"La cinematografía y las artes"
José Camón Aznar
CSIC. Madrid. 1952
El movimiento como valor estético
José Camón Aznar: "La cinematografía y las artes"
C. S. I. C.
Instituto Diego Velázquez
Madrid. 1952
Foto: Francisco Huertas Hernández
"La calidad específica del cine como valor artístico reside en ser expresión del movimiento. Hasta ahora todas las artes tendían, como suprema aspiración estética, a conseguir con formas quietas la sugestión de movilidad. Hay que exceptuar a la danza, pero aun aquí el movimiento no tiene significación estética por su valor traslaticio, sino como expresión plástica de un desarrollo musical cuajado en unas actitudes que humaniza sus armonías.
José Camón Aznar: "La cinematografía y las artes"
C. S. I. C.
Instituto Diego Velázquez
Madrid. 1952
José Camón Aznar: "La cinematografía y las artes"
C. S. I. C.
Instituto Diego Velázquez
Madrid. 1952
Foto: Francisco Huertas Hernández
José Camón Aznar: "La cinematografía y las artes"
C. S. I. C.
Instituto Diego Velázquez
Madrid. 1952
Solapa
Foto: Francisco Huertas Hernández
José Camón Aznar: "La cinematografía y las artes"
C. S. I. C.
Instituto Diego Velázquez
Madrid. 1952
"El movimiento como valor estético". Página 41
Foto: Francisco Huertas Hernández
No podemos aceptar la división clásica en artes espaciales y temporales, pues todas ellas se consumen en el tiempo. Bien que en unas este tiempo lo agote el desarrollo dinámico de la acción, como el cine, o bien quede como suspendido en un instante que, si es verdaderamente artístico, ha de sugerir todos los que han de seguirle. La pintura y la escultura son también artes del movimiento. En estas artes su perfección radica, precisamente, en su capacidad de condensación y síntesis de los valores dinámicos. Cuanto mayor sea en estas artes la concentración del movimiento, mayor margen deja a la imaginación para poder desarrollar todo el impulso y toda la curva de la expansión dinámica. Quizá todo el proceso de las artes consista en conseguir la expresión de la movilidad de los seres. Los ejemplos pueden multiplicarse en todas las épocas. Lo que diferencia a dos generaciones inmediatas, como la de Boticelli y la de Leonardo, es principalmente la conquista de la expresión dinámica"
José Camón Aznar: "La cinematografía y las artes"
C. S. I. C.
Instituto Diego Velázquez
Madrid. 1952
Contraportada
Foto: Francisco Huertas Hernández
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José Camón Aznar (1898-1979)
Desde su temprana juventud ya experimentó una acusada vocación humanística que le impulsó a cursar estudios superiores de Letras y, en muy pocos años, le permitió ocupar una cátedra de Historia del Arte en la Universidad de Salamanca (1927), con lo que dio inicio a una dilatada trayectoria profesional dentro del ámbito docente que acabó por conducirle luego a otra cátedra en su Zaragoza natal y, finalmente, a la Universidad Central de Madrid, de cuya Facultad de Filosofía y Letras fue decano durante cerca de un decenio (1958-1967). Al tiempo que desplegaba esta intensa actividad docente, José Camón Aznar fue desarrollando una tenaz labor de investigación, crítica y análisis que, alimentada por sus vastas inquietudes intelectuales, le llevó a interesarse no sólo por esa parcela del saber humano (el Arte) que era objeto de su atención como profesor, sino también por otras muchas manifestaciones de la sensibilidad creativa del hombre, como el cine y la literatura, sin olvidar por ello su personal dedicación al cultivo de la poesía. Poseedor, gracias a esta acusada sensibilidad literaria, de un ameno y vigoroso estilo que dotó de grandes cualidades estéticas a sus escritos de mayor densidad y aridez, espigó en los campos más variados y dio a la imprenta algunos de los ensayos y estudios más bellos y luminosos de las Letras españolas contemporáneas, entre los que figuran textos de temática religiosa -como Dios en San Pablo (1940)-, de indagación puramente estética -v. gr., El arte desde su esencia (1940) y El tiempo en el arte (1971)-, y de análisis arquitectónico -así en La arquitectura plateresca (1945)- o pictórico -como, por ejemplo, en su obra maestra sobre Velázquez (1964), de obligada referencia para cualquier estudioso del arte español del Barroco. Autor, además, de centenares de artículos publicados en las revistas culturales más prestigiosas de todo el mundo, José Camón Aznar dio a la imprenta otros estudios tan valiosos como los titulados El Cid como héroe mozárabe (1948), Doménico Greco (1950), La cinematografía y las artes (1952), Las artes y los pueblos de la España primitiva (1954), Picasso y el cubismo (1956) -obra galardonada con el prestigioso Premio Menéndez Pelayo-, Galería de pintura del museo de Historia del Arte de Viena (1971), Miguel Ángel (1975), Juan Echevarría (1977), Alonso de Berruguete (1979) y, entre otros muchos ensayos, El escultor Juan de Anchieta (edición póstuma de 1990). Además, en colaboración con J. Pijoán redactó el tomo XVII de Summa Artis (Madrid: Espasa Calpe, 1996), titulado La arquitectura y la orfebrería españolas del siglo XVI.
