domingo, 12 de enero de 2025

"Para siempre es ahora" (2024). Karina Grinstein. El tiempo redimido por el amor. Francisco Huertas Hernández

"Para siempre es ahora" (2024). Karina Grinstein.
El tiempo redimido por el amor. 
Francisco Huertas Hernández



"Para siempre es ahora" (2024). Karina Grinstein
Carlos Mena & Fernanda Mistral


 ¿Y si la eternidad fuera el instante presente vivido en un baile perpetuo? Karina Grinstein escribió una historia sobre dos ancianos que se reencuentran en un café de Buenos Aires. No tienen nombre y aunque fueron felices no quieren recordar sin más una vida que se les fue. Ella, antigua bailarina, sabe: "La muerte nos toca los talones, pero como yo bailo le va a costar más agarrarme". El cortometraje, filmado con delicadeza, cuenta con una fotografía de Leandro Magliocco tan luminosa en los rostros como en el mobiliario del café. Una claridad que es cordialidad y sincera confesión: no hay trampa en la historia. La actuación de Fernanda Mistral (Edith Dolly Peruyera, 1934) y Carlos Mena (1946) es encomiable: gestualidad natural, donde las miradas -ella, excepcional- y la entonación vocal son tan transparentes como la luz de la fotografía. Karina Grinstein mueve la cámara desde los objetos a las almas, de la materia al espíritu, aunque esto no es más que una apariencia, porque todo está habitado por el espíritu: la barra del café, las tazas, el cuaderno de dibujo, el lápiz, las mesas, todo ello se "abre" ante el "ser-ahí" que es el humano, como reflexionó Martin Heidegger (1889-1976). En esa "apertura" ante el mundo está el "cuidado" (Sorge). Siente el espectador ese "cuidado" en el desplazamiento de la lente a través de los encuadres y de los entes del mundo (micromundo del café) que son presentados con amor, porque vamos a ver el regreso de ese cuidado por los otros y las cosas en que consiste la apertura del ser humano a la vida: "eso que llaman amor para vivir" (Pablo Milanés)

 Él es un hombre que mira y dibuja. Su "cuidado" por el mundo -lo retoma reposándolo- en sus trazos de lápiz, y entre esos seres que acaricia con su mirada descubre al fondo del café a una mujer: Ella. Ahorraremos sus palabras. El espectador, sin embargo, atenderá con cuidado a cada palabra. En la profundidad de campo de la mirada de él se divisa la imagen de ella. Es la ἀναγνώρισις (anagnórisis), el "reconocimiento". Cuando uno queda "abierto" al "descubrimiento" de un ser, lejano, pero presente, pues forma parte de nuestra identidad. El amor es la ἀναγνώρισις pura, porque en él se "revela" quienes fuimos y con quiénes fuimos. Porque para "ser" o para "abrirnos al mundo" hay que "ser con otros". La manera más intensa, profunda y transformadora de "ser-con-otros" es amar. Basta con dos para amar. 

 Pero el amar -la acción- es algo que une en el tiempo, y el tiempo también separa. En el re-encuentro de esta pareja de la película el tiempo es el tema de la conversación. "El tiempo no está pasando", dice él. Ella replica con amargura: "¡Ya pasó!". "Ya, es ahora", sentencia metafísicamente él. Karina Grinstein retoma ideas de Aristóteles, San Agustín de Hipona, Nietzsche, Bergson y Heidegger. La relación entre el pasado, el presente y el futuro. El talante lleva a las personas a vivir en uno de esos tres horizontes temporales: recordar, actuar o esperar. Heidegger criticaba la visión impropia del tiempo de la opinión común como una "sucesión de ahoras". El protagonista quiere -voluntarismo- convertir el "ahora" en espacio. La protagonista intuye que el mismo espacio no tiene más entidad que el fluir incesante de los ahoras, que siempre se van, y se llevan esa felicidad de los amantes que se dicen "te quiero" en un ahora que parece eterno cuando se dice. 

 El espectador podrá identificarse con esta historia aunque sea joven porque el amor es siempre joven, como explicó Vladimir Jankélévitch (1903-1985): 

"... la très ancienne nouveauté de l`amour, avec la très vieille jeunesse de tout amour: l`amour est toujours neuf pour ceux qui le vivent, et qui prononcent en effet les mots mille fois depuis la naissance du monde qu`un homme disait la parole d`amour à une femme, comme si ce printemps était le tout premier printemps et ce matin le tout premier matin"

(... la muy vieja juventud de todo amor: el amor es siempre nuevo para aquellos que lo viven, y que pronuncian, en efecto, las palabras mil veces desde el nacimiento del mundo, cuando un hombre dijo la palabra amor a una mujer, como si aquella primavera fuese la primera de todas y aquella mañana la primera mañana del mundo)

 "Para siempre es ahora" tiene un aire francés, incluso en la canción "L'eternité c'est maintenant" compuesta y cantada por Juan Casasbellas con letra de Karina Grinstein, que parece del mismo Jacques Brel (1929-1978) o de Serge Lama (1943). El duelo interpretativo de dos eximios actores del cine nacional es tan delicado como el montaje de Liliana Nadal y transparente como la iluminación de Leandro Magliocco. Grinstein reúne todos estos elementos con una puesta en escena sobria y sincera

Francisco Huertas Hernández
12 de enero de 2025

sábado, 11 de enero de 2025

"El chicle" (2020). Karina Grinstein. Cine mudo: expresividad y mímica de un despertar de la vida. Obra maestra del cortometraje argentino. Francisco Huertas Hernández

"El chicle" (2020). Karina Grinstein.
Cine mudo: expresividad y mímica de un despertar de la vida. Obra maestra del cortometraje argentino.
Francisco Huertas Hernández

"El chicle" (2020). Karina Grinstein
David (Mariano Rojo) & Zoe (Zoe Peressini)
Beso de chicle

"El chicle" (2020). Karina Grinstein
Trailer



"El chicle" (2020). Karina Grinstein
David (Mariano Rojo)
El Hada (Viviana Mateo)



