domingo, 27 de julio de 2025

"Faust" de Johann W. von Goethe. Un acercamiento (II). La vida como acción representada para los otros. La vida como contemplación de lo Absoluto perdido. Francisco Huertas Hernández

"Faust" de Johann W. von Goethe.
Un acercamiento (II). La vida como acción representada para los otros. La vida como contemplación de lo Absoluto perdido.
Francisco Huertas Hernández



 "Faust" (1808, 1832) es una obra inabordable, contemplada en su integridad, mas una totalidad tan compleja debe abordarse en su génesis. La obra de Goethe se inicia con dedicatoria, preludio en el teatro y prólogo en el cielo, antes de conocer al héroe insatisfecho en la Primera Parte de la Tragedia, titulada "De noche".

Tras la "Zueignung" (Dedicatoria), en la que "de nuevo os acercáis, vagas figuras / que antaño mis turbados ojos vieron" (Ihr naht euch wieder, schwankende Gestalten, / Die früh sich einst dem trüben Blick gezeigt), el autor siente la tentación de retenerlas, y dejarlas reinar. El poeta proclama -en versión española de José María Valverde-: "A extraña multitud mi dolor canta / y hasta su aplauso el alma me amedrenta" (Mein Lied ertönt der unbekannten Menge, / Ihr Beifall selbst macht meinem Herzen bang), cuyo original alemán es exactamente: "Mi canción resuena en la multitud desconocida, / sus aplausos me llenan de miedo el corazón". Mein lied, escribe Johann W. von Goethe, revelando la cualidad musical del drama, al que pronto Charles Gounod hizo ópera (1859). La multitud desconocida es el público del teatro, más que el lector silencioso y solitario en su sillón burgués, y, sin embargo, fue éste finalmente el verdadero público de la tragedia goethiana, cuando en su desmesura compuso el Segundo Fausto (1832). Con verdad o con afectación estética afirma el autor de Frankfurt al final de su dedicatoria: "siento un escalofrío, fluye el llanto, / y el corazón severo va ablandándose; / lo que tengo, lo veo en lejanía; lo extinguido, se me hace realidades" (Ein Schauer faßt mich, Träne folgt den Tränen, / Das strenge Herz, es fühlt sich mild und weich; / Was ich besitze, seh ich wie im Weiten, / Und was verschwand, wird mir zu Wirklichkeiten). La traducción seca de estos excelsos versos reza: "Un escalofrío me recorre, lágrimas tras lágrimas, / Mi corazón severo se siente dulce y suave; / Lo que poseo, lo veo como a lo lejos, / y lo que ha desaparecido se vuelve real para mí". Este inquietante verso "Was ich besitze, seh ich wie im Weiten", apunta al hondo y oscuro origen del alma que sólo siente poseer lo que no puede entender ni ver. La clarté y distinction cartesianas, propias del conocimiento de la razón, lo que separa la certeza (evidencia) de la duda, ha entrado en crisis. Del racionalismo se pasa al Romanticismo. El sueño de la razón produce monstruos, dirá Francisco de Goya. La razón se verá impotente ante lo Absoluto, porque éste no habla su lenguaje, de ahí las puyas de Goethe al Idealismo Absoluto, y la exacerbación de lo afectivo irracional en el Romanticismo. La nostalgia de lo Absoluto, de la medida o armonía de la Grecia Clásica y su fusión con la cultura germánica, será el tema de todo el Segundo Fausto. El clasicismo que Alemania no tuvo y que experimenta el alma griega de Goethe se ve lejano, de ahí el ambiente espectral que predomina en la Segunda Parte de la Tragedia, con figuras más dionisíacas que apolíneas en la representación del ideal clásico. Y todo ese mundo desaparecido emerge como lo más real para Goethe. La llamada es la interpelación al hombre de fuerzas lejanas que le atraen hacia su perdición. El deseo lúbrico es una llamada interna de nuestra animalidad olvidada que nos arroja a un gozo desenfrenado que destruye todo lo virginal de las Margaritas del mundo. Pero, al mismo tiempo, el saber de una totalidad misteriosa que une Naturaleza y Espíritu, nos llama externamente, desde el Infinito, con un poder inexorable. Toda ciencia humana es inútil y baldía.