Oswaldo Guayasamín: Retrato de José Camón Aznar
1970
Óleo sobre lienzo
Pablo Serrano: Cabeza de José Camón Aznar
Escultura
Bronce fundido
Bronce fundido
Lógicamente, la aparición en las librerías y revistas españolas e internacionales de este cúmulo de obras convirtió a Camón Aznar en una de las figuras principales del panorama cultural, intelectual, académico y artístico de la España del siglo XX, a cuyo desarrollo contribuyó el humanista zaragozano no sólo con los textos citados en parágrafos anteriores, sino también con una seria y comprometida labor de promoción y dirección cultural que le llevó a ocupar algunos cargos de elevado prestigio. Además de catedrático en las principales universidades del país, fue miembro de número de la Real Academia de San Fernando (1956), de la Academia de la Historia (1960) y de la de Ciencias Morales y Políticas (1968), así como fundador y director del Museo Lázaro Galdiano (de Madrid). Su inagotable capacidad de trabajo le permitió compaginar todo lo antedicho con otras dedicaciones tan absorbentes como la dirección de publicaciones culturales, como la prestigiosa revista de arte Goya y la no menos relevante publicación Ideas Estéticas, dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (C.S.I.C.) y fundada gracias a la iniciativa del propio José Camón Aznar. Asimismo, en su condición de aficionado al cine y pionero en el análisis de rigor aplicado a esta nueva modalidad artística, en el III Festival Internacional de Cine de San Sebastián (1955) actuó como Presidente del Jurado Internacional.
Conviene añadir -antes de clausurar esta apresurada semblanza biográfica que en modo alguno puede recoger de forma exhaustiva la monumental producción impresa de José Camón Aznar-, que el laborioso humanista zaragozano también tuvo tiempo de traducir al castellano algunas obras escritas en alemán, lengua que conocía y dominaba a la perfección. No es de extrañar que, para la mayor parte de los artistas e intelectuales que tuvieron ocasión de conocerlo, Camón Aznar fuera una especie de pensador adelantado a su tiempo, un estudioso capaz de analizar y valorar las diversas manifestaciones artísticas desde unos criterios estéticos (y, por supuesto, desde una sensibilidad creativa) que aún no estaban en boga en España cuando él ya los conocía y dominaba. Su mayor aportación a la cultura española contemporánea estriba, precisamente, en que no se limitó a presentarse como el erudito cargado de saberes pero escasamente dotado de propuestas novedosas; antes bien, fue un escritor, historiador, ensayista y crítico de las más variadas artes que, desde su amplio abanico de inquietudes y conocimientos, planteó en todos sus trabajos la necesidad de revisar la crítica artística tradicional, pues tenía la convicción de que cualquier aproximación valorativa a un hecho artístico tenía que venir acompañada -y aun iluminada- por el conocimiento de la historia, la literatura y el resto de las manifestaciones culturales que lo rodean.
Museo "Camón Aznar"
Casa de los Pardo
Zaragoza
Esta valiosa aportación a la crítica inmediata y al estudio detenido de la producción artística no pasó inadvertida en su época, ya que caló hondo en una auténtica legión de discípulos que, en la segunda mitad del siglo XX, han continuado desarrollando muchas de las intuiciones de Camón Aznar, así como sirviéndose de sus métodos de aproximación al objeto de estudio. Consagrado, en fin, como una de las personalidades más brillantes de la cultura española contemporánea, al cumplirse el primer centenario de su nacimiento (1998) la ciudad de Zaragoza le tributó un sincero homenaje en el museo local bautizado con su nombre, donde se exhibió una valiosa exposición colectiva formada por algunas de las obras más representativas de aquellos artistas a los que José Camón Aznar situó en la cúspide de la creación plástica española del siglo XX.
J. R. Fernández de Cano
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