"El chicle" (2020). Karina Grinstein
Set. Hernán Statuto, Zoe Peressini, auto Little Rose, Karina Grinstein, Mariano Rojo

Resumen de todas las películas (cortometrajes) de Karina Grinstein


 "El chicle" es un cortometraje porteño de la directora Karina Grinstein. Todo surge en nuestro encuentro con el mundo. En un andén del subte la directora vio a "alguien haciendo un hermoso globo de chicle color rosa, quedarme mirándolo y diciéndome: ‘… se va a llamar así mi ópera prima…’". Lo que podría ser un simple inserto se transforma en un objeto fetiche de alto valor simbólico, y lo más importante es que el chicle hace innecesario el diálogo humano construyendo una narración visual de primeros planos y mímica, recreando el cine mudo de los años 20, sólo acompañada de la música camerística original de Leo Blumberg. En su tercera película, "La quietud, el beso y la flor" (vestigios de una PLANdemia)" (2021), la realizadora mantendrá el esquema formal, sustituyendo el chicle por una rosa, insistiendo en la denuncia social.
 La elección del blanco y negro es una decisión ontológica: el ser del protagonista, David (Mariano Rojo), está aislado, incompleto, encerrado en su represión, anhelante de vida. Al igual que pasaba en el film de animación británico "Yellow Submarine" (1968) de George Dunning, donde los Blue Meanies convierten en gris pétreo todo lo vivo, arrebatando el color, el movimiento y la alegría. Si allí era la música de los Beatles la que traía de nuevo la vida y el color a Pepperland, en este cortometraje es el chicle el que cumple esa función revitalizadora. Los globos de chicle en la boca redescubren el color (y el sabor) perdido del mundo. El rosa es el único color de la película. El azar trajo el auto rosa de Viviana Mateo que interpretó al Hada -Little Rose- siendo el equivalente a la Banda del Sargento Pimienta en la película de los Beatles. Y también por azar llegó la maquilladora de emergencia Eva Paraiso Pink.

 David, el sujeto de la historia, evoca claramente a Marcel Marceau (1923-2007), el mimo francés, aunque no tenga la cara pintada de blanco. Sus movimientos y la expresividad de su rostro ofrecen esa apariencia de mimo. Él se mueve y mira, pero le falta una conexión con la vida. Compra un chicle. Pero, ¿qué tiene el chicle de especial? Esta goma de mascar tuvo su origen en el látex de los árboles -Manilkara chicle- aunque más tarde se acudió a los polímeros como base sintética. El color rosa surgió por accidente en 1928 cuando Walter Diemer, de la compañía Fleer Chewing Gum, usó el único colorante que tenía a mano, en su nueva goma de mascar más elástica y menos pegajosa. El color rosa siguió usándose después por su atractivo para los niños y su asociación con el sabor dulce de frutas como la fresa, la cereza o la frambuesa. El simbolismo de este color evolucionó también en la identificación sexual de género. Todo ello sobrevuela la interpretación que espontáneamente puede realizar el espectador de la película. 

 Al carecer de palabras y diálogos toda la historia se cuenta en imágenes, filmados con maestría por Karina Grinstein y con encuadres, sobre todo primeros planos y planos detalle, magníficos del director de fotografía, Luciano Calello, que plasma imágenes de una gran transparencia, magia y belleza. David ve pasar a la dulce Zoe (Zoe Peressini), y se esconde. Ella aprieta su puño. Algo le sucedió. No lo sabemos. Son pareja, seguramente. El rumbo incierto del protagonista por una ciudad indeterminada, aunque sabemos que es Buenos Aires, topa con la alegría del Hada (Viviana Mateo) lanzando globos desde su auto rosa (primer y único color de la fábula). Ella convierte en rosa todo a su alrededor. David ve a los demás haciendo sus globos, sus burbujas de chicle, que inflaman el aire de un rosa elástico de deseo, vitalidad y expansión. Pero él no puede. El humor de Karina Grinstein alcanza su cenit en el gag del personaje arquetípico del villano gordo, como Eric Campbell en los films de Charles Chaplin. Apariencia corpulenta, comportamiento opresivo y rasgos de comedia visual están presentes en la sensual mujer gótica del parque -Gimena (María Gimena Castro)- que pisa el chicle y luego se le queda pegado en el culo. La chica, Zoe, salva a David, con un beso de chicle elástico. Pero él la rechaza. En primerísimos planos la historia de amor truncado: los labios de él pronuncian algo que no entendemos. Ella llora y arroja el chicle al suelo y lo pisotea. El hada rosa reaparece entre burbujas de jabón. El chicle mascado no es el centro de la historia sino el globo, burbuja o pompa. En mi libro "Diario de un Profesor de Filosofía (1989-2023)" he escrito al respecto:

 "Decimos "listo" al niño que sabe pensar las mejores soluciones, al más rápido respondiendo y resolviendo un problema. Pero no pensamos en la inteligencia del niño que salta en pos de una pompa de jabón. Las burbujas de jabón se parecen más a nuestra vida que los problemas matemáticos. Formadas por una fina capa de agua entre dos capas de moléculas tensoactivas, son tan efímeras, como flexibles y frágiles. Parecen provenir de otra realidad física, fantasmática. Tensión superficial y forma son las dos características de las burbujas de jabón. La forma de esfera es la más económica: menor área superficial para un volumen dado.
 Así los niños ignorando los parámetros de la Física juegan en torno a las grandes gotas de jabón. Su vitalidad es también inteligencia
".

 David es un niño perdido en la vida, y la vida es un globo que parece provenir de esa otra realidad física, fantasmática. Por eso es el hada la que introduce esa otra dimensión. El juego aéreo entre el gris David y las burbujas que flotan en el parque (plaza Almagro) conduce al tercer elemento, Javier (Hernán Statuto), que le ofrece un chicle, para que, finalmente, David consiga hacer un globo y acepte su identidad sexual...


