Sí, y en aquella edad mejor,
tu corazón amante, tu gran corazón fraterno
no se habría batido en vano por un pueblo
al que con gusto ofrecemos lágrimas de gratitud!
Mas ten paciencia, no dudes que vendrá la hora
que a tu alma divina librará del polvo.
¡Muere! En vano buscarás por esta tierra
tu elemento, oh espíritu preclaro

¡Ática, la gigante, ha caído!
El eterno silencio de la muerte se incuba
en las tumbas de quienes fueron hijos de los dioses,
en las ruinas de los palacios de mármol.
La sonriente y dulce primavera, que llega,
ya no encuentra a sus hermanos:
en el valle santo del Iliso
un lúgubre desierto los recubre

Mi deseo se vuela hacia aquel país mejor,
hacia Alceo y Anacreonte,
y yo, querría dormir en mi estrecha tumba,
junto a los santos de Maratón.
¡Que esta lágrima sea, pues, la última
vertida por la sagrada Grecia!
Oh Parcas, haced sonar vuestras tijeras,
ya que mi corazón pertenece a los muertos

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Un gran aporte. Platón es siempre divino

Laura A dijo...


Ese eclecticismo de Platón es grandioso, magnífico. Lo mismo puedo decir del autor del bello poema, Johann Christian Friedrich Hölderlin.