domingo, 8 de noviembre de 2020

Eritrofobia (Las palabras perdidas). Texto literario. 1994. Francisco Huertas Hernández


Eritrofobia (Las palabras perdidas)
Texto literario. 1994
Francisco Huertas Hernández


Diccionario de Autoridades o "Diccionario de la lengua castellana, en que se explica el verdadero sentido de las voces, su naturaleza y calidad, con las phrases o modos de hablar, los proverbios o refranes, y otras cosas convenientes al uso de la lengua". Editorial Gredos. Madrid. 1974.
Aparecido entre 1726 y 1739 fue el primer Diccionario de la Lengua Española del que salió luego, simplificado, el DRAE. Esta fotografía corresponde a mi ejemplar del volumen 1. 
Quien no quiera lidiar con las palabras que dimita de su condición de humano, porque el ser humano es "λόγον ἔχον" (tiene Logos) según Aristóteles. El λóγος es la palabra razonada, y tiene tantos sentidos como horizontes se abren a la existencia humana como hablantes / escribientes:  habla, palabra, razonamiento, argumentación, discurso, conocimiento, inteligencia, sentido, e, incluso, se traduce como verbo. Si continúo comprando diccionarios en estos días sitiados es porque nos confesamos seres de palabra. La recibimos, la damos y la prestamos, la ocultamos y la revelamos. "No me canso nunca de hablar porque vivo en el silencio más total" cantaba Nacha Pop en verso inmarcesible de Antonio Vega

  A veces olvido alguna palabra raramente usada pero de extraordinario poder descriptivo en un momento determinado. No suelo llevar diccionarios en la maleta, así que rastreo en vano en mi memoria. La mayor parte de las veces acabo perdiendo toda huella del término. Y me pregunto: ¿adónde van las palabras perdidas?  No, no me refiero a qué lugar, quiero decir: ¿qué transformaciones experimenta el mundo?, ¿qué transformaciones experimentamos nosotros cuando se nos va una palabra?

 Algunos recelan de las palabras porque sirven para mentir; otros aman las doradas palabras policromas de la alta cultura, pero todos viven pendientes de una palabra -hiriente o engalanada de fiesta, omitida o con abrigo de doble forro-

  Las transformaciones del mundo son cataclismos inapreciables en los que en un periodo imposible de determinar los seres humanos han dejado de describir, denotar o percibir un aspecto de éste, porque se les ha ido una palabra.

 Podréis decir que las palabras no mueren: continúan en el diccionario, pero las palabras tristes desusadas permanecen en los diccionarios como en un cementerio. A veces uno experimenta esa sensación.

 Hace tiempo que se me quedó perdida una palabra en el armario del olvido y siento que con ella se fue una luz del mundo que no veré más con ese brillo, con ese fulgor.

 Como es en medio de las palabras donde hacemos nuestra vida, no debemos extrañarnos de esa sensación de luto cuando las olas del lenguaje nos llevan un vocablo como si llevaran nuestro aliento.

 Si sólo existen dos cosas: materia y lenguaje, éste moldea aquélla como Demiurgo, e, insuflando de vida y dinamismo a la materia, nos la hace visible e inteligible.

 En el tráfago de la existencia sólo hallamos reposo en las palabras que nombran siempre lo idéntico, lo que es y no deja de ser, y, a veces, esa vocación de eternidad del lenguaje nos hace sufrir cuando comprendemos que nosotros no podemos estar a la altura de las circunstancias, que nombramos lo que nunca podrá ser idéntico ni eterno.

 Hay un océano que siempre es el mismo y nunca tiene las mismas aguas.

Francisco Huertas Hernández
1994

5 comentarios:

Unknown dijo...

Otra joya. Bravo

ttsolera dijo...

Ay cuanta razón. Pero como decía aquella otra canción : "malos tiempos para la lírica"

Ester_Velasco dijo...

¡El poder de las palabras! La importancia de definir, conceptualizar, representar... ¡Del discurso, la retórica y la oratoria!

Unknown dijo...

Gracias a los amantes de las palabras podemos entender mejor las cosas y las almas

María R. L. dijo...

Como persona obsesionada con “dar con la palabra exacta” entiendo perfectamente la frustración que uno siente cuando olvida una palabra, cuando, como se suele decir coloquialmente, la tiene “en la punta de la lengua”. No hay cosa que más odie que no hacer justicia a la realidad usando una palabra que no la defina adecuadamente... Ya puestos a encapsular la vida en conceptos, al menos hagámoslo bien, ¿no?