 "El chicle" es una obra maestra del cortometraje. La guionista y debutante directora Karina Grinstein, con su ayudante de dirección, David Luis Pérez Magán, y el operador de fotografía, Luciano Calello, han dado forma a un homenaje al cine silente de Buster Keaton, con la estética del mimo, para contar una romanza sin palabras, donde la vida es un inocente globo de chicle. La escasez absoluta de presupuesto quedó subsanada por la generosidad de panaderías de la zona y un préstamo de la cámara con la que se filmó la obra, que rebosa esa limpia mirada a la vida, que se expande por el aire como globos de chicle infantil.

Francisco Huertas Hernández
11 de enero de 2025


Bibliografía:


 PARA VER LA PELÍCULA, CONTACTEN directamente con Karina Grinstein: https://www.facebook.com/karina.grinstein.5

lunes, 6 de enero de 2025

"En las heladas cumbres" (1916). Amado Nervo (1870-1919). "Elevación". Ascenso desde "el mar de la vida" a lo Absoluto. Comentario filosófico por Francisco Huertas Hernández

"En las heladas cumbres" (1916). Amado Nervo (1870-1919). "Elevación".
Ascenso desde "el mar de la vida" a lo Absoluto.
Comentario filosófico por Francisco Huertas Hernández


Santuario de Nuestra Señora de los Remedios. San Pedro Cholula (Puebla)
El volcán Popocatépetl nevado detrás


Amado Nervo: "En las heladas cumbres" (1916). "Elevación"


  En las heladas cumbres
del propio vencimiento,
del dominio absoluto
de sí mismo, radía
un sol perenne, sol
que lo ilumina todo
sin calentarlo, sol
que te torna visibles
y palpables las cosas
más obscuras y arcanas.

¡Duro ascender!
                         Cual Sísifo,
cuando llevas la roca
de tu anhelo más alto,
miras que se despeña,
y hay que empezar de nuevo...
¡Oh! las blancas sirenas
de este mar de la vida,
¡cómo cantan!
                      Unánimes
te buscan... ¡Qué promesas
hay en sus verdes ojos!

  A veces, tú no puedes
ya más y de la altura
te arrojas a sus brazos.
Pero la voz aquella
implacable, que dice:
«¡arriba!» y el azote
que tortura tus lomos,
te fuerzan... ¡Es preciso
recomenzar! La ruta
serpentea a lo largo
de la montaña:
                       Sube
pues, ¡desdeña el momento
ilusorio y fugaz!
¡Salva el zarzal hirsuto!

  Más allá de la nube
que opaca el firmamento,
te aguarda lo ABSOLUTO
con su divina paz...


Amado Nervo
3 de Septiembre de 1916


*****

Ascenso desde "el mar de la vida" a lo Absoluto.
Comentario filosófico por Francisco Huertas Hernández


La geografía de las cumbres. Volcanes y Dioses

 Existe en San Pedro Cholula, en Puebla, a 2179 metros, un santuario en la cima de la Gran Pirámide de Cholula, Nuestra Señora de los Remedios, construido a finales del siglo XVI. Lo que destaca no es el templo sino el volcán nevado que lo envuelve, el Popocatépetl. Amado Nervo (1870-1919) escribió un poema llamado "En las heladas cumbres", incluido en el libro "Elevación", que bien pudiera ilustrarse con esa vista de la iglesia encaramada en lo alto, desafiando el poder de la naturaleza volcánica.

 El volcán es un fenómeno geológico que manifiesta el dinamismo de la Tierra, la enorme energía térmica de su interior, y este calor producido por la radiación de elementos químicos como el uranio y el torio, junto con el movimiento de las placas tectónicas, empuja hacia el exterior el magma, más caliente pero menos denso que las rocas circundantes. Estas ventanas hacia el manto terrestre que son los volcanes han atemorizado a los hombres desde el inicio de los tiempos. Las mitologías y religiones mesoamericanas han creado leyendas como la historia de amor entre el guerrero Popocatépetl y la princesa Iztaccíhuatl, quienes, al morir, fueron transformados en volcanes. El Popocatépetl, activo y humeante, refleja al guerrero velando por su amada. 

 El vínculo de los volcanes, las montañas, la naturaleza, con los dioses expresa el límite entre lo sobrehumano y lo humano. Moradas de dioses o portales al inframundo (también sobrehumano), por ejemplo, el Mictlán era punto de entrada al reino de los muertos. Los volcanes como límite entre cielo, tierra e inframundo, admitían el doble principio destructor-generador, arrasando con su lava y fertilizando a continuación la tierra. 

 Las cumbres simbolizan el poder divino, pues lo divino está lejano, pero el hombre lo señala en su mirada hacia el cielo. De lo que el ser humano puede pisar, la tierra, lo más alto en ella, lo que linda con ese cielo visible -de nubes y atmósfera de nitrógeno y oxígeno- son las cumbres de las montañas. El hombre no vuela por naturaleza, únicamente camina, y sube a las montañas a gritarle a los dioses su miseria corporal, su material mortalidad, y reunirse con ellos, despojándose de su envoltorio corporal para desplegar las alas del espíritu.


El dualismo cuerpo-alma, abajo-arriba, obscuridad-luz, humano-divino

 La naturaleza humana es el cuerpo, con sus instintos, deseos, placeres y dolores, sensaciones y sentimientos. En la visión dualista propia de la filosofía antigua y las religiones monoteístas, el cuerpo es deficiencia por estar compuesto de materia. En cambio, el alma es otra sustancia independiente y espiritual que tiene las facultades de la memoria, la voluntad y la razón. En la tradición religiosa el alma ha sido hecha a imagen y semejanza de Dios. Como el cuerpo tiende hacia la tierra, es pesado y lento, se hunde en el vicio, pero el alma, aunque esté unida a la materia, es etérea y tiende a elevarse a la virtud. En el cristianismo el vicio está fuertemente determinado por las inclinaciones del cuerpo, es decir, por la naturaleza. La purificación del ser humano se entiende como un ascenso desde la materia al espíritu, concibiéndose el cuerpo como naturaleza material y el alma como naturaleza espiritual.


