Una locura busca dueño
Francisco Huertas Hernández
(Poema surrealista. 1980. Escrito con 16 años)
"Lisztomania" (1975) Ken Russell
Una delirante (y rechazada por la crítica) película británica que narra "la vida del compositor húngaro Franz Liszt. Cuenta con las actuaciones de Roger Daltrey (The Who), Paul Nicholas, Sara Kestelman, Veronica Quilligan, Fiona Lewis y Andrew Reilly. Otras estrellas hacen apariciones en la película, entre ellos el ex Beatle Ringo Starr, Oliver Reed y Rick Wakeman (Yes). Wakeman, además, adaptó e interpretó la música de Liszt y Wagner para el filme"
Una locura busca dueño, estoy seguro
Una locura que aleja del presente,
que hace transportar puertas y muros,
que añade un poco de imaginación
a cualquier cabeza demasiado responsable
Un dragón rosado pinta estrellas en la arena,
el sol brilla en la ciudad dormida
En nuestra casa las horas se visten de cristal,
el mármol de la mesa de nuestro despacho
crece entre hidras acéfalas en un rincón
El mar pinta olas de charol cuadriculado
en las teclas del triste clavicordio barroco
Cuatro rencores suben envueltos en necedad
como espumas de beso aterciopelado en el regreso
Como al viento y al sereno, en el eco lejano
de un rayo de oscuridad en el pasillo cerrado,
miran los gatos al filo de la mañana,
encerrada en un bote de plástico transparente
El lugar del Paraíso Perdido
graniza de gentes recién cenadas.
La cebolla del maremagnum de la cocina
come caliente, abrigada al fuego de los ojos caídos
Por entre las rendijas de cada uno,
una herida explota en masa de arcilla
El gallo canta debajo del orinal de alabastro,
prendido en la frente de la puerta del adiós
Mazapanes de ojeras ruborizadas expiran callados
bajo la palabra estática de la ley anticipada
cubiertos de marfil puestos en la mesa
Con exquisito refinamiento ríen atropellados
bajo las miradas indiscretas del dueño y señor
Las semanas acartonadas en el taburete
gritan a capella como en los viejos tiempos
Un sifón de champán retoza en su habitáculo
comprimiendo su tórax equivalente al gas burbujeante
Salmantino apócrifo enraizado en su fiel costumbre
de escamar sospechas bajo monóculos de vidrio
Una locura busca dueño, estoy seguro,
que arrastra ráfagas de imaginación
y buen humor de las tierras del interior
Un ladrillo en el muro del viento,
moviéndose como un camaleón en una pecera,
vaciada de agua y llena de mercurio
Una moneda de dos caras en el fondo de la sopa,
reflejando el aire de rosas marchitas en la boca de un mercenario
Un juglar de mediodía recita romances
bajo unos balcones vegetales de la tundra siberiana
Una semicorchea escapada de la mirada de un cantautor,
que hace barquitos de papel en la puerta de un orfanato
Sorbiendo aire con dificultad encima de su pedestal,
en la solana del monte, un hidalgo caballero de bronce,
blandiendo su sable venturoso de batallas inconclusas
y su escudo de honores no recibidos
Una mancha aguda y sintética, tímida en su suelo,
equivocada de color, de olor, tantos desatinos
La paloma dormida en la orilla de un cesto de mimbre,
enajenada del mundo inválido y atlético en el que dormita,
sueña en el interior de un corazón esclavo
Fijada en su externo orbe, un soñador de melenas crujientes
rememora el encuentro con un marino viejo:
encontró un rascaviejas abandonado
encima de una flor de azahar arrugada
Recuerda su vida un meritorio vagabundo escandinavo,
leyendo el viejo prospecto de un cine inimaginable
se siente culebra en su aspecto de mostrador de vinos
y acaricia el murmullo vivo de las olas del mar seco
Se escapó su infancia en cruces de plomo clavadas en la arena,
tras las páginas amarillentas de unos libros de texto
y no volvió en el tren de las cuatro y veinte
No surgió del aire la figura de un patriarca ancestral
Frente a una rocas de granito se despedazaron
las imágenes de su pasado inconcreto y sencillo
Una locura busca dueño, estoy seguro,
arremolina columnas de humo imaginativo,
y hace cruzar el vidrio, el umbral del finito presente
Unos ojos negros de arena y guijarros
repiten la melodía del entorno acondicionado por la nostalgia
Siegan la mies los brazos cocidos
en pucheros de barro y manos ardientes
Y ser aquél no vale la pena intentarlo así,
y ser así, como aquél, no es mucha murga
Puestos así, corramos un tupido velo sobre el destino