 Fausto será, sin ser autoconsciente, un entretenimiento en un doble escenario: el del Kaiser (Emperador) y su corte, y, fuera, un público teatral -unbekannten Menge (multitud desconocida)-, configurando un escenario dentro de otro, en un juego dramático de acciones y espectadores, del que sólo Mefistófeles da cuenta. Mefistófeles es el Director de Escena.

 El Preludio en el Teatro (Vorspiel auf dem Theater), es la continuación de la Dedicatoria, y tres metapersonajes dirimen sus intereses o cosmovisiones: el Director, el Poeta dramático y el Bufón (Direktor, Theaterdichter, Lustige Person).

 La actualidad de este agon es evidente: el Director quiere halagar al vulgo (Ich wünschte sehr der Menge zu behagen). La masa desconocida que come, bebe y chilla en la función, apenas prestando atención a las palabras e ideas del autor, es la única preocupación del director de escena, pues él vive del público, aunque el público no está acostumbrado a lo mejor (Zwar sind sie an das Beste nicht gewöhnt). El director considera que incluso aunque hayan leído tanto no aprecian lo mejor, y su triunfo es ver a la plebe agolparse en torrente en la barraca (Denn freilich mag ich gern die Menge sehen, / Wenn sich der Strom nach unsrer Bude drängt), para ver algo nuevo, fresco, agradable, al par que edificante (Wie machen wir's, daß alles frisch und neu / Und mit Bedeutung auch gefällig sei?). Valverde usa "edificante", mas en el original alemán no aparece tal vocablo sino "mit Bedeutung auch" (también con significado). 
 
 El Poeta (Theaterdichter) distingue lo que brilla que queda para el instante de lo auténtico que permanece bien guardado, intacto para la posteridad (Ach! was in tiefer Brust uns da entsprungen, / Was sich die Lippe schüchtern vorgelallt, / Mißraten jetzt und jetzt vielleicht gelungen, / Verschlingt des wilden Augenblicks Gewalt. / Oft, wenn es erst durch Jahre durchgedrungen, / Erscheint es in vollendeter Gestalt. / Was glänzt, ist für den Augenblick geboren, / Das Echte bleibt der Nachwelt unverloren). Literalmente traducido: "¡Ah! Lo que brotó de lo más profundo de nuestros corazones, / lo que nuestros labios tímidamente balbucearon, / ahora fracasó y quizás ahora triunfó, / absorbido por la violencia del momento salvaje. / A menudo, una vez que ha penetrado a través de los años, / aparece en forma perfecta. / Lo que brilla nace para el momento, / lo genuino permanece para la posteridad".

 ¿Para quién se escribe? ¿Para el pasajero y ramplón público que hace crujir los tablones de la platea, con su algarabía y disipación, o para el lector burgués concentrado en su alcoba a la luz del quinqué, degustando cada verso y descifrando cada intuición poética? ¿Y lo más profundo del corazón del autor puede ser pisoteado por el gusto vulgar del público volátil? ¿Son los años los que decantan, como los vinos purificados de sedimentos, las obras del genio en los gustos de la audiencia que han de formarse en periodos tan largos que más se asemejan a la formación de las rocas que al nacimiento de los animales? El poeta (clásico, ¿mas que poeta no aspira a serlo?) prescinde de ese brillo del éxito fulgurante, de la novedad y el agrado, y busca lo auténtico (Das Echte) en la posteridad (Nachwelt), por más incomprendido que sea en su presente.