"En las heladas cumbres" (1916) de Amado Nervo. Un poema de ascenso espiritual desde "este mar de la vida" a lo Absoluto "más allá de la nube... con su divina paz"

 "En las heladas cumbres" es el poema número 62 en el libro "Elevación", compuesto por 66. Una obra religiosa que parte de la naturaleza para transcenderla. La nieve aparece en la extraordinaria poesía inicial, "Primera página"

"¡Oh Arcano,
para subir a ti, dame la mano!
   Dame, noche encendida,
luz, y tú dame, vida,
(pues el viaje es muy largo, el tiempo breve)
más tiempo aún para escalar la nieve
perpetua, donde el sol no tiene velos
ni hay ya «la azul mentira» de los cielos"

 El "misticismo modernista", a juicio de Joseph A. Feustle Jr., de Nervo no duda en combinar "lenguas de hidrógeno inflamado" con "el pavor de lo ABSOLUTO, donde está el INCREADO, en silencio, mirándose en sí mismo". "Primera Página" no sólo es uno de los mejores poemas del libro sino una teología poética donde química y aristotelismo escolástico confluyen.

 La nieve, la noche ("¡Madre misteriosa de todos los génesis, madre / portentosa, muda y fiel de las almas excelsas"), el castaño, "lugar común" ("¡Oh, tú, Naturaleza, madre santa!), la montaña... son naturaleza creada y contemplada por el autor, pero en ese ascenso a lo Absoluto, la naturaleza interior, la del alma, marca un camino más seguro, en composiciones como "Resolución" ("Alma, tienes por fuerza que alcanzar en la vida / el Ideal sublime que a seguir te convida / por entre breñas ásperas". El adagio de Lucio Anneo Séneca (4-65), "Non est ad astra mollis e terris via" (No hay camino fácil de la Tierra a las estrellas), popularmente conocido como "Per aspera ad astra", no distante de la Alegoría de la Caverna platónica, exige un adiestramiento del alma para regresar a su morada. Friedrich Nietzsche (1844-1900) acusó a toda la filosofía, religión y moral tradicional de "odio a la vida" (Hass auf das Leben) por estas actitudes de desprecio al cuerpo, fruto del "resentimiento" (Ressentiment gegen das Leben) de los débiles. Los tópicos católicos como "¡Oh, santa pobreza!", "¡Enséñame el camino!" o "El Milagro", se alternan con las visiones espirituales de "Mi filosofía" o la excelsa "Música", la más rica, profunda y sabia composición de "Elevación", cuyos magistrales primeros versos así suenan:

"Dijo el poeta al numen: «Ya que inspirarme quieres,
inspírame algo nuevo,
que jamás por los hombres haya sido pensado...

   »Ancho es el Cosmos, numen, tan ancho, tan profundo,
que ni siquiera logra la razón asignarle
un límite... Y en este semillero de soles,
de mundos, de cometas, de nebulosas tenues
como mantos de hadas,
como la tela misma del ensueño, ¿no puedes
tú, invisible potencia, mente sutil y pura,
cosechar el gran lirio
de un pensamiento nunca por los hombres pensado?"

 Y concluye con la respuesta del numen, en una fusión de verbo y melodía, de concepto y sonido, perfecta:

"Y el numen le responde: «¡La idea que codicias
existe y yo te diera sus divinas primicias;
pero tú no eres músico y ella es toda orquestal!»
   »Sólo las claves, sólo las pautas y las notas,
revelarán al mundo sus bellezas ignotas.
Platón oyó a los orbes su concierto ideal
y Beethoven, a veces, lo escuchó en el mutismo
nocturno. Todo es música: los astros, el abismo,
las almas... ¡y Dios mismo
es un Dios musical!»

 En estos versos casi gnósticos Amado Nervo se atreve a proclamar -cantando-: "Todo es música: los astros, el abismo / las almas... ¡y Dios mismo / es un Dios musical". Si conciliar a la Iglesia con Nietzsche fue alguna vez posible, aquí tenemos la respuesta: Dios mismo es Música. Platón oyendo a los orbes en su concierto ideal (pitagorismo de la Música de las Esferas) y Beethoven, a veces, escuchándolo en su mutismo nocturno. ¡Romanticismo exacerbado el de Nervo: platonizar el cosmos divino en el piano beethoveniano!


 "Elevación" es un diálogo del alma del poeta con la filosofía, la poesía, la música, la naturaleza, con la modestia de sentirse instrumento de Dios mismo. La soledad ("Soledad, yo he sorbido todos tus éxtasis / y toda la rudeza del cáliz tuyo / que los fuertes tan solo beber osaron") es otro de los modos de ser esenciales del poeta creyente, un modo de ser "que los fuertes tan solo beber osaron", idea plenamente nietzscheana.

 "Espacio y tiempo" es el poema que antecede a "En las heladas cumbres". Una cima lírico-metafísica, que, tras citar a Santa Teresa, dice así:
   
"Espacio y tiempo, barrotes
de la jaula,
en que el ánima, princesa
encantada,
está hilando, hilando, cerca
de las ventanas
de los ojos (las únicas
aberturas por donde
suele asomarse lánguida)
   Espacio y tiempo, barrotes
de la jaula:
ya os romperéis, y acaso
muy pronto, porque cada
mes, hora, instante, os mellan,
¡y el pájaro de oro
acecha una rendija para tender las alas!

   La princesa, ladina,
finge hilar; pero aguarda
que se rompa una reja...
En tanto, a las lejanas
estrellas, dice: «Amigas,
tendedme vuestra escala
de luz sobre el abismo»
   Y las estrellas pálidas,
le responden: «Espera,
espera, hermana,
y prevén tus esfuerzos:
¡ya tendemos la escala!»

