sábado, 28 de noviembre de 2020

Nostalgia (Poema. 1987). Francisco Huertas Hernández. "おもひでぽろぽろ" (Omohide Poro Poro) (1991). 高畑 勲 - "Only Yesterday" (Recuerdos del ayer) (1991). Isao Takahata


Nostalgia (Poema. 1987)
Francisco Huertas Hernández


"おもひでぽろぽろ" (Omohide Poro Poro) (1991). 高畑 勲
"Only Yesterday" (Recuerdos del ayer) (1991). Isao Takahata
"Taeko Okajima es una joven asalariada de veintisiete años que pide permiso de vacaciones para poder regresar a su casa de Yamagata, el pueblo rural de su cuñada, y donde guarda tiernos momentos. En el transcurso de su viaje a la granja de sus familiares y a su posterior estancia, Taeko irá recordando su infancia, sus días en la escuela y otras vivencias peculiares, mientras vive intensamente su presente"
Este clásico del cine de animación japonés es una película de la nostalgia (懐かしさ). La "Natsukashisa", la "saudade", la "morriña". Un sentimiento de desamparo por el presente que no fue merecedor de las esperanzas del pasado. La nostalgia es un sentimiento de pena por la lejanía y la ausencia de personas, lugares o tiempos. Es la rebeldía afectiva frente al inexorable devenir. Un paso de las cosas y los seres que sabemos pero no queremos, porque nuestro corazón no acepta el saber de la fugacidad, aunque nuestra razón lo entienda. Como escribió Blaise Pascal: "Le cœur a ses raisons que la raison ne connaît point". Un no-querer-saber del corazón que es pasión y dolor. La nostalgia se escapa en el suspiro y en la mirada ausente en la ventanilla de un vagón de tren. Si fuésemos sabios en nostalgias, ¡ay!, qué corazón tan grande tendríamos. La razón no nos agranda el corazón, solo el amor, y la nostalgia es el lamento de amor más sereno y hondo que podamos sentir


viernes, 27 de noviembre de 2020

Y el resto de mis noches. Alebasi (18 años)


Y el resto de mis noches
Alebasi (18 años)


"夜は短し歩けよ乙女" (Yoru wa Mijikashi Aruke yo Otome) (2017). 湯浅 政明 (Masaaki Yuasa)
 The Night is Short, Walk On Girl
Una noche de fiesta de dos universitarios. La chica de pelo negro y Senpai. Un amor obstaculizado por otros personajes y aventuras imprevistas en las calles en una noche de Kyoto

 Ante la simpatía de nuestras miradas, mi alma y la tuya volaban cada vez más alto hacia las estrellas, fluidamente, por el cielo de la noche más fría de esa estación. Aquellas escalofriantes calles de diciembre adormecían tus manos, convertían tu rostro en porcelana. El viento gélido acariciaba los esqueléticos árboles que se desprendían de la muerte en cientos de hojas caducas que volaban por aquellas calles, que hacían volar tu cabello al ritmo de las flores. Donde estabas tú contemplando las estrellas que se reflejaban en mis ojos negros al mirarte, con tu sonrisa, donde el hielo se derretía de mi corazón criogenizado, incapaz de revivir su fuego y el latido de mi alma, cuando me tocabas y liberabas mis manos de aquel frío dolor que las inmovilizaba, y comencé a sentir el fino tallo de una margarita entre mis dedos, mientras empecé a bailar al son del viento, contigo a mi lado, iluminando esas calles dando luz donde no había, proyectando tu figura en mi memoria para el tiempo infinito y el resto de mis noches

domingo, 22 de noviembre de 2020

Prosas de lo lejano: las mejores músicas provienen de las emisoras más lejanas. Revolución y Edad de Oro (Fragmento. 2002). Francisco Huertas Hernández

 Prosas de lo lejano: las mejores músicas provienen de las emisoras más lejanas
Revolución y Edad de Oro (Fragmento. 2002)
Francisco Huertas Hernández




