domingo, 12 de enero de 2025

"Para siempre es ahora" (2024). Karina Grinstein. El tiempo redimido por el amor. Francisco Huertas Hernández

"Para siempre es ahora" (2024). Karina Grinstein.
El tiempo redimido por el amor. 
Francisco Huertas Hernández



"Para siempre es ahora" (2024). Karina Grinstein
Carlos Mena & Fernanda Mistral


 ¿Y si la eternidad fuera el instante presente vivido en un baile perpetuo? Karina Grinstein escribió una historia sobre dos ancianos que se reencuentran en un café de Buenos Aires. No tienen nombre y aunque fueron felices no quieren recordar sin más una vida que se les fue. Ella, antigua bailarina, sabe: "La muerte nos toca los talones, pero como yo bailo le va a costar más agarrarme". El cortometraje, filmado con delicadeza, cuenta con una fotografía de Leandro Magliocco tan luminosa en los rostros como en el mobiliario del café. Una claridad que es cordialidad y sincera confesión: no hay trampa en la historia. La actuación de Fernanda Mistral (Edith Dolly Peruyera, 1934) y Carlos Mena (1946) es encomiable: gestualidad natural, donde las miradas -ella, excepcional- y la entonación vocal son tan transparentes como la luz de la fotografía. Karina Grinstein mueve la cámara desde los objetos a las almas, de la materia al espíritu, aunque esto no es más que una apariencia, porque todo está habitado por el espíritu: la barra del café, las tazas, el cuaderno de dibujo, el lápiz, las mesas, todo ello se "abre" ante el "ser-ahí" que es el humano, como reflexionó Martin Heidegger (1889-1976). En esa "apertura" ante el mundo está el "cuidado" (Sorge). Siente el espectador ese "cuidado" en el desplazamiento de la lente a través de los encuadres y de los entes del mundo (micromundo del café) que son presentados con amor, porque vamos a ver el regreso de ese cuidado por los otros y las cosas en que consiste la apertura del ser humano a la vida: "eso que llaman amor para vivir" (Pablo Milanés)

 Él es un hombre que mira y dibuja. Su "cuidado" por el mundo -lo retoma reposándolo- en sus trazos de lápiz, y entre esos seres que acaricia con su mirada descubre al fondo del café a una mujer: Ella. Ahorraremos sus palabras. El espectador, sin embargo, atenderá con cuidado a cada palabra. En la profundidad de campo de la mirada de él se divisa la imagen de ella. Es la ἀναγνώρισις (anagnórisis), el "reconocimiento". Cuando uno queda "abierto" al "descubrimiento" de un ser, lejano, pero presente, pues forma parte de nuestra identidad. El amor es la ἀναγνώρισις pura, porque en él se "revela" quienes fuimos y con quiénes fuimos. Porque para "ser" o para "abrirnos al mundo" hay que "ser con otros". La manera más intensa, profunda y transformadora de "ser-con-otros" es amar. Basta con dos para amar. 

 Pero el amar -la acción- es algo que une en el tiempo, y el tiempo también separa. En el re-encuentro de esta pareja de la película el tiempo es el tema de la conversación. "El tiempo no está pasando", dice él. Ella replica con amargura: "¡Ya pasó!". "Ya, es ahora", sentencia metafísicamente él. Karina Grinstein retoma ideas de Aristóteles, San Agustín de Hipona, Nietzsche, Bergson y Heidegger. La relación entre el pasado, el presente y el futuro. El talante lleva a las personas a vivir en uno de esos tres horizontes temporales: recordar, actuar o esperar. Heidegger criticaba la visión impropia del tiempo de la opinión común como una "sucesión de ahoras". El protagonista quiere -voluntarismo- convertir el "ahora" en espacio. La protagonista intuye que el mismo espacio no tiene más entidad que el fluir incesante de los ahoras, que siempre se van, y se llevan esa felicidad de los amantes que se dicen "te quiero" en un ahora que parece eterno cuando se dice. 

 El espectador podrá identificarse con esta historia aunque sea joven porque el amor es siempre joven, como explicó Vladimir Jankélévitch (1903-1985): 

"... la très ancienne nouveauté de l`amour, avec la très vieille jeunesse de tout amour: l`amour est toujours neuf pour ceux qui le vivent, et qui prononcent en effet les mots mille fois depuis la naissance du monde qu`un homme disait la parole d`amour à une femme, comme si ce printemps était le tout premier printemps et ce matin le tout premier matin"

(... la muy vieja juventud de todo amor: el amor es siempre nuevo para aquellos que lo viven, y que pronuncian, en efecto, las palabras mil veces desde el nacimiento del mundo, cuando un hombre dijo la palabra amor a una mujer, como si aquella primavera fuese la primera de todas y aquella mañana la primera mañana del mundo)

 "Para siempre es ahora" tiene un aire francés, incluso en la canción "L'eternité c'est maintenant" compuesta y cantada por Juan Casasbellas con letra de Karina Grinstein, que parece del mismo Jacques Brel (1929-1978) o de Serge Lama (1943). El duelo interpretativo de dos eximios actores del cine nacional es tan delicado como el montaje de Liliana Nadal y transparente como la iluminación de Leandro Magliocco. Grinstein reúne todos estos elementos con una puesta en escena sobria y sincera

Francisco Huertas Hernández
12 de enero de 2025

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Inmejorable análisis maestro

Francisco dijo...

Gracias amigos

Anónimo dijo...

Precioso cortometraje !!!!❤️

Anónimo dijo...

Fernanda. Mistral las pausas gestos ...inmejorables

Anónimo dijo...

Una descripción hermosa, me encantaría verlo.!

Anónimo dijo...

Perpetuidad de aquel amor que quisiéramos rescatar x siempre

Francisco dijo...

Gracias lectores. Supongo que en Argentina

Francisco dijo...

Sus pausas son actuación pura

Francisco dijo...

Sí, una pieza de cámara de gran hondura