 "Espacio y tiempo" son condiciones de posibilidad de los fenómenos sensibles, a la manera en que Immanuel Kant (1724-1804) los explicó. Y no está reñida, por ventura, aquí la epistemología idealista kantiana con la visión mística nerviana: espacio y tiempo son "barrotes" del alma atrapada en una realidad mundana, es decir, fenoménica. Pero el que conoce a Dios (porque es amado por Él, única manera de conocer a Dios, devolviendo el Amor que deposita en ti) accede al νοούμενoν (Noumeno), a la cosa-en-sí, a la realidad más allá de nuestros sentidos y entendimiento, a la realidad Absoluta. En las ventanas de los ojos, el alma hila, prisionera de su cuerpo fenoménico (tras los barrotes espacio-temporales). El pájaro de oro acecha una rendija para tender las alas. La belleza de las imágenes místico-teresianas de Nervo es luminosa. Kant era un creyente atrapado en los barrotes de la ciencia mundana. Amado Nervo es un creyente poseído por la luz (amor) divina. Kant sólo puede acceder al mundo nouménico a través de la hipótesis de la libertad que nos exige obrar moralmente. Nervo está en el mundo nouménico porque es poeta. Y la poesía es la casa del ser. Cuando las estrellas (esas que sobrecogen a Kant) tienden la escala a la princesa, ésta sale del cuerpo, para vivir eternamente en lo Absoluto, que no está encerrado en ningún espacio ni ningún tiempo.

 Llegamos al poema número 62 de "Elevación"Amado Nervo identifica "las heladas cumbres" del alma con el "propio vencimiento" de las pasiones del cuerpo, "el dominio absoluto / de sí mismo". En esas heladas cumbres radía un sol perenne: el Bien. "sol / que lo ilumina todo / sin calentarlo, sol / que te torna visibles / y palpables las cosas / más obscuras y arcanas". Dios es Luz, y Platón (427-347 aC) lo llamó "ἡ τοῦ ἀγαθοῦ ἰδέα" (Idea del Bien). ¿Por qué? Platón usó la analogía del Sol, cuyas funciones son semejantes a las del Bien: ilumina y da vida. Nervo, siempre platónico, lo revela en estos versos, aunque como habla de heladas cumbres retira el calor de la luz. Una luz fría, como de nieve, donde todo es visible y palpable, incluso lo desconocido. No se refiere a los entes de este mundo fenoménico en el espacio y el tiempo, o sea, a la materia, sino al Ser. 

 Este "¡duro ascender!" es para el cuerpo fenoménico, material, espacio-temporal, una tarea de Sísifo, porque la roca (lo fenoménico material, mortal, efímero, cambiante, sin sentido, sin meta) se despeña desde lo alto "y hay que empezar de nuevo...". El pecado y su porterior arrepentimiento son ese eterno Sísifo para el cristiano. La brevedad y maldad de la vida son el Sísifo del filósofo. Ambos conviven en Nervo.
 Una imagen homérica bellísima -"¡Oh! las blancas sirenas / de este mar de la vida / ¡cómo cantan!"- son el susurro lúbrico del pecado, de lo espacio-temporal, del "Carpe Diem", del cuerpo entregado al placer y olvidado del anhelo del alma. 

 La lucha es mucha entre cuerpo atado al aquí y al ahora sin sentido y el alma que busca su escala, su cima en la montaña, donde la tierra acaba y el cielo da alas. La voz que dice: "¡arriba!" y el incesante recomenzar por la ruta que serpentea a lo largo de la montaña... El alma escala la montaña desdeñando el tiempo ("¡momento / ilusorio y fugaz!"). En "Las Moradas (El castillo interior)" (1577) Santa Teresa de Ávila (1515-1582) describía un complejo proceso del alma, en siete etapas, para ascender a Dios. La oración era la actividad propiciatoria. Amado Nervo cita a la Santa en este poema, pero él no es un místico de monasterio sino un cantor del mundo. 

 La helada cumbre que marca el límite entre el cuerpo espacio-temporal -la tierra, el polvo (בזעת אפיך תאכל לחם עד שובך אל האדמה כי ממנה לקחת כי עפר אתה ואל עפר תשוב) (Con el sudor de tu frente comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella lo tomaste, porque polvo eres y al polvo volverás) de la maldición bíblica como castigo por el pecado- y el cielo ("más allá de la nube / que opaca el firmamento") donde aguarda al "escalador" (alma purificada) "lo ABSOLUTO / con su divina paz".

 No tenemos que ser creyentes para entender y apreciar este gran poema, pero sí tenemos que ser humanos que aspiran a la plenitud. La plenitud humana sin Dios puede ser o no posible, pero, sin duda, la belleza de la poesía (Arte) y la verdad encarnada en la obra artística son constitutivos de una humanidad plena.

Francisco Huertas Hernández
Lunes 6 de enero de 2025

sábado, 4 de enero de 2025

Amado Nervo (1870-1919): "La Hermana Agua" (1901): "La Nieve". Las metamorfosis de la sustancia primordial. Comentario filosófico por Francisco Huertas Hernández

Amado Nervo (1870-1919): "La Hermana Agua" (1901): "La Nieve".
 Las metamorfosis de la sustancia primordial. Comentario filosófico por Francisco Huertas Hernández


Bosque nevado
А снег идет - Адольф Николаев 2020


Amado Nervo: "La Nieve". "La Hermana Agua" (1901)


Yo soy la movediza perenne; nunca dura
en mi una forma; pronto mi ser se transfigura,
y ya entre guijas de ónix cantando peregrino,
ya en témpanos helados detengo mi camino,
ya vuelo por los aires trocándome en vapores,
ya soy iris en polvo de todos los colores,
o rocío que asciende, o aguacero que llueve...
Mas Dios también me ha dado la albura de la nieve,
la albura de la nieve enigmática y fría
que cae de los cielos como una eucaristía,
que por los puntiagudos techos resbala leda
y que cuando la pisan cruje como la seda.

Cayendo silenciosa, de blanco al mundo arropo.
Subí, vapor, a lo alto, desciendo al suelo, copo;
subí gris de los lagos que la quietud estanca,
y bajo blanca al mundo... ¡Oh qué bello es ser blanca!