"Marat/Sade" (The Persecution and Assassination of Jean-Paul Marat as Performed by the Inmates of the Asylum of Charenton Under the Direction of the Marquis de Sade) (1967). Peter Brook
Con motivo de la visita de unos aristócratas en 1808, el asilo mental de Charenton organiza una función teatral, representada por algunos pacientes y escrita y dirigida por el Marqués de Sade, también recluido allí. El núcleo central del argumento es el asesinato del líder de la Revolución Francesa, Jean-Paul Marat, a manos de Charlotte Corday y plantea un debate acerca de las relaciones entre políticos, la sexualidad y la violenciaEl director del hospital, Monsieur Coulmier, supervisa la actuación, acompañado de su esposa e hija. Coulmier, que apoya al gobierno de Napoleón, cree que la obra apoyará sus propias ideas burguesas y denunciará las de la Revolución Francesa que Marat representó. Pero los pacientes y el propio Marqués llevarán la representación por otro lado. 
Basada en una obra teatral de Peter Weiss que, Peter Brook, maestro del teatro inglés contemporáneo, supo plasmar en una película impactante.

Este film británico de culto plantea algunas cuestiones fundamentales de la dimensión ética y política del ser humano: ¿justicia o seguridad? El sueño ilustrado de un mundo regido por la razón (frente al oscurantismo de las fuerzas eclesiásticas) y la libertad (frente al poder absoluto de la monarquía y la aristocracia) hubo de enfrentarse a la naturaleza devastadora del ideal que niega lo dado (hoy simbolizado en la repugnante frase: "esto es lo que hay"). La opresión reina sobre las vidas de las gentes, tanto de los opresores como de los oprimidos. Y ese reinado es tan invisible como la ideología de la resignación y la obediencia a las supuestas leyes naturales que la consagran. Cuando los revolucionarios desencadenan la violencia purificadora que reinstaure (instaure) la justicia y la igualdad (y la fraternidad) no hay orden natural que valga. Todo "orden natural" es una mentira del poder para perpetuarse ("siempre ha habido ricos y pobres"), por eso el Ideal revolucionario quiere un orden racional, no natural, porque la naturaleza ha sido pervertida por la dominación religiosa y monárquica. Que la Revolución devore a sus hijos es solo una consecuencia de la ruptura del orden natural de la espera, la rutina y la obediencia

 Quien escribió que las mejores músicas provenían siempre de las emisoras más lejanas acertó sin duda. En esto de lo lejano se percibe el rumor del inicio sin el que nada somos ni comprendemos. Cuando la conciencia histórica de nuestros días asume que las filosofías del porvenir surgidas en la Ilustración no hicieron otra cosa que proyectar el pasado perfecto, la edad de oro, en un futuro revolucionario, no hace sino invertir el sentido del proyecto emancipador. La razón y la libertad no están al final de la historia. Éstas, son sublimaciones de la edad de oro perdida

Francisco Huertas Hernández
2002

sábado, 21 de noviembre de 2020

Un estudio sobre "El Quijote". Metáfora y Utopía. Del topos al tópico. Francisco Huertas Hernández. UNED. 1995


Un estudio sobre "El Quijote"
Metáfora y Utopía
Del topos al tópico
Francisco Huertas Hernández. UNED. 1995

Un estudio sobre "El Quijote". Metáfora y Utopía. Del topos al tópico. Francisco Huertas Hernández. UNED. 1995. Página 9

 En el curso 1994-1995 tuve la fortuna de realizar un breve estudio sobre "El Quijote" cervantino para un curso para profesores de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). Redactado con máquina de escribir Olivetti Lettera 45 resulta un hallazgo casi arqueológico. Este estudio orilló la propuesta del profesor tutor, Francisco José Martínez, de la utopía política para centrarse en algunos libros reveladores que había leído por mi cuenta: "Vida de Don Quijote y Sancho" de Unamuno, o "La corteza de la letra" de José Bergamín con su ensayo "La infancia de Don Quijote". No quedé del todo satisfecho, y la nota que me pusieron no fue sobresaliente, pero fui fiel a mi estilo, a mis preocupaciones, a mi vivencia de la novela cervantina, que supuso una transformación vital leída apenas tres años antes por primera vez, con intensidad febril y pasando de la carcajada a las lágrimas. No sé cómo me las arreglé para "colar" en este trabajo mis propios escritos, pero lo hice ("Fuera del tópico solo queda la locura"). En todo caso este ensayo más dice de mí que de Alonso Quijano