 El bufón (Lustige Person) se burla de esa posteridad, que no entretendría (haría reír, traduce Valverde) al mundo (Wenn ich nur nichts von Nachwelt hören sollte. / Gesetzt, daß ich von Nachwelt reden wollte, / Wer machte denn der Mitwelt Spaß?), y pide que hable la fantasía con sus coros, razón, pasión y sensibilidad, pero fíjate bien, no sin locura (Laßt Phantasie, mit allen ihren Chören, / Vernunft, Verstand, Empfindung, Leidenschaft, / Doch, merkt euch wohl! nicht ohne Narrheit hören). Literalmente: "Dejad que la imaginación, con todos sus coros, / la razón, el entendimiento, el sentimiento, la pasión, / pero, ¡ojo!, no oigáis sin tonterías". El bufón vive de las tonterías, pues éstas entretienen, hacen reír. En el "Faust" hay humor, y éste no viene de Fausto, sino de Mefistófeles y los seres maléficos que le secundan en su Segunda Parte. Y toda representación supone un distanciamiento, y el humor es la expresión de la distancia cómica, como entendió Henri Bergson en "Le rire. Essai sur la signification du comique" (1900): "est comique le personnage qui suit automatiquement son chemin sans se soucier de prendre contact avec les autres. Le rire est là pour corriger sa distraction et pour le tirer de son rêve [...] Toujours un peu humiliant pour celui qui en est l’objet, le rire est véritablement une espèce de brimade sociale" (El personaje cómico es aquel que sigue su camino automáticamente sin molestarse en contactar con los demás. La risa está ahí para corregir su distracción y sacarlo de su ensoñación [...]. Siempre un poco humillante para quien la sufre, la risa es en realidad una forma de acoso social). La total falta de empatía con la persona de la que nos reímos es una manifestación de la innata crueldad humana. Que Goethe transforme a Mefistófeles en el bufón que acompaña a su señor, remite a Sancho Panza y al Arlecchino de la Commedia dell' Arte, cuya máscara negra apunta al reino oscuro de donde toda risa procede: el infierno. La representación que en el castillo de los duques tuvo lugar en la Segunda Parte del Quijote, con los episodios del caballo Clavileño viajando por la región del éter, la dueña Dolorida, la ínsula de Sancho Panza y la resurrección de Altisidora a condición de que el escudero reciba una serie de torturas físicas que harán las delicias del público cortés, tiene un paralelismo con este Segundo Fausto donde Mefistófeles (cual Cervantes) dispone un escenario para diversión del Kaiser en el que Fausto viajará por Grecia en busca del amor de Elena (transfiguración ideal de Margarita, y modelo del Eterno Femenino, que aúna la pureza de la Virgen María y la carnalidad del deseo). 

 La discusión de estas tres posturas continúa. El director, el autor y el actor cómico (bufón) exigen acción, elevación y risa, respectivamente, a la obra. Unas palabras muy duras del director sobre la tosca audiencia, distraída, exhibicionista (las damas, a lucirse en sus tocados, y a hacer también comedia sin cobrar) (Die Damen geben sich und ihren Putz zum besten / Und spielen ohne Gage mit), a los que hay que enredar y embrollar, porque saciarles es asunto difícil (Sucht nur die Menschen zu verwirren, / Sie zu befriedigen, ist schwer--), es contestada por el Autor que defiende la armonía lograda por el genio, encarnación de la Naturaleza, siguiendo ideas kantianas en "Crítica del Juicio" (1790).


 La vida de cada uno de nosotros, pobres criaturas que hemos perdido el guion, es teatro, y representamos sin quererlo ante los demás, el público deslenguado y desleal, nuestra existencia miserable, risible, sólo en tanto que desgraciada. Goethe en "Faust" compone una tragedia, pero toda representación del mal desata un profundo terror ante el cual el público ha de defenderse, a lo que el poeta se adelanta y hace del mal, del demonio, de Mefistófeles, un bufón arlecchinesco. Mirar a los que sufren y reírse de ellos es nuestra forma de salvarnos... Lo cómico es la venganza inconsciente que revela nuestra maldad demoníaca. Nunca el llanto profanó la dignidad humana, mas la risa hizo de nuestros semejantes medios y no fines (Immanuel Kant: Imperativo Categórico: Handle so, dass du die Menschheit sowohl in deiner Person, als in der Person eines jeden anderen jederzeit zugleich als Zweck, niemals bloß als Mittel brauchst - Actúa de tal manera que siempre trates a la humanidad, tanto en tu propia persona como en la de cualquier otro, como un fin, nunca meramente como un medio )...

Continuará...

Francisco Huertas Hernández
27 de julio de 2025

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy buen aporte

Francisco dijo...

Gracias