¿Por qué soy blanca? En premio al sacrificio mío,
porque tirito para que nadie tenga frío,
porque mi lino todos los fríos almacena
¡y Dios me torna blanca por haber sido buena!
¿Verdad que es llevadera la palma del martirio
así? Yo caigo como los pétalos de un lirio
de lo alto, y no pudiendo cantar mi canción pura
con murmurios de linfa, la canto con blancura.

La blancura es el himno más hermoso y más santo;
ser blanca es orar; siendo yo, pues, blanca, oro y canto.
Ser luminosa es otro de los cantos mejores:
¿No ves que las estrellas salmodian con fulgores?
Por eso el rey poeta dijo en himno de amor:
“El firmamento narra la gloria del Señor”.

Se tú como la Nieve que inmaculada llueve

Y yo clamé: -¡Alabemos a Dios, hermana Nieve!

Amado Nervo
1901

*****

Comentario filosófico de "La Nieve" ("La Hermana Agua") de Amado Nervo.
Las metamorfosis de la sustancia primordial.
Francisco Huertas Hernández


Juan Crisóstomo Ruiz de Nervo y Ordaz (Tepic, Nayarit, México, 27 de agosto de 1870 - Montevideo, Uruguay, 24 de mayo de 1919). Conocido como Amado Nervo.
Poeta y diplomático mexicano, incluido en la corriente Modernista impropiamente. El misticismo y tristeza de su lírica lo aproximan a una poesía religiosa


Amado Nervo. Biografía de un poeta

 Juan Crisóstomo Ruiz de Nervo y Ordaz nació en Tepic (antes, en Jalisco; hoy en Nayarit) en verano de 1870, y, por feliz destino, recibió el nombre de su padre -Amado Nervo y Maldonado- lo que conviene plenamente a su obra, escrita con el cuidado por la realidad que llamamos amor. De su madre -Juana Ordaz y Núñez- quizás heredase ese catolicismo tradicionalista, que en él alza el vuelo de una espiritualidad cósmica. Su origen español explica esa hispanofilia permanente, corroborada en su estancia en Madrid. Para un católico la muerte es el eje de su creencia: el Dios muerto y resucitado que redime a los hombres arrojados al pecado original, concebido como una muerte del alma heredada. Y para Amado Nervo la muerte fue un horizonte irrebasable: en 1875 fue asesinada su medio tía Catalina Nervosu padre murió cuando el poeta tenía unos doce años; su hermano Luis Enrique se suicidó en 1896, interrumpiendo su carrera poética que no prometía tanto como la de Amado. Las circunstancias literarias y de supervivencia del escritor de Tepic nos son prescindibles. El Derecho fue en él algo accidental, mero sustento. Su estar-en-el-mundo, teñido de melancolía romántica, y en relación con la vivencia de la muerte y el anhelo de inmortalidad impregna toda su obra lírica, no así la periodística o narrativa. El amor soñado se realizó en su convivencia con Ana Cecilia Luisa Daillez, a la que conoció en París. Su repentina muerte (1912) está descrita morbosamente en "La amada inmóvil" (1922), uno de sus libros esenciales. La pobreza franciscana no fue elegida, sino el resultado de sus trabajos intermitentes en la prensa. Y como estaba predestinado, Amado Nervo falleció joven, a los 48 años, el 24 de mayo de 1919, en Montevideo, en su cargo de ministro plenipotenciario de México en Argentina y Uruguay. Fue enterrado el 14 de noviembre en la Rotonda de las Personas Ilustres, acompañando el cortejo el presidente de la República, Venustiano Carranza, y convertido en poeta nacional. Los periódicos hablaron de doscientas mil personas en el funeral del escritor.


El estilo de la poesía de Amado Nervo

 Los grandes escritores realizan un tránsito desde sus maestros y las corrientes dominantes de la época a un sello propio. Amado Nervo partió de un romanticismo enfático, y lleno de adjetivos, según el estudio de Manuel Durán, de sentimientos tristes, pasó por un segundo periodo modernista, central en su obra, y terminó en una etapa más austera verbalmente, y más espiritual en su contenido. Una poesía de hálito religioso, con base en el amor humano, siendo la muerte el tema central. Nervo jamás abandonó el Modernismo, y no fue innovador, siendo coherente con su tradicionalismo. 


El agua en la poesía de Amado Nervo. "La Hermana Agua" (1901). Las metamorfosis de la sustancia primordial. La Nieve. Comentario filosófico

 Amado Nervo parte de la experiencia cotidiana, del fenómeno que se presenta al oído, a la mirada, y, más tarde, a la reflexión lírica:

 "A quien va a leer

 Un hilo de agua que cae de una llave imperfecta; un hilo de agua, manso y diáfano, que gorjea toda la noche y todas las noches cerca de mi alcoba; que canta a mi soledad y en ella me acompaña; un hilo de agua: ¡qué cosa tan sencilla! Y, sin embargo, estas gotas incesantes y sonoras me han enseñado más que los libros.
 El alma del Agua me ha hablado en la sombra –el alma santa del Agua- y yo la he oído, con recogimiento y con amor. Lo que me ha dicho está escrito en páginas que pueden compendiarse así: ser dócil, ser cristalino; esta es la ley y los profetas; y tales páginas han formado un poema.
 Yo sé que quien lo lea sentirá el suave placer que yo he sentido al escucharlo de los labios de Sor Acqua; y este será mi galardón en la prueba, hasta que mis huesos se regocijen en la gracia de Dios"


 ¿No es la llegada a la existencia mortal extrauterina del humano una salida del agua materna? Tránsito de lo líquido a lo sólido, de la permeabilidad del agua amniótica a la impenetrabilidad opaca de la tierra, envuelta en su capa de aire. Que el nacimiento, el parto, sea el "romper aguas" de la mujer, la ruptura de la bolsa amniótica, sitúa al ser humano como un ser de agua. La fruición espontánea del chapotear charcos, hacer muñecos de nieve, la exaltación ante la tormenta y el entusiasmo por los baños en la playa son regresiones amnióticas en los niños. Somos embrión y feto en el medio líquido, como los primeros organismos que vivieron en el mar. El líquido amniótico representa un vestigio evolutivo de nuestro origen acuático. Los primates homínidos venimos de los peces. Filogenéticamente somos hijos del mar. Amado Nervo conserva esa querencia del origen acuático en su poema religioso "La Hermana Agua"