jueves, 19 de noviembre de 2020

Las multitudes interiores (Texto filosófico) (2003). Francisco Huertas Hernández - "L'homme qui aimait les femmes" (1977). F. Truffaut


Las multitudes interiores (Texto filosófico) (2003)
Francisco Huertas Hernández


"L'homme qui aimait les femmes" (1977). François Truffaut
Un muerto evoca sus conquistas a través del recuerdo de sus amantes congregadas, sin conocerse, en su entierro. Un soltero que amaba las mujeres. Esta película francesa se construye con la delicadeza del director y el encanto del "eterno femenino" (das Ewig-Weibliche), ese arquetipo de la mujer ideal que se describe en el texto que escribí en 2003. Goethe simbolizó en ese arquetipo la contemplación frente a la acción masculina. Puede parecer discriminatorio, pero solo ilustra la visión erótico-mística del hombre sobre la Mujer-Naturaleza-Madre-Principio. Simone de Beauvoir desmontó ese mito patriarcal de la mujer pasiva, erótica y objeto. El individuo se hace actuando, se hace sujeto, y la mujer ha sido excluida por la mirada masculina durante toda la historia de ese papel de sujeto. Sea como fuere el amor objetiva al otro en tanto lo hace lejano y misterioso: sagrado. Lo sagrado jamás es sujeto. Es venerado, temido. Lo anhelado no es sujeto, no es para-sí (pour-soi), es decir, no es existencia libre "arrojada" al mundo, quien mira, sino "esencia" trascendente "iluminadora" del mundo, lo mirado. No existe, es. Pero el amante no sabe lo que es. Por eso decide soñarlo. Soñando a la mujer amada más allá de los límites de la mortalidad el hombre construye su deidad

 No sé si fue Walt Whitman el que escribió acerca de las multitudes que alberga el interior de cada ser humano. La complejidad de rostros, gestos, procesos, mecanismos de defensa, atavismos, flashes, yuyus, que se agolpan y se esconden en los pliegues del alma y hasta del cuerpo de las personas. Dicen que es el amor el que más aguzada tiene la vista para estas multitudes interiores del ser amado. Amando descubrimos que la mujer adorada es un caleidoscopio de perfecciones y ternura inabarcable. Un abanico de entresijos a cuál más hermoso y delicado. Es difícil saber si el amor nos ciega y nos impide ver los defectos de nuestra pareja, como dice el proverbio y la tradición, o más bien, como a los poetas gusta, que este alto sentimiento, el más elevado de cuantos pueda concebir y sentir cualquier criatura del universo, nos hace sabios y zahoríes, intuyendo con el corazón lo que la mente es incapaz: la poliédrica realidad escondida de lo viviente. Idealizamos, sí; sublimamos, sí; adoramos a la mujer amada, para trascender su apariencia y llegar a su fondo íntimo, a su esencia impalpable. Sublimamos su figura y sus obras, sus palabras y sus miradas, porque la elevamos a una categoría moral y estética superior, porque la admiramos y nos arroba. Y esta sublimación es conocimiento puro, despojado de razones y de hechos, de hipótesis y abstracciones. Conocemos a nuestra amada en su pureza, sin circunstancias ni detalles, sin límites ni defectos. Es el amor la ciencia exacta del corazón, como las matemáticas lo son de la mente. Quien pretende que enamorarse ha de hacerse con la cabeza fría es que no entiende que cosa sea el amor. Las multitudes interiores trascienden la realidad exterior y revelan trozos de infancia, de épocas anteriores en las que éramos ángeles, plantas, estrellas o un trozo mismo de Dios, todo escondido en lo más secreto del corazón, y que sólo puede ser contemplado con la brillante y purísima luz del amor. El amor nos hace buenos pues nos descubre la bondad de quien amamos, y para llegar a ella tenemos que extraer la nuestra, nuestra luz y nuestra ternura, que, como un foco de luz de las galaxias, ilumina y hace germinar la bondad y la belleza. Como supo el maestro Platón, el bien y la belleza son una misma cosa, al menos como idea, en su pureza y perfección. En el mundo material andan a menudo separadas y sólo el amor mediante la sublimación accede a descubrir su identidad en las multitudes interiores que habitan en el fondo de “ella”. Donde el bien y la belleza, al fin, brillan y resplandecen en su unidad armónica. Amemos para ser sabios