Decenas de perros sanguinarios injurian al plutonio,
mordiendo el polvo radioactivo de su actitud bien ponderada
Un cántaro de amonio estalla en ecuaciones bicuadradas
delante de dos ignorantes químicos moleculares
Un flan de harina y miel sufre de parálisis galáctica
al excederse en sus funciones administrativas
Una locura busca dueño, estoy seguro
No sé si irá hacia la izquierda o a la derecha,
pero puedo testificar que una locura anda suelta
Va por los caminos del desagüe humano
Oculta bajo unos prismáticos de largo alcance,
intentando inyectar en unos cuantos individuos
la enfermedad imaginativa, el síndrome de la imaginación
Resulta extraño verla desde lejos:
es una locura más o menos estereotipada,
pero, al fin y al cabo, es una locura única y peregrina
Súbitamente, irrumpe en la bañera,
sin respiración os deja, dadlo por seguro
Entra a través de la ventana del cuarto de baño,
se desliza por la chimenea, pon cuidado
Rebota en una cama elástica,
asciende entre las palabras del ascensor
Ah, nunca has visto tanta nitidez,
de un golpe, al instante
Angostos senderos de azul horizonte flexible,
entre sus gotas de cielo perdura la imaginación
Gotas de cielo brillan en el dorado anochecer,
locos con magnetófonos escuchan al silencio cantar
Reverendos magnéticos flotan en piscinas de corcho sintético
Lunas de papel comen soles de celofán
I nadie a visto a muchos onbres riendo
Y nadie ha visto a muchos edificios suspirando
Y unos espantapájaros con cabellos de esponja marina
tocan bandurrias imantadas en el frío glaciar del ayer
Se montan sobre elefantes de viento las aspas de un molino
y tocan arpas de alfileres los barrenderos sonámbulos
Se han visto camellos hablar de eclipses
Se han visto sintetizadores tocando la armónica
y muchos años colgando de una soga impenetrable
y mudos de gracia cantando en bloques de sonido
Las olas del saber perdidas en los recovecos del hielo
en frías noches de faquires misteriosos
Cuando la llave ardía, el verso de un analfabeto
resolvía el despertar del sueño de unos infantes
Unos pícaros comediantes que no sabían más,
recolectaban pies de acordes de amor
No habían tenido un sol amarillo hecho de pan,
no sabían nada porque tenían quince años
Ángeles del cielo bebían gotas de cielo
Una locura anda suelta, va caminando por ahí
Una locura busca dueño, estoy seguro
Sigue la pista y te insuflará un poco de imaginación
Te está haciendo falta una locura
Cuatro pieles de ajedrez recubren el sudor
de una mano de dos kilómetros mustios y pardos
En su rojo canto el mar de la arena lunar
conseguirá abrir nuevas olas en la puerta del sol
Materia incombustible arde en llamas de aliento,
un ciervo escarba en el valle del dragón azul,
sigue el cauce del río su huella de materia viva,
desprende células decapitadas a su paso
Vive en un templo de la Gran Montaña,
se lava los pies a la hora del cerezo en flor
Estudia filosofía de conservas pesqueras
mientras el tiempo huye por la puerta del vivir
Dos locos huyen del mundo montados en las alas del viento,
soplando hacia atrás para llegar más lejos que el viento
Recuerdan el piano eléctrico a la orilla del río
y sus burbujas floreciendo en los dedos de un doctor
Parábolas, elipses e hipérbolas descritas por el poeta
en sus cartas de adiós al mundo carcomido
Enrejado un sabio en una montaña de sabios
remarca el sentido de la teoría de la relatividad
Nadie cruza su camino y sigue hablando al aire
Un automóvil de lujo argumenta que el trigo
es propiedad del tractor y la sembradora
Salamandras de poliestireno brotan del suelo pisoteado,
con ojos de maracas ambiguas en la guerra del catorce
Se ha fijado una fecha plástica para el exterminio fugaz
de nostalgias anacrónicas y somnolientas
Un ordenador algésico chilla como cien cercopitecos deshonrados,
cuerdas de viento ilógico manejando crines de bolígrafos,
ceros atados por los pies en una maleta de futuro
Alcaldes moribundos soplan a barquitos de acero blindado,
serpientes de cuero negro reclaman en la noche tierna
Locos con gafas sin cristales ven el pasado,
locos botánicos sin dinero se arrodillan sobre bosques de humo
Un indultado grita como una salchicha escéptica,
sonríe con sus manos de mármol amarillo,
guiña un ojo y cae en el cielo de su pie dormido
Un maniático pretende oír a todos los perros del mundo,