 Parte Amado Nervo del "Cantico delle creature" (Laudes Creaturarum) (1224) de San Francesco d'Assisi (1181-1226), alabanza de los entes de la Naturaleza, en donde el santo se refiere así al agua: "Laudato si', mi' Signore, per sor'aqua, la quale è multo utile et humile et pretiosa et casta" (Alabado seas, mi Señor por la hermana agua, la cual es muy humilde, preciosa y casta). Los elementos bendecidos por Francesco son reflejo de la creación divina, y quedan unidos fraternalmente como creaturas al alma humana. "Sor Acqua" o "Sorella Acqua", humilde, preciosa y casta, calificativos impropios para lo inanimado, pero expresión de la sacralización de la naturaleza que inviste de espíritu lo material. Nervo plasma en una simbología cristiana la limpieza, renacimiento y purificación de las aguas, que son espejo del alma

 El poema, en nueve partes, descubre las distintas formas en que el agua adquiere presencia: la subterránea, que corre bajo la tierra; la que discurre sobre la tierra; la nieve; el hielo; el granizo; el vapor; la bruma; las voces del agua; el agua multiforme. Todas ellas vinculan el cielo, la tierra y el alma humana.  

 El agua que nos vio nacer y la de la infancia. El chamaquito Amado -nombre premonitorio- conoció el río de Tepic, en Nayarit, el Mololoa -hoy muy contaminado-, y, quizás, la Playa El Borrego a 57 kms. Los niños del mar y los niños de río. Amado era un niño de nube, como todos los poetas, hijo de las fuentes celestes del agua. En Michoacán estudió, y, más tarde, en Mazatlán -"la perla del Pacífico"- pudo abismar su mirada en el Oceano. Los hombres no necesitan ver el mar, lo llevan dentro, por eso el lactar (mamar), el beber, el tomar, el salivar, el sudar, el lavar(se), el llorar, el moquear, el miccionar, el eyacular, el sangrar, tienen ecos de nuestro origen líquido. No en vano el primer filósofo, Thales de Mileto (624-546 aC), sostuvo que el agua era el principio de todo lo que existe, según el doxógrafo Diógenes Laercio. 

 Amado Nervo escribió diversos poemas por donde se escucha el rumor del agua, o se presiente su húmeda piel cambiante: "El puente", "Los dos claveles", "Destino", "El héroe", "Trilogía", "Gratia plena"... Entre los líquidos acuosos siente predilección Nervo por el vocablo "linfa", poético fluido de vida por donde circulan nutrientes, se eliminan desechos y se defiende inmunológicamente el cuerpo, tal como se lee en "Destino":

"Destino, cuya mano, si la toca,
hacer nacer la linfa de la roca
y el bien o el mal con rudo impulso fragua
acuérdate de mí, soy una boca
que se muere de sed junto del agua"

 "La Hermana Agua" tiene alma, y habla en la sombra, enseña su ser: dócil y cristalino, y el poeta lo va desvelando desde el interior de la tierra:

"Yo canto al cielo porque mis linfas ignoradas
hacen que fructifiquen las savias; las llanadas,
los sotos y las lomas por mí tienen frescura.
Nadie me mira, nadie; más mi corriente obscura
se regocija luego que viene primavera,
porque si dentro hay sombras, hay muchos tallos fuera"

 En la superficie de la tierra:

"Yo alabo al cielo porque me brindó en sus amores,
para mi fondo gemas, para mi margen flores;
porque cuando la roca me muerde y me maltrata
hay en mi sangre (espuma) filigrana de plata;
porque cuando al abismo ruedo en un cataclismo,
adorno de arco-iris triunfales el abismo,
y el rocío que salta de mis espumas blancas
riega las florecitas que esmaltan las barrancas;
porque a través del cauce llevando mi caudal,
soy un camino que anda, como dijo Pascal"

 La tierra accede a ser materia de un agua que le da forma, aristotélicamente. El agua crea los entes que la tierra ofrece aún sin vida: los campos, las plantas, las flores. Y el aire, o cielo humano, modifica el estado líquido en sólido de nieve:

"Cayendo silenciosa, de blanco al mundo arropo.
Subí, vapor, a lo alto, desciendo al suelo, copo;
subí gris de los lagos que la quietud estanca,
y bajo blanca al mundo... ¡Oh qué bello es ser blanca!"

 "La movediza perenne" a la que nunca dura una forma, "pronto mi ser se transfigura" -dice el Agua por mano del mediador poeta. Los "témpanos de hielo" son forma de cristal sólido del agua, hexagonal estructura de enlaces de hidrógeno. Misterios ónticos: el hielo tiene menos densidad que el agua, y flota sobre ella. Son los espacios vacíos de las moléculas gélidas lo que lo posibilitan. La nieve dicta al autor de Tepic: "Mas Dios también me ha dado la albura de la nieve / la albura de la nieve enigmática y fría / que cae de los cielos como una eucaristía". Nieve creada de mano divina, alba, enigmática, fría, eucarística. Empecemos por su "albura", ese blancor puro y brillante. Bajo el conocimiento de la Física, el blanco es la suma de todos los colores visibles del espectro electromagnético. No es, propiamente, un color sino la combinación de todas las longitudes de onda de la luz visible reflejadas de manera uniforme. Tomemos el fenómeno de la luz solar blanca: al pasar por un prisma se descompone en los colores del arcoíris. El blanco viene a ser un metacolor, equivalente a la Idea de Bien como metaidea en el mundo inteligible, descrito por Platón, y comparada certeramente con la luz del Sol. Así que simbólicamente -sin connotación étnica- el blanco representa la pureza, la inocencia, la luz y lo divino. Nervo, amanuense del agua, escribe: "Cayendo silenciosa, de blanco al mundo arropo / Subí, vapor, a lo alto, desciendo al suelo, copo; / subí gris de los lagos que la quietud estanca, / y bajo blanca al mundo... ¡Oh, qué bello es ser blanca!". Una nieve protectora del hombre, del paisaje, de la belleza. La nieve compacta mantiene a los seres reunidos en el invierno, los congrega en sus cuevas, madrigueras, troncos y grietas arbóreas, lodo, casas, templos. Hibernación
 "¿Por qué soy blanca?... / porque tirito para que nadie tenga frío". Una inocencia nívea de estampa infantil del norte de Europa es patente aquí. La conexión atávica entre blancura y bondad, y un Dios que premia con blancor: "La blancura es el himno más hermoso y más santo; / ser blanca es orar; siendo yo, pues blanca, oro y canto". Nervo cae en la redundancia. Su proselitismo religioso a veces es repetitivo. El verso final de "La Nieve" es una alabanza a Dios del poeta, junto a la Hermana Nieve.
  