Francisco Huertas Hernández 
Jueves, 24 de abril de 2003

martes, 17 de noviembre de 2020

Los relojes marcan la misma hora pero nuestras vidas no están sincronizadas a la par. Francisco Huertas Hernández. 1994. Microtexto filosófico-literario


Los relojes marcan la misma hora pero nuestras vidas no están sincronizadas a la par
Francisco Huertas Hernández
Microtexto filosófico-literario. 1994


"Mr. Nobody" (2014). Jaco Van Dormael
Película belga con el tiempo como tema: "En el año de 2092, Nemo Nobody, que tiene 120 años, es el último ser humano mortal de la Tierra y vive rodeado de hombres que han alcanzado la inmortalidad gracias a increíbles avances científicos. Cuando Nemo se encuentra en su lecho de muerte, recuerda varias posibles existencias y matrimonios que no llegó a vivir" (Filmaffinity)

Para Platón el tiempo solo es "una imagen móvil de la eternidad que se mueve de acuerdo al número" (κατ' ἀριθμὸν ἰοῦσαν αἰώνιον εἰκόνα) (Timaeus, 37d). En este film aparecen los multiversos (conjunto de los muchos universos existentes, según las hipótesis que afirman que existen universos diferentes del nuestro propio), "realidades paralelas donde nuestra vida tomó un rumbo diferente". El tiempo mide el movimiento, dijo Aristóteles. Hay algo ajeno a la vida en los relojes que miden el llamado "tiempo objetivo" (le temps de la science). Frente al "tiempo" habla Henri Bergson de la "duración", un "tiempo subjetivo" (la durée de la conscience). Ciencia vs. Conciencia. Exterior vs. Interior. La "duración" es subjetiva y relativa, íntima. Es la vida tal como la experimenta el ser humano en su conciencia, para el que el tiempo es lo que le pasa a uno mismo. La "eternidad" de un minuto agónico o la "fugacidad" de una vida entera ("veinte años no es nada" cantaba Carlos Gardel en "Volver"). Las líneas paralelas (¿paralelas?) de esta película de van Dormael de lo que pudo ser en tiempos diferentes: "El jardín de los senderos que se bifurcan" (Jorge Luis Borges), ese cuento "en el que uno de sus personajes nos recuerda que cuando se elige entre diversas alternativas se renuncia al resto de futuros que hubieran podido existir".
Estamos hechos de tiempo, pero el tiempo nos deshace. Vivimos la "duración" pero nos sometemos al "tiempo" de los relojes


 Los relojes marcan la misma hora pero nuestras vidas no están sincronizadas a la par. Hay algo extraño en el hecho de que el que sufre tenga la misma hora que el que goza; que el que piensa tenga la misma hora que el que duerme. Que el que ama tenga la misma hora que el que odia. Un tiempo ajeno a nosotros en el que coinciden tan distintos y distantes seres. ¿Por qué?

