domingo, 27 de septiembre de 2020

"Wolfen" (1981). Michael Wadleigh. Marcelo Óscar López Díez

"Wolfen" (1981). Michael Wadleigh.
Marcelo Óscar López Díez


"Ôtez la crainte de l'enfer à un chrétien, et vous lui ôterez sa croyance"
(Quitad al cristiano el temor al infierno 
y le habrás quitado su fe)
Denis Diderot (1713-1784)


"Wolfen" (1981). Michael Wadleigh
"Lobos humanos"
Dewey Wilson (Albert Finney)


En su arrogancia, el hombre desconoce lo que existe. En la tierra existen cosas que ni osamos imaginar. Una vida tan cierta como nuestra muerte. Una vida que nos dará caza como damos caza nosotros”.
 Todo esto pesa más que muchos diálogos del siglo XXI, claro, el pasado pantanoso no es viable con el cristal recubierto por una estructura de metal forjado por grandes compañías.

 Si hubiera previsto que vería una película que te muestra una intención de cine de terror, pero se transforma en algo más grande, algo que te atraviesa la frente, el pasado en el cual la mente creaba demonios era más sano que el presente donde todo se banaliza. Me remonto a un nivel de sorpresa, sobre todo por el final, donde nada es lo que parece. Las actuaciones son interesantes, lo mejor del final es que queda abierto, la carne es solo alma, pero ésta se encarna en un cuerpo, en este caso, el cuerpo del lobo.

 La cima de una película debería ser llegar a transformar, en pocos minutos, el mundo del espectador a través de la historia formulada. En algunos casos, la historia parece que solo va a entretener, pero a medida que pasan los minutos las actuaciones, que son muy dignas, abren diálogos que se articulan más allá de la típica historia de hombres lobo. Esta película se aproxima a una educada melodía de estructura atrapada tras un arcoíris. Lo que uno espera pasa, pero con creces, haciendo de esta historia algo profundo y de tintes intelectuales capaces de hacer repensar el entorno que la ciudad entrega, hay algo más que le espera al espectador.


 Michael Wadleigh dirige de manera brillante, sin adentrarse en efectos sin sentido, las imágenes comulgan con nuestro interior, sin brutalidad innecesaria, sin excesos sanguíneos, solo tenemos la autenticidad de versos que se suceden hasta llegar a una idea profunda. Es una película que merece ser recordada por sobre otras del género, porque sale del mero entretenimiento para ver una tarde cualquiera, podemos afirmar que merece una mirada profunda. Hay imágenes de permanencia para sueños en noches sin luna. La escena de la iglesia en ruinas y todas las sensaciones que guarda, en medio de una gran ciudad, una iglesia destruida es la finalización de un ritual. Esta conclusión se adelanta al final donde todos han olvidado a los espíritus libres que gobiernan los suelos de una arquitectura fría y poco sublime. 





 La ecología es instintiva como el lobo y su manera de vivir, no deberían tener muros para frenar su marcha y cuando estos se construyen olvidamos la guía natural y los sentidos se duermen tras una mecánica absurda.

 El personaje de Dewey Wilson (Albert Finney) se transforma con cada minuto y eso lo hace salirse del típico hombre calculador que solo busca lo que ve, se adentra en lo que no puede verse y eso lo hace profundo. Es un personaje que está interpretado de manera brillante. La otra protagonista es Rebecca Neff (Diane Venora), una agente especial experta en terrorismo que se va desencajando de su rol poco austero para crearse a sí misma y transformarse en una persona que ya no razona, sino que se deja llevar por los sentidos.


 Gregory Hines hace un papel excelente como médico forense, es la ciencia que va cayendo frente a hechos que transcurren de manera poco creíble. Edward James Olmos es un indígena americano que da rienda suelta a la historia que nadie quiere ver y que nadie puede entender, es un personaje central para dilucidarlo todo.

 Este Nueva York no es el de Scorsese ni tampoco el de Woody Allen, es la ciudad demolida que no para de autentificarse, dejando debajo algo que antiguamente estaba encima de todo, algo que el nativo americano poseía pero que el concreto intenta cubrir como una gran tumba donde las almas salen para hacer pensar a los vivos que caminan sobre las ideas pasadas para hacerlos despertar.




 Nunca vi a un lobo, pero sí vi a hombres que, por sus modales, se comportaban como lobos, no hambrientos de carne sino de poder, que es algo peor que la sangre.

 Y en esta fábula del siglo veinte se notifica un uso exacerbado del poder económico sobre la espiritualidad humana.

 Todavía hoy recuerdo cómo llegué a leer cada plano y me parece venturoso asegurar que hay escenas que se me han quedado pegadas a las venas, un hechizo que transcurre mientras quiero saltar de mi ventana para recostarme sobre la hierba hendida que respira a través de mis poros borrados por la ropa que me dio la ciudad. 





Wolfen
Estados Unidos
1981
115 minutos
Dirección: Michael Wadleigh
Guión: David Eyre, Michael Wadleigh, Eric Roth (Novela: Whitley Strieber)
Música: James Horner
Fotografía: Gerry Fisher

Reparto:
Albert Finney as Dewey Wilson
Diane Venora as Rebecca Neff
Edward James Olmos as Eddie Holt
Gregory Hines as Whittington
Tom Noonan as Ferguson
Dick O'Neill as Warren
Dehl Berti as Old Indian
Peter Michael Goetz as Ross
Reginald VelJohnson as Morgue Attendant
James Tolkan as Baldy
Donald Symington as Lawyer
Tom Waits as Drunken Bar Owner (uncredited)

Premios y nominaciones:
Ganadora, premio del jurado (Festival de Avoriaz)
Ganadora, mejor montaje de sonido (Editores de Sonido de EUA)
Nominada, Mejor película, director, actor, guión (Academia Estadounidense de Ciencia Ficción, Fantasía y Terror)



1 comentario:

Estrella dijo...

Marcelo, qué texto más maravilloso. Yo esta película no la he visto, pero me has despertado la curiosidad. Muy buena descripción de ella.