 De nieve a hielo hay un suspiro:

"Tú ignoras esa angustia: mas yo no me rebelo,
y ansiosa de que todo en mi Dios sea loado,
desprendo radiaciones al bloque de mi hielo,
y en vez de azul oleaje soy témpano azulado"

 El hielo para el campesino muta en fatal granizo:

"Soy diáfano y geométrico, tengo esmalte y blancura
tan finos y suaves como una dentadura,
y en un derroche de ópalos blancos me multiplico"

 Todo lo sólido se desvanece en el aire. Y quien líquida y turbulenta corría peña abajo, luego se vio etérea despojándose de materia, hasta ser "alma del agua", vapor que es rocío:

"El vapor es el alma del agua, hermano mío,
así como sonrisa del agua es el rocío"

 Nervo no siempre es sutil en sus versos. Pero, sin esfuerzo, alcanza cimas metafísicas en lenguaje llano, ribete modernista y temple católico. Un poeta sensual, místico, trivial y filosófico. Él revela cada íntimo pliegue de las metamorfosis de la sustancia primordial, que, para los antiguos filósofos y poetas, es el agua, pero para los químicos sólo una molécula de dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno. Como lírico de una naturaleza reflejo de Dios, Amado Nervo vira de vapor a bruma. La bruma formada por pequeñas gotas de agua líquida en el aire es la séptima metamorfosis acuática del poema, en la que el autor de Tepis accede a lo onírico buscando la región en que lo líquido y lo gaseoso se confunden como en un sueño:

"La bruma es el ensueño del agua, que se esfuma
en leve gris. ¡Tú ignoras la esencia de la Bruma!
La Bruma es el ensueño del agua, y en su empeño
De inmaterializarse lo vuelve todo ensueño.
A través de su velo mirífico, parece
como que la materia brutal se desvanece"

 Los poetas son el oído del mundo, y lo cantan, le prestan la voz que los dioses les conceden. Este don que Anna Ajmátova (1889-1966) sintetizó en su poema "Многим" (Para la mayoría): "Я — голос ваш, жар вашего дыханья" (Soy vuestra voz, el calor de vuestro aliento). "Я — голос ваш" (Ya - golos vash, Yo soy vuestra voz). Y la voz del poeta debe hablar a muchos como pocos, por todos los elementos del cosmos, reducidos a palabras esenciales. Amado Nervo distigue las voces del agua:

"-Soy pródiga de fuerza motriz en mi caída.
-Yo escarcho los ramajes. –Yo en tiempos muy remotos
dí un canto a las sirenas. –Yo, cuando estoy dormida,
sueño sueños azules, y esos sueños son lotos.
-Poeta, que por gracia del cielo nos conoces,
¿no cantas con nosotras?
-¡Sí canto, hermanas voces!"

 Estos altísimos versos de las "hermanas voces" con las que el vate canta, por gracia del cielo, reúnen los trabajos del agua en paisajes y oficios, en ritos y artes. La condensación de un saber intuitivo, sinóptico, de los ejes del ser y una exuberante flora verbal elevan el poema hasta el empíreo.

 El noveno canto o transfiguración del agua es multiforme. Muchas voces, muchas formas. Una reflexión metafísica sobre la materia y la forma, donde el poeta es mero transmisor de lo que dijo el agua, "sabiendo que es el Padre quien habla entre la noche":

"¿No ves que a cada instante mi forma se aniquila?
Hoy soy torrente inquieto y ayer fui agua tranquila;
hoy soy, en vaso esférico, redonda; ayer, apenas,
me mostraba cilíndrica en las ánforas plenas,
y así pitagorizo mi ser, hora tras hora;
hielo, corriente, niebla, vapor que el día dora,
todo lo soy, y a todo me pliego en cuanto cabe.
¡Los hombres no lo saben, pero Dios si lo sabe!"

 La docilidad y cristalinidad del agua es metáfora de la llamada de Dios a los humanos a través de su fluida criatura sustentadora de vida, pero que no vive en sí, el Agua:

"¿Pretendes ser dichoso? Pues bien: sé como el agua;
sé como el agua, llena de oblación y heroísmo,
sangre en el cáliz, gracia de Dios en el bautismo;
sé como el agua, dócil a la ley infinita,
que reza en las iglesias en donde está bendita,
y en el estanque arrulla meciendo la piragua"

 La dicha humana es la sumisión a la voluntad divina, cual agua. Pero esto no es esclavitud. El agua "llena de oblación y heroísmo", es sangre y gracia bautismal, quietud y ola. Fertiliza la blanda tierra y horada la dura roca. Gaston Bachelard (1884-1962) en "L'eau et les rêves" (1942) acerca este líquido elemento a las emociones y los sueños. Su tipología de arquetipos del agua incluyen el agua clara, oscura, corriente y estancada. En Nervo no hay voz para la oscura ni estancada. Bachelard se inspira en el simbolismo de Carl Gustav Jung (1875-1961). El ciclo de la vida, de nacimiento y renacimiento alcanza en las metamorfosis del agua su más perfecta expresión. Ni tierra, ni fuego ni aire tienen esa multiformidad.  

Francisco Huertas Hernández
Sábado 4 de enero de 2025