Francisco Huertas Hernández
7 de enero de 1994
M. H. A. folio 359
Convaleciente
NOTAS ENERO 1994

domingo, 8 de noviembre de 2020

Eritrofobia (Las palabras perdidas). Texto literario. 1994. Francisco Huertas Hernández


Eritrofobia (Las palabras perdidas)
Texto literario. 1994
Francisco Huertas Hernández


Diccionario de Autoridades o "Diccionario de la lengua castellana, en que se explica el verdadero sentido de las voces, su naturaleza y calidad, con las phrases o modos de hablar, los proverbios o refranes, y otras cosas convenientes al uso de la lengua". Editorial Gredos. Madrid. 1974.
Aparecido entre 1726 y 1739 fue el primer Diccionario de la Lengua Española del que salió luego, simplificado, el DRAE. Esta fotografía corresponde a mi ejemplar del volumen 1. 
Quien no quiera lidiar con las palabras que dimita de su condición de humano, porque el ser humano es "λόγον ἔχον" (tiene Logos) según Aristóteles. El λóγος es la palabra razonada, y tiene tantos sentidos como horizontes se abren a la existencia humana como hablantes / escribientes:  habla, palabra, razonamiento, argumentación, discurso, conocimiento, inteligencia, sentido, e, incluso, se traduce como verbo. Si continúo comprando diccionarios en estos días sitiados es porque nos confesamos seres de palabra. La recibimos, la damos y la prestamos, la ocultamos y la revelamos. "No me canso nunca de hablar porque vivo en el silencio más total" cantaba Nacha Pop en verso inmarcesible de Antonio Vega

  A veces olvido alguna palabra raramente usada pero de extraordinario poder descriptivo en un momento determinado. No suelo llevar diccionarios en la maleta, así que rastreo en vano en mi memoria. La mayor parte de las veces acabo perdiendo toda huella del término. Y me pregunto: ¿adónde van las palabras perdidas?  No, no me refiero a qué lugar, quiero decir: ¿qué transformaciones experimenta el mundo?, ¿qué transformaciones experimentamos nosotros cuando se nos va una palabra?

 Algunos recelan de las palabras porque sirven para mentir; otros aman las doradas palabras policromas de la alta cultura, pero todos viven pendientes de una palabra -hiriente o engalanada de fiesta, omitida o con abrigo de doble forro-

  Las transformaciones del mundo son cataclismos inapreciables en los que en un periodo imposible de determinar los seres humanos han dejado de describir, denotar o percibir un aspecto de éste, porque se les ha ido una palabra.

 Podréis decir que las palabras no mueren: continúan en el diccionario, pero las palabras tristes desusadas permanecen en los diccionarios como en un cementerio. A veces uno experimenta esa sensación.

 Hace tiempo que se me quedó perdida una palabra en el armario del olvido y siento que con ella se fue una luz del mundo que no veré más con ese brillo, con ese fulgor.

 Como es en medio de las palabras donde hacemos nuestra vida, no debemos extrañarnos de esa sensación de luto cuando las olas del lenguaje nos llevan un vocablo como si llevaran nuestro aliento.

 Si sólo existen dos cosas: materia y lenguaje, éste moldea aquélla como Demiurgo, e, insuflando de vida y dinamismo a la materia, nos la hace visible e inteligible.

 En el tráfago de la existencia sólo hallamos reposo en las palabras que nombran siempre lo idéntico, lo que es y no deja de ser, y, a veces, esa vocación de eternidad del lenguaje nos hace sufrir cuando comprendemos que nosotros no podemos estar a la altura de las circunstancias, que nombramos lo que nunca podrá ser idéntico ni eterno.

 Hay un océano que siempre es el mismo y nunca tiene las mismas aguas.

Francisco Huertas Hernández
1994

Fotografía (Boceto filosófico-literario). Año 2002. Francisco Huertas Hernández


Fotografía (Boceto filosófico-literario) Año 2002
Francisco Huertas Hernández

Un yo contra el espejo a través de la cámara en un día aciago. Domingo 2 de diciembre de 2018. Fue en Londres, en Candem donde compré esa chaqueta mod y esa camisa, en enero de ese año. Pero el hombre no es más que una sucesión de espejos. En los que se mira al despertar y al acostarse, al encerrarse para sus necesidades diarias, en las fiestas y los lutos. Jorge Luis Borges pudo escribir clarividente: "Los espejos y la cópula son abominables porque multiplican el número de los hombres". Jacques Lacan habló del "stade du miroir" entre los 6 y los 18 meses en que el niño descubre su yo a través de su cuerpo en el espejo. Lewis Carroll en "Through the Looking-Glass, and What Alice Found There" cuenta la entrada de Alicia en el mundo fantástico a través de un espejo de su casa. Un mundo invertido que probará la lógica de la niña. 
Pero las cámaras fotográficas son otro espejo incómodo de nuestra identidad vulnerable. La dismorfofobia, ahora llamada trastorno dismórfico corporal (TDC) es un trastorno obsesivo que abomina del propio cuerpo representado en la imagen fotográfica, videográfica o del humilde espejo. 
Sea como fuere esta fotografía me resulta tan extraña como las sensaciones que aquel día viví, y complementa a la perfección (o mejor, a la imperfección, que de eso se trata) el texto del 2002 que aquí os dejo

Si queremos desconocer a alguien lo mejor es mirar su fotografía. La extrañeza que el fotografiado experimenta ante su imagen en el papel no puede ser casual. Nadie suele asombrarse ante el espejo, al menos, ante los espejos cotidianos del baño, el ascensor y los escaparates, y, sin embargo, el estupor nos invade ante nuestra sombra fotográfica. No es un espejo la cámara pues. El terror incluso que muchas personas sienten cuando se ven en papel revelado tiene su raíz en el rechazo a que los demás sólo conozcan esa abominable imagen en la que no nos reconocemos en absoluto. La fotografía quizá nos devuelve el conocimiento distorsionado que los otros tienen de nosotros, y, esto, resulta insoportable.

 Cuando la gente comenta lo bien que estamos en el daguerrotipo y nosotros sentimos que allí hay otro, un desconocido, comprendemos que nuestro reconocimiento corporal es más psicológico que físico. Somos conciencia que actúa a través de un cuerpo, y la fotografía muestra sólo ese cuerpo, que no es nuestro yo, sino una vivienda del alma o un cartero de los deseos.

 El rechazo ante nuestra imagen fotográfica confirma entonces el dualismo cuerpo-mente, y nos corrobora como sujetos que se autoreconocen solamente en el plano psíquico…    

Francisco Huertas Hernández 
Julio de 2002

"Topaz" (1969). Alfred Hitchcock. La secuencia de la tortura (Pietà). Dani Crespo Abarca


"Topaz" (1969). Alfred Hitchcock
La secuencia de la tortura (Pietà)
Dani Crespo Abarca
Comentarios de imágenes: Francisco Huertas Hernández


"Topaz" (1969). Alfred Hitchcock
Espías torturados por los revolucionarios en una composición que imita el grupo escultórico "Pietà" (1498-1499) de Michelangelo Buonarroti (1475-1564) que se encuentra en Città del Vaticano.
Este filme basado en la novela de Leon Uris (1924-2003) tiene una trama ingenuamente anticomunista, precisamente en los mismos años en que Estados Unidos participaba en la ominosa guerra de Vietnam 

 A simple vista puede parecer estúpido en pleno 2020 ponerse a escribir o analizar cualquier película de Alfred Hitchcock (1899-1980) puesto que es probablemente el cineasta del cual más se haya escrito/analizado a lo largo de toda la historia del cine. Pero el caso es que como con todos los cineastas se suele escribir mal sobre ellos, dado que la mayoría de críticas -vengan de donde vengan, ya sea de Francia, Estados Unidos o España- no se basan en lo visual que es lo más importante del cine, sino en el guión o en las interpretaciones, aspectos importantes, pero, que a mi modo de entender el cine, no lo son tanto al lado de la importancia de los encuadres, de los movimientos de cámara, de los ángulos, de las luces, del color, del espacio, en general de la imagen. Y mejor ni hablar de los críticos que juzgan los films por razones extra cinematográficas por ejemplo tachando algunas películas de machistas, fascistas o en el caso de la que nos ocupa hoy de anticomunistas, cuando esto es estúpido. 

