OTTO E MEZZO (FEDERICO FELLINI) según el libro “Federico
Fellini ” de Pilar Pedraza y Juan López Gandía
Editorial Cátedra. Signo e
Imagen. Madrid. 1999
El vuelo excede al ala
“¿Qué nos prepara de
nuevo? ¿Una nueva película sin esperanza? –pregunta el médico del balneario a
Guido en la segunda secuencia de Otto e mezzo (1963)
Fellini quería hacer
una película sobre los recuerdos, la imaginación, los juegos entre diversos
planos de realidad, pero se le escapaba la personalidad del protagonista. Por fin,
emergió precisamente quien debía emerger, no un escritor o un empresario
teatral como había pensado en un principio, sino el obvio director de cine.
Obvio, y, a la vez, difícil de hallar, y decisivo.
No es el único caso
de cine dentro del cine en la historia de este arte; pero en otros, las
películas suelen versar sobre el cine mismo. En ésta, sin embargo, el tema es
el interior del artista, su universo, acosado por la realidad como por un
ejército y sometido a la tortura y el gozo de estar dando forma a la obra a
expensas de todo lo demás, incluidas las llamadas relaciones personales.
Pero, sobre todo, es
el hallazgo de una nueva y compleja forma artística, la mise en abîme, a la que
traslada preocupaciones que en las obras anteriores todavía se anclaban en el
tema o en el argumento, como la fuga, el engaño, la obra que vendrá.
(...) Por primera vez una película de Fellini empieza sin
música ni genérico, pues ambas cosas, lo comprobamos al final, son marcas de la
obra ya acabada y hecha, y Otto e mezzo muestra la paradoja moderna de intentar
hacer una obra que coincida con la página en blanco de Mallarmé, que muestre su
propia imposibilidad mientras va haciéndose, que no tenga nada que decir pero
donde lo que importe sea el decirlo, hija de un autor que no existe hasta que
el texto acaba de hacerse.
Por eso Fellini no
aparece al principio en el genérico: no podría anteceder a la obra en su
génesis, como en el cine clásico, a no ser como pura figura, como un personaje
más, inscrito en el texto por medio de su delegado el protagonista.
Guido no es un alter
ego de Fellini, no es una imagen especular, sino un representante encargado de
conducir la obra en desarrollo hacia su culminación, que no es otra cosa que el
saludo de los actores, como en el teatro.
La plataforma es la
escenografía metafórica de propia obra: el texto está figurativizado dentro de
sí mismo a través de este armatoste que ya aparece en la primera secuencia. Al
final es posible mostrarlo ya como pura arquitectura, sin necesidad de ser
incorporada a una historia como en los films de la primera época. No se trata
de una estructura desnuda destinada a contener una historia, sino del bastidor
de un cuadro, un trampantojo, el signo de otra cosa.
Por lo mismo, el
texto contiene también, en su materialidad, la propia crítica, aunque ésta no
pueda incorporarse al genérico. Quizás a Fellini le gustaría que los nombres de
los críticos aparecieran en los títulos de crédito, pues contribuyen al hacerse
del film como texto. Pero también es consciente de que la crítica sólo puede
ser una figura textual más, un discurso transubstanciado en artístico por el
autor implícito, una autoconsciencia del texto.
La lucidez de
Fellini lleva a un juego de prestidigitación, de afirmación e ironía con los
propios límites del texto moderno. Su problematicidad es reabsorbida e
ironizada: destruir es mejor que crear, se dice al final de la obra imposible o
frustrada; estamos sofocados por palabras sin sentido -los personajes y el
propio Guido no han dejado de emitirlas-, lo mejor es el silencio-
Es el humor del
absurdo beckettiano, enlazado aquí con el espíritu carnavalesco popular del
mundo al revés, como ese silencio deseado y reivindicado por el lunático que
habla sin parar quejándose del vocerío universal en La voce della luna.
Un mundo al revés
donde el comienzo de la película es el final de la obra, del texto, y donde la
palabra Fine aparece inmediatamente después de los títulos de crédito y se va
alejando y empequeñeciéndose hasta desaparecer, como algo mostrado por la
cámara, como un personaje más.
Pilar Pedraza y Juan López
Gandía: “Federico Fellini ”. Editorial Cátedra. Signo e Imagen. Madrid.
1999
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