un manicomio emerge de las aguas turbulentas
Va caminando por las calles, con un billete de bambú,
Va reptando por las plazas, con un billete de caoba
Sábado de trufas, domingo de avellana exprimida
Y la clandestinidad del vigía de un faro sáfico
En nuestra lumbre de frases no pronunciadas jamás,
los minutos pasean sobre las cúpulas de aceite,
y los papeles ahuman promesas de gran contenido
Una locura anda buscando dueño, estoy seguro
pondrá un poco de imaginación en las mentes dormidas
Vestida de luna de corcho nada en olas de fuego
sopla viento de imaginación a través del aire detenido
Un ogro distorsionado siembra semillas de noche,
y va convirtiéndose en polvo su figura grotesca
El tiempo se vuelve transparente y escampa la tormenta,
gotas de magia caen sobre muchos individuos
Un saurio lejano se vuelve tiempo
y aparece fuego en su lámina macromolecular
Una sombra cae desde lo alto de un campanario,
planeando como la ilusión del vuelo libre de un reptil
Gaviotas escarban en la roca de una playa sulfhídrica,
y el viento mece al tiempo dormido a su sombra
Ningún hombre acecha escondido en las manecillas de un reloj
Más lejos de la palabra y del mundo,
del café sin azúcar, del viento y la espuma,
más lejos aún del calendario gregoriano,
del tiempo de agua, de un tiempo de agua,
flota la locura en una bandeja de estrellas peregrinas
Serena la locura en su barril de pólvora invisible,
seduce a la imaginación vestida de tul en su boda pálida
Conduce la locura trajes de espíritu rejuvenecido,
y cae desde baúles, pozos y grutas, hasta el alma
Con cejijuntas maneras de enfocar su paso de cebra
rasca la tarde con extrañas bebidas
Sólidos líquidos en su materna consolación romántica
La locura busca un dueño, estoy seguro
Una locura busca dueño, estoy seguro
Encopetada con paraguas de agua,
con impermeables de sol asustadizo,
martín pescador de machetes atravesados por el viento,
un profesor la ve acercarse algo intimidado,
al contacto de su jabón esparcido en aire limpio
Entra por muros, puertas y ladrillo puro. Sabed.
Envuelta en pasta dentífrica o en correo urgente
Casca el mar con chasquidos de motor eléctrico,
amerizando sobre un payaso escarlata
A través del aire, del agua y de la tierra,
en panfletos subversivos que serán prohibidos,
en boletos de rugby y en islas flotantes
Y nadie ha visto helicópteros asustados
Y nadie ha visto mañanas anochecidas
Casi hace una eternidad que busca dueño,
y arrojará dentro de él un enorme sueño
Camuflada en tabletas de chocolate,
sellada en franqueo postal,
bajo los colchones, mantas y edredones,
sobre los suelos, pisos y escalones
Un pescador es tratado biológicamente con potasio,
un cinco de artillería resuelve jeroglíficos
Dos personajes ilustres revisten el mundo
con muletas, parches, garfios, pelucas y dentaduras postizas
Acabarán de enterrar la muy soterrada mentira
que se divide al morir la muerte
Tambores de guerra danzan más que el huracán,
cuernos de caza vuelan más alto que elefantes africanos
Casi hace una eternidad que busca dueño,
una locura como un susurro de empeño
Un trovador asado en una jauría de jabalíes,
recibe el honor de ser el poeta de su tierra natal
Profetas hipnagógicos, como si nada hubiese cambiado,
amarran las anclas del sueño a un espejo cóncavo
Una locura busca dueño, estoy seguro,
como los escaques de un violín cuadriculado,
como las cuerdas de una guitarra hipnotizada
Por los designios espectrales de la luz y del color
Y me siento en un mundo acabado de hacer
Y me siento rememorado en aguas dulces de ensueño
El martirio encadenado en fotogramas de paciencia agotada
sube por las columnas fantasmagóricas de un ascensor
Donaires, comparsas y mojigangas de sopor esférico
que cubren el manto oculto del hombre jolín
Receta de medicina mau-mau,
colmillo de mundano soplido del niño elegido
No ha encontrado algas en la noche de los guiños
Mareas de coral, arrecifes de sal gema
Una brújula organiza aquelarres macabros
Una bruja señala los puntos cardinales
Una herida mineraliza en vidrio líquido,
rojizos hilos de sapiencia matematizada
Lugares de confín perdido en el rostro de un anciano
La guerra de los buenos con puñales automáticos,
contra la paz de los malos con palomas manuales
Si se hubiese tornado el Sol en espumas de colores,
la lluvia caería hacia arriba: ¿por qué no?
Las gotas de lluvia recortada lloviendo hacia arriba,
como ganzúas de cordón elástico en un cuarto de bolas
Cuando el mar gritaba palabras de amor
no sabían tener un sueño despierto cubierto de sal
No sabían un grupo de reductores intransigentes
que el domingo se convertía en crepúsculo de limbo acuático
Un benefactor muy ovacionado y respetado
cayó en un pozo de cubitos de hielo
La noche amaneció en mañana una gota de olor
En la piel un llanto profundo plantó mareas de lágrimas
Un tullido cubría su cabeza con un chubasquero
cuando un rayo de reglas sociales le machacó
Y como harina de pez acuático
enredado en lianas de jubones y navajas de fascículo verde,
más de mil mesas en su mente longitudinal
crecieron en relinchos de conventos barrocos
La luz que traspasó aquellas cortinas de seda
saludó al florero vacío y solo fumando un pitillo
En nuestra leña llaman a la puerta voces silenciosas,
cerrados los cajones de apocalipsis enlatado,
ciegos los reflejos en el techo de cabellos negros,
una mampara da cobijo a las pupilas de ámbar
El antídoto enjabonado en horizontes plateados
recobra el tibio latir de corazones de relojería
Ceremoniosos gnomos se lamen las uñas,
empolvándolas con arenas de retratos confundidos,
cruzan el espacio hacia el tiempo,
implorando la tesitura del mar, la lana y la nieve
Molinos de amasar montes se disuelven en los capiteles dóricos
que una mano primorosa instauró con ternura colectiva
Y ese que veis allí es un niño hecho de carbono,
jugando con calaveras de jazmines diluidos
Echando suspiros desde sus pulmones frescos de río
hacia el dorado trigal que sus pies mecen
Y ése que veis allí, moviendo las alas como un ángel,
un niño hecho de carbono jugando a ser niño
Sopla decibelios de aire infantil por sus orejas de algodón,
jugando con el traje informal del viento
Como un murmullo melancólico silba la mano del niño
desprendiendo humos de fragor quejumbroso
Detrás de los trigales, una balada de imaginación
pisa el huerto de un campesino,
secando su camisa sobre el peluche de su oso de fibra,
sentado en su silla de anea en la puerta de su barraca,
fumando palabras del anteayer como si de hoy se tratase
Una locura busca dueño, estoy seguro
Busca debajo de las piedras,
en el fondo de los cristalinos arroyos,
en los apartamentos de un rascacielos urbano,
en el color de una canción de bosque castellano
Y desentraña ritmo y melodía para llegar más lejos,
y trata de insuflar un poco de imaginación
Una locura que aleje del presente,
que hace traspasar puertas y muros
Huye como un fantasma,
vuela como un águila
Ven locura,
qué extraña te veo
Una locura busca dueño
para invadiros de un poco de sueño
Francisco Huertas Hernández
Marzo de 1980
4 comentarios:
Ohhh
Luis Solera: Una locura deliciosa y necesaria. Una película de mi primera juventud que me abrió la puerta de la emoción de la transgresión, el placer del exceso, alimentó mi apetito por el cine como arma de futuro, mi afición por Russell. Tanto es así que desde entonces escucho a Wagner con cierto recelo.
Pero para un chavo de dieciséis es muy bueno. Padrísimo
Tiene un espíritu Wagneriano por lo ampuloso, lo cual me gusta porque me gusta esa escritura desaforada, llena de preguntas y difícil de cortar, cada vez que leo algo que había escrito antes de cumplir los 20 años me sorprendo de como cambie. Es como haber sido otra persona, es extraño ya no ser como aquel muchacho, como el tiempo te cambia, tengo poemas con nombres de mujeres que no volveré a ver y con amigos que ya no están. Pienso en una frase de Neil Young hay que dejar donde decía que hay que dejar amigos, mujeres, equipaje, todo en el camino y siempre hay que seguir. Sabes a mí me funciona, pero a veces extraño a aquel muchacho que no llegaba a los 20 años, a veces me gustaría volver pero se que no se puede, tu poema me hizo recordarlo.
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