"Topaz" (1969). Alfred Hitchcock
Poster

 Ya aclarado esto voy analizar una secuencia de una de las grandes obras maestras de Hitchcock: TOPAZ, 1969. Solamente voy a analizar una secuencia del film, dado que en España se editó un gran libro de lectura obligatoria titulado “Alfred Hitchock. El poder de la Imagen” de Enrique Alberich. Este gran estudioso la analizó muy bien, pero dado el espacio de que disponía no pudo analizar todo el film en su totalidad plano a plano. Yo lo voy a hacer solo con una, que no es ni la más importante del film, ni quizá la mejor, pero es una gran secuencia dentro de una gran película. 

"Topaz" (1969). Alfred Hitchcock
Michèle Picard (Claude Jade) & Nicole Devereaux (Dany Robin)

 Antes sitúo brevemente en qué momento estamos de la película. Unos espías han sido contratados y enviados a Cuba para vigilar a Enrique Parra (John Vernon) y sus hombres. Éstos les han detectado y se los llevan en coche, suponemos que a la comisaria, pero no les volvemos a ver en unos cuantos minutos.

 Veamos. La secuencia comienza con un plano general de los dos espías, muy diferentes a como los vimos por última vez, dado que están siendo torturados y ya moribundos. Lo vemos claramente en los rasgos faciales, sobre todo de ella y en él en la camiseta medio rota. Está muy bien trabajado el espacio con sus paredes feas y sucias. Inconscientemente todo espectador capta ya esa idea. A su vez en la pared está reflejada la sombra muy grande de ella. Esto simboliza que la espía es ya un pálido reflejo de lo que era, moribunda, y confiese o no quien trabaja para ella morirá.


"Topaz" (1969). Alfred Hitchcock
Los espías torturados por Enrique Parra (John Vernon). Aquí apreciamos la composición de "La Piedad" de Miguel Ángel, esa escultura de mármol, fría como esta película sobre la Guerra Fría. Más simbolismos

 Sin corte alguno después de esos 2-3 segundos para captar esa idea, el autor de “La ventana indiscreta” hace un travelling de alejamiento muy lento, poco a poco, para ir captando todos los elementos del plano hasta quedar encuadrado un Gran Plano General, una sala de torturas con los cubanos en pleno interrogatorio. El espacio está menos iluminado de lo que estaba en el plano general anterior. De hecho, claramente a través de la ventana entra la luz muy agresiva enfatizando la presencia de la pareja. El hecho de ser un espacio no muy iluminado también expresa la sensación de terror, porque si fuera un espacio muy iluminado no tendría el impacto que tiene, y si se hubiese hecho de día, tampoco. Está anocheciendo.

"Topaz" (1969). Alfred Hitchcock
Los espías torturados por Enrique Parra (John Vernon)
Plano General de la Sala con los torturados y los revolucionarios

 Después ya de este travelling, vienen una serie de ideas visuales que expresan la misma idea que requiere la secuencia, esa idea amenazante de Enrique Parra hacia los espías.

 Ya desde este Gran Plano General, se establece una diagonal de cuadrantes entre Enrique Parra y los dos espías, cortando desde la cabeza de Enrique el cuello de ambos espías, primer ejemplo de la idea visual amenazante.

"Topaz" (1969). Alfred Hitchcock
Los espías torturados por Enrique Parra (John Vernon)
Diagonal del plano

 Como también, en el segundo plano, ya tras el primer corte, pasamos a un plano medio de Enrique Parra dirigiéndose lentamente hacia ellos como si se los fuera a comer.

"Topaz" (1969). Alfred Hitchcock
Los espías torturados por Enrique Parra (John Vernon), amenazante

"Topaz" (1969). Alfred Hitchcock
Los espías torturados por Enrique Parra (John Vernon) amenazante. Rostro iluminado

 A continuación hay un plano contra plano entre ella y él, y la constatación de que el otro espía está muerto. Lo vemos con una idea muy buena de encuadre. Enrique Parra al hacer la pregunta: "¿Quién os mandó a hacer el trabajo?". Al principio hace el plano contra plano incluyéndolos a ambos en el mismo encuadre. Él no se mueve, solamente ella mínimamente. Luego hay un posterior plano en ángulo lateral acercándose a ellos dos (nuevamente idea amenazante, esta vez con el recurso de los ángulos), al volver a hacer la pregunta, él ya ha quedado fuera del encuadre. Aparece solamente ella porque ya no tiene nada que decir, porque está muerto. Además, en un plano contra plano muy bien usado y con sentido, ya que refleja en este caso la idea de oposición ideológica. Normal en Hitchcock, porque Hitchcock nunca usó un plano contra plano sin sentido, todos lo tienen.



"Topaz" (1969). Alfred Hitchcock
Los espías torturados por Enrique Parra (John Vernon)
Primeros planos expresivos

 Acto seguido el autor de Marnie hace un zoom hacia la oreja de Enrique Parra, para encuadrar en un plano detalle de su oreja y de la boca de ella. En un plano muy del autor de Notorious, que recuerda a uno de sus grandes films británicos “El Agente Secreto”, pero en aquel caso era en clave de comedia. Recordemos: se acercaba al oído a gritarle por el alto sonido de la campana y en esta secuencia se acerca al oído porque no le llega la voz.

"Topaz" (1969). Alfred Hitchcock
Los espías torturados por Enrique Parra (John Vernon)

"Topaz" (1969). Alfred Hitchcock
Los espías torturados por Enrique Parra (John Vernon)
Plano detalle de la boca y la oreja del torturador

"Topaz" (1969). Alfred Hitchcock
Los espías torturados por Enrique Parra (John Vernon)
Primer plano de esos ojos azules caribeños 

 Y muy similar, en este caso sí, a la famosa secuencia de “El hombre que sabía demasiado” del asesinato, ya que en aquella era un moribundo confesándole algo, además el plano de la reacción de Enrique Parra es muy similar al del personaje interpretado por James Stewart.

"The Man Who Knew Too Much" (1956). Alfred Hitchcock
 Dr. Benjamin "Ben" McKenna (James Stewart) escucha la confesión entrecortada de Louis Bernard (Daniel Gélin)
The dying Bernard whispers that a foreign statesman will be assassinated in London and that Ben must tell the authorities about "Ambrose Chappell"
Un plano muy similar fue rodado en "Topaz" (1969): confesión boca a oreja. Plano detalle

"The Man Who Knew Too Much" (1956). Alfred Hitchcock
 Dr. Benjamin "Ben" McKenna (James Stewart) escucha la confesión entrecortada de Louis Bernard (Daniel Gélin)
The dying Bernard whispers that a foreign statesman will be assassinated in London and that Ben must tell the authorities about "Ambrose Chappell"
Un plano muy similar fue rodado en "Topaz" (1969). Ben escucha las últimas palabras de Louis

 Después de este plano de reacción de Enrique Parra está magníficamente expresado su estado de ánimo, la frustración al enterarse que la mujer que amaba era una espía, no solamente con la expresión de su rostro, sino con el gesto que hace con las manos al levantarse y girarse. Permanece estático durante unos breves segundos como paralizado y se va. Gran dirección de actores también de la secuencia por supuesto, como siempre en el autor de Vertigo.

"Topaz" (1969). Alfred Hitchcock
Los espías torturados por Enrique Parra (John Vernon) cuyas piernas flexionadas indican desolación

"Topaz" (1969). Alfred Hitchcock
Los espías torturados por Enrique Parra (John Vernon) cuyo gesto al descubrir la traición de Juanita es evidente

 A simple vista puede parecer que no es la mejor secuencia de la historia del cine, de hecho no lo es, pero vemos claramente que muchas de las herramientas de que dispone un cineasta están muy bien usadas. No las repetiré otra vez, pero me parece una secuencia perfecta de una obra